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Castro de Llan de La Peña desde la subida a Dobarganas

El castro de Llan de la Peña (Dobarganes, Vega de Liébana) es sin lugar a duda uno de los mejores exponentes de la cultura castreña en la zona lebaniega, me atrevería a decir incluso que el más destacado. Pensemos por un momento en la visión tradicional que tenemos muchos de nosotros sobre un castro cántabro. Rápidamente nuestra imaginación "vuela" hasta el castro de Las Rabas, Monte Ornedo, La Ulaña o Monte Bernorio, yendo incluso mucho más allá e imaginando un escenario virtual de las Guerras Cántabras en este contexto..pues Llan de la Peña, aun siendo totalmente diferente (como veremos a continuación) cumple con esa idealidad que tenemos sobre la Edad del Hierro y la romanización. Eso sí, adaptado a un territorio mucho más hostil y abrupto e inaccesible que en los citados ejemplos.

El yacimiento fue descubierto por Ángel Ocejo a finales del siglo pasado (año 1979), encontrándose acompañado en el momento del hallazgo e identificación por Gonzalo Gómez y C.Herrero. Pasarían tan solo dos años hasta que apareciese la primera noticia, en prensa local, sobre la aparición de este castro prerromano. En este artículo se incluiría además la "primera planta" del recinto, la cual sería realizada por al propio Ocejo, Ramón Bohigas y T. Brigido. Habría que esperar hasta el año 1988 hasta que el castro de Llan de La Peña apareciese nuevamente publicado, esta vez en el número V de la revista Sautuola. Sería en esta última donde se incluyesen aspectos más detallados sobre las prospecciones realizadas, incluso los resultados de algún sondeo practicado. Destacar que sería incluido como yacimiento de tipo castro en el Inventario Arqueológico Regional realizado entre los años 2008 y 2009.

Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)

Agradecimientos: Gonzalo Gómez Casares

 

Las estructuras defensivas del castro de Llan de la Peña rodean una cresta rocosa muy característica, fácilmente identificable desde el pueblo de Dobarganes. Dichas murallas envuelven una plataforma prácticamente llana muy favorable para el hábitat, encerrando un total aproximado de 4,6 hectáreas y convirtiéndolo así en uno de los recintos castreños de mayor dimensión en toda Cantabria. Durante unos 800 metros podemos encontrar un talud perimetral y una gruesa muralla de más que posible doble lienzo. ¿Cómo se sabe esto sí "tan solo" se ha prospectado y sondeado?. Sencillo: Muchos de los materiales utilizados en construcciones del centenario pueblo de Dobarganes han sido obtenidos de este enclave, llegándose a abrir pequeñas zanjas donde se ha localizado este más que posible doble amurallamiento con relleno entre ambas. Llama poderosamente la atención el origen de estos materiales de "cascote", ya que se emplearon placas de pizarra que no existen como tal en los alrededores del yacimiento. El lugar más cercano donde se pudieron obtener se encuentra en las inmediaciones de Osango, a varios kilómetros del yacimiento hacia el puerto de San Glorio.

En torno a la cima rocosa del castro se adivina un espacio central a modo de acrópolis, en el cual se puede intuir una tercera línea de talud probablemente de carácter defensivo. Centrándonos ya en el interior del recinto principal, se observan diferentes niveles de aterrazamiento bastante habituales en castros poco uniformes. Destaca sobre manera uno de ellos, en el cual se pueden observar varias estructuras tumuliformes de pequeño tamaño. Curiosamente, en un desmantelamiento parcial de una de esas estructuras (posiblemente relacionado con la obtención de materiales de construcción) se encontró un nivel de incendio con material óseo y cerámico muy fragmentado. Esta información, a la par de relevante, confundió a los investigadores, ya que puede tener significados tanto contextuales como arqueológicos totalmente diferenciados:

  • Puede tener un carácter estrictamente funerario, ya que en base la similitud con otras estructuras tumultiformes y su contenido, se puede interpretar perfectamente de este modo.

  • Otra posibilidad, ni mucho menos descabellada, es que esta estructura fuese en verdad una acumulación de materiales procedentes del derrumbe de un sector de la muralla, a la cual se encuentra adosada. Es extraño encontrar restos "tumulares" anexionados al lienzo de un recinto fortificado, lo que llevo a pensar que tal vez se hubiese producido un incendio generalizado de la estructura defensiva. Esta teoría está firmemente apoyada por la rubefacción (coloración diferenciada) del sustrato arcilloso en un corte una pista forestal contemporánea. ¿Un asedio?.

Como último apunte relativo a las evidencias estructurales del castro de Llan de la Peña, destacar una planta rectangular en lo alto de la cima. Se cree, aunque sin argumentos arqueológicos sólidos, que pudo ser una torre de vigilancia medieval. Sobre todo por encontrarse en una zona de paso de gran valor estratégico, además de por la abundante aparición de material medieval durante la prospección realizada.

En el castro de Llan de la Peña se han encontrado diversidad de materiales cerámicos a mano y a torno, pudiendo clasificarse cronologicamente como pertenecientes a la Edad del Hierro y al periodo medievales (recordemos la estructura rectangular de la cima). Además, fueron hallados algunos útiles líticos como fragmentos de molino barquiforme, un molde de arenisca y un percutor y algunos restos de fauna. Todos estos materiales se obtuvieron en base a los sondeos y prospecciones dirigidos por Ángel Ocejo y Ramón Bohigas, aunque existen otros elementos recuperados con posterioridad (en superficie) igual de relevantes. Destacan los fragmentos de molino rotatorio, con una curiosa decoración en zig-zag, y dos pequeñas azuelas pulidas de fibrolita. No debemos dejarnos engañar por su apariencia y carácter arcaico, ya que aun pareciendo objetos prehistóricos, son de uso extendido en los contextos castreños. Todos ellos fueron depositados en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.

