Si cerrásemos los ojos y viajásemos miles de años en el tiempo, lo que hoy conocemos como Oreña (Alfoz de Lloredo) y alrededores se convertiría en una prolífica y emergente sociedad del Paleolítico Superior. La cercana Cualventí, la cueva de Las Aguas o la misma Altamira parece que con toda seguridad estuvieron "conectadas" socialmente en una época determinada: El Magdaleniense. Fueron la consolidación de miles de años de convivencia en la zona la cual, ni mucho menos, desapareció en la Prehistoria Reciente y en los albores de la Edad del Los Metales. Con la diferencia de que, en los enclaves citados anteriormente, la gran mayoría de las evidencias arqueológicas nos hablan de la vida mientras que el caso que nos ocupa nos habla también de la muerte.
Hablamos del poco conocido conjunto de Los Hoyos, pequeñas cavidades a los pies de gran un farallón rocoso que a buen seguro fueron conocidas y en algunos momentos pobladas por la citada cultura Magdaleniense, pero que llegan a nuestros días con mayor relevancia..por los hallazgos de diversos individuos enterrados en las mismas. Salvando grandes distancias, es más que probable que nos encontremos con una "necrópolis de la prehistoria reciente" similar a la Sierra del Peñajorao (rodeada también de una "sociedad" previa del Paleolítico que evolucionó en su entorno).
Se conocen cerca de 9/10 pequeñas cuevas con diferentes tipos de yacimiento: En algunos casos (como veremos) con restos humanos y grabados atribuibles a la Prehistoria Reciente / Protohistoria, y en otros con grandes concheros, restos de fauna y cerámicas toscas. La primera de ellas fue descubierta en los años 50 por el equipo de camineros de la Diputación, quienes darían paso posteriormente a miembros de la Sección de Espeleología del Seminario Sautuola – S.E.S.S que en este caso realizaría sondeos en el pequeño vestíbulo de la conocida como "Los Hoyos I". A finales de los años 70, miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – C.A.E.A.P realizaron una prospección superficial, no solo de esta cavidad sino del resto, que sería fundamental en el conocimiento del Conjunto.
Y a partir de este momento…poco o nada al respecto. Nos encontramos ante un conjunto sepulcral espectacular que ha sido (y es) utilizado para albergar el ganado en gran parte de las cavidades. Una serie de yacimientos totalmente desprotegidos, incluidos en la Carta Arqueológica de Cantabria, donde el paso del tiempo y el desconocimiento de los mismos (unidos a la insensatez en algunos casos como veremos) llevan a que la desidia administrativa sea más que flagrante. Curioso que se haya modificado la Ley de Patrimonio de Cantabria para ajusticiar a aquellos que publican según que yacimientos y que sacan a la luz pública, como en este caso, su paupérrima situación. La información parece ser, presuntamente, delito. El abandono será.."cosa de la siguiente legislatura". Cantabria Infinita lo llaman.
Como hemos comentado anteriormente, el conjunto de Los Hoyos consta de cerca de 9/10 pequeñas cavidades que han sido utilizadas durante milenios para diferentes fines. Una de las más relevantes, arqueológicamente hablando, es la denominada "Los Hoyos I". Posee dos bocas que dan paso a dos vestíbulos contiguos que se unen al fondo hasta alcanzar un desarrollo total de 66 metros. En el fondo del vestíbulo principal (el de la derecha) existen varios paneles de grabados de trazo grueso en los cuales se pueden observar enrejados, líneas paralelas, etc. Su cronología sigue sin ser una certeza, si bien por paralelos podrían adscribirse a un periodo entre el Calcolítico / Edad del Bronce. De esa misma época (Calcolítico) se han encontrado en su interior fragmentos lisos de cerámica, 1 cuenta de collar y diferentes fragmentos de cráneo. No podemos obviar la presencia de un conchero en su interior y la aparición posterior de fragmentos cerámicos de la Edad Media y un broche de cinturón.
Un poco más adelante nos encontramos con la denominada como "Los Hoyos II", un amplio abrigo orientado al Norte donde se encontraron restos de un conchero cementado de unos 15 centímetros de potencia. En la estrecha galería de la misma se encontraron evidencias de industria lítica y fragmentos muy toscos de cerámica. Destacar que el yacimiento de la misma fue descubierto a principios de los 80 por el CAEAP.
"Los Hoyos III" posee, al igual que "Los Hoyos I" dos bocas contiguas que comunican a un pequeño vestíbulo. Los materiales, encontrados en superficie, son similares a las dos anteriores: 1 canto de arenisca, fragmentos de cerámica (prehistórica y medieval). En las denominadas "Los Hoyos IV, V, VI y VII" se dan los mismos hallazgos en cuanto a tipología se refiere, mientras que en "Los Hoyos VIII" aparecen además restos humanos correspondientes a varios individuos.
No se puede visitar el conjunto de Los Hoyos dado que se encuentra dentro de terrenos privados. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.
La cueva o abrigo de El Puyo (Miera, Cantabria) es uno de los referentes arqueológicos de nuestra región en cuanto a necrópolis de incineración, concretamente de la II Edad del Hierro. Oculta entre la arboleda, ha visto pasar siglos y siglos desde su escarpada atalaya, manteniéndose apenas alterada hasta estas últimas décadas. En muchas ocasiones fruto del desconocimiento de la gente del valle del Miera, quienes la han utilizado para guarecer el ganado, o incluso como refugio en la Guerra Civil..y otros tantos que siendo conocedores del valor de sus entrañas y buscando algo más que abrigo, ha sido alterada sin vuelta atrás..una auténtica pena. Aun así, el estado del yacimiento es más que aceptable en nuestros días. Se encuentra ubicada en un pequeño valle al que se cree que dio nombre, en su ladera derecha y a un centenar de metros de altitud sobre el fondo del mismo. Se cree que el sobrenombre de "El Puyo" viene dado porque en el centro del abrigo nos encontramos con un enorme bloque de piedra que se encuentra rodeado por un amurallamiento de pequeñas dimensiones, a modo de asiento corrido que lo rodea. Existe la teoría bastante extendida de que el nombre de la cueva lo dio esta estructura y que por ser el elemento más llamativo y emblemático del entorno, también pasó a dar nombre al valle donde se ubica.
Fue descubierta por Virgilio Fernández Acebo en el año 1976, notificando de inmediato su existencia al Museo Regional de Prehistoria, actual MUPAC, y entregando una pequeña muestra de materiales prehistóricos hallados en superficie además de varias fotografías de las estructuras en el abrigo y un croquis de su disposición. Años después, en 1981, la cavidad fue revisada por varios miembros del CAEAP quienes reafirmarían el carácter arqueológico de la misma. Pocos años después, miembros de este mismo colectivo, de la Sociedad de Espeleología del Seminario Sautuola (SESS) y el mismo Virgilio Fernández y Emilio Muñoz (como coordinadores de campo), comenzaron una intervención arqueológica que sacaría a la luz el carácter funerario del yacimiento, adscribiéndose sus túmulos a la Edad del Hierro y comenzando así un largo recorrido de excavaciones e intervenciones de gran calado. Como apunte a destacar, esta actividad fue financiada por el grupo SESS y por los propios participantes. Los citados resultados, junto con la potencialidad del yacimiento a nivel prehistórico (con un rico paleolítico en niveles superiores) serían publicados años más tarde por el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica (San Miguel, Muñoz, Fernandez y Serna. 1991: 159-191).
A mediados de la década de los 90, investigadores de renombre como Eduardo Peralta Labrador visitaron el yacimiento, coincidiendo su estancia con el único hallazgo metálico significativo conocido hasta nuestros días: Se trata de un fragmento de fíbula de torrecilla decorado (ver en la imagen). En los últimos años los miembros del gabinete de arqueología y gestión cultural GAEM Arqueólogos se han encargado de redactar la ficha a incluir en el Inventario Arqueológico de Cantabria (INVAC), quienes además detallaron que la cavidad se encuentra en un estado bastante estable respecto a décadas atrás.
