cargando

Túmulo funerario del Alto de Lodos. Al fondo, la ermita de Las Nieves

Milenio V a.C. Desde lo alto de lo que hoy conocemos como Alto de Lodos, a unos 540 metros sobre el nivel del mar, una sociedad emergente basada en la agricultura y la ganadería comienza a expandirse por la comarca del Asón-Agüera. Personas que en el albor de la Edad de Los Metales se diferencian de sus predecesores por sus costumbres, por su modo de vida, por su manera de interpretar la muerte. Desde aquí, a unos 12 kilómetros de la costa en línea recta, dominan grandes valles y amplias praderas donde poder pastorear. Abundan las fuentes y los manantiales, esenciales para ellos. A día de hoy, aquellos que suban de ruta por este lugar, comprobaran de primera mano que el Alto de Lodos sigue siendo un referente para los ganaderos de la zona. Una actividad que durante siglos y siglos ha permanecido en estos inmensos prados que en conjunto conforman un paisaje idílico. Tan solo la construcción de la Ermita de Las Nieves y sus accesos han modificado la morfología del lugar. Edificación que ocupa la peña colindante al conjunto megalítico y que nuevamente parece "cristianizar" un lugar presumiblemente pagano. Incluso la primera cita de la misma, en el año 1356, puede que haga referencia a su milenario pasado ya que, estando bajo custodia de un ermitaño, era conocida como Virgen de Los Castros.

Es justo antes de llegar a este conocido lugar donde centraremos nuestra atención. Unos 800 metros antes aproximarnos al citado edificio, debemos desviar nuestra atención hacia el Sur, concretamente en dirección al Alto de Lodos. Allí, entre ganado (como hace milenios), nos encontramos con un menhir de importantes dimensiones. Se trata de un bloque calizo que fue trabajado minuciosamente para alisar y redondear su superficie para darle el aspecto actual. Al igual que en otros yacimientos, nos encontramos que la composición rocosa del mismo (caliza) dista bastante de las de su propio entorno (areniscas), lo que nos da a entender que fue trasladado para permanecer aquí por la eternidad. Como podemos apreciar se encuentra hincado, si bien está muy inclinado por el paso de los siglos. La parte visible del mismo tiene alrededor de 1,86 metros, y a día de hoy sirve como hito divisorio entre Guriezo, Ampuero y Rasines. A buen seguro, debido a su uso como referencia territorial, tiene una cruz grabada que apenas se aprecia. Esta práctica era común en tiempos medievales para demarcar la que vertiente a la que pertenecía cada espacio que delimitaba.

En su entorno, tanto en el menhir como en el túmulo que veremos a continuación, podemos encontrar una panelización totalmente desgastada que indicaba hace pocos años la importancia del lugar pero que hoy no se mantiene. De todos, a parte de las publicaciones especializadas y alguna pequeña referencia en portales locales (sin ningún detalle), no existe apena información pública del conjunto. Un recurso cultural y turístico que otras comunidades autónomas ya explotan y conservan desde hace décadas y que mientras tanto, en la que se presupone "joya arqueológica del Norte", se deja a merced de la indiferencia.

 

Cámara funeraria del túmulo del Alto de Lodos

A unos metros del menhir, en dirección Este, nos encontramos con una estructura de grandes dimensiones. Un túmulo de planta circular y unos 12 metros de diámetro y 1,30 de altura con una cámara funeraria en el epicentro de este. Se trata de un espacio rectangular (de grandes rocas de arenisca) de unos 2,40 metros de largo por 1,10 de ancho y 0,95 de alto. De las más que posibles 4 grandes lastras que encerraban este espacio, actualmente se conservan tres de ellas. Curiosamente, el interior de la cámara se encontró totalmente vacío, no se sabe muy bien si fruto de un vaciado posterior en algún momento de la historia, o bien si no fue usado finalmente. Cierto es que, a diferencia de nuestros días, las antiguas sociedades no solían desperdiciar sus recursos (tiempo y energía) si no daban uso a sus creaciones, más aun si se trataba de un monumento funerario. De todos modos, su interior se encontró totalmente yermo, tanto en el posible difunto como en posible ajuar funerario que en teoría debería acompañarlo.

Donde si se encontraron pequeños materiales fue en el túmulo como tal, fuera de la citada cámara, aunque no de gran relevancia. Su hallazgo fue fruto de la única excavación conocida hasta el momento y que fue dirigida por María Remedios Serna en el año 1985. Básicamente hablamos de industria lítica tales como 4 microlitos geométricos, 1 truncadora sobre lámina, lascas de sílex y cristal de roca, 2 truncadoras sobre lasca e incluso un fragmento de ocre rojo.

Respecto a la cronología del conjunto, como bien comentábamos al principio, nos encontramos posiblemente ante unas estructuras del milenio IV-V a.C. dada la similitud de las estructuras y de los materiales hallados con otros yacimientos contextualizados. Una época donde la sociedad comenzaba el increíble e inmenso cambio entre la prehistoria y la protohistoria, donde los metales comenzaban a dar paso a una cultura apasionante.

VISITAS

Todos podemos disfrutar del conjunto megalítico del Alto de Lodos, ya que podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.

Info

   

Imagenes

DESTACADOS

  • NECROPOLIS DE LAS LLAVES

    En lo alto de Peñarrubia, en un cordal ubicado en pleno paso natural entre los valles de Liébana/Nansa y que además da nombre al conjunto, nos encontramos con una maravilla arqueológica que no mucha gente conoce. Este lugar nos habla de una época de cambio cultural y social en los albores del Calcolítico (quien sabe si también del Neolítico) donde tanto los menhires como las estructuras tumulares nos hablan de vida en primer término y de la muerte en el segundo. Estamos hablando de la necrópolis megalítica y de los menhires del Collado de Las Llaves. Si, si, menhires en plural ya que aun siendo el más conocido el que actualmente esta "hincado" en lo alto, las últimas investigaciones en el entorno están poniendo en valor un conjunto importante de los mismos.

    Fue descubierta a principios de la década de los 90 del siglo pasado por Gonzalo Gómez Casares, documentándose en el año 1992 por miembros de la UC gracias a las indicaciones de su descubridor. El menhir que corona la cima del entorno fue encontrado en el año 2002 por Jose Manuel Salas Orzaez, poniéndose en valor el conjunto megalítico ese mismo año gracias al gabinete arqueológico GAEM (puesta en valor/panelización). Sería en el año 2017 cuando el yacimiento volviese a la primera línea de la arqueología regional, ya que se informó al MUPAC de la aparición en el yacimiento de dos puñales de "espigo" de unos 4.500 años de antigüedad. Estas piezas son muy escasas al norte del Rio Duero, y en Cantabria no existía ninguna de esa tipología ni antigüedad. Un apunte: Curioso como todos, el Servicio Cántabro de Patrimonio y el propio MUPAC incluidos, titulan en gran parte de sus notas de prensa este tipo de hallazgos como "fortuitos de un vecino" sabiendo, presuntamente, de donde provienen (sufijo "ex" y a continuación una enfermedad infecciosa..). En la entrega de los mismos, el Consejero de Educación Cultura y Deporte del momento - Ramón Ruiz - puso como ejemplo (textual) "la importancia que tienen los ciudadanos informados y sensibles en la protección del patrimonio". Ejem…todo dicho.

    Sea como fuere este hallazgo reactivó el interés por el yacimiento, siendo estudiado durante los años posteriores por el Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la UC y por arqueólogos como Luis César Teira, Ramón Montes, Pablo Arias, Rodrigo Villalobos o Ángel Armendariz. Los hallazgos en este sentido han sido como el propio yacimiento: espectaculares. Han aparecido nuevos menhires y túmulos (media docena más) por todo el entorno donde destacan la alineación de 4 menhires muy cercanos entre sí, lo que les convierte en la mayor concentración megalítica del Norte de España de esta tipología. No cabe duda de que estamos ante una oportunidad única que requiere un esfuerzo importante por parte de las administraciones y la futurible financiación de la puesta en valor del yacimiento. Un lugar espectacular que esconde aún decenas de sorpresas en un entorno envidiable, esperemos que no haya muchos más hallazgos fortuitos de vecinos informados y sensibilizados con el patrimonio. Fíjate tú que ya estaban "informados" antes de incluir la ficha en el portal, que cosas tiene esta Cantabria Infinita..para que luego digan que es problema del localizador del portal.

    Bibliografía: "El Megalitismo en Cantabria." Luis Cesar Teira, 1994

  • NECROPOLIS DE PALMEDIAN

    Si por un instante cerrásemos los ojos y viajásemos miles de años en el tiempo, concretamente a una época entre el Neolítico y el Calcolítico, visualizaríamos un lugar sagrado donde la sociedad de aquel tiempo enterraba a sus muertos. Un lugar donde la muerte "convivía" cerca del ganado, señal inequívoca de una cultura trashumante que ya había adoptado ese modo de vida como propio. Si volviésemos a abrir los ojos y nos encontrásemos con la imagen principal de la necrópolis de Palmedián, poco habría cambiado desde entonces: Ganado, espectaculares panorámicas de montaña y los túmulos de los ancestros de la comarca de Liébana. Cierto es que estas últimas estructuras las encontraríamos más desgastadas por el paso del tiempo y otros "factores" más humanos. No podemos obviar la cercanía de la necrópolis megalítica de Combranda, ambas dos testigos inhertes de lo que parece fue una sociedad de montaña de relevancia en la comarca lebaniega.

