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Ubicaciones
La cueva de La Lastrilla es uno de los iconos de la prehistoria, ya no solo del municipio de Castro Urdiales, sino de toda Cantabria. Esta majestuosa cavidad, conocida (como veremos a continuación) desde hace milenios por los pobladores de Samano e inmediaciones, es una maravilla tanto geológica como arqueológicamente. No en vano, hasta los antiguos moradores de la colonia de Flaviobriga (en el actual núcleo urbano de Castro Urdiales) eran sabedores de su existencia, constatándose restos de cerámica romana en el vestíbulo de la misma.
No obstante, su valor arqueológico fue puesto en valor a mediados del siglo pasado. Concretamente en la década de los 50 y 60, donde La Lastrilla se prospectó por el equipo de Camineros de la Diputación. Años más tarde sería prospectada y excavada por Felix Gonzalez Cuadra, quien localizaría el primer panel de grabados (además de excavar los enterramientos que citaremos más adelante). No debemos olvidar que, gracias al ego y la titulitis universitaria y administrativa del sector más "académico" de Cantabria, nos hemos visto privados de recuperar para la ciudadanía la colección Gonzalez Cuadra (ya fallecido). Esta colección estuvo a punto de ser recuperada y expuesta en Castro Urdiales y finalmente no se pudo llevar a cabo. No olvidemos que esta colección privada alberga increíbles piezas que ni siquiera alberga el propio Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria posee. Además, se perderá y diluirá por completo (en subastas y ventas privadas) dada la ineptitud e ineficacia de aquellos que quisieron (y quieren) demonizar todo aquello que hizo Gonzalez Cuadra hace ya más de 50 años. Volviendo a las investigaciones, a partir del año 1975 se encarga de su exploración el Grupo Espeleológico La Lastrilla (G.E.L.L.), quienes han realizado diferentes hallazgos tanto de manifestaciones de arte rupestre como de materiales arqueológicos de gran interés. A finales del siglo pasado, gracias al trabajo de divulgación y documentación realizado por Juan Tomás Molinero Arroyabe y Jose Francisco Arozamena Vizcaya, se publican diferentes documentos donde se indaga aún más en las investigaciones de la cavidad. Por último, ya en este siglo XXI, se ha llevado a cabo un gran proyecto de documentación y estudio global de las manifestaciones artísticas de la cavidad (Molinero y Arozamena 1993; Molinero 2000; Molinero et ali 2002; Montes et ali 2007; Garcia Diez et ali 2007), además de alguna que otra pequeña intervención arqueológica en el vestíbulo de la misma (Rasines, P.; Morlote, J.M. 2006).
No cabe duda de que nos encontramos en una cueva espectacular prácticamente desconocida fuera del ámbito académico. Una cueva que, incluso (dada su ubicación), podría ofrecernos algo más en relación a poder mostrar al público algo más que una "verja". No obstante, en Cantabria nos gusta mucho más presumir de trenes que nunca llegan, de minas de zinc que no existen…y en definitiva, de mucho humo y poca inversión cultural más allá de los proyectos de cabecera "afines" (que tapan mucho, por cierto). Cantabria Infinita lo llaman…
Las Canalonas, o la cueva de La Esperanza como también se conoce, no será una cavidad que llame la atención por su majestuosa boca o por sus increíbles dimensiones. De hecho, lo más probable es que si pasas a su lado no la asocies a un milenario pasado. Sobre todo por encontrarse en un entorno / municipio donde abundan los vestigios prehistóricos y protohistóricos en cada abrigo o cueva que veas. "La hermana pequeña" podrían denominar algunos. Pero ese es uno de los mayores problemas de Cantabria en cuanto al patrimonio arqueologíco, el mayor diría yo: Sino tiene un bisonte, un hallazgo material espectacular o no está entre los yacimientos de cabecera (que cada cuatro años tienen que rendir pleitesía al nuevo consejero de Cultura de turno)…no existe.
Pues esto le ocurre a Las Canalonas. Pero no por ello es menor importante, todo lo contrario. A buen seguro que guarda aún infinidad de sorpresas que esperemos que en el futuro puedan ver la luz. Su valor arqueológico fue descubierto en el año 1969 por V. Gutierrez Cuevas y otros miembros de la Sección de Espeleología del Seminario Sautuola (SESS). No en vano, ese mismo año publica "Las cuevas de la montaña que contienen interés arqueológico" donde expone una relación de yacimientos conocidos hasta el momento y donde se documentan parte de las intervenciones realizadas por los camineros de la Diputación y por el propio seminario Sautuola. No obstante, las excavaciones arqueológicas que realizaron en Las Canalonas no fueron publicadas en su momento y a día de hoy se desconoce el contenido exacto de las mismas. A partir de ahí (durante décadas) se le perdió la pista hasta miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica (CAEAP) la volvieron a localizar, encontrando además las manifestaciones rupestres que explicaremos más adelante.
No cabe duda de que cavidades como Las Canalonas deberían de volver a ser revisadas y "re-investigadas" dado el valor arqueológico que albergan y que, al igual que ocurrió durante décadas tras su hallazgo, sino se vuelven a visitar se pierden en el olvido. Por que este tipo de cuevas también son parte del pasado de Cantabria.
No, no nos hemos equivocado. Bueno si, estamos contemplando unas espectaculares vistas entre las localidades de Oreña y Toñanes, pero no es el tema principal de esta entrada. Estamos viendo el conjunto tumular de Coterio de Peñalba, yacimiento arqueológico del que tanto protección, señalización, puesta en valor y documentación brillan por su ausencia. Fijaros si brilla que, aun estando inventariado desde hace más de una década, no hay ninguna cita ni publicación sobre el mismo salvo 2 líneas en la publicación del Boletín Oficial de Cantabria en el año 2015, en la aprobación definitiva del Plan General de Ordenación Urbana de Alfoz de Lloredo.Bueno, 2 líneas son muchas. Y con todo, dicha publicación oficial dista en 5 años en la de su inventariado. Es decir, durante 5 años estuvo a expensas de que cualquiera pudiera destruirlo siquiera antes de ser estudiado. Si lo hizo el alcalde de Suances conociendo el yacimiento de Huerta Quintana estando inventariado, en su plan General de urbanismo y en su página web (y adujo hasta en televisión su desconocimiento hasta la saciedad) y no pasó nada, aquí imaginaros lo que podría pasar hoy en día en este yacimiento.