Quedan aún muchos interrogantes alrededor de la cueva de El Puyo, como por ejemplo donde se encontraba el asentamiento que la "nutrió" de túmulos y elementos funerarios. Tras la identificación del yacimiento se realizaron pequeñas salidas de campo que de un modo infructuoso no dieron con la respuesta buscada. Solo en la ladera opuesta de El Puyo se encontró un pequeño lomo y otros pequeños indicios de muros y estructuras antiguas, aunque no convencieron. Mucho queda por descubrir en torno a un enclave que durante un cuarto de siglo fue la única necrópolis de la Edad del Hierro conocida en Cantabria.
Cerremos por un instante los ojos y viajemos miles de años en el tiempo, concretamente al periodo Calcolítico en lo que hoy conocemos como municipio de Camargo. En esta época existe un claro incremento en la complejidad social, tomando más importancia si cabe los rituales funerarios y el viaje al más allá..estamos en tiempos de cambio en la antigua Cantabria, dejando atrás la Prehistoria poco a poco. Situémonos en las inmediaciones del barrio del Churi y hagamos el ejercicio de posicionarnos mirando hacia el norte. A nuestra izquierda, en el vecino municipio de Piélagos y muy cerca de aquí, viajaremos hasta la cueva de Covalejos, un auténtico tesoro y referente del Paleolítico Medio además de hogar de un rebaño de cabras..y no es broma. Si desde ahí nos vamos acercando hasta nuestra posición actual nos toparemos casi de frente (aun en Piélagos) con la cueva del Portillo del Arenal, cuya función sepulcral es vital para el conocimiento del mundo visigodo y los enterramientos en nuestra región. Y como no, ya en Camargo y a poca distancia, nos topamos con uno de los tesoros de nuestra región y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: El Pendo. Como bien sabéis, sus entrañas albergan restos que abarcan desde el Paleolítico Medio hasta la Edad Media, con hallazgos materiales que evocan ritos funerarios incluidos. No podemos olvidar, justo en frente de nosotros y a pocos kilómetros, la cueva de El Juyo, posiblemente el yacimiento del Magdaleniense Inferior más importante de la Península Ibérica.
Independientemente del valor arqueológico de cada uno de los yacimientos citados y de su grado de protección y/o conservación, si no citásemos las cuevas sepulcrales del Peñajorao estaríamos quitando del mapa de Camargo uno de los mayores exponentes en cuanto a necrópolis de la Prehistoria Reciente en el Norte Peninsular..ahí es nada. Un conjunto de pequeñas cavidades totalmente desconocido para la gente de a pié, encima sin apenas protección y sin la importancia socio-cultural que realmente merece. Todo ello a sabiendas de que su potencial arqueológico es realmente impresionante, ya que han llegado a nuestros días apenas alteradas por la presencia de pequeños carnívoros (tejones, zorros y demás) que las han utilizado a modo de madriguera. Se localizan en un reducido espacio de terreno en la ladera meridional del monte del Peñajorao, el cual las da nombre en conjunto.
Gran parte de ellas han sido estudiadas por el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica o CAEAP en un proyecto dirigido por los arqueólogos Emilio Muñoz y Jose Manuel Morlote. Durante décadas, este colectivo ha recopilado valiosísima información de cerca de 27 cavidades, de las cuales 11 presentan signos evidentes de albergar yacimientos sepulcrales. Estamos sin lugar a dudas ante un conjunto de pequeñas cuevas que darán más de una sorpresa una vez puedan ser investigadas a fondo. Tanto el propio ayuntamiento de Camargo como el CAEAP estudian realizar el diseño de una ruta turística en torno a las mismas, ya que no podemos olvidar que nos encontramos ante el lugar de descanso eterno de los primeros pobladores del valle. Otro gran yacimiento desconocido en Regio Cantabrorum, totalmente olvidado por parte de las administraciones y que, aún a día de hoy, se encuentra a merced de cualquier despropósito..o incluso de algún otro rebaño de cabras.
