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Túmulo del Campo de La Cruz. Al fondo, las Estacas de Trueba nevado

En lo alto del cordal que separa los valles de Hazas de Cesto y Secadura nos encontramos una milenaria historia que, fuera del circulo más académico, es prácticamente desconocida para la gente de a pie. Las enormes praderas y los suaves relieves del entorno enmascaran un lugar que nos habla de la muerte entre el Neolítico y el Calcolítico. Y no, no hablamos de una necrópolis de gran extensión como ocurre en Liébana, con ejemplos como Palmedián o Combranda. Estamos ante una alineación de túmulos que se desarrolla en tan solo 250 metros de terreno y que no va más allá de 4 estructuras. A partir de esta información se podría fantasear con decenas de hipótesis (familiares y demás), pero poco o nada se sabe de la relación existente entre ellas. De hecho, al encontrarse en un terreno de prados de siega y ganadería, no se tiene muy clara la composición interna de todos ellos (¿cantos de arenisca y tierra?) dado que la "capa" superior es importante.

La primera referencia documentada de los mismos se la debemos a Jesús Ruiz Cobo, Emilio Muñoz Fernández y a Pedro García Gómez, quienes lo incluirían en el año 2005 dentro de su publicación "Conjuntos megalíticos y asentamientos neolíticos en la cuenca del Asón (Cantabria)" del Sautuola XI. No obstante, el conjunto tumular se conocida años antes (siglo XX) de su publicación, habiendo sido reconocido en diferentes ocasiones por varios investigadores como Eduardo Peralta que fue quien advirtió de su existencia a quienes lo documentaron. Y a partir de aquí..nada más sobre ellos. Como veremos posteriormente no parecen haber sido excesivamente alterados por la acción humana salvo por el "desconocimiento" de los mismos, ya que los postes de la instalación telefónica pasan a escasos metros del epicentro de uno de ellos. Hablamos en este caso de la históricamente repetida (desde hace cientos y cientos de años) creencia de que en el interior de estas cámaras funerarias se escondían incalculables tesoros. No en vano, los conocidos como "pozos de violación" son eso mismo: Aperturas de las cámaras funerarias desde lo alto de los túmulos, quedando en muchas ocasiones partes de la misma totalmente fuera del interior. En el caso del conjunto del Campo de La Cruz, no parecen apreciarse grandes hundimientos en los mismos, de modo que puede que se conserven intactos o puede que la propia capa de tierra acumulada durante milenios en estos pastos los haya rellenado.

Es una auténtica pena que conjuntos como este pasen totalmente inadvertidos ante nuestros ojos. Sería fundamental poner en valor que en Cantabria no solo existen cuevas con arte rupestre, castros o campamentos de las Guerras Cántabras o similares. En los albores de la Edad de Los Metales en Cantabria existió una cultura única que recorrió nuestro territorio de Norte a Sur y de Este a Oeste y de los que su muerte nos ha dejado decenas de testigos inhertes que todos deberíamos conocer. Un modo de enterrar y honrar a sus difuntos que podemos encontrar al lado de la carretera y que nadie pone en valor..Cantabria Infinita lo llaman.

Bibliografía: "Conjuntos megalíticos y asentamientos neolíticos en la cuenca del Asón (Cantabria)" 2005. Jesús Ruiz Cobo, Emilio Muñoz Fernández y Pedro García Gómez.

 

Túmulo del Campo de La Cruz I

Como apuntábamos previamente, se encuentran en un cordal de media altura que no supera los 450 metros de altitud entre los altos de Peña Negra y la carretera de Solorzano / Secadura. La primera de las estructuras tumulares (en cuanto a tamaño se refiere) es la denominada como “Campo de la Cruz I” y pose un diámetro de 7 metros aproximadamente. No se aprecia en su cumbre depresión central alguna. A pocos metros nos encontramos con “Campo de La Cruz II”, túmulo muy regular de unos 10 metros de diámetro. En este caso llama poderosamente la atención la colocación al Sureste del mismo (en su base) de un poste telefónico, tal y como se aprecia en la imagen. Se puede intuir una pequeña depresión central, aunque no se ve ningún resto de la cámara funeraria. El siguiente túmulo denominado “Campo de La Cruz III” posee un diámetro de unos 13 metros y se aprecia nuevamente una pequeña depresión central. Por último, cerca de una cabaña, la estructura “Campo de La Cruz IV” posee 11 metros de diámetro.

Respecto a su cronología, dada la ausencia de materiales, se puede englobar dentro de las estructuras tumulares de entre el Neolítico y el Calcolítico sin más. Futuras investigaciones podrán contextualizar más a fondo la adscripción del conjunto.

VISITAS

No es posible visitar el conjunto de Campo de La Cruz, ya que se encuentra dentro de terrenos privados (y cerrados). Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de y la Cantabria antigua.

Info

   

DESTACADOS

  • NECROPOLIS DE PALMEDIAN

    Si por un instante cerrásemos los ojos y viajásemos miles de años en el tiempo, concretamente a una época entre el Neolítico y el Calcolítico, visualizaríamos un lugar sagrado donde la sociedad de aquel tiempo enterraba a sus muertos. Un lugar donde la muerte "convivía" cerca del ganado, señal inequívoca de una cultura trashumante que ya había adoptado ese modo de vida como propio. Si volviésemos a abrir los ojos y nos encontrásemos con la imagen principal de la necrópolis de Palmedián, poco habría cambiado desde entonces: Ganado, espectaculares panorámicas de montaña y los túmulos de los ancestros de la comarca de Liébana. Cierto es que estas últimas estructuras las encontraríamos más desgastadas por el paso del tiempo y otros "factores" más humanos. No podemos obviar la cercanía de la necrópolis megalítica de Combranda, ambas dos testigos inhertes de lo que parece fue una sociedad de montaña de relevancia en la comarca lebaniega.

    Al igual que la citada Combranda, la necrópolis de Palmedián saltó a la palestra a finales de la década de los 80 del siglo pasado cuando la prensa de Cantabria se hizo eco de una noticia referente a nuevas estructuras megalíticas en el entorno del Pico Jano. Gonzalo Gómez Casares, quien las puso en valor desde su descubrimiento, ayudó en las prospecciones dirigidas y coordinadas por Agustín Díez Castillo que recorrieron ambos enclaves. Años más tarde (2.000) miembros del departamento de Historia de la UC encontraron nuevas estructuras en el entorno.

    Sin duda, Vega de Liébana (diría que toda la comarca) es uno de los epicentros del megalitismo en Cantabria. Testigos de piedra que nos hablan de una sociedad emergente tras la prehistoria y que hicieron de estos montes y brañas parte de su vida y seña inequívoca de su muerte. Curiosamente, bien por su destrucción o bien por su desconocimiento (mucho más seguro lo segundo), quedan decenas de enclaves en este territorio que nos ayudarán a descubrir más del milenario pasado.;

    Bibliografía: "Evolución del poblamiento prehistórico en los valles del Deva y del Nansa" UC, Santander 1996. Agustín Díez Castillo


  • PEÑA OVIEDO

    Mogrovejo es una de las localidades más turísticas y bellas de la comarca de Liébana: Paisajes espectaculares, una gastronomía increíble, una arquitectura tradicional digna de ser observada y una historia envidiable. Uno de los iconos de la citada localidad es la conocida como Torre de Mogrovejo, espectacular complejo señorial de finales del siglo XII que, según rezan muchos datos bibliográficos "domina la localidad a media ladera". Pero si de dominio e historia se tratase, sin desmerecer ni mucho menos al citado monumento, en lo alto de los montes y con una milenaria historia nos encontramos con un enclave apenas conocido que nos habla de los albores de una sociedad que, al igual que hoy en día, tenía su ganado pastando en el entorno de La Calvera. Estamos hablando de unos de los máximos exponentes en cuanto a estructuras tumulares y megalíticas de Cantabria: El yacimiento de Peña Oviedo. Con el añadido de que, además, a diferencia de otras espectaculares estaciones megalíticas (Sejos, las necrópolis de Combranda, Palmedian o Las Llaves) existen dos zonas perfectamente delimitadas y con usos más allá de lo funerario: Un uso doméstico. Circunstancia que lo convierte en un enclave poco habitual.