Volviendo al yacimiento, fue documentado (no sé si realmente descubierto) en el año 2010 en un proyecto de estudio y reconocimiento de la cuenca del Saja llevado a cabo por el Colectivo para la Ampliación y Estudios de Arqueología Prehistórica – CAEAP y el Grupo de Espeleología e Investigaciones Subterráneas Carballo Raba - GEIS CR. Sería incluido ese mismo año incluido en el Inventario Arqueológico de Cantabria – INVAC. Y desde entonces, absolutamente nada más que las vistas que veis en las imágenes adjuntas.
¿Qué cómo he podido obtener toda esta información? La verdad es que documentando personalmente (desde que ví la entrada en el Boletín Oficial de Cantabria que os comento en 2015), preguntando, visitando y fotografiando. Como en la gran mayoría de yacimientos de Regio Cantabrorum, ya que el Inventario Arqueológico de Cantabria no es accesible para nadie a nivel particular/público dentro de esta comunidad. Si nuestros Consejeros y Directores (desde hace años) de Cultura dejasen de hacer el canelo y subirse al tejado del Palacio de Festivales para decir todo lo que hacen y ponerse a hacer lo que realmente es importante para la cultura de Cantabria (no para sus partidos), todo esto cambiaria. Claro, pero echarle huevos a publicar en el BOC el Inventario de Cantabria, no solo cambiaría el panorama regional en cuanto a que tendrían que hacer una Consejería de Cultura de verdad (no esta broma que tienen hoy en día), sino que muchos de los ayuntamientos INCUMPLIRIAN (de un modo reiterado) la Ley de Patrimonio de Cantabria y no tendrían escudo en un posible juicio por "desconocer" los yacimientos de sus municipios. ¡Ups!, es verdad. Soy yo el que está desprotegiendo los yacimientos publicándolos…
Pocos conocen la cueva de La Baja por su atractivo arqueológico, sino más bien por encontrarse dentro de un entorno natural espectacular en el municipio de Laredo o por "aquellos niños" (ya mayores) que jugaban en su interior de pequeños. No en vano, es una cavidad perfectamente conocida por los lugareños y en la actualidad su acceso está perfectamente señalizado en los caminos cercanos. Pero más allá de su potencial natural y geológico y fácil acceso, la cueva de La Baja esconde un milenario pasado que apenas se conoce fuera del entorno más académico.
El yacimiento fue descubierto en la década de los años 50 del siglo pasado por los Camineros de la Diputación (como otros tantos en Cantabria). Desde entonces, ninguna referencia escrita sobre las pocas investigaciones de la cavidad y alguna "noticia" para hacer entrever que hay interés en la cultura de Cantabria. La última al respecto publicada en 2012 donde el consistorio le pidió al Director de Cultura el estudio de la cavidad para poder incluirla como reclamo turístico para la villa. Concretamente "se trataría de verificar la posible existencia de grabados u otras expresiones artísticas que refuercen el valor de un lugar en el que la calidad y variedad de material hallado confirma que fue poblado miles de años atrás".., como pasa con todo el Patrimonio de Cantabria: Si tiene pinturas o grabados mola, sino..es una basura. En este caso, sin grabados ni pinturas conocidas, se utiliza como recurso sin que la gente de a pie conozca su milenario pasado nada más adentrarse en su interior.
No cabe duda de que la historia de la cueva, como veremos a continuación, merece una puesta en valor. Como mínimo, una contextualización de lo que hoy es tan solo "una ruta y una cueva bonita" y sobre todo, una protección de la misma dado que gran parte de los materiales en superficie que se observaban hace años…ya no están allí.
Todo aquel que conozca Cantabria asocia prácticamente al instante el municipio de Udías a una actividad que se resume en una sola palabra: Minería. Los kilómetros de galerías que perviven aún en su subsuelo trasladan a sus habitantes y visitantes a un pasado no tan lejano, dado que muchos de sus mayores lo recuerdan con mayor o menor entusiasmo (casi siempre lo segundo). Incluso en nuestros días, el "turismo minero" del municipio está en auge, convirtiéndose las antiguas minas del municipio en un atractivo para aquellos que quieren conocer de primera mano cómo eran las galerías y entorno de aquel claustrofóbico trabajo.
Otras galerías y explotaciones, menos conocidas, nos trasladan al origen de esta actividad en nuestra comunidad. Una actividad, para que engañarnos, que era fruto de la incesante búsqueda de materiales en los confines de mundo por la civilización más poderosa conocida hasta entonces: El Imperio Romano. Y en esa búsqueda de materia prima, llegaron al territorio de Regio Cantabrorum donde abundaban el hierro, el plomo y el zinc. Y es aquí, en la mina de San Bartolomé, donde la piedra y los testigos de antiguas galerías, nos transportan dos mil años atrás para conocer los albores de la minería en Cantabria. La mina de San Bartolome en Udías es, con casi toda seguridad, el mejor exponente en cuanto a hallazgos de tipología romana (no solo materiales sino estructurales) de nuestra región. Comparte además el deshonroso título de ser además en la que más materiales (prácticamente todos los encontrados antes del siglo XX) han desaparecido. Tónica reinante en el resto de explotaciones mineras de origen romano por cierto.
