cargando

Pequeña boca de la cueva de la Peñona.

La cueva de La Peñona es una de esas cavidades que tiene un encanto especial. Tal vez sea su ubicación: un lugar tranquilo, sosegado, que emana encanto natural y paisajístico aun encontrándose a escasos metros de las localidades de Villanueva y La Concha y sus casas. O tal vez el más que probable componente espiritual de la cueva y su entorno, rodeada de pequeños enclaves protohístoricos con vestigios funerarios y pequeños (a la par que sencillos) ajuares acompañándolos. Tal vez sea todo..o tal vez nada. Lo que está claro es que, aún en pleno siglo XXI, sigue habiendo mucho desconcierto y desconocimiento sobre la cronología exacta de los covachos y pequeños recovecos que pueblan este promontorio rocoso. Y la cueva de La Peñona no iba a ser menos.

Fue descubierta entre la década de los 70 y 80 del siglo pasado por J.Puente y J.Herrán, quienes de un modo más o menos acertado realizaron ya por aquel entonces un sondeo arqueológico y localizaron las manifestaciones de arte rupestre. Poco después fue estudiada por T. González y J.A. Puente, quienes la dieron a conocer en el XX Congreso Nacional de Arqueología de Santander celebrado en el año 1989. El yacimiento (concretamente sus grabados) ha sido citado en varias ocasiones posteriormente dad que no hay consenso para encuadrarlo cronológicamente.

A modo de apunte, no quiero dejar pasar la ocasión de felicitar al Servicio Cántabro de Patrimonio en relación a este yacimiento. Días atrás, cuando me acerqué a sacar la foto de la boca y el entorno de la cueva, me llevé una desagradable sorpresa al llegar al enclave. Encontré un pequeño maletín de plástico a medio cerrar al lado de la boca. En su interior, con ciertos síntomas de llevar algún tiempo allí, una sierra radial bastante oxidada (ver imagen adjunta). Mi sorpresa fue aún mayor cuando desde el exterior detecté que la verja de protección estaba…abierta. ¡Habían roto la puerta!. Desde allí mismo llamé al Servicio Cántabro de Patrimonio para que, lo antes posible viniesen a detectar si el yacimiento y la cueva habían sido impactadas más aún si cabe. ¿La respuesta?. Prácticamente inmediata, ya que en menos de 3 horas se personaron en la cueva, verificaron el impacto (finalmente ninguno) en el interior de la misma y reestablecieron el candado de protección. Son pocas las veces que felicito a este servicio. Es más, suelo dar caña a la Consejería de Educación y Cultura por el paupérrimo estado de decenas y decenas de yacimiento (eso sigue igual). Pero en este caso, quiero dar mi sincera enhorabuena a todo el equipo.

Agradecimientos: Alis Serna

Bibliografía: "Después de Altamira: Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria". Federación ACANTO

 

Grabado original (previo a su deterioro) del Panel 1. Fuente: Después de Altamira: Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria

Nos encontramos ante una cavidad fósil de pequeñas dimensiones, de hecho ni su boca (de tan solo 1,5 metros de ancho) ni su interior son excesivamente monumentales. Tras entrar a un pequeño vestíbulo descendente de unos 8 metros de longitud por 2,5 de ancho, la cueva se prolonga por una única galería de unos 2 metros y medio de longitud hasta terminar en una pequeña sala de dimensiones similares. Es aquí donde se encuentra el potencial arqueológico de la cavidad, ya no solo a nivel de grabados sino a nivel del enterramiento que contiene. En este sentido, se habían amontonado una serie de rocas calizas a modo de túmulo bajo las mismas se obtuvieron los restos humanos correspondientes a un mínimo de 4 individuos. Además, estaban acompañados por pequeños materiales tan variopintos como adornos en hueso (2 caninos de ciervo perforados), pequeños fragmentos de cerámica a mano, conchas, tallas en sílex, restos de fauna y un fragmento de madera trabajada a modo de posible mango. Los restos de uno de los individuos fueron estudiados por J.L Prieto y se pudo determinar que nos encontramos ante una mujer de unos 40 años y que presumiblemente murió por traumatismo craneal severo. Por la tipología del enterramiento y por el estudio realizado se ha podido atribuir a la época del Calcolítico/Edad del Bronce.

En cuanto a los grabados, no existe consenso respecto a su cronología dado lo escaso y atípico del mismo. Ni siquiera se ha podido relacionar de manera clara con el enterramiento. Consta de tres paneles de grabados incisos:

  • Panel 1: Se sitúa a unos 15 metros de la boca, y fue parcialmente destruido poco después de su hallazgo. Parte del mismo fue encontrado casualmente en el suelo de la cueva por B. Madariaga, quien lo entregó al Departamento de Prehistoria de la UNICAN para su estudio y custodia. El conjunto completo está formado por trece incisiones profundas, verticales y paralelas, de entre 6 y 9 cm. A la izquierda se observan dos incisiones en forma abierta (una hacia cada lado) que se asemejan a una pareja de cuernos, pero sin contexto alguno. Dichas incisiones se complementan con dos pequeñas incisiones muy juntas situadas en la base de uno de los “cuernos” por su cara intera.

  • Panel 2: En la misma pared, muy cerca del fondo de la galería, se observa un panel compuesto por 12 líneas (o 13, según se interprete) dispuestas paralelamente y de modo horizontal. La serie esta cruzada por varios trazos oblicuos y paralelos siguiendo uno de los ejes.

  • Panel 3: Muy próximo al anterior, en el techo de la galería, nos encontramos nuevamente una serie de 11-12 líneas muy finas y dispuestas paralelamente.

VISITAS

Todos podemos disfrutar del entorno de la cueva de La Peñona, ya que aún sin ser un yacimiento visitable (refiriéndonos a un arqueo-sitio como tal) podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.

Info

   

Imagenes

DESTACADOS

  • EL PICO DE LA CAPIA

    El Pico de La Capía, conocido por casi todo el mundo como Pico Dobra, se encuentra en la divisoria entre los municipios de Torrelavega, Puente Viesgo y San Felices de Buelna. Es increíble como su inconfundible silueta ha sido durante miles de años un auténtico "imán" para todos, ya no solo para los excursionistas de hoy en día sino para los antiguos pobladores de Regio Cantabrorum. ¿Cuántos misterios esconde? ¿Tendrá una energía especial?. Ya la relación toponímica de "La Capía" deriva del castellano "capilla", pudiéndose relacionar esto con la posible existencia de algún elemento arqueológico como un santuario religioso o derivado.

    El primer descubrimiento en sus inmediaciones corrió a cargo del prehistoriador Herminio Alcalde del Río quien, en el año 1925, descubrió un ara romana con una inscripción votiva que donó posteriormente al Museo Municