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  • NECROPOLIS DE PALMEDIAN

    Si por un instante cerrásemos los ojos y viajásemos miles de años en el tiempo, concretamente a una época entre el Neolítico y el Calcolítico, visualizaríamos un lugar sagrado donde la sociedad de aquel tiempo enterraba a sus muertos. Un lugar donde la muerte "convivía" cerca del ganado, señal inequívoca de una cultura trashumante que ya había adoptado ese modo de vida como propio. Si volviésemos a abrir los ojos y nos encontrásemos con la imagen principal de la necrópolis de Palmedián, poco habría cambiado desde entonces: Ganado, espectaculares panorámicas de montaña y los túmulos de los ancestros de la comarca de Liébana. Cierto es que estas últimas estructuras las encontraríamos más desgastadas por el paso del tiempo y otros "factores" más humanos. No podemos obviar la cercanía de la necrópolis megalítica de Combranda, ambas dos testigos inhertes de lo que parece fue una sociedad de montaña de relevancia en la comarca lebaniega.

    Al igual que la citada Combranda, la necrópolis de Palmedián saltó a la palestra a finales de la década de los 80 del siglo pasado cuando la prensa de Cantabria se hizo eco de una noticia referente a nuevas estructuras megalíticas en el entorno del Pico Jano. Gonzalo Gómez Casares, quien las puso en valor desde su descubrimiento, ayudó en las prospecciones dirigidas y coordinadas por Agustín Díez Castillo que recorrieron ambos enclaves. Años más tarde (2.000) miembros del departamento de Historia de la UC encontraron nuevas estructuras en el entorno.

    Sin duda, Vega de Liébana (diría que toda la comarca) es uno de los epicentros del megalitismo en Cantabria. Testigos de piedra que nos hablan de una sociedad emergente tras la prehistoria y que hicieron de estos montes y brañas parte de su vida y seña inequívoca de su muerte. Curiosamente, bien por su destrucción o bien por su desconocimiento (mucho más seguro lo segundo), quedan decenas de enclaves en este territorio que nos ayudarán a descubrir más del milenario pasado.;

    Bibliografía: "Evolución del poblamiento prehistórico en los valles del Deva y del Nansa" UC, Santander 1996. Agustín Díez Castillo

  • CAMPO DE LA CRUZ

    En lo alto del cordal que separa los valles de Hazas de Cesto y Secadura nos encontramos una milenaria historia que, fuera del circulo más académico, es prácticamente desconocida para la gente de a pie. Las enormes praderas y los suaves relieves del entorno enmascaran un lugar que nos habla de la muerte entre el Neolítico y el Calcolítico. Y no, no hablamos de una necrópolis de gran extensión como ocurre en Liébana, con ejemplos como Palmedián o Combranda. Estamos ante una alineación de túmulos que se desarrolla en tan solo 250 metros de terreno y que no va más allá de 4 estructuras. A partir de esta información se podría fantasear con decenas de hipótesis (familiares y demás), pero poco o nada se sabe de la relación existente entre ellas. De hecho, al encontrarse en un terreno de prados de siega y ganadería, no se tiene muy clara la composición interna de todos ellos (¿cantos de arenisca y tierra?) dado que la "capa" superior es importante.

    La primera referencia documentada de los mismos se la debemos a Jesús Ruiz Cobo, Emilio Muñoz Fernández y a Pedro García Gómez, quienes lo incluirían en el año 2005 dentro de su publicación "Conjuntos megalíticos y asentamientos neolíticos en la cuenca del Asón (Cantabria)" del Sautuola XI. No obstante, el conjunto tumular se conocida años antes (siglo XX) de su publicación, habiendo sido reconocido en diferentes ocasiones por varios investigadores como Eduardo Peralta que fue quien advirtió de su existencia a quienes lo documentaron. Y a partir de aquí..nada más sobre ellos. Como veremos posteriormente no parecen haber sido excesivamente alterados por la acción humana salvo por el "desconocimiento" de los mismos, ya que los postes de la instalación telefónica pasan a escasos metros del epicentro de uno de ellos. Hablamos en este caso de la históricamente repetida (desde hace cientos y cientos de años) creencia de que en el interior de estas cámaras funerarias se escondían incalculables tesoros. No en vano, los conocidos como "pozos de violación" son eso mismo: Aperturas de las cámaras funerarias desde lo alto de los túmulos, quedando en muchas ocasiones partes de la misma totalmente fuera del interior. En el caso del conjunto del Campo de La Cruz, no parecen apreciarse grandes hundimientos en los mismos, de modo que puede que se conserven intactos o puede que la propia capa de tierra acumulada durante milenios en estos pastos los haya rellenado.

    Es una auténtica pena que conjuntos como este pasen totalmente inadvertidos ante nuestros ojos. Sería fundamental poner en valor que en Cantabria no solo existen cuevas con arte rupestre, castros o campamentos de las Guerras Cántabras o similares. En los albores de la Edad de Los Metales en Cantabria existió una cultura única que recorrió nuestro territorio de Norte a Sur y de Este a Oeste y de los que su muerte nos ha dejado decenas de testigos inhertes que todos deberíamos conocer. Un modo de enterrar y honrar a sus difuntos que podemos encontrar al lado de la carretera y que nadie pone en valor..Cantabria Infinita lo llaman.

    Bibliografía: "Conjuntos megalíticos y asentamientos neolíticos en la cuenca del Asón (Cantabria)" 2005. Jesús Ruiz Cobo, Emilio Muñoz Fernández y Pedro García Gómez.
  • CUEVA DE LOS TORNILLOS

    La cueva de Los Tornillos es una de esas maravillas arqueológicas del valle de Liendo que pasa totalmente desapercibida para la sociedad en general. Y no será porque la cavidad no sea conocida por los lugareños desde hace décadas, sino porque en nuestra tierra todo aquello que no contenga arte rupestre (lo tiene, ¿no?) no "merece" ser conocido o potenciado. ¿Y a que nos lleva esto?. Pues a una desidia absoluta, siendo esta cueva la morada de rebaños de cabras cuyos excrementos copan el vestíbulo por completo hasta el extremo de hundirte los pies en según que sectores. Pero bueno, si esto le pasa la cueva de Covalejos (referente para el estudio e interpretación del Paleolítico Medio en el Cantábrico, sin arte rupestre eso sí) como no le iba a ocurrir a Los Tornillos.