Todos estos materiales nos llevan a pensar, sin lugar a dudas, que el castro de Llan de la Peña se ubica cronológicamente en la Edad del Hierro. Incluso, debido a su gran tamaño (recordemos que es de los recintos fortificados más grandes de Cantabria), se cree que pudo haber ejercido un papel de capitalidad de un territorio que comprende desde el río Quiviesa hasta el río Deva. Esto junto con la cercanía del hallazgo de los materiales militares romanos en el Pico Jano (encontrados también por Gonzalo Gómez) y unido al incendio del aparato defensivo, puede llevar a pensar que tal vez se produjese un episodio de asedio dentro del contexto de Las Guerras Cántabras. ¿Y porque no?..¡por eso nos gusta la arqueología!

VISITAS

Todos podemos disfrutar del castro de Llan de la Peña, ya que aún sin ser un yacimiento visitable (refiriéndonos a un arqueo-sitio como tal) podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.

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DESTACADOS

  • PEÑA DE SAMANO

    Descubierto por Félix González Cuadra en 1972, el castro de la Peña de Sámano (Castro Urdiales) es uno de los poblamientos prerromanos más imponentes de la costa oriental cántabra. Esta increíble atalaya natural albergo hace siglos un recinto castreño de aproximadamente 10 hectáreas, el cual se cree que fue poblado por el pueblo de los autrigones. Esta tribu prerromana fue situada por Ptolomeo entre los ríos Asón (Cantabria) y Nervión (País Vasco), indicando que su territorio limitaba con el de los caristos por el este y los cántabros por el oeste. Otros historiadores como Plinio el viejo citaba "entre las diez ciudades de los autrigones" Tritum (Monasterio de Rodilla) y Virovesca (Briviesca), ambas en Burgos, lo que nos da a entender el amplio territorio que ocupaba esta tribu de norte a sur entre los territorios de cántabros y caristos.

    Volviendo al castro en sí, combina a la perfección la fortificación mediante grandes murallas de más de 2 metros de alto con el aprovechamiento de los accidentes naturales de la peña. En lo alto del mismo han podido distinguirse vestigios de una pequeña organización urbana, observándose resto de edificaciones de planta rectangular (con las esquinas redondeadas eso sí) y pequeñas estructuras de planta ovalada. Destacar que justo en el centro del área de hábitat del poblado se ubica la conocida como Cueva de Ziguste. En las excavaciones y posteriores investigaciones realizadas por el equipo de R. Bohigas y por M. Unzueta se menciona también la posible existencia de una organización estructural del poblado, atisbándose cierto "urbanismo" en la ejecución y construcción del mismo por parte de sus moradores. Presenta dos accesos principales. Uno denominado la "Puerta de Sangaza" (al norte) y otro denominado como "Puerta del Vallegón" (al oeste), ambas combinando ensanchamientos de muralla y pasillos estrechos para regular y controlar el paso al interior del recinto.


  • MONTE CILDA

    El monte Cildá (Olleros de Pisuerga, Palencia) es otro de los baluartes de los antiguos cántabros. Se cree que albergo la cuidad cántabra de Vellica, de hecho y a diferencia del Monte Bernorio, tambien citado como posible ubicación de la misma, importantes autores como Adolf Schulten, Iglesias Gil, García Guinea y Joaquín Gonzalez Echegaray así lo atestiguan. Fue habitada desde el siglo I a.C, siendo citada por primera vez por Claudio Ptolomeo entre los pueblos cántabros (“Vellika”). De todos modos sigue existiendo la duda de si Vellica y Bergida eran la misma ciudad pero con diferentes interpretaciones en las fuentes antiguas. Al igual que el Monte Bernorio, ocupa un lugar privilegiado en cuanto a su ubicación estratégica. Al Este del castro se encuentra el Cañon de la Horadada desde donde se puede observar una gran llanura donde se cree que se llevó a cabo la conocida batalla de Vellica.

    Las primeras prospecciones fueron llevadas a cabo en 1891 por mediación de Claudio Lopez Bru, segundo Marqués de Comillas y también mecenas de las excavaciones realizadas ese mismo año en el Monte Bernorio. En dichas excavaciones se encontraron una treintena de estelas funerarias correspondientes al siglo III d.C. Ya en el siglo XX la Diputación de Palencia financió estudios llevados a cabo por el arqueólogo Miguel Ángel García Guinea. En este sentido fue quien descubrió junto a su equipo las murallas defensivas y multitud de objetos (estelas sepulcrales, aras, inscripciones honorificas y un largo etc) que dieron la importancia inicial que hoy ya tiene el yacimiento del Monte Cildá. Cabe destacar también a Eduardo Peralta Labrador ya que fue él quien documento la primera tésera cántabra conocida hasta entonces. Se encontró en muy buen estado, conteniendo una inscripción de origen celta. A partir del año 2002 se reanudaron las excavaciones, financiadas por la Junta de Castilla y León. Aún así es un yacimiento prácticamente por descubrir, ya que las catas realizadas han sido escasas. Desgraciadamente el Monte Cildá está incluido en la Lista Roja de patrimonio en peligro, ya que su conservación corre peligro de deterioro.