    Las primeras noticias sobre las estructuras de Peña Oviedo datan del año 1948, cuando Benjamín Bada remite una carta al Museo Provincial de Prehistoria y Arqueología de Santander (actual MUPAC) informando de su existencia. Décadas más tarde, en el año 1982, Jose María de La Lama, Francisco Soberón y Eutimio Martino elaboraron un informe que harían llegar al Museo. Este documento sería el preámbulo de las excavaciones arqueológicas realizadas entre los años 1989 y 1995 bajo la dirección de Agustín Diez Castillo. Del mismo modo, sería revisado y topografiado por miembros del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistórica de la Universidad de Cantabria en 2007.

    Y desde entonces hasta nuestros días…nada de nada. Curioso que uno de los conjuntos megalíticos mejor documentados de Cantabria (además de uno de los más bonitos paisajísticamente hablando) no tenga la relevancia que merece. Tampoco es de extrañar dado que desde el Gobierno de Cantabria están mucho más interesados en "encerrar" la cultura en las cuevas (bueno, en las cuevas no que no se puede entrar…salvo que des 500.000 de €..que te ponen hasta moqueta) en vez de incluirla en arqueo rutas de montaña, itinerarios culturales más allá del MUPAC (cuando esté..) y diferentes propuestas que no pasan por "vender" que interesa la cultura cada cuatro años..Cantabria Infinita lo llaman.

    Bibliografía: "Evolución del poblamiento prehistórico en los valles occidentales de Cantabria" UC, Santander 1997. Agustín Díez Castillo.

  • EL ALTO DE LODOS

    Milenio V a.C. Desde lo alto de lo que hoy conocemos como Alto de Lodos, a unos 540 metros sobre el nivel del mar, una sociedad emergente basada en la agricultura y la ganadería comienza a expandirse por la comarca del Asón-Agüera. Personas que en el albor de la Edad de Los Metales se diferencian de sus predecesores por sus costumbres, por su modo de vida, por su manera de interpretar la muerte. Desde aquí, a unos 12 kilómetros de la costa en línea recta, dominan grandes valles y amplias praderas donde poder pastorear. Abundan las fuentes y los manantiales, esenciales para ellos. A día de hoy, aquellos que suban de ruta por este lugar, comprobaran de primera mano que el Alto de Lodos sigue siendo un referente para los ganaderos de la zona. Una actividad que durante siglos y siglos ha permanecido en estos inmensos prados que en conjunto conforman un paisaje idílico. Tan solo la construcción de la Ermita de Las Nieves y sus accesos han modificado la morfología del lugar. Edificación que ocupa la peña colindante al conjunto megalítico y que nuevamente parece "cristianizar" un lugar presumiblemente pagano. Incluso la primera cita de la misma, en el año 1356, puede que haga referencia a su milenario pasado ya que, estando bajo custodia de un ermitaño, era conocida como Virgen de Los Castros.

    Es justo antes de llegar a este conocido lugar donde centraremos nuestra atención. Unos 800 metros antes aproximarnos al citado edificio, debemos desviar nuestra atención hacia el Sur, concretamente en dirección al Alto de Lodos. Allí, entre ganado (como hace milenios), nos encontramos con un menhir de importantes dimensiones. Se trata de un bloque calizo que fue trabajado minuciosamente para alisar y redondear su superficie para darle el aspecto actual. Al igual que en otros yacimientos, nos encontramos que la composición rocosa del mismo (caliza) dista bastante de las de su propio entorno (areniscas), lo que nos da a entender que fue trasladado para permanecer aquí por la eternidad. Como podemos apreciar se encuentra hincado, si bien está muy inclinado por el paso de los siglos. La parte visible del mismo tiene alrededor de 1,86 metros, y a día de hoy sirve como hito divisorio entre Guriezo, Ampuero y Rasines. A buen seguro, debido a su uso como referencia territorial, tiene una cruz grabada que apenas se aprecia. Esta práctica era común en tiempos medievales para demarcar la que vertiente a la que pertenecía cada espacio que delimitaba.