    Fue descubierta por el padre Lorenzo Sierra, figura clave en el descubrimiento de cuevas con arte rupestre prehistórico a principios del siglo XX en Cantabria. Además de realizar una cata en el vestíbulo, donde encontró materiales (no en abundancia) que veremos posteriormente, incluyó la cavidad en lo que fue el primer "intento" de realizar una catalogación de cuevas con valor arqueológico de nuestra región: Las "Notas para el mapa paletnográfico de la provincia de Santander", incluidas en las Actas y Memorias del 1er Congreso de Naturalistas Españoles celebrado en Zaragoza celebrado en 1908. Tendrían que pasar décadas y décadas hasta que fuese prospectada de nuevo por miembros del el C.A.E.A.P – Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – y el G.E.L.L. en la década de los 80 del siglo pasado, encontrándose materiales en superficie al fondo de la cavidad. Poco después, en el año 1988, sería incluida en la Carta Arqueológica de Cantabria (ed. Tantín) redactada por Emilio Muñoz Fernández, Carmen San Miguel Llamosas y el citado colectivo C.A.E.A.P. Por último, ya en la década de los 90, se incluiría un artículo de Juan Tomás Molinero y José Francisco Arozamena en el número 9 del Boletín Cántabro de Espeleología, donde se podía ver una topografía de la misma y el esquema de los grabados encontrados al fondo de la cavidad. Y desde ese momento…poco (o nada más).

    No cabe duda de que la cueva de Los Tornillos está a la espera de poder ser estudiada más a fondo y poder así revelarnos su potencial arqueológico. No olvidemos que, si excluimos la cata realizada por Sierra en su vestíbulo y las prospecciones superficiales de la década de los 80, no se ha realizado ninguna otra intervención en su interior. De todos modos, la falta de interés en este tipo de cuevas y su difusión, nos llevará a seguir acumulando excrementos de cabra en cantidades ingentes para cubrir y "conservar" el yacimiento intacto (he visto y oído argumentos más inverosímiles)..Cantabria Infinita lo llaman.

    Bibliografía: "La cueva de los Tornillos (CS-04). Boletín Cántabro de Espeleología 9". Juan Tomás Molinero y José Francisco Arozamena, 1993.
  • CUEVA DEL VALLE

    La cueva del Valle es, aun no pareciéndolo, uno de los mayores exponentes arqueológicos y espeleológicos de Cantabria. Sin duda, así de rotundo. Y no, no tiene ningún tipo de manifestación pictórica ni grabado alguno que se conozca. Con estas premisas mucha gente pensará "Pero..¿Por qué está abierta?", "Pero sino está protegida, ¿no?" o "Entonces..¿Qué tiene de especial?". Y todos ellos tendrán razón ya que es una cueva en la que puedes entrar hasta su vestíbulo (se recomienda encarecidamente no adentrarse en su interior) con los más pequeños y si, su valor arqueológico está "protegido" (por llamarlo de alguna manera) por una importante costra estalagmítica y por una placa de hormigón que impide que se acceda a los niveles estratigráficos del yacimiento. Cierto es que esto no es suficiente, todos podemos apreciar que las filtraciones del agua del interior arrastran (y siguen arrastrando) los materiales por debajo del hormigón. Pero reafirma una teoría que desde el portal llevamos defendiendo años en otros yacimientos mucho más abandonados: El flujo de personas continuado, en este caso familias y familias con niños/as, es un excelente disuasor para todos aquellos que tienen ganas de llevarse aquello que no es suyo.

    El valor arqueológico de la cueva del Valle fue descubierto por el padre Lorenzo Sierra en 1905, quien encontró un importantísimo yacimiento de arte mueble que nada tiene que envidiar (todo lo contrario) a otras cuevas de Cantabria. Inicialmente encontró piezas del periodo Magdaleniense Superior/Aziliense. Las primeras excavaciones como tal fueron desarrolladas por miembros del Instituto de Paleontología Humana de París (IPH) entre los años 1909 y 1911, siendo realmente fructíferas dado el volumen y calidad de las piezas encontradas que veremos posteriormente. A finales de la década de los 90 (entre 1996 y 1998) un equipo de la Universidad de Valencia dirigido por Maria Paz García-Gelabert realizó una revisión de los trabajos previos y nuevos sondeos para delimitar el yacimiento, encontrando nuevamente materiales que reafirmaban la cronología previa (Magdaleniense Superior/Aziliense) además de incluir ocupación en la Edad del Bronce en un momento de la protohistoria. Paralelamente, se crea a su alrededor el conocido como "Parque Paleolítico de la Cueva del Valle". Un acondicionamiento de su entorno para pequeños y mayores donde se puede aprender en que hábitat (mamut a escala incluido) vivieron los antiguos pobladores de la cueva. Cartelería, accesos y un gran área para aparcar y donde comer de picnic.

    Como podemos apreciar, la cueva del Valle es un icono (si si, icono) de la prehistoria de Cantabria. Un lugar que se ha sabido aprovechar para el esparcimiento de familias enteras que con su sola presencia disuaden y protegen el yacimiento. Una protección infinitamente mayor que la capa de hormigón que se "echó" a finales de los años 80 del siglo pasado sin tener en cuenta que el flujo de agua no pasaría solamente por encima del hormigón, sino también por debajo (arrastrando materiales de incalculable valor río abajo, incluso a pocos metros de la placa). A buen seguro que esta circunstancia, y la información que expondré a continuación, será buen dardo que lanzarnos por explicar lo que realmente es la cueva del Valle y lo que contiene en su interior.

    Bibliografía: "Excavación de la Cueva del Valle (Rasines)". Actuaciones arqueológicas en Cantabria 1984-1999. María Paz García-Gelabert
  • LOS TUMULOS DE ALIVA

    Los Puertos de Áliva, en pleno epicentro de los Picos de Europa, son uno de los destinos por excelencia para todos aquellos que disfrutan de las rutas de senderismo en Cantabria. No en vano, el teleférico de Fuente Dé es uno de los atractivos turísticos de nuestra comunidad y es utilizado por miles y miles de usuarios para contemplar una panorámica única de Liébana. Quienes posean un todo terreno (o en su defecto un vehículo alto en según qué épocas del año) pueden acceder también a través de la localidad de Espinama, por una pista forestal que nos deja en las zonas de pasto a las que nos dirigimos hoy. Allí, entre altitudes que estriban entre los 1.400 y 1.600 metros, nos encontramos con los vestigios de una sociedad milenaria que pasan desapercibidos entre el espectacular paisaje. Estamos hablando de los túmulos de Áliva, los cuales nos dan a entender que en una época entre el Mesolítico y la Edad del Bronce estos paisajes fueron mucho más que un mero atractivo turístico. Y es curioso como tanto para los lugareños de hoy en día como para los de hace miles de años, esta zona de pasto era de vital importancia en aquellas épocas del año en las que la climatología no era adversa.

    Este tipo de estructuras tumulares son conocidas desde hace décadas (siglos más bien), dado que antaño se tenia la creencia que en su interior existía un tesoro asociado al enterramiento. Es por esto por lo que la gran mayoría de ellos, no solo en Áliva sino en gran parte de las necrópolis conocidas, poseen lo que se denomina "pozo de violación". Básicamente hablamos de un agujero hecho en su parte superior para acceder a la cámara funeraria en búsqueda de riquezas. En nuestro caso incluso existe un topónimo asociado más que probablemente a las estructuras que nos ocupan: El Tesoro (uno de los conjuntos).

    La primera cita documental de alguno de ellos se produjo en el año 1984, concretamente en un artículo de "El Diario Vasco" (no confundir con el actual Diario Montañes). Sería documentados posteriormente por Agustín Díez Castillo – doctor en Prehistoria de la UC - en el año 1991, incluyéndose en "El megalitismo en los valles interior del occidente de Cantabria" del XX Congreso Nacional de Arqueología celebrado ese mismo año en Zaragoza. En el año 1994 fueron incluidos en el libro "El Megalitismo en Cantabria" de Luis Cesar Teira, la obra por excelencia en la catalogación de estructuras tumulares de nuestra región. Ese mismo año, el citado Díez Castillo y Jesús Ruiz Cobo los presentaron en el Seminario "O Megalitismo no centro de Portugal", dentro del acta "El Megalitismo en Cantabria, una aproximación espacial". Por último, en el año 1995 se incluye en la publicación "Nuevas evidencias acerca del Megalitismo de la región de los Picos de Europa" de Luis Cesar Teira, Carlos Pérez y Pablo Arías. Eso sí, desde su catalogación y documentación en el año 1991, no se ha realizado ningún tipo de intervención que merezca la pena destacar..mucho papel diría yo.

    No cabe duda de que toda la comarca de Liébana es uno de los máximos exponentes en el conocimiento de la Prehistoria Reciente a través de sus monumentos megalíticos. Un patrón que se repite: Zonas altas de pastos de montaña (tanto hace milenios como hoy en día) y necrópolis tumulares donde enterrar a sus muertos: Palmedían, Combranda, Peña Oviedo, Áliva y un largo etc que no mucha gente conoce. Un recurso turístico, ligado al senderismo del que hablábamos al comienzo, totalmente desaprovechado por el desconocimiento de los mismos...Cantabria Infinita lo llaman.

    Bibliografía: "El Megalitismo en Cantabria". Luis Cesar Teira, UC (1994)
  • CAMPO VALLADO Y LAS ANTENAS

    Los yacimientos de Campo Vallado y Las Antenas son uno esos enclaves costeros que además de destacar por su belleza paisajística (son colindantes) también lo hacen por estar totalmente abandonados y parcialmente destruidos. Así de triste pero cierto. El proyecto de la senda costera planificado desde el Faro de Cabo Mayor hasta la zona de Virgen del Mar no solo fue un auténtico fracaso en cuanto su gestión (paralizado hoy en día mientras vemos como miles de € en vallado se va al garete por el paso del tiempo), sino también por pasar por encima de yacimientos catalogados tanto en el INVAC (Inventario Arqueológico de Cantabria) como en el propio PGOU de Santander sin que se hiciese esfuerzo alguno por la conservación y puesta en valor de los mismos. Lo mismo ocurrió con el cercano yacimiento de El Rostrío cuando el "acondicionamiento" de lo que antes decían que era un basurero (lo era la verdad) se llevó por delante uno de los depósitos de silex más grande de la costa de Cantabria junto con el taller que allí se asentaba.

    Estos yacimientos fueron descubiertos por miembros del C.A.E.A.P – Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica - a principios de la década de los 80. Ya por aquel entonces se hizo hincapié en la importancia de ambos dado que el número de las piezas encontradas, principalmente en el de Campo Vallado, llamaba la atención. En este último, en el momento de su descubrimiento, no se hizo recogida de materiales de ningún tipo detectándose dos meses después que había sido cubierto por una capa de grava superficial. Al ser detectada esta circunstancia se procedió a retirarla con la problemática existente de que las piezas quedaron totalmente mezcladas con la gravilla. Esto, unido a la negativa del propietario de la finca a que se hiciese ningún tipo de intervención arqueológica en su propiedad, hizo que no se pudiese estudiar más a fondo. Algo similar ocurrió con el yacimiento de Las Antenas, donde el suelo primitivo había sido removido para la colocación tanto de la antena como de los cables que la sujetan, arrasándose el suelo antiguo y descontextualizando todo el yacimiento. En este caso, tampoco se obtuvo permiso inicial para poder excavar (ni siquiera entrar) en él. Años más tarde serían incluidos por Emilio Muñóz Fernández y Carmen San Miguel Llamosas tanto en la Carta Arqueológica de Santander (1987) como en la de Cantabria (1988). Y a partir de entonces, salvo alguna cita en la década de los 90 en artículos como "La industria lítica en la Prehistoria cerámica en Cantabria" – Munibe - de Jesús Ruíz Cobo, nada de nada…

    Es una auténtica pena que uno de los conjuntos de yacimientos costeros más importantes del Norte Peninsular (y más extensos) esté totalmente abandonado. Una extensión que abarca desde el Faro de Cabo Mayor hasta Liencres que ha sido maltratada sistemáticamente desde hace décadas y que podemos decir con toda certeza que fue testigo directo de la vida cotidiana entre el Paleolítico Inferior y el Neolítico de los antiguos pobladores de Cantabria. Desgraciadamente, todos con un frente común que ojalá fuese solo la desidia (si si, has leído bien): La destrucción sistemática de todos ellos aún sabiendo que son parte fundamental para conocer los útiles prehistóricos de nuestra tierra. Cantabria Infinita lo llaman..

