La cueva de La Lastrilla es uno de los iconos de la prehistoria, ya no solo del municipio de Castro Urdiales, sino de toda Cantabria. Esta majestuosa cavidad, conocida (como veremos a continuación) desde hace milenios por los pobladores de Samano e inmediaciones, es una maravilla tanto geológica como arqueológicamente. No en vano, hasta los antiguos moradores de la colonia de Flaviobriga (en el actual núcleo urbano de Castro Urdiales) eran sabedores de su existencia, constatándose restos de cerámica romana en el vestíbulo de la misma.
No obstante, su valor arqueológico fue puesto en valor a mediados del siglo pasado. Concretamente en la década de los 50 y 60, donde La Lastrilla se prospectó por el equipo de Camineros de la Diputación. Años más tarde sería prospectada y excavada por Felix Gonzalez Cuadra, quien localizaría el primer panel de grabados (además de excavar los enterramientos que citaremos más adelante). No debemos olvidar que, gracias al ego y la titulitis universitaria y administrativa del sector más "académico" de Cantabria, nos hemos visto privados de recuperar para la ciudadanía la colección Gonzalez Cuadra (ya fallecido). Esta colección estuvo a punto de ser recuperada y expuesta en Castro Urdiales y finalmente no se pudo llevar a cabo. No olvidemos que esta colección privada alberga increíbles piezas que ni siquiera alberga el propio Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria posee. Además, se perderá y diluirá por completo (en subastas y ventas privadas) dada la ineptitud e ineficacia de aquellos que quisieron (y quieren) demonizar todo aquello que hizo Gonzalez Cuadra hace ya más de 50 años. Volviendo a las investigaciones, a partir del año 1975 se encarga de su exploración el Grupo Espeleológico La Lastrilla (G.E.L.L.), quienes han realizado diferentes hallazgos tanto de manifestaciones de arte rupestre como de materiales arqueológicos de gran interés. A finales del siglo pasado, gracias al trabajo de divulgación y documentación realizado por Juan Tomás Molinero Arroyabe y Jose Francisco Arozamena Vizcaya, se publican diferentes documentos donde se indaga aún más en las investigaciones de la cavidad. Por último, ya en este siglo XXI, se ha llevado a cabo un gran proyecto de documentación y estudio global de las manifestaciones artísticas de la cavidad (Molinero y Arozamena 1993; Molinero 2000; Molinero et ali 2002; Montes et ali 2007; Garcia Diez et ali 2007), además de alguna que otra pequeña intervención arqueológica en el vestíbulo de la misma (Rasines, P.; Morlote, J.M. 2006).
No cabe duda de que nos encontramos en una cueva espectacular prácticamente desconocida fuera del ámbito académico. Una cueva que, incluso (dada su ubicación), podría ofrecernos algo más en relación a poder mostrar al público algo más que una "verja". No obstante, en Cantabria nos gusta mucho más presumir de trenes que nunca llegan, de minas de zinc que no existen…y en definitiva, de mucho humo y poca inversión cultural más allá de los proyectos de cabecera "afines" (que tapan mucho, por cierto). Cantabria Infinita lo llaman…
Nos encontramos ante una cueva de proporciones descomunales ya que forma parte de uno de los sistemas kársticos más grandes de Cantabria , con unos 13 kilómetros explorados y conocidos hasta hoy. Posee tres bocas orientadas al Este en la que se concentra gran parte del yacimiento conocido hasta hoy). Los materiales encontrados tanto en las diferentes galerias (correspondientes a las citadas bocas) abarcan un arco cronológico desde el Paleolítico Superior hasta época romana, pasando por el Calcolítico / Edad de Bronce. En el vestíbulo "principal" se localizaron dos enterramientos con ajuares funerarios. Hacía el interior apareció otro enterramiento más complejo, acompañado también por un ajuar óseo e industria lítica. Cabe destacar que de las excavaciones del mismo, realizadas por el citado Felix Gonzalez Cuadra, no se tiene un inventario detallado de las piezas encontradas. Si avanzamos hacia el interior, nos encontramos una pequeña sala donde apareció una pequeña vasija cerámica (aparecería otra completa en el vestíbulo de una de las bocas secundarias), una punta de flecha, una punta de lanza de bronce, un colmillo de jabalí con diferentes perforaciones además de una concha también perforada. Por último, hacia el interior, nos podemos encontrar con un interesantísimo yacimiento de oso de las cavernas.