    Al igual que la citada Combranda, la necrópolis de Palmedián saltó a la palestra a finales de la década de los 80 del siglo pasado cuando la prensa de Cantabria se hizo eco de una noticia referente a nuevas estructuras megalíticas en el entorno del Pico Jano. Gonzalo Gómez Casares, quien las puso en valor desde su descubrimiento, ayudó en las prospecciones dirigidas y coordinadas por Agustín Díez Castillo que recorrieron ambos enclaves. Años más tarde (2.000) miembros del departamento de Historia de la UC encontraron nuevas estructuras en el entorno.

    Sin duda, Vega de Liébana (diría que toda la comarca) es uno de los epicentros del megalitismo en Cantabria. Testigos de piedra que nos hablan de una sociedad emergente tras la prehistoria y que hicieron de estos montes y brañas parte de su vida y seña inequívoca de su muerte. Curiosamente, bien por su destrucción o bien por su desconocimiento (mucho más seguro lo segundo), quedan decenas de enclaves en este territorio que nos ayudarán a descubrir más del milenario pasado.;

    Bibliografía: "Evolución del poblamiento prehistórico en los valles del Deva y del Nansa" UC, Santander 1996. Agustín Díez Castillo


  • PEÑA LOSTROSO

    Viajemos miles de años a lo que hoy en día conocemos como la cabecera del rio Ebro, concretamente al Monte Hijedo. Tanto el paisaje, estructuras, arbolado, carreteras, y el mismísimo pantano desaparecen. Nos encontramos ante una época de cambio importantísimo, no solo en lo social sino en lo tecnológico. Dejamos atrás una cultura que, si bien es cierto ya había comenzado un cambio en su modo de vida y había perfeccionado la talla y confección de herramientas en piedra (Neolítico), pasa a utilizar técnicas más modernas y a trabajar los metales: Arranca el Calcolítico y por lo tanto la Edad del Metales.

    Y es aquí, en la citada cabecera del río Ebro y los municipios del Sur de Cantabria que la conforman, donde una sociedad comienza a plasmar en la fría roca sus inquietudes y tal vez creencias. Vestigios arqueológicos que nuevamente están posicionando el Monte Hijedo y su entorno donde siempre mereció. Grabados, estelas, ídolos y un largo etc que aun conociéndose desde hace décadas, es ahora cuando están adquiriendo la importancia que merecen. Una sociedad cubierta desde hace siglos por un frondoso bosque, lleno de vegetación que ha conservado en muchos casos su milenario encanto.

    El conjunto de Peña Lostroso ha sido uno de esos tesoros que hasta no hace mucho tiempo estaba camuflado por una plantación de pino. Tallado sobre dos paredes verticales contiguas, orientadas ambas al Sur (Oeste y Este), a día de hoy se encuentra parcialmente despejado lo que hace fácil su observación. La primera documentación al respecto fue redactada (que no publicada) por el entonces médico y aficionado a la arqueología D. Ricardo García Diaz. Se trata de un documento redactado en Junio de 1935 que incluye una escueta descripción del lugar y un croquis con anotaciones e interpretaciones compartidas con Jesús Carballo (antiguo director del Museo de Prehistoria de Santander). Años más tarde, concretamente el 6 de Agosto de 1943, el lugar fue publicado en el periódico Alerta por Adolfo G. Fernández Castañeda, donde se incluía una foto general de las rocas y un dibujo con el motivo central del panel. Desde entonces hasta el año 1993 fue un conjunto del que prácticamente no se tuvo constancia, ni en lo arqueológico ni en lo social. Serían los miembros del dpto de Ciencias Históricas de la UNICAN, Luis Teira y Roberto Ontañon quienes basándose en informaciones del investigador Ramón Bohigas y Julian Macho (vecino de Reinosa) comenzarían un primer proyecto de documentación de los paneles, además de planear un primer proyecto de prospección arqueológica de toda la zona. En estos últimos años el descubridor de la estela de Salcedo y aficionado la arqueología, Ernesto Rodrigo, y el grupo al que pertenece (Petroglífos en Valderredible), están realizando una increíble labor tanto en el descubrimiento de nuevos vestigios como en reactivación del interés arqueológico en la zona. Ejemplo claro de que tanto profesionales como grupos sociales tienen un peso importantísimo en la puesta en valor del patrimonio regional.

    Como veremos a continuación, el conjunto de Peña Lostroso es uno de los mejores exponentes arqueológicos de la región. Un yacimiento que sin contener ningún otro vestigio material más allá de sus figuras, escribió hace miles de años su nombre con letras mayúsculas para todos nosotros.

    Bibliografía: "Después de Altamira - Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria" (Editorial ACANTO)
    Agradecimientos: Ernesto Rodrigo Gutierrez / Palmira Incera