    Bibliografía: "Carta Arqueológica de Cantabria". Emilio Muñoz Fernández y Carmen San Miguel Llamosas, Ediciones Tantín (1988).
  • CONJUNTO DE LOS HOYOS

    Si cerrásemos los ojos y viajásemos miles de años en el tiempo, lo que hoy conocemos como Oreña (Alfoz de Lloredo) y alrededores se convertiría en una prolífica y emergente sociedad del Paleolítico Superior. La cercana Cualventí, la cueva de Las Aguas o la misma Altamira parece que con toda seguridad estuvieron "conectadas" socialmente en una época determinada: El Magdaleniense. Fueron la consolidación de miles de años de convivencia en la zona la cual, ni mucho menos, desapareció en la Prehistoria Reciente y en los albores de la Edad del Los Metales. Con la diferencia de que, en los enclaves citados anteriormente, la gran mayoría de las evidencias arqueológicas nos hablan de la vida mientras que el caso que nos ocupa nos habla también de la muerte.

    Hablamos del poco conocido conjunto de Los Hoyos, pequeñas cavidades a los pies de gran un farallón rocoso que a buen seguro fueron conocidas y en algunos momentos pobladas por la citada cultura Magdaleniense, pero que llegan a nuestros días con mayor relevancia..por los hallazgos de diversos individuos enterrados en las mismas. Salvando grandes distancias, es más que probable que nos encontremos con una "necrópolis de la prehistoria reciente" similar a la Sierra del Peñajorao (rodeada también de una "sociedad" previa del Paleolítico que evolucionó en su entorno).

    Se conocen cerca de 9/10 pequeñas cuevas con diferentes tipos de yacimiento: En algunos casos (como veremos) con restos humanos y grabados atribuibles a la Prehistoria Reciente / Protohistoria, y en otros con grandes concheros, restos de fauna y cerámicas toscas. La primera de ellas fue descubierta en los años 50 por el equipo de camineros de la Diputación, quienes darían paso posteriormente a miembros de la Sección de Espeleología del Seminario Sautuola – S.E.S.S que en este caso realizaría sondeos en el pequeño vestíbulo de la conocida como "Los Hoyos I". A finales de los años 70, miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – C.A.E.A.P realizaron una prospección superficial, no solo de esta cavidad sino del resto, que sería fundamental en el conocimiento del Conjunto.

    Y a partir de este momento…poco o nada al respecto. Nos encontramos ante un conjunto sepulcral espectacular que ha sido (y es) utilizado para albergar el ganado en gran parte de las cavidades. Una serie de yacimientos totalmente desprotegidos, incluidos en la Carta Arqueológica de Cantabria, donde el paso del tiempo y el desconocimiento de los mismos (unidos a la insensatez en algunos casos como veremos) llevan a que la desidia administrativa sea más que flagrante. Curioso que se haya modificado la Ley de Patrimonio de Cantabria para ajusticiar a aquellos que publican según que yacimientos y que sacan a la luz pública, como en este caso, su paupérrima situación. La información parece ser, presuntamente, delito. El abandono será.."cosa de la siguiente legislatura". Cantabria Infinita lo llaman.

    Bibliografía: "Carta Arqueológica de Cantabria (1988)", Ed. Tantín (Santander). Emilio Muñoz Fernández / Carmen San Miguel.
  • CONJUNTO DE CABROJO

    El conjunto de arte rupestre de Cabrojo es sin duda, uno de los referentes de Cantabria en cuanto a representaciones de arte esquemático post-paleolítico se refiere, además de ser uno de los primeros en ser descubiertos en nuestra comunidad (honor que ostenta el conjunto de Sejos, descubierto por Ángel de Los Ríos a mediados del siglo XIX). Cualquiera lo diría viendo su preocupante estado actual, "protegido" por la figura de Bien de Interés Cultural (BIC) que en este caso y en muchos otros hace de todo menos..proteger. Su descubrimiento se produjo en una época donde la búsqueda de yacimientos paleolíticos era fundamental, quedando relegado a un segundo plano cualquier otro hallazgo por muy relevante que pareciese. Fue descubierto por el padre Jesús Carballo en el año 1921, si bien es cierto que la polémica que rodeaba a esta figura y al propio Hermilio Alcalde del Río por aquel entonces hizo que hubiera alguna que otra reticencia inicial en este y otros yacimientos. No olvidemos que ambos prehistoriadores "luchaban" desde años por ganarse el favor (y los suculentos contratos) de Alberto I de Mónaco, llegando incluso a intentar ridiculizarse como ocurriese con las pinturas de la cueva de Las Brujas y alguna otra, de las cuales se dice que el propio Alcalde del Rio y sus alumnos llegaron a pintar para dejar en evidencia a Carballo delante de la comunidad internacional (como así ocurriese con H. Breuil en la citada cueva).

    En el momento del descubrimiento de los grabados de Cabrojo, un alcalde de la zona llegó a decir que él mismo los había hecho de joven cuando pastoreaba los montes de Cabrojo, según cuentan para seguir con la campaña de desacreditación. Por todos estos motivos, los grabados de Cabrojo cayeron en el olvido hasta perderse su ubicación. No sería hasta principios de la década de los 80 cuando fueron "redescubiertos" por el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la, por aquel entonces, Universidad de Santander (hoy la UC). Las actuaciones fueron dirigidas por Rodrigo de Balbín Berhman y se trataban principalmente de limpieza y documentación de los grabados de la Braña de Los Pastores (uno de los enclaves del conjunto, los primeros encontrados). Gracias a la ayuda que brindó el Colectivo para al Ampliación de Arqueología Prehistórica – CAEAP en la citada intervención, se encontraron nuevos paneles de grabados. Poco después, en el año 1988, el profesor de la Universidad de Cantabria Manuel González Morales redactó un informe notificando que los grabados habían sido gravemente dañados por la apertura de una pista forestal (la que vemos hoy en día) y solicitando una nueva limpieza de los mismos, acción que se llevaría a cabo en 1989. En esta actuación, se encontrarían nuevos conjuntos de grabados en la zona.

    Y a partir de entonces, en uno de los yacimientos más importantes de arte post-paleolítico de Cantabria..nada de nada. Las medidas que se propusieron para su protección en el citado informe de la UC (eliminación de eucaliptos de la zona más próxima, balizado para que no pasase la maquinaria por encima, etc) fueron, como siempre, papel mojado. Nunca llegaron a ejecutarse. A principios de 1994 gran parte de los grabados de la Braña de los Pastores aparecieron destruidos por golpes de piqueta, acción que se repetiría, como mínimo, dos veces en un intervalo muy corto de tiempo. En esos días se debatía en el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal el acondicionamiento del sitio para el turismo, circunstancia que algún lumbreras no vio con buenos ojos. En 2007 la Asociación Cántabra para la Defensa del Patrimonio Subterráneo – ACDPS solicitó a la Consejería de Cultura la delimitación del entorno de protección del conjunto, así como otro tipo de medidas. Por este motivo, en el año 2013 sería declarado como Bien de Interés Cultural, "figura de protección" administrativa, que no física. Todo el mundo se congratulo de la noticia por aquel entonces…que no fue más que un mero trámite burocrático que como en muchas ocasiones no vale parra absolutamente para nada. ¿Queréis saber donde está el eucaliptal hoy en día? Creo que no hace falta que os lo diga..Cantabria Infinita lo llaman.

    Bibliografía: "Después de Altamira. Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria". Federación ACANTO (2016)
  • CONJUNTO TUMULAR DE QUINTANA

    El entorno del Monte Tejas engloba infinidad de exponentes arqueológicos desconocidos para la gran mayoría de la gente de a pie. Si bien es cierto que a sus pies, en el municipio de San Felices de Buelna, se encuentra una de las cuevas prehistóricas más icónicas de Cantabria (Hornos de la Peña y sus increíbles grabados, algunos dañados no hace tanto), el resto de yacimientos del mismo permanecen en el olvido. Uno de los más importantes es el campamento romano del Campo de Las Cercas, el primero en Europa donde se excavó una puerta en clavícula y que a día de hoy no tiene ni una triste señalización (cierto es que se ha indicado su dirección en las pistas colindantes). Y otro, que pasa mucho más desapercibido por el que decenas de senderistas, bikers de montaña y motoristas pasan cada fin de semana.

    Estamos hablando del Conjunto Tumular de Quintana de Toranzo, ubicado a los pies del citado Monte Tejas ya inmersos en el valle de Pas. Un espectacular conjunto que se extiende a través de varias hectáreas de monte bajo en un increíble paraje que, además de los túmulos (que veremos más adelante), posee un aura que nos transporta a tiempos pasados. Tiempos donde, los antiguos moradores de entre el Calcolítico y el Neolítico enterraban a sus difuntos en enormes estructuras que poseen en algunos de los casos más de 25 metros de diámetro.

    El citado conjunto fue descubierto en el año 1986 por miembros del Dpto. de Ciencias Históricas de la Universidad de Cantabria, incluyéndose un año después en la publicación "Dos nuevas agrupaciones megalíticas en Cantabria, Trabajos de Prehistoria, 44 (Madrid)" por Luis Cesar Teira y Jesús Ruiz Cobo. A finales del siglo pasado, Luis Cesar Teira lo incluiría en su libro "El megalitismo en Cantabria, UC (Santander)", obra fundamental en el conocimiento del megalitismo de nuestra región.

    Y desde entonces hasta ahora…nada de nada. Ya a finales de siglo XX, se citaba el deficiente estado de conservación de alguno de ellos dado que la piedra que lo componen se había retirado para hacer alguna pared cercana. En Cantabria, por desconocimiento, no son más que "elevaciones en el terreno" que no llaman la atención ni a las administraciones ni a quienes podrían verdaderamente explotar todo su potencial tanto arqueológico como turístico. Solo a aquellos que necesitan piedra. Si estos yacimientos los cogieran en el centro / norte de Europa…

    Bibliografía:"El Megalitismo en Cantabria". Luis Cesar Teira, UC (1994)

  • CUEVA DE LAS CANALONAS

    Las Canalonas, o la cueva de La Esperanza como también se conoce, no será una cavidad que llame la atención por su majestuosa boca o por sus increíbles dimensiones. De hecho, lo más probable es que si pasas a su lado no la asocies a un milenario pasado. Sobre todo por encontrarse en un entorno / municipio donde abundan los vestigios prehistóricos y protohistóricos en cada abrigo o cueva que veas. "La hermana pequeña" podrían denominar algunos. Pero ese es uno de los mayores problemas de Cantabria en cuanto al patrimonio arqueologíco, el mayor diría yo: Sino tiene un bisonte, un hallazgo material espectacular o no está entre los yacimientos de cabecera (que cada cuatro años tienen que rendir pleitesía al nuevo consejero de Cultura de turno)…no existe.

    Pues esto le ocurre a Las Canalonas. Pero no por ello es menor importante, todo lo contrario. A buen seguro que guarda aún infinidad de sorpresas que esperemos que en el futuro puedan ver la luz. Su valor arqueológico fue descubierto en el año 1969 por V. Gutierrez Cuevas y otros miembros de la Sección de Espeleología del Seminario Sautuola (SESS). No en vano, ese mismo año publica "Las cuevas de la montaña que contienen interés arqueológico" donde expone una relación de yacimientos conocidos hasta el momento y donde se documentan parte de las intervenciones realizadas por los camineros de la Diputación y por el propio seminario Sautuola. No obstante, las excavaciones arqueológicas que realizaron en Las Canalonas no fueron publicadas en su momento y a día de hoy se desconoce el contenido exacto de las mismas. A partir de ahí (durante décadas) se le perdió la pista hasta miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica (CAEAP) la volvieron a localizar, encontrando además las manifestaciones rupestres que explicaremos más adelante.

    No cabe duda de que cavidades como Las Canalonas deberían de volver a ser revisadas y "re-investigadas" dado el valor arqueológico que albergan y que, al igual que ocurrió durante décadas tras su hallazgo, sino se vuelven a visitar se pierden en el olvido. Por que este tipo de cuevas también son parte del pasado de Cantabria.