Respecto a las manifestaciones de arte rupestre, llaman increíblemente la atención aquellas atribuibles al Paleolítico Superior, si bien posee un buen número de grabados/pinturas de épocas posteriores que son de dudosa cronología. Existen diferentes conjuntos de manchas y trazos rojos, no obstante destacan (de esta tipología / color) tres manos en positivo y la figura frontal de una cabra.
Los grabados están distribuidos por las diferentes galerías, destacando los encontrados en una estalactita a la derecha de una de las galerías. A unos tres metros de altura se pueden diferenciar partes de un uro, un ciervo, una cierva y lo que claramente se interpreta como una cabra. En otro bloque más al interior se ha encontrado un panel de grabados más finos donde parece vislumbrarse un pequeño conjunto de cuadrúpedos.
Es curioso como el Calero II, una de las cavidades con más renombre dentro de Cantabria, esta completamente olvidada. Con gran ilusión fui a sacar una foto de su boca y volví bastante desilusionado por cómo se encontraba su acceso. Una joya que sobrevivió a la explotación minera que yace abandonada a escasos metros y que por lo que parece (y ya ha sido denunciado), tiene "nuevos problemas" a los que enfrentarse. En diferentes ocasiones, y debido a la plantación de eucaliptos con la que convive (¿en serio una cueva con arte rupestre de 25.000 años está así?. Respuesta: En Cantabria SI), se ha denunciado que su techo se está viendo afectado por las raíces de estos arboles, que ya se dejan ver en diferentes puntos de la misma. Y no solo eso ya que la boca, como todo su entorno, se encuentra lleno de bardales y zarzas que dejan una paupérrima imagen de su boca.
Sea como fuere, fue descubierta en la década de los 90 del siglo pasado por miembros del CAEAP (Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica) y del G.E.I.S. C./R. Poco después, en el año 1995, un grupo de ambos colectivos dirigido por Jose Manuel Morlote y Emilio Muñoz realizarían un estudio sobre la misma, arrojando espectaculares resultados. Poco después, en el año 1997, sería declarada como Bien de Interés Cultural – BIC. En estos últimos años se ha ampliado el conocimiento de la cavidad, y queda pendiente la publicación y síntesis de todos los resultados que a buen seguro que dan alguna que otra sorpresa.
No cabe duda de que el Calero II es una de las joyas del arte rupestre en Cantabria. Ni su declaración como BIC (Bien de Interés Cultural) ni su inclusión dentro del INVAC (Inventario Arqueológico de Cantabria) ofrecen ninguna garantía ni legal ni conservacional sobre la misma. Todo ello independientemente de que tuviese que ser todo lo contrario, ya que ambas figuras recogen dentro de la Ley de Patrimonio de Cantabria 11/1998 que se han de exigir responsabilidades en los posibles daños que pueda sufrir, incluso por omisión de las administraciones…juzgad vosotros mismos la boca, su entorno y la reiteración en las denuncias de que los eucaliptos y sus raíces están afectando al techo de la misma. Cantabria Infinita lo llaman..
La cueva de Los Emboscados (Matienzo, Ruesga) es otra de las maravillas desconocidas de nuestra región. Cierto es que su valor arqueológico es patente desde hace décadas, pero no posee la relevancia mediática como otras cavidades coetáneas. Haciendo una pequeña valoración personal, imaginemos que en nuestros días apareciese un espacio con industria lítica, cerámica de la prehistoria reciente y grabados rupestres con diferentes manifestaciones animales. No quiero ni pensar en el despliegue de medios, publicidad y promesas, como lo sucedido con la cueva de Aurea (Peñarrubia), que esto conllevaría. Curiosamente, al igual que la última cueva citada, se encuentra en una zona de difícil acceso, incluso se procedió igualmente a su cierre preventivo como podemos observar en la imagen. A modo comparativo, al igual que en Los Emboscados, este es el futuro que le espera a la recién descubierta cueva en el desfiladero de La Hermida: Cierre (desde hace ya más de 17 años en el caso de Matienzo) como otras tantas y por consiguiente, olvido administrativo. Una auténtica pena..