En San Bartolomé se han explotado históricamente, minerales como galena (sulfuro de plomo), cerusita (carbonato de plomo) y más que posiblemente calamina. Esta última, tal vez relevante en época romana dado que de este mineral se obtiene el latón, si bien es cierto que se cree que la actividad minera en época de los romanos se centraba directamente en el plomo de la zona. Las primeras referencias a la explotación de mineral en esta ubicación se producen entre mediados y finales del siglo XIX, momento en el que además se realizan los hallazgos materiales más relevantes. El primero que hace referencia a "la mina de Udías" es Lasaga Larreta en 1865, si bien es cierto que las primeras citas en cuanto a materiales o estructuras antiguas las proporciona Felipe Naranjo y Garza en una nota dentro de las Memoras de Historia Natural (1873) donde detalla las galerías que encontró y los materiales encontrados por aquel entonces. En el citado artículo, reproduce alguna de las galerías de una de las cartas del ingeniero francés M. Thibeaut, director de la mina allá por el año 1870. Les llamaba poderosamente la atención la cantidad de galerías encontradas en lo que denominaron "Zona C", gran parte inclinadas y alguna horizontal. Todas ellas conformadas por pilares/troncos de encina o roble que destacaban por estar "casados" sin huellas de clavos o sierras y en muy mal estado. En el suelo de la galería se encontraron también tablas (del mismo material) que hacían las veces de escaleras, ampliándose a la par que la galería a medida que se ganaba profundidad para facilitar el trabajo de extracción del mineral. Poco más se sabría de aquellas galerías tan bien documentadas, ya que la incipiente actividad minera de finales del siglo XIX hasta mediados del XX se las llevarían por delante. A finales de los años 80, J. Herrera y A.Cabeza explorarían la zona encontrado nuevamente algunos objetos romanos y también medievales, publicándolo en el año 1992 dentro de las Actas del V Congreso Español de Espeleología.
Lejos quedan ya los años en los que se pensaba que los romanos vinieron al territorio de los antiguos cántabros a buscar oro y "no encontraron nada". Además de encontrarlo, por mucho que algún catedrático y acolito del gobierno de turno se niegue a admitirlo (ver desde minuto 17:40 del magnifico episodio de Arqueomania sobre las Guerras Cántabras), en época de conflictos bélicos interesan aun más si cabe minerales como los citados en esta entrada. Desgraciadamente, lejos de potenciarse el estudio de los enclaves relacionados con la minería romana en Cantabria, permanecen en el mayor de los olvidos. También es verdad que si en Cantabria tapamos un entramado urbanístico romano con un parking y además al alcalde que lo hizo le premiamos con 2,5 millones de € para rehabilitar un palacio (y así hacer como que "le importa la cultura")..pues no extraña mucho la verdad.
La mina Numa (o Numá) es uno de los tesoros escondidos del pasado romano de Cantabria. Escondido o más bien destruido por la actividad minera contemporánea, aunque queda aún testimonio tanto escrito como material de su milenario pasado. Es fundamental contextualizar dicha "destrucción" dado que desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX no existía una concienciación plena de la conservación de este tipo de patrimonio (por aquel entonces, la prehistoria y el arte rupestre eran el foco en este sentido). Bueno, de hecho a día de hoy tampoco hay mucha concienciación al respecto (que se lo pregunten al alcalde de Suances) si nos cuesta un puñado de votos. Las primeras referencias sobre la misma nos transportan al año 1864. Amalio Maestre dice que aparecieron "algunos trabajos antiguos como son los hanchurones y pozos fortificados con maderas, aseguradas sin clavanzón". Inevitablemente nos recuerda a los documentados en la cerca mina de San Bartolomé, donde los pozos y galerías tampoco tenían rastro de clavo alguno.
Años después, en 1872, aparecería una de las piezas más impresionantes encontradas en el entorno de la minería romana en Cantabria: Una ara votiva dedicada a Júpiter (que veremos más adelante). Se tiene constancia de que la pieza estuvo depositada en la Comisión Provincial de Monumentos hasta el año 1891, momento en el que se le pierde la pista y desaparece hasta nuestros días. Afortunadamente, a principios de este siglo XXI, Lino Mantecón Callejo y Javier Marcos Martinez localizan un molde en escayola de la citada pieza en el Palacio de Sobrellano de Comillas, sede en el pasado del Museo Cantábrico fundado por el Marqués de Comillas. Volviendo a la mina, en el año 1992 , A. Cabeza Ruiz y J. Herrera Rovira realizaron una prospección en la Mina Numa, encontrando una cueva natural en la que reconocieron labores mineras tal vez asociadas a su origen.
No cabe duda de que los romanos utilizaron toda la zona para la extracción masiva de mineral. Incluso algunos autores como J.M. de la Pedraja se aventuraron a lanzar la hipótesis de que pudieron utilizar un antiguo puerto situado al fondo de la ría de La Rabia que posteriormente se usó en época medieval. Incluso la cercana ubicación de Portus Vereasueca (¿San Vicente de la Barquera?) tendría aún más sentido dada la cercanía de las minas Numa y San Bartolomé. Sea como fuere, estamos ante una explotación minera que nos habla de un pasado romano fuertemente arraigado a esta zona.
Sin duda, las explotaciones mineras con mayor recorrido histórico de Cantabria. Hoy, un fantasma que solo unos pocos quieren resucitar a costa de ganar un puñado de votos basándose en cantidades ingentes de zinc que alguien soñó allá por 2017 y que, tras un par de vinos (o tres), decidieron que fuese el proyecto del siglo. Pero, independientemente de su triste y farragoso presente, su milenario pasado ya fue "el proyecto del siglo" en su momento. En el siglo XIX y principios del XX sin duda la explotación minera con mayúsculas en nuestra región, y casi dos milenios antes de igual modo con la llegada del Imperio romano. ¿Qué queda hoy de esa presencia romana en la zona? La verdad es que tanto la actividad a cielo abierto como en las profundidades de la tierra han reducido a 0 la presencia de cualquier vestigio, si bien es cierto que la documentación aportada desde mediados del siglo XIX y el hallazgo de diferentes materiales no llevan inequívocamente a este horizonte. Estamos hablando de dos minas que, si bien es cierto que pudiesen haber sido explotadas a la vez en época romana (y posterior), son completamente diferentes. Hemos querido agruparlas en una única entrada dada la cercanía entre ambas, posibilitando esto que pudiesen estar relacionadas entre sí en su momento.