    Bibliografía: "Carta Arqueológica de Cantabria. Ediciones Tantín (1988)". Emilio Muñoz Fernández, Carmen San Miguel

  • COTERIO DE PEÑALBA

    No, no nos hemos equivocado. Bueno si, estamos contemplando unas espectaculares vistas entre las localidades de Oreña y Toñanes, pero no es el tema principal de esta entrada. Estamos viendo el conjunto tumular de Coterio de Peñalba, yacimiento arqueológico del que tanto protección, señalización, puesta en valor y documentación brillan por su ausencia. Fijaros si brilla que, aun estando inventariado desde hace más de una década, no hay ninguna cita ni publicación sobre el mismo salvo 2 líneas en la publicación del Boletín Oficial de Cantabria en el año 2015, en la aprobación definitiva del Plan General de Ordenación Urbana de Alfoz de Lloredo.Bueno, 2 líneas son muchas. Y con todo, dicha publicación oficial dista en 5 años en la de su inventariado. Es decir, durante 5 años estuvo a expensas de que cualquiera pudiera destruirlo siquiera antes de ser estudiado. Si lo hizo el alcalde de Suances conociendo el yacimiento de Huerta Quintana estando inventariado, en su plan General de urbanismo y en su página web (y adujo hasta en televisión su desconocimiento hasta la saciedad) y no pasó nada, aquí imaginaros lo que podría pasar hoy en día en este yacimiento.

    Volviendo al yacimiento, fue documentado (no sé si realmente descubierto) en el año 2010 en un proyecto de estudio y reconocimiento de la cuenca del Saja llevado a cabo por el Colectivo para la Ampliación y Estudios de Arqueología Prehistórica – CAEAP y el Grupo de Espeleología e Investigaciones Subterráneas Carballo Raba - GEIS CR. Sería incluido ese mismo año incluido en el Inventario Arqueológico de Cantabria – INVAC. Y desde entonces, absolutamente nada más que las vistas que veis en las imágenes adjuntas.

    ¿Qué cómo he podido obtener toda esta información? La verdad es que documentando personalmente (desde que ví la entrada en el Boletín Oficial de Cantabria que os comento en 2015), preguntando, visitando y fotografiando. Como en la gran mayoría de yacimientos de Regio Cantabrorum, ya que el Inventario Arqueológico de Cantabria no es accesible para nadie a nivel particular/público dentro de esta comunidad. Si nuestros Consejeros y Directores (desde hace años) de Cultura dejasen de hacer el canelo y subirse al tejado del Palacio de Festivales para decir todo lo que hacen y ponerse a hacer lo que realmente es importante para la cultura de Cantabria (no para sus partidos), todo esto cambiaria. Claro, pero echarle huevos a publicar en el BOC el Inventario de Cantabria, no solo cambiaría el panorama regional en cuanto a que tendrían que hacer una Consejería de Cultura de verdad (no esta broma que tienen hoy en día), sino que muchos de los ayuntamientos INCUMPLIRIAN (de un modo reiterado) la Ley de Patrimonio de Cantabria y no tendrían escudo en un posible juicio por "desconocer" los yacimientos de sus municipios. ¡Ups!, es verdad. Soy yo el que está desprotegiendo los yacimientos publicándolos

  • CUEVA DE LA BAJA

    Pocos conocen la cueva de La Baja por su atractivo arqueológico, sino más bien por encontrarse dentro de un entorno natural espectacular en el municipio de Laredo o por "aquellos niños" (ya mayores) que jugaban en su interior de pequeños. No en vano, es una cavidad perfectamente conocida por los lugareños y en la actualidad su acceso está perfectamente señalizado en los caminos cercanos. Pero más allá de su potencial natural y geológico y fácil acceso, la cueva de La Baja esconde un milenario pasado que apenas se conoce fuera del entorno más académico.

    El yacimiento fue descubierto en la década de los años 50 del siglo pasado por los Camineros de la Diputación (como otros tantos en Cantabria). Desde entonces, ninguna referencia escrita sobre las pocas investigaciones de la cavidad y alguna "noticia" para hacer entrever que hay interés en la cultura de Cantabria. La última al respecto publicada en 2012 donde el consistorio le pidió al Director de Cultura el estudio de la cavidad para poder incluirla como reclamo turístico para la villa. Concretamente "se trataría de verificar la posible existencia de grabados u otras expresiones artísticas que refuercen el valor de un lugar en el que la calidad y variedad de material hallado confirma que fue poblado miles de años atrás".., como pasa con todo el Patrimonio de Cantabria: Si tiene pinturas o grabados mola, sino..es una basura. En este caso, sin grabados ni pinturas conocidas, se utiliza como recurso sin que la gente de a pie conozca su milenario pasado nada más adentrarse en su interior.

    No cabe duda de que la historia de la cueva, como veremos a continuación, merece una puesta en valor. Como mínimo, una contextualización de lo que hoy es tan solo "una ruta y una cueva bonita" y sobre todo, una protección de la misma dado que gran parte de los materiales en superficie que se observaban hace años…ya no están allí.

    Bibliografía: "Carta Arqueológica de Cantabria" Ediciones Tantín (1988). Emilio Muñoz Fernández, Carmen San Miguel Lamosas

  • SAN BARTOLOME

    Todo aquel que conozca Cantabria asocia prácticamente al instante el municipio de Udías a una actividad que se resume en una sola palabra: Minería. Los kilómetros de galerías que perviven aún en su subsuelo trasladan a sus habitantes y visitantes a un pasado no tan lejano, dado que muchos de sus mayores lo recuerdan con mayor o menor entusiasmo (casi siempre lo segundo). Incluso en nuestros días, el "turismo minero" del municipio está en auge, convirtiéndose las antiguas minas del municipio en un atractivo para aquellos que quieren conocer de primera mano cómo eran las galerías y entorno de aquel claustrofóbico trabajo.