El conjunto de Los Arvejaleses un grupo de estructuras tumulares que llaman poderosamente la atención no solo por su potencial arqueológico, sino por la belleza paisajística en la que se encuentran ubicadas. A medida que me desplazaba entre los tres túmulos principales no podía dejar de pensar en el cambio social que se llevó a cabo en el Calcolítico, época de la que se cree que datan estas estructuras funerarias: La intensificación agrícola, la mejor explotación de los productos derivados de la ganadería, el aumento demográfico (con su consiguiente jerarquización)..en definitiva, el nacimiento de una cultura que desembocaría en la utilización de los metales siglos más tarde y cambiaría radicalmente su modo de vida.
Y mientras hacía esta reflexión miraba atónito la belleza del cercano castro de Los Peños, ubicado a escasos metros y del que se cree por la tipología de sus estructuras defensivas que es de cronología más tardía (Edad del Hierro) que este conjunto funerario. No obstante, teniendo la certeza de que este enclave castreño no ha sido estudiado en profundidad, quien sabe si puede llegar a tener sus orígenes en el grupo humano que hace milenios poblaba este espacio y que dejo la impronta de sus muertes en estas estructuras megalíticas que veremos a continuación.
El conjunto de túmulos de Los Arvejales fue documentado por el Dpto. de Ciencias Históricas de la UC en el año 1986, saliendo a la luz un año después en la publicación "Trabajos de Prehistoria 44" dentro del artículo "Dos nuevas agrupaciones megalíticas en Cantabria", firmado por Jesús Ruiz Cobo y Luis César Teira. Este último autor lo volvería a mencionar en el libro "El megalitimo en Cantabria", publicado por la UC en el año 1994.
Y a partir de ese momento..nada de nada, silencio absoluto. El conjunto de Los Arvejales quedó a expensas de que nadie lo conociese y lo más preocupante de todo: Sin protección alguna aún estando incluido dentro del Inventario Arqueológico de Cantabria (INVAC). Fruto de esta desidia alguno de los túmulos ha sido expoliados, algo similar a lo que ocurre en otras necrópolis como la de la cueva de El Puyo sin que pase absolutamente nada. Una maravilla arqueológica y paisajística (y creedme, de las mejores panorámicas del valle de Campoo) dejada a su suerte y que, con una panelización básica, podría ser un recurso turístico inmejorable para el valle de Campoo.
Si eres un asiduo de la comarca de Campoo y de todo su potencial turístico, créeme cuando te digo que has pasado en decenas de ocasiones al lado de esta espectacular estructura tumular. Si te gusta la nieve (Alto Campoo), si te gusta el Castillo de Argüeso o el Poblado Cántabro de la misma localidad, si has visitado Fontibre o has ido a la berrea en el alto de Palombera..tienes una importante parte de la historia del municipio (y de la comarca) al lado de la carretera. Porque la milenaria historia de Campoo va mucho más allá de los famosos castros, más allá de las conocidas Guerras Astur-Cántabras, más allá del Imperio Romano..y en casi todas las ocasiones es la muerte quien nos habla de ella. Allí, en lo alto (unos 40 metros por encima del nivel del río Hijar), el túmulo de Paracuelles permanece inerte al paso de los siglos sin que nadie se acuerde de él.
Fue descubierto y documentado a mediados de la década de los 80 por Luis César Teira y Jesús Ruiz Cobo, siendo incluido un año más tarde en la publicación "Trabajos de Prehistoria 44" (Madrid), concretamente dentro del artículo "Dos agrupaciones megalíticas en Cantabria" de sus descubridores. La estructura tumular sería incluida nuevamente en la conocida obra "El megalitismo en Cantabria" (UC, 1994), también de Teira.
Y a partir de aquí, aparte de una presencia testimonial en el portal megalitos.es…poco más sobre este enclave. Ni difusión, ni investigación, ni protección...nada de nada. Un túmulo que nos habla de la muerte en los albores de una nueva era y que pasa totalmente desapercibido al lado de la carretera. Historia rodeada de historia que perece en el olvido..Cantabria infinita lo llaman.
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