Las primeras referencias de una explotación minera antigua en Reocín nos llevan a 1856, cuando se descubre calamina en la zona. Por la tipología y geología de las minas de origen romano encontradas en la vertiente occidental de Cantabria (Mina de San Bartolomé y Mina Numa), se cree que estas explotaciones estaban dedicadas en su conjunto a la extracción de la calamina, mineral este último fundamental en la elaboración del latón y de extracción mucho más sencilla que el plomo. En 1889 aparecen las primeras menciones a galerías antiguas en Reocín y a la aparición de dos monedas de época imperial que, según se cita estaban "en aquellos momentos en poder de un tal Rebolledo de Torrelavega". Ya entonces existía la discusión de si el material excavado por los romanos era principalmente plomo (Lasaga Larreta, 1889: 44) o por el contrario era calamina como opinaba Carballo. Esta última sería la teoría más aceptada tanto para las minas de Reocín / Mercadal como para las de Udías. Aparecieron a finales del siglo XIX en Reocín galerías con estructuras de contención de roble, además de varias monedas y lucernas. Carballo también destacaba que las galerías encontradas se parecían a las de Las Médulas, tan bajas que un hombre o un caballo no podían pasar por ellas (Carballo, 1939: 81). Jose Manuel Iglesias y Juan Antonio Muñiz hacen referencia a finales del siglo XX a la aparición de una calzada o camino en la ruta Iuliobriga / Portus Blendium que podría funcionar como salida del mineral hacia el mar. Es curioso como el primero de ellos participó posteriormente en el comité que decidió tapar los únicos vestigios del entramado romano en la localidad de Suances, a donde llegaría esa calzada o camino.
No cabe duda de que la mina de Reocín, por todo lo comentado, tuvo un pasado romano inequívocamente. No obstante, el auge minero que sufrió durante más de un siglo ha llevado a la completa destrucción de todo aquello de lo que hablamos en los párrafos previos. Verdaderamente quienes tienen que protegerlo hoy en día tampoco hacen mucho por conservar lo poco que queda, todo lo contrario. Les preocupan más leyes pseodo-partidistas o quedar bien con el cacique de turno por si tira de la manta..Cantabria Infinita lo llaman.
La mina de Setares es el ejemplo perfecto de explotación minera de época romana en Cantabria. Y uno de los pocos junto con Morero I (en Peñacabarga), ya que del resto de minas de origen romano tales como mina Numa, mina de San Bartolomé o las minas de Reocín / Mercadal fueron destruidas debido a la incipiente actividad de finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Al menos nos quedan testimonios escritos y documentados de las mismas, además de una importante cantidad de materiales romanos que atestiguan la presencia del Imperio en nuestro subsuelo. En el caso de la galería de Setares, aún no investigada en profundidad, no han aparecido materiales concretos, pero es fácil entender el porqué de la aparición de varios miliarios y hallazgos romanos en las inmediaciones de la misma: En Otañes. La incipiente actividad de la cercana colonia marítima de Flaviobriga (en la cual poder cargar el mineral) y la vía que atravesaba la cercana localidad de Otañes, hacían que su ubicación fuese la idónea.
No en vano, la extracción de hierro en la enorme montaña se prolongaría a lo largo de la historia hasta terminar su actividad en el año 1965. Cual sería la envergadura de la mina de Setares en época contemporánea que en el año 1900 la localidad ubicada en el corazón de la mina tenia cerca de 1.500 habitantes, reduciéndose a 200 en el momento de su cierre. Callado está dicho que todos abandonaron la localidad (hoy en ruinas) en el preciso instante que las bombas se apagaron. Pero es cuanto menos curioso que la galería romana de Setares no corriese la misma suerte que las citadas previamente con el boom de la minera. Y eso que estuvo a punto dado que se cree en el año 1945 estuvo a punto de ser convertida en salida de emergencia de la conocida Mina Carmelita (contemporánea), con lo que parte de las pequeñas modificaciones y la inscripción que hoy vemos son debidas a esta circunstancia.
Su valor arqueológico fue descubierto por Javier Marcos Martinez en 1997 durante una de las prospecciones arqueológicas autorizadas por la Consejería de Cultura para evaluar el impacto ambiental relacionado con la instalación de un vertedero de residuos. Se publicaría en diferentes ocasiones a finales del siglo XX y principios XXI en varios artículos relacionados con la minera preindustrial, si bien es cierto que fue ganando peso paulatinamente como mina romana. Y desde entonces hasta nuestros días, nada de nada. Ni una panelización, ni una investigación mayor, ni interés por la misma. Allí está, inerte bajo maleza sin un futuro cierto. Más o menos como el túnel romano de Gerijuela, muy cerca de Velilla del Río Carrión, donde van a invertir 52.000€ para ponerlo en valor. Aquí, en Cantabria, invertiremos en poner un parque acuático (en la Comunidad Autonóma con menor horas de sol de España) del Paleolítico, mucho más cultural y beneficioso, donde va a parar..
Huele increíblemente a madera quemada. Los incendios que asolaron los Valles Pasiegos a finales de 2021 no se dejaron atrás el municipio de Miera. Todo lo contrario, fue uno de los más afectados. A medida que nos vamos acercando a La Veguilla el color negruzco de las laderas del Pico Redundio se hace más y más presentes. El monte bajo y los escajos quemados nos dan paso a una espectacular cavidad que prácticamente nadie conoce y cuyo potencial rupestre (manifestaciones incluidas) perece en los incendios que año tras año asolan la zona.