    Otras galerías y explotaciones, menos conocidas, nos trasladan al origen de esta actividad en nuestra comunidad. Una actividad, para que engañarnos, que era fruto de la incesante búsqueda de materiales en los confines de mundo por la civilización más poderosa conocida hasta entonces: El Imperio Romano. Y en esa búsqueda de materia prima, llegaron al territorio de Regio Cantabrorum donde abundaban el hierro, el plomo y el zinc. Y es aquí, en la mina de San Bartolomé, donde la piedra y los testigos de antiguas galerías, nos transportan dos mil años atrás para conocer los albores de la minería en Cantabria. La mina de San Bartolome en Udías es, con casi toda seguridad, el mejor exponente en cuanto a hallazgos de tipología romana (no solo materiales sino estructurales) de nuestra región. Comparte además el deshonroso título de ser además en la que más materiales (prácticamente todos los encontrados antes del siglo XX) han desaparecido. Tónica reinante en el resto de explotaciones mineras de origen romano por cierto.

    En San Bartolomé se han explotado históricamente, minerales como galena (sulfuro de plomo), cerusita (carbonato de plomo) y más que posiblemente calamina. Esta última, tal vez relevante en época romana dado que de este mineral se obtiene el latón, si bien es cierto que se cree que la actividad minera en época de los romanos se centraba directamente en el plomo de la zona. Las primeras referencias a la explotación de mineral en esta ubicación se producen entre mediados y finales del siglo XIX, momento en el que además se realizan los hallazgos materiales más relevantes. El primero que hace referencia a "la mina de Udías" es Lasaga Larreta en 1865, si bien es cierto que las primeras citas en cuanto a materiales o estructuras antiguas las proporciona Felipe Naranjo y Garza en una nota dentro de las Memoras de Historia Natural (1873) donde detalla las galerías que encontró y los materiales encontrados por aquel entonces. En el citado artículo, reproduce alguna de las galerías de una de las cartas del ingeniero francés M. Thibeaut, director de la mina allá por el año 1870. Les llamaba poderosamente la atención la cantidad de galerías encontradas en lo que denominaron "Zona C", gran parte inclinadas y alguna horizontal. Todas ellas conformadas por pilares/troncos de encina o roble que destacaban por estar "casados" sin huellas de clavos o sierras y en muy mal estado. En el suelo de la galería se encontraron también tablas (del mismo material) que hacían las veces de escaleras, ampliándose a la par que la galería a medida que se ganaba profundidad para facilitar el trabajo de extracción del mineral. Poco más se sabría de aquellas galerías tan bien documentadas, ya que la incipiente actividad minera de finales del siglo XIX hasta mediados del XX se las llevarían por delante. A finales de los años 80, J. Herrera y A.Cabeza explorarían la zona encontrado nuevamente algunos objetos romanos y también medievales, publicándolo en el año 1992 dentro de las Actas del V Congreso Español de Espeleología.

    Lejos quedan ya los años en los que se pensaba que los romanos vinieron al territorio de los antiguos cántabros a buscar oro y "no encontraron nada". Además de encontrarlo, por mucho que algún catedrático y acolito del gobierno de turno se niegue a admitirlo (ver desde minuto 17:40 del magnifico episodio de Arqueomania sobre las Guerras Cántabras), en época de conflictos bélicos interesan aun más si cabe minerales como los citados en esta entrada. Desgraciadamente, lejos de potenciarse el estudio de los enclaves relacionados con la minería romana en Cantabria, permanecen en el mayor de los olvidos. También es verdad que si en Cantabria tapamos un entramado urbanístico romano con un parking y además al alcalde que lo hizo le premiamos con 2,5 millones de € para rehabilitar un palacio (y así hacer como que "le importa la cultura")..pues no extraña mucho la verdad.

    Bibliografía: "La minería romana en Cantabria" (Nivel 0, Santander - 2000). Lino Mantecón Callejo.

  • MINA NUMA

    La mina Numa (o Numá) es uno de los tesoros escondidos del pasado romano de Cantabria. Escondido o más bien destruido por la actividad minera contemporánea, aunque queda aún testimonio tanto escrito como material de su milenario pasado. Es fundamental contextualizar dicha "destrucción" dado que desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX no existía una concienciación plena de la conservación de este tipo de patrimonio (por aquel entonces, la prehistoria y el arte rupestre eran el foco en este sentido). Bueno, de hecho a día de hoy tampoco hay mucha concienciación al respecto (que se lo pregunten al alcalde de Suances) si nos cuesta un puñado de votos. Las primeras referencias sobre la misma nos transportan al año 1864. Amalio Maestre dice que aparecieron "algunos trabajos antiguos como son los hanchurones y pozos fortificados con maderas, aseguradas sin clavanzón". Inevitablemente nos recuerda a los documentados en la cerca mina de San Bartolomé, donde los pozos y galerías tampoco tenían rastro de clavo alguno.

    Años después, en 1872, aparecería una de las piezas más impresionantes encontradas en el entorno de la minería romana en Cantabria: Una ara votiva dedicada a Júpiter (que veremos más adelante). Se tiene constancia de que la pieza estuvo depositada en la Comisión Provincial de Monumentos hasta el año 1891, momento en el que se le pierde la pista y desaparece hasta nuestros días. Afortunadamente, a principios de este siglo XXI, Lino Mantecón Callejo y Javier Marcos Martinez localizan un molde en escayola de la citada pieza en el Palacio de Sobrellano de Comillas, sede en el pasado del Museo Cantábrico fundado por el Marqués de Comillas. Volviendo a la mina, en el año 1992 , A. Cabeza Ruiz y J. Herrera Rovira realizaron una prospección en la Mina Numa, encontrando una cueva natural en la que reconocieron labores mineras tal vez asociadas a su origen.

    No cabe duda de que los romanos utilizaron toda la zona para la extracción masiva de mineral. Incluso algunos autores como J.M. de la Pedraja se aventuraron a lanzar la hipótesis de que pudieron utilizar un antiguo puerto situado al fondo de la ría de La Rabia que posteriormente se usó en época medieval. Incluso la cercana ubicación de Portus Vereasueca (¿San Vicente de la Barquera?) tendría aún más sentido dada la cercanía de las minas Numa y San Bartolomé. Sea como fuere, estamos ante una explotación minera que nos habla de un pasado romano fuertemente arraigado a esta zona.

    Bibliografía: "La minería romana en Cantabria" (Nivel 0, Santander - 2000). Lino Mantecón Callejo.