Volviendo al yacimiento en sí, se encuentra ubicado en la ladera sur del denominado monte de Fuente Las Varas. Como hemos visto en otras publicaciones, estamos ante una zona con una importante presencia de materiales calizos, lo que ha conllevado el desarrollo de un importante sistema kárstico en el que aparecen innumerables cavidades como esta. En nuestro caso, el camino hasta el abrigo que precede a la cueva, es de difícil localización y acceso complicado. Justo aquí se apreciaban los restos de un pequeño refugio de piedra que pudo ser utilizado como vivienda en época contemporánea. Una vez nos asomamos hacia su interior, nos encontraremos con un angosto paso de unos 12 metros que nos transporta hacia una gran galería interior casi rectilínea con una estrecha bifurcación hacia la izquierda. A unos 125 metros de la entrada, en un tramo de unos 20 metros aproximadamente, se encuentra el panel de grabados descubierto por Peter Smith en el año 1979, donde se han podido documentar más de una docena de representaciones animales como veremos posteriormente. Paradójicamente, esta cavidad era conocida mucho antes por diferentes grupos de espeleología que no hicieron hincapié en esta maravilla. Incluso años antes, en 1975, L. Mills había encontrado un canto tallado o chopper (ver imagen) en el sector central de la cueva.
Sería a partir de estos hallazgos cuando la cueva de Los Emboscados tomase nombre propio para arqueólogos e investigadores, en cambio no tanto para la sociedad de Cantabria. Este precedente podría ser un buen espejo en el que reflejar los hallazgos producidos en estos últimos años: Gran expectación mediática inicial (prensa, reportajes, etc), altas expectativas turístico-culturales y al final..olvido administrativo. Estamos acostumbrados a oír hablar de las cuevas visitables como si no hubiese muchas más en Cantabria, dejando de la lado decenas de cavidades como Los Emboscados. Un ejemplo: El portal institucional "Turismo de Cantabria" nos invita a visitarla (cuando no es visitable) y nos la marca en el mapa al lado de unos apartamentos turísticos en Matienzo..¿no te lo crees?. Aquí lo tienes
La cueva de Cudón (Miengo, Cantabria) es una de las joyas olvidadas de nuestra región. Imaginemos el arco Cantábrico en el Gravetiense arcaico: una época fría en toda nuestra vertiente donde abundaban especies como el mamut y los capridos. Hablando de una cueva con arte rupestre podríamos atar cabos y, sin saber mucho más, pensar que en su interior existen diferentes representaciones animales capaces de dejarnos con la boca abierta..pues no, en Cudón no. "Que desilusión" pensarán muchos, sin siquiera saber que los últimos estudios en su oscuro interior nos acercan a una hipótesis de lo más fascinante. Una tendencia única y diferenciada en una época que, por definición, asociamos siempre a grandes artistas prehistóricos. Estamos hablando del aniconismo, una total ausencia de representaciones gráficas relacionadas con alguna creencia o elemento naturalista (animales, personas, etc) en particular. No confundir con "iconofobia", donde existe miedo o recelo a las imágenes o figuras citadas previamente, pudiendo incluso llegar a destruir cualquier representación de aquello que no comparte. De hecho, tras muchos estudios e interpretaciones, se cree que esa más que posible tendencia "anicónica" convivió con arte rupestre coetáneo a su época relacionado con motivos animales. Esto nos habla de una variante socio-cultural diferenciada, tal vez más unida a lo sensorial (como luego veremos) y espiritual…a su modo.
Volviendo a la cavidad, se sitúa por debajo de la carretera que une las localidades de Requejada y Miengo, justo en el núcleo urbano de Cudón (viva el entorno de protección). Se trata de un sumidero con una longitud total de unos 2 kilómetros, conformándose en su interior unas paredes y techos prácticamente lisos. Descubierta en 1929, fue posteriormente investigada por Alcalde del Río, H. Breuil, Obermaier y Carballo, quienes ya por aquel entonces hicieron hincapié en la existencia de algunas pinturas y del yacimiento arqueológico existente (sobre todo en el vestíbulo). Hasta la década de los años 80 del pasado siglo no fue documentada con cierto detalle (Muñoz, San Miguel y Gómez 1991), encontrándose de igual modo otro gran número de manifestaciones de arte rupestre. Desde el año 2011 el gabinete arqueológico GAEM lleva a cabo un estudio sistemático de esta cavidad tanto en el yacimiento arqueológico como en el análisis de las manifestaciones pictóricas, siendo ellos quienes plantean la hipótesis aniconista (con gran acogida) no solo de esta cueva, sino de otras cavidades coetáneas de la vertiente Cantábrica con representaciones similares que apoyan esta teoría.