Su inclusión dentro de la zona arqueológica de El Puyo (con la consecuente declaración de Bien de Interés Cultural en el año 2014) de poco o nada valen. De hecho, no valen prácticamente ni para El Puyo, sin duda la mejor necrópolis de la Edad del Hierro en Cantabria. Ni tienen interés cultural ni están protegidos. Solo el sector más académico conoce lo que estamos perdiendo, si bien es cierto que los lugareños la conocen bien al igual que a la cercana Palenciana I. No en vano, desde hace décadas (quien sabe cuántas), han sido excavadas sistemáticamente para extraer arcillas con las que eliminar la acidez de los suelos del valle de Miera para su uso ganadero. Y no, no les culpo. Nadie les ha contado nunca lo que había ahí, nadie las ha protegido nunca y más que me pese, nadie las protegerá. El BIC – Bien de Interés Cultural es un instrumento paupérrimo si nadie lo aplica ni lo comunica, partiendo desde las administraciones.
La Palenciana II fue reconocida a finales del siglo pasado por miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica - CAEAP quienes pusieron de manifiesto algunos materiales que sugieren ocupación paleolítica ocasional, hábitat en etapas mesolíticas/neolíticas y uso hacia el Calcolítico / Edad del Bronce. Todo ello con la enorme dificultad de interpretar un yacimiento "vaciado" por la extracción de arcillas comentada previamente.
No cabe duda de que estamos en un yacimiento especial que no ha corrido nada de suerte y cuyo futuro y el de las pocas manifestaciones que le quedan está más que comprometido. Absolutamente nada ni nadie (bueno, tal vez algún político en cuanto vaya llegando la época de elecciones…y ya) garantizan la conservación de este Bien de Interés Cultural. Lo que si está garantizado es que año tras año las laderas de La Toba seguirán ardiendo, llevándose en algún momento por delante lo poco o nada que queda de su arte parietal.
Si conoces la cueva de La Palenciana te das cuenta de que su milenario pasado tuvo que ser fructífero. Grandes dimensiones, galerías secas y calurosas, grandes bocas que permiten que la luz del Sol entre a gran parte del espacio habitable, orientada hacía el Sur, a media ladera con grandes valles y el río a sus pies..una auténtica maravilla. Solo un problema, que a buen seguro que sus moradores resolvieron, no solo en esta cueva sino en gran parte de los valles del Miera (como así atestiguan la gran cantidad de oseras en las cuevas del Miera): Los osos de las cavernas. Hubo un tiempo en el que tanto Homo Sapiens como el Ursus Spelaeus compartieron espacio vital, y estos últimos querían hibernar en sus cuevas si o sí.
Pero en La Palenciana nunca sabremos si ambas especies vivieron en ella dado que el vaciado sistemático de las arcillas de estas cuevas para paliar la acidez de los suelos para uso agro-ganadero han hecho que lo a buen seguro fuese un yacimiento espectacular, no deje de ser un auténtico queso de gruyere. Se intuye que sí, pero el suelo del 99% de la cueva está vaciado, de modo que pocas oseras o ninguna quedan. Lo mismo ocurre con cavidades como la cercana Palenciana II, también vaciada para los citados menesteres.
Su interés arqueológico fue dado a conocer por el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – CAEAP a finales del siglo pasado y desde entonces hasta hoy poco o nada se sabe de la misma salvo que fue incluida dentro de la zona de protección arqueológica de la cueva de El Puyo en 2014 en la declaración BIC de esta última. Pero el ser incluido dentro de la zona de protección en un papel de nada vale, ya que las quemas sistemáticas de la ladera donde se ubica y el total desconocimiento de la sociedad en cuanto a que está "protegida" de nada valdrá. No en vano, se pueden apreciar calicatas actuales (hasta con una escalera de aluminio contemporánea) que dan a entender que las extracciones de arcillas de su interior se siguen llevando a cabo.
Una auténtica pena para una cueva (no solo ella sino el conjunto con La Palenciana II) y un entorno digno de poder ser admirado, respetado y al menos señalizado. Cantabria Infinita lo llaman…
La Pátera de Otañes es, sin lugar a dudas y con todos los respetos hacía el resto de los materiales de la misma cronología, el objeto romano con mayor relevancia dentro de los hallazgos coetáneos de Cantabria. Su la monumentalidad de sus escenas, su contenido, su epigrafía (tanto en el anverso como en el reverso, que muchos desconocen), el entorno de su aparición y, en definitiva toda ella, nos llevan a realizar la primera afirmación. Además, el halo de misterio y las incógnitas que aún alberga su texto epigráfico, la hacen mucho más llamativa.
Quien vería las caras de aquellos jornaleros que a finales del siglo XVIII fueron a sacar piedra al Pico El Castillo para construir las paredes del caserío del Prado, situado a los pies del citado monte y propiedad de Antonio Zacarías de Otañes. Tal fue el revuelo histórico que produjo este hallazgo (y el de otras piezas de plata que fueron vendidas a plateros de Bilbao, además de 7 miliarios) que el Ayuntamiento de Castro Urdiales se vió obligado a remitir un acta notaria a la sede de la Real Academia de Historia en el año 1826 para aclarar el hallazgo. Este documento, titulado "Información ad perpetuam rei memorimam de las antigüedades romanas halladas en el Valle de Otañes" (Leg. 1809, expediente 2, año 1826) posee todo tipo de detalles sobre las declaraciones de los testigos que décadas antes habían asistido a su hallazgo. Y ya aquí, comienzan las primeras contradicciones. El primer testigo alude que la Pátera junto otros objetos aparece en la falda Sur del pico mientras que Antonio Maria de Otañes (depositario de la pieza) había oído siempre a su padre que la pieza apareció entre las ruinas de un edificio antiguo demolido: La Torre de Lastramala. Esta fortaleza, cuyo origen se remonta al siglo XIII, estaba totalmente en ruinas y fue históricamente propiedad de la misma familia Otañes que siglos después descubriría la pieza.
A partir de este momento la Pátera de Otañes despierta un increíble interés entre la comunidad científica. En 1895 fue trasladada a Madrid para su estudio y posterior exposición en la Real Academia de Historia. No sería hasta un siglo después, en 1999, cuando volviese a ser mostrada al público en la exposición "Los Cántabros. La génesis de un pueblo" que se realizó en el Museo Diocesano de Santillana del Mar. Poco después, entre el año 2001 y 2003 estuvo depositada en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, volviendo a manos de la familia Otañes (propietaria desde su descubrimiento) quien la tiene custodiada en una entidad bancaria.
No cabe duda de que estamos hablando de la pieza con Mayúsculas del periodo romano en Cantabria. Si bien la teoría más aceptada de su hallazgo la lleva a las ruinas de la fortaleza del Pico Castillo…¿podría ser cierto que fue hallada en la falda Sur y la familia lo ocultó? ¿Dónde se encuentra el manantial de donde manan de las aguas de Umeri? ¿Qué otros objetos de plata se encontraron junto a ella?. No es solo la pieza, sino las incógnitas históricas que guarda y que aun la envuelven en su halo de misterio.
Entra en una cueva, sácate una foto dentro y estarás incurriendo en un delito. Recoge una pieza, entrégala y es posible que estés incurriendo en un delito (por prospectar visualmente). Revela información de una intervención arqueológica o prospección en curso antes de que tenga la Consejería el informe final y estarás incurriendo en un delito (así quedó reflejado en la última modificación de la Ley de Patrimonio de Cantabria, más propia de blindar posibles "lindezas y malas praxis" de la administración y ayuntamientos que no de blindar el Patrimonio). Destruye un yacimiento Inventariado, incluido en tu Plan General de Urbanismo y que figura en tu página web, intenta por todos los medios presionar (presuntamente) a la Comisión que estudia el caso e incluso a tu partido y al Gobierno de turno. Hazte el tonto alegando desconocimiento. Espera a que la denuncia que te ponen en la Fiscalía prescriba sin que se haga mucho ruido (otros ayudarán a que así sea) y no pasará nada. Bueno, miento. Obtendrás una ayuda de 2,5 millones de € para arreglar un palacio fantástico en tu pueblo haciendo entrever (más bien queriendo hacer ver, que ya poco) que te interesa la Cultura de tu municipio.
Esta es la historia, resumida en un párrafo, de lo que puedes hacer y lo que no en Cantabria y de las consecuencias que ha tenido hasta nuestros días la destrucción del único núcleo poblacional de época romana en Suances y uno de los pocos en Cantabria, que confirmaría la presencia de Portus Blendium en la localidad. Es decir, absolutamente ninguna consecuencia. El caso más documentado y mediatizado de destrucción de Patrimonio en Cantabria se salda con humo. Y ahora, en 2022, ve la luz un interesantísimo artículo en la publicación "Sautuola XXIV-XXV, año 2019 2020" que no hace más que refrendar lo que todos sabíamos: No estábamos ante "cuatro ladrillos y trozos de teja" como querían hacernos ver algunos. Estábamos ante un núcleo poblacional romano. Veremos a continuación toda la información de un excelente yacimiento que ha acabado siendo un parking y que no tiene vuelta atrás. "Parking Blendium" como habéis leído en este portal en demasiadas ocasiones.
El potencial arqueológico de Huerta Quintana o "Huerta del cura" es conocido desde hace décadas. En el año 1967 Miguel Ángel García Guinea, por aquel entonces director del Museo de Prehistoria y Arqueología, realizó una pequeña intervención arqueológica en el lugar donde obtuvo materiales de cronología romana y medieval. Entre ellos destacaba un denario de Plata del emperador Augusto, datado entre el 28-26 a.C. Es a partir de este momento en el Huerta Quintana adquiere peso entre las publicaciones arqueológicas de mediados / finales del siglo XX (Garcia Bellido et allí; 1970, Vega de la Torre, 1982, Bohigas Roldán 1986, Iglesias y Muñiz 1992, Fernández Ochoa y Morillo Cerdán 1994 , Ortiz en 1997 y un largo etc entre pequeñas citas y otros apuntes). Por este motivo se incluyó en el Inventario Arqueológico de Cantabria y en el propio Plan General de Ordenación Urbana del municipio en el año 1991. A partir de entonces, salvo las romerías celebradas en la conocida huerta, absolutamente nada dada la protección del lugar por la Ley de Patrimonio de Cantabria.
Y es en este punto donde, a finales de 2017, explota todo: Se inicia la construcción de un parking en el yacimiento sin pedir NINGÚN TIPO DE PERMISO a la Consejería de Cultura de Cantabria con lo que las obras se paralizan. Coincide este momento con la difusión por parte de este portal de la noticia..algo que se quería "tratar" en el mayor de los silencios, le estalla entre las manos a la Consejería y el Consistorio de Suances. Ambos controlados por dirigentes del PSOE. A partir de este momento, presión mediática, escritos oficiales donde la exconsejera advertía de las "diligencias" que se abrirían contra el consistorio y que nunca se abrieron, denuncia que se alarga en el tiempo hasta prescribir, más presión mediática ahora Nacional (en el periódico El País y La Sexta TV), presunta presión en la Comisión de Cultura que tenia que decidir si continuar o no con la obra, cartas a la Consejería de diferentes entidades (entre ellas incluidas la Asociación Profesional de Conservadores-Restauradores de España), etc. Y al final para darte cuenta de que, aún contando con ABSOLUTAMENTE toda la información habída y por haber, las pruebas perfectamente documentadas y detalladas y toda la opinión publica a favor de que se tomasen medidas legales sobre el parking de la infamia, la politización de la cultura y los favores políticos hacen que la Ley sea para unos y no para otros. Si esta es la Cantabria Infinita que nos venden, donde se sale impune de destruir uno de los pocos núcleos poblacionales romanos de la región, ya se la pueden meter…por debajo del Parking.
Uno de los mayores núcleos mineros de Cantabria ha sido, sin duda, Peña Cabarga y su entorno más próximo. Tanto en época contemporánea (con el permiso de Reocín y Udías) como en época romana. Además, una de las zonas donde más controversia se había generado (hoy más ampliamente superado) en relación a las fuentes clásicas. Concretamente en la obra Naturalis Historia de Caius Plinius Secundus (más conocido como Plinio el Viejo), procudaror Tarraconense que cita el antiguo territorio de Regio Cantabrorum en diferentes ocasiones. Uno de los pasajes habla directamente de la minería, en la que dice que "..esta piedra nace también en Cantabria. No es el verdadero imán que se encuentra en veta continua, sino otro que aparece en núcleos dispersos que llaman bulbatones. De todas las venas metalíferas, la más abundante en Cantabria es la de hierro. En la zona marítima que baña el Océano hay un altísimo monte que, parece increíble, todo él es de metal, como ya dijimos al hablar del Océano..". Afirmación que desde el siglo XVIII trajo de cabeza a propios y ajenos dado que unos defendían que la citada montaña se ubicaba en el cerro de Somorrostro (Bilbao) y por lo tanto el pueblo de los antiguos cántabros tenia un origen "vasco cantabrista", y otros lo ubicaban en el macizo de Peña Cabarga y Cabárceno donde realmente se cree que es.
Y a diferencia de las citadas áreas de Reocín y Udías (San Bartolomé y Mina Numa), donde la extracción en época romana se centraba en la calamina y en el plomo (en menor medida), en la mina que nos centramos hoy a buen seguro que la explotación se centraba en el preciado mineral de hierro. Y uno de los mejores ejemplos, junto con la mina de Setares, es la galería de Morero I. Testigo milenario que ha sobrevivido con suerte a la vorágine minera de toda esta zona. No en vano, el resto de galerías y vestigios milenarios identificados como "antiguos" perecieron ante las explotaciones de las compañías McLenan y Orconera Iron Ore Company Limited en el entorno de Peña Cabarga y Cabárceno. Es más, se cree incluso que la zona fue explotada mineramente no solo en tiempos de Roma, sino por los antiguos cántabros.
Y con todo, cientos (quien sabe si miles de personas) pasan a su lado por la S-30 todos los días sin saber siquiera que existe. La única galería catalogada como romana en el macizo de Peña Cabarga está entre bardales en la cuneta de la autovía que la "rozó" en su construcción. No obstante, con total certeza, aún quedan vestigios de esta actividad en todo el entorno, si bien el desinterés de las administraciones nunca nos lo permitirá descubrir. Están mucho más centrados en proyectos mineros que venden a bombo y platillo y que tienen el mismo futuro que la mina de Morero I: Ninguno.
Quien conoce la costa de Santander, desde el Faro hasta San Juan de la Canal (ya en el vecino municipio de Santa Cruz de Bezana), sabe que estamos en un lugar especial. No solo por su importancia geológica, paisajística y natural, la cual ha sido englobada en un proyecto como territorio aspirante a la red Mundial de Geoparques de la Unesco. Sino por algo más que desconocemos y que nos lleva una y otra vez a esa maravillosa Costa Quebrada. Quien sabe si es por la necesidad intangible de seguir visitando los mismos lugares que nuestros ancestros poblaron y utilizaron para explotar los recursos de la época. Unos recursos que abundaban en la citada franja costera y que a día de hoy no damos importancia alguna, si bien su valor arqueológico iguala, como mínimo, a su belleza natural.
Hoy hablamos de la Punta de Cabeza de San Pedro, un espectacular taller de sílex del Paleolítico Inferior / Medio que la gente no conoce. Un increíble enclave utilizado en la Prehistoria que hoy utilizamos como ruta natural y que desgraciadamente se está perdiendo a pasos agigantados por diferentes factores. Uno de ellos natural (la erosión eólica y la fuerza del mar, que arrastra los materiales que encuentra con su furia al fondo de este) y otro humano.
El yacimiento fue descubierto a principios de la década de los 70 por R. Vega de la Torre, quien publicó en el año 1975 una bella raedera bifacial de sílex en su artículo "Hallazgo de un útil prehistórico" (Sautuola I, Santander) además de citar la aparición de un raspador. Años después sería el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – CAEAP quienes estudiases el enclave, reafirmando la importancia del mismo como Taller Musteriense. Poco después se incluiría en diferentes publicaciones y..hasta hoy. Nada más. Un yacimiento con millones de restos de talla de sílex sin que nadie sepa de su importancia y estado de conservación.
Esperemos que, con la adecuación que esperemos que sufra la zona (siempre y cuando Costa Quebrada consiga su título dentro de la Red Mundial de Geoparques de la Unesco) no ocurra lo mismo que ocurrió con vecina zona de El Rostrio o el yacimiento de Las Antenas. Yacimientos estudiados, inventariados y de importancia…que fueron parcialmente destruidos en sendos "proyectos" de adecuación.