  • MINA DE REOCIN

    Sin duda, las explotaciones mineras con mayor recorrido histórico de Cantabria. Hoy, un fantasma que solo unos pocos quieren resucitar a costa de ganar un puñado de votos basándose en cantidades ingentes de zinc que alguien soñó allá por 2017 y que, tras un par de vinos (o tres), decidieron que fuese el proyecto del siglo. Pero, independientemente de su triste y farragoso presente, su milenario pasado ya fue "el proyecto del siglo" en su momento. En el siglo XIX y principios del XX sin duda la explotación minera con mayúsculas en nuestra región, y casi dos milenios antes de igual modo con la llegada del Imperio romano. ¿Qué queda hoy de esa presencia romana en la zona? La verdad es que tanto la actividad a cielo abierto como en las profundidades de la tierra han reducido a 0 la presencia de cualquier vestigio, si bien es cierto que la documentación aportada desde mediados del siglo XIX y el hallazgo de diferentes materiales no llevan inequívocamente a este horizonte. Estamos hablando de dos minas que, si bien es cierto que pudiesen haber sido explotadas a la vez en época romana (y posterior), son completamente diferentes. Hemos querido agruparlas en una única entrada dada la cercanía entre ambas, posibilitando esto que pudiesen estar relacionadas entre sí en su momento.

    Las primeras referencias de una explotación minera antigua en Reocín nos llevan a 1856, cuando se descubre calamina en la zona. Por la tipología y geología de las minas de origen romano encontradas en la vertiente occidental de Cantabria (Mina de San Bartolomé y Mina Numa), se cree que estas explotaciones estaban dedicadas en su conjunto a la extracción de la calamina, mineral este último fundamental en la elaboración del latón y de extracción mucho más sencilla que el plomo. En 1889 aparecen las primeras menciones a galerías antiguas en Reocín y a la aparición de dos monedas de época imperial que, según se cita estaban "en aquellos momentos en poder de un tal Rebolledo de Torrelavega". Ya entonces existía la discusión de si el material excavado por los romanos era principalmente plomo (Lasaga Larreta, 1889: 44) o por el contrario era calamina como opinaba Carballo. Esta última sería la teoría más aceptada tanto para las minas de Reocín / Mercadal como para las de Udías. Aparecieron a finales del siglo XIX en Reocín galerías con estructuras de contención de roble, además de varias monedas y lucernas. Carballo también destacaba que las galerías encontradas se parecían a las de Las Médulas, tan bajas que un hombre o un caballo no podían pasar por ellas (Carballo, 1939: 81). Jose Manuel Iglesias y Juan Antonio Muñiz hacen referencia a finales del siglo XX a la aparición de una calzada o camino en la ruta Iuliobriga / Portus Blendium que podría funcionar como salida del mineral hacia el mar. Es curioso como el primero de ellos participó posteriormente en el comité que decidió tapar los únicos vestigios del entramado romano en la localidad de Suances, a donde llegaría esa calzada o camino.

    No cabe duda de que la mina de Reocín, por todo lo comentado, tuvo un pasado romano inequívocamente. No obstante, el auge minero que sufrió durante más de un siglo ha llevado a la completa destrucción de todo aquello de lo que hablamos en los párrafos previos. Verdaderamente quienes tienen que protegerlo hoy en día tampoco hacen mucho por conservar lo poco que queda, todo lo contrario. Les preocupan más leyes pseodo-partidistas o quedar bien con el cacique de turno por si tira de la manta..Cantabria Infinita lo llaman.

    Bibliografía: ;"La minería romana en Cantabria" (Nivel 0, Santander - 2000). Lino Mantecón Callejo.

  • MINA DE SETARES

    La mina de Setares es el ejemplo perfecto de explotación minera de época romana en Cantabria. Y uno de los pocos junto con Morero I (en Peñacabarga), ya que del resto de minas de origen romano tales como mina Numa, mina de San Bartolomé o las minas de Reocín / Mercadal fueron destruidas debido a la incipiente actividad de finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Al menos nos quedan testimonios escritos y documentados de las mismas, además de una importante cantidad de materiales romanos que atestiguan la presencia del Imperio en nuestro subsuelo. En el caso de la galería de Setares, aún no investigada en profundidad, no han aparecido materiales concretos, pero es fácil entender el porqué de la aparición de varios miliarios y hallazgos romanos en las inmediaciones de la misma: En Otañes. La incipiente actividad de la cercana colonia marítima de Flaviobriga (en la cual poder cargar el mineral) y la vía que atravesaba la cercana localidad de Otañes, hacían que su ubicación fuese la idónea.

    No en vano, la extracción de hierro en la enorme montaña se prolongaría a lo largo de la historia hasta terminar su actividad en el año 1965. Cual sería la envergadura de la mina de Setares en época contemporánea que en el año 1900 la localidad ubicada en el corazón de la mina tenia cerca de 1.500 habitantes, reduciéndose a 200 en el momento de su cierre. Callado está dicho que todos abandonaron la localidad (hoy en ruinas) en el preciso instante que las bombas se apagaron. Pero es cuanto menos curioso que la galería romana de Setares no corriese la misma suerte que las citadas previamente con el boom de la minera. Y eso que estuvo a punto dado que se cree en el año 1945 estuvo a punto de ser convertida en salida de emergencia de la conocida Mina Carmelita (contemporánea), con lo que parte de las pequeñas modificaciones y la inscripción que hoy vemos son debidas a esta circunstancia.

    Su valor arqueológico fue descubierto por Javier Marcos Martinez en 1997 durante una de las prospecciones arqueológicas autorizadas por la Consejería de Cultura para evaluar el impacto ambiental relacionado con la instalación de un vertedero de residuos. Se publicaría en diferentes ocasiones a finales del siglo XX y principios XXI en varios artículos relacionados con la minera preindustrial, si bien es cierto que fue ganando peso paulatinamente como mina romana. Y desde entonces hasta nuestros días, nada de nada. Ni una panelización, ni una investigación mayor, ni interés por la misma. Allí está, inerte bajo maleza sin un futuro cierto. Más o menos como el túnel romano de Gerijuela, muy cerca de Velilla del Río Carrión, donde van a invertir 52.000€ para ponerlo en valor. Aquí, en Cantabria, invertiremos en poner un parque acuático (en la Comunidad Autonóma con menor horas de sol de España) del Paleolítico, mucho más cultural y beneficioso, donde va a parar..

    Bibliografía:"La minería romana en Cantabria" (Nivel 0, Santander - 2000). Lino Mantecón Callejo.





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