Año 1999, un sábado por la tarde cualquiera. Las gotas de lluvia se deslizaban por el cristal de aquel destartalado autobús mientras yo miraba a través de su enorme ventana..quedarse en casa no hubiese sido mala opción viendo la galerna de viento y lluvia que se avecinaba. De todos modos, la exposición "Cantabros, la génesis de un pueblo" bien merecía aquel pequeño sacrificio. A mi llegada al Museo Diocesano de Santillana del Mar la cortina de agua aumentaba por momentos, sirviendo más bien de poco tanto mi abrigo como el paraguas..me dio exactamente igual, ya que estaba exactamente donde quería estar. A la salida de aquella increíble exposición, tuve una cosa clara: Quería estudiar la historia de los antiguos cántabros y la romanización de nuestro territorio. Pero como casi todas las ilusiones..se convirtió en pasajera, no por devoción ni mucho menos, sino porque el futuro profesional prima a la hora de tomar según que decisiones, más aun en una profesión tan maltratada en las últimas décadas como es la arqueología.
El transcurso de los años y la experiencia profesional me llevaron a tomar un camino lejos del que realmente quería seguir: Inglaterra, Brasil, Portugal, grandes ciudades como Madrid o Barcelona..en este sentido he tenido la suerte (y sigo teniendo) de trabajar en grandes compañías, viajando a lugares donde jamás hubiese pensado llegar desde mi pequeño pueblo: La Cueva (Castañeda). Eso sí, a costa de aparcar demasiadas cosas en demasiadas ocasiones. En el año 2013 mi vida da un giro de 180º a nivel profesional (y a la par personal), volviendo a la tierruca sin siquiera saber qué rumbo tomar. Acompañado de mi mujer y mi hijo retorno a mis orígenes, visitando yacimientos a modo de bálsamo para olvidar en parte aquella situación. Fueron tantos y tan buenos los momentos vividos junto a ellos, que aquella ilusión latente desde el año 1999 comienzó a aflorar de nuevo. Una tarde, rebuscando entre mis trastos y apuntes de universitario, aparecen dos cosas: La entrada a la exposición "Cantabros, la génesis de un pueblo" (que aún conservo) y un libro monográfico sobre la misma, titulado "Regio Cantabrorum". Aquí comienza mi andadura a través del tiempo, mi viaje al pasado, mi manera de expresar quien soy realmente, lejos de corbatas y oficinas donde solo eres un número (a veces ni eso)..aquí nace www.regiocantabrorum.es
Unos cuantos años después, el portal es un referente en divulgación de la cultura y arqueología del Norte Peninsular. Y no lo digo yo, lo dicen miles y miles de seguidores, entidades relacionadas con el sector a nivel nacional, revistas online especializadas, programas de radio, profesionales..un largo etc del que me siento orgulloso, muy orgulloso. Porque una ilusión puede convertirse en realidad sin medios, sin apoyos institucionales, sin siquiera tiempo para dedicarle. Solo necesité (y necesito) una cosa: A mi familia y a mis amigos. Mucha gente me pregunta que porqué "pluralizo" a la hora de publicar o escribir en Regio Cantabrorum, incluso lo confunden con una empresa. Nada más allá de la realidad. El equipo de este portal lo conformamos el que escribe, mi mujer, mis dos hijos y un enorme abanico de amigos y colaboradores que siempre están dispuestos a echar una mano, siempre. Y entre todos ellos incluyo a todos los investigadores y arqueólogos con los que tengo el increíble privilegio de compartir amistad y en muchas ocasiones excavación. Personas que tuvieron la valentía de tomar el camino que yo dejé pasar a sabiendas de que su mundo era y es "complicado", más aún en los tiempos que corren. ¿Mi modo de agradecérselo?. Intentar difundir y apoyar en la medida de lo posible su magnífico y apasionante trabajo, muchas veces olvidado por parte de las administraciones en su labor divulgativa.
Queda mucho, mucho por hacer en Regio Cantabrorum. Son ya cientos los yacimientos detallados, los proyectos arqueológicos incluidos, los descubrimientos publicados en primicia, las noticias..y los que está por venir. Sigo viviendo en universo de corbatas y grandes multinacionales (al final es lo que soy profesionalmente hablando y, para que engañarnos, me paga las facturas), pero cuando llego a casa todo eso queda atrás. Regreso al tiempo donde me gusta estar, a la Edad del Hierro. ¿Te vienes? :)
CEO en Regio Cantabrorum
El castro del Alto de La Garma (Omoño, Ribamontan al Monte) es un yacimiento único en Cantabria por diversos motivos. En primer lugar, es uno de los mejores ejemplos para conocer la progresión en el inicio de la construcción de poblados fortificados en el centro de la región Cantábrica. Sus orígenes se remontan en torno a los siglos VII-VI a.C, de ahí que hablemos de algo muy especial. Por otro lado, es de los pocos castros costeros que presentan características similares a los lugares fortificados de la I Edad del Hierro situados más al Sur (Campoo, Palencia y Burgos y León): Buen dominio visual, situación en altura, empleo preferente del barro y probablemente madera como materiales de construcción tanto en vivienda como en la fortificación, etc. Otro de los motivos por los que el Alto de La Garma es icónico dentro de nuestra región es por alguno de los hallazgos encontrados en su interior. Muchos pensarán que los castros prerromanos solo son importantes si se encuentra gran cantidad de materiales metálicos, grandes fragmentos de cerámica, adornos, joyas..pues en este caso lo más sencillo es de lo más importante: Se localizó (luego entraremos más en detalle) una pequeña concentración de semillas y gran cantidad de restos óseos de mamíferos, lo que denota que la tendencia a pensar (mitificada por las fuentes clásicas) que los cántabros eran unos bárbaros o que no cultivaban/comerciaban queda cada vez más alejada. Por último, y no menos importante, se encuentra en el entorno de la Cueva de La Garma, uno de los iconos del Paleolítico de la cordillera Cantábrica.
Ya en la década de los setenta fue visitado por Arturo Arrendo, quien lo calificó como castro cántabro y lo denominó "Pico Garma". De todos modos esta referencia nunca fue muy popular, pasando desapercibida durante muchos años. Habría que esperar hasta el año 1996 cuando Emilio Muñoz y la empresa GAEM, dentro de un marco de prospecciones intensivas en el monte de La Garma, reconocieron el lugar. Constataron la existencia de fortificaciones y localizaron algunos materiales cerámicos, signos inequívocos para su identificación. Al poco tiempo, ese mismo año, la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte compra las fincas de interés arqueológico, frenando así el avance forestal que ya había invadido gran parte del yacimiento en el momento de su descubrimiento (en la imagen de abajo se pueden apreciar los eucaliptos justo al lado de las excavaciones). Desde el año 1998 es Bien de Interés Cultural como integrante de la Zona Arqueológica de La Garma. En la actualidad no existe memoria definitiva sobre las actuaciones arqueológicas allí realizadas, aunque bien es cierto que existen relevantes artículos monográficos (Pereda 1999) y algunos trabajos generales en prensa que (Arias et al., 1999, 2000, 2003, en prensa; Arias y Ontañón 2008) merecen especial atención.
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