    En su entorno, tanto en el menhir como en el túmulo que veremos a continuación, podemos encontrar una panelización totalmente desgastada que indicaba hace pocos años la importancia del lugar pero que hoy no se mantiene. De todos, a parte de las publicaciones especializadas y alguna pequeña referencia en portales locales (sin ningún detalle), no existe apena información pública del conjunto. Un recurso cultural y turístico que otras comunidades autónomas ya explotan y conservan desde hace décadas y que mientras tanto, en la que se presupone "joya arqueológica del Norte", se deja a merced de la indiferencia.


  • PEÑA LOSTROSO

    Viajemos miles de años a lo que hoy en día conocemos como la cabecera del rio Ebro, concretamente al Monte Hijedo. Tanto el paisaje, estructuras, arbolado, carreteras, y el mismísimo pantano desaparecen. Nos encontramos ante una época de cambio importantísimo, no solo en lo social sino en lo tecnológico. Dejamos atrás una cultura que, si bien es cierto ya había comenzado un cambio en su modo de vida y había perfeccionado la talla y confección de herramientas en piedra (Neolítico), pasa a utilizar técnicas más modernas y a trabajar los metales: Arranca el Calcolítico y por lo tanto la Edad del Metales.

    Y es aquí, en la citada cabecera del río Ebro y los municipios del Sur de Cantabria que la conforman, donde una sociedad comienza a plasmar en la fría roca sus inquietudes y tal vez creencias. Vestigios arqueológicos que nuevamente están posicionando el Monte Hijedo y su entorno donde siempre mereció. Grabados, estelas, ídolos y un largo etc que aun conociéndose desde hace décadas, es ahora cuando están adquiriendo la importancia que merecen. Una sociedad cubierta desde hace siglos por un frondoso bosque, lleno de vegetación que ha conservado en muchos casos su milenario encanto.

    El conjunto de Peña Lostroso ha sido uno de esos tesoros que hasta no hace mucho tiempo estaba camuflado por una plantación de pino. Tallado sobre dos paredes verticales contiguas, orientadas ambas al Sur (Oeste y Este), a día de hoy se encuentra parcialmente despejado lo que hace fácil su observación. La primera documentación al respecto fue redactada (que no publicada) por el entonces médico y aficionado a la arqueología D. Ricardo García Diaz. Se trata de un documento redactado en Junio de 1935 que incluye una escueta descripción del lugar y un croquis con anotaciones e interpretaciones compartidas con Jesús Carballo (antiguo director del Museo de Prehistoria de Santander). Años más tarde, concretamente el 6 de Agosto de 1943, el lugar fue publicado en el periódico Alerta por Adolfo G. Fernández Castañeda, donde se incluía una foto general de las rocas y un dibujo con el motivo central del panel. Desde entonces hasta el año 1993 fue un conjunto del que prácticamente no se tuvo constancia, ni en lo arqueológico ni en lo social. Serían los miembros del dpto de Ciencias Históricas de la UNICAN, Luis Teira y Roberto Ontañon quienes basándose en informaciones del investigador Ramón Bohigas y Julian Macho (vecino de Reinosa) comenzarían un primer proyecto de documentación de los paneles, además de planear un primer proyecto de prospección arqueológica de toda la zona. En estos últimos años el descubridor de la estela de Salcedo y aficionado la arqueología, Ernesto Rodrigo, y el grupo al que pertenece (Petroglífos en Valderredible), están realizando una increíble labor tanto en el descubrimiento de nuevos vestigios como en reactivación del interés arqueológico en la zona. Ejemplo claro de que tanto profesionales como grupos sociales tienen un peso importantísimo en la puesta en valor del patrimonio regional.

    Como veremos a continuación, el conjunto de Peña Lostroso es uno de los mejores exponentes arqueológicos de la región. Un yacimiento que sin contener ningún otro vestigio material más allá de sus figuras, escribió hace miles de años su nombre con letras mayúsculas para todos nosotros.

    Bibliografía: "Después de Altamira - Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria" (Editorial ACANTO)
    Agradecimientos: Ernesto Rodrigo Gutierrez / Palmira Incera