Todo el mundo ha oído hablar del derrumbe de la Peña (o Peñona) de Caranceja allá por el año 1930. Existen documentos gráficos y testimonios que nos hablan de aquella espectacular caída de toneladas y toneladas de piedra que sacó cantidades ingentes de agua del Rio Saja y que hizo temblar las cercanas casas de Golbardo, además de posibilitar la pesca de truchas y anguilas en las huertas cercanas. Una espectacular historia. Igual de espectacular es la historia del puente de Golbardo (prácticamente enfrente), construido entre 1902 y 1903 y que es el primero de España en emplear armadura rígida portante como soporte de hormigón. Por todo ello, fue declarado Bien de Interés Cultural. Otra historia digna de recordar.;
Y a tan solo unos metros, contemplando la construcción de uno y el derrumbe de la otra, la cueva de La Peñona de Caranceja. Una cavidad cuya historia nadie recuerda, aun albergando miles de años en sus entrañas sin que nadie haga hincapié en ella. Y no será porque no tuvo un pasado prehistórico digno de recordar, sino porque como casi todo lo relacionado con Cantabria que verdaderamente importa a nivel histórico, lejos de Memorias Históricas que dejan de lado a unos o lábaros de finales del siglo XX (no de los cántabros), queda aparcada en una cuneta. Y en el caso, no solo en sentido figurado. En La misma orilla de la carretera Nacional 634 (que en sucesivas ampliaciones ha ido destruyendo parte del yacimiento) se encuentra la cueva de La Peñona de Caranceja. Fue descubierta por Hermilio Alcalde del Río el 19 de Abril de 1903, recogiendo materiales en superficie desde el primer momento y reconociendo al instante el yacimiento paleolítico que albergaba. Meses después tanto él como Luis Sierra volvieron al yacimiento y realizaron diferentes sondeos donde diferenciaron dos niveles (Superior e Inferior) como veremos posteriormente. Décadas más tarde, en los 60, el grupo de la Sección de Espeleología Seminario Sautuola realizó varios sondeos en la primera sala sin obtener grandes resultados. A finales del siglo XX, el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – CAEAP identificó en un corte exterior una estratigrafía de ocupación más detallada. Y a partir de entonces, salvando la multitud de citas en diferentes publicaciones desde principios de Siglo XX..absolutamente nada.
Es curioso como el material utilizado en el puente declarado como Bien de Interés Cultural, es el culpable (junto con parte de la autovía A8) de la destrucción de otro espectacular yacimiento en lo alto de la Peña y del entorno de esta cueva (y otra denominada Peñona de Caranceja II): La mina de hormigón. Una paradoja que siempre nos lleva a la misma conclusión: Cantabria es una tierra con un potencial arqueológico increíble cuyos yacimientos sufren un abandono total si no tienen pinturas, grabados, o un Director palmero. Aún así, la llaman Infinita..
El valle de Toranzo es sinónimo de historia en Cantabria, sin ningún lugar a duda. Tan solo paseando por cualquiera de las dos orillas del río Pas te das cuenta de que estás en un lugar especial. Para quienes nos gusta la historia de las Guerras Cántabras y la romanización del territorio estamos ante uno de los mejores enclaves en los que ver de primera mano los escenarios de aquella fatídica contienda: El oppidum de la Espina del Gallego, el campamento romano de Monte Cildá, Las Matas del Castillo o El Campo de Las Cercas. Y no solo eso, sino que la presencia del conjunto tumular de Quintana de Toranzo, la aparición de la Estela de San Vicente, el hallazgo romano del Balnerario de Alceda y un largo etc de yacimientos nos transportan a una milenaria época donde los cántabros (y los romanos) habitaban este fértil valle.
Pero el enclave que nos ocupa hoy nos recuerda que estos hallazgos no son más que la punta de un Iceberg histórico del que solo conocemos una parte. Una pequeña porción que va siendo descubierta muy poco a poco, como el campamento romano de Pando. Oculto desde hace siglos y que en el año 2012/2013 apareció gracias al auge de las nuevas tecnologías y la, como denominan algunos, "arqueología de sofá". ¿Y esto que es? Sencillo: revisión de todas aquellas imágenes por satélite habidas y por haber (no solo existe el Google Maps) para detectar la presencia de estructuras no conocidas hasta el momento. Lo bueno de estas herramientas, cada día más avanzadas, es que te permiten ver una evolución de imágenes satelitales de los últimos 30 años con una calidad espectacular y acceder a fotografías de vuelos militares de la década de los 50 (por ejemplo).
Pero volviendo al campamento romano de Pando, su puesta en valor arqueológico fue llevada a cabo por el denominado Proyecto Agger (Jose Angél Hierro Garate, Rafael Bolado del Castillo, Enrique Gutiérrez Cuenca y Eduardo Peralta Labrador) quienes no solo sacarían a la luz este espectacular yacimiento, sino otros tantos importantes campamentos o castellum como Castro Negro, Vistrió o La Cabaña (este situado a apenas 1,5 kilómetros y que veremos en otra entrada). Al igual que los anteriores, fue presentado en "sociedad" en el I Encuentro Arqueológico Las Guerras Ástur-Cántabras (Gijón, Octubre de 2014) dentro la ponencia "Avances en la identificación de nuevos escenarios del Bellum Cantabricum". Desgraciadamente, además de la publicación en las actas del encuentro y de otras publicaciones posteriores muy puntuales en medios o en artículos científicos, nada más hemos sabido del campamento romano de Pando.
Lejos quedan ya los años donde la arqueología de las Guerras Cántabras copaba titulares de prensa y donde había cierto interés por parte de las administraciones correspondientes. Para nuestro pesar la arqueología relacionada con este tipo de enclaves, como si de una "vendetta" se tratase, queda relegada a las últimas posiciones si es que ocupa alguna en el muestrario del Gobierno de turno. La desmemoria histórica a la que nos han llevado en los últimos años unos y otros nos obligan a disfrutar tan solo de las espectaculares vistas que hay desde el campamento romano de Pando, desde donde podemos contemplar entre 4 y 5 yacimientos de una contienda histórica que quedará reducida a más escombros si el Gobierno finalmente lleva a cabo el parque eólico en el cordal de la Espina del Gallego. Cantabria Infinita lo llaman..
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