Al día de hoy conocemos que su boca permaneció sellada como tal hasta su descubrimiento en 1929, realizándose pequeñas incursiones a través de pequeños accesos durante la Tardoantigüedad y la Alta Edad Media. Esta información se conoce sobre todo gracias a la datación de una serie de pinturas negras (carbonosas) datadas por Carbono 14 en esas épocas históricas y por algunos materiales hallados (en paradero desconocido) en las primeras excavaciones de los años 30. Los últimos estudios, dirigidos por Ramón Montes Barquín, revelan que el acceso desde el vestíbulo a las zonas interiores de la cueva pudo estar cegado durante el tramo final del Paleolítico Superior, pudiendo ser esta la razón por la cual no existe en esta zona registro grafico posterior al período Gravetiense. Todo lo contrario que en el citado vestíbulo, muy dañado por las excavaciones en los años 30, donde se encuentran niveles del Paleolítico Superior y Medio. No debemos olvidar una cita de Alcalde del Río (1934) donde también menciona la presencia de evidencias Magdalenienses, de las que tan solo se conserva una azagaya en el MUPAC.
Estamos, en definitiva, ante un increíble yacimiento que permanece en el olvido administrativo. Un ejemplo clarificador: Este mismo año (2014), en plena campaña electoral se dio a conocer el hallazgo de una pequeña cavidad con arte rupestre en el desfiladero de La Hermida, la cueva de Aurea. Menos de 20 m2 en una escarpada pared, prácticamente inaccesible, que fue visitada por el Presidente de Cantabria, el Consejero de Cultura y decenas de medios de comunicación. Video-reportaje incluido nos explicaron cómo las 2-3 representaciones pictóricas (esquemáticas) que albergaba serían uno de los motores económicos y de investigación del municipio de Peñarrubia…Cudón está al pie de la carretera y tiene más de 700 representaciones entre representaciones y grabados…y nadie se acuerda de ella.
Hace miles de años el actual municipio de Villaescusa y su entorno eran un lugar propicio para la vida. Cavidades en el entorno de La Castañera, La Peñona o el Mazo Morín (cueva de Morín y cueva del Oso) nos recuerdan su importancia desde los albores de la humanidad, ya no solo en cuanto a los hábitats ocupacionales de sus cuevas en la prehistoria, sino de la importancia de los ritos funerarios e incluso de la presencia romana milenios más tarde. La actividad minera en todo el entorno del macizo de Peña Cabarga, la cercanía y navegabilidad hasta La Concha de Villaescusa (aunque hoy en día no lo podamos apreciar) hicieron que el imperio romano también tuviese peso en la zona. Todo ello conocido ya por los antiguos pobladores de Cantabria en las inmediaciones del macizo en una de las etapas más apasionantes de nuestra historia: La Edad del Bronce y la Edad del Hierro. Como olvidar el Caldero de Cabárceno, uno de los iconos de nuestra tierra. ¿Qué porque esta pequeña síntesis espacio/temporal? Muy sencillo: Porque en menor medida, pero no por ello menos importante, la Cueva de la Llosa posee vestigios de todas estas épocas entre sus paredes. Y es curioso que, fuera del ámbito académico, sea una total desconocida.
No existe una fecha exacta sobre su descubrimiento, si bien se tiene la certeza de que fueron los miembros del CAEAP - Colectivo para la Ampliación de Estudios en Arqueología Prehistórica - quienes pusieron en auge su valor arqueológico a principios de la década de los 80 del siglo pasado. Años más tarde, en 1996, dentro de la elaboración del Inventario Arqueológico del municipio de Villaescusa, el gabinete arqueológico GAEM descubriría en su interior manifestaciones rupestres. De este modo se reafirmaría la importancia del yacimiento paleolítico encontrado en superficie previamente. Poco después se realizó una investigación en profundidad (tanto del arte rupestre como de los materiales hallados) donde participaron miembros del citado gabinete (Emilio Muñoz / Ramón Montes) y de la Universidad de Cantabria (César González Sainz / Roberto Cacho Toca). En los últimos años se ha hablado de la posibilidad de retomar los estudios (ver aquí) en la cavidad y así poder contextualizar diferentes estaciones rupestres pre-magdalenienses con similitudes, pero sin concretarse de momento nada de nada.
Nuevamente, y como ocurre en decenas de yacimientos de Cantabria, nos encontramos con una cavidad que aún alberga potencial en cuanto a su investigación y desarrollo arqueológico. Además, tal y como veremos a continuación gracias a sus materiales, con un arco cronológico que nos traslada desde el Paleolítico Superior hasta época romana.
Agradecimientos: Omar Dominguez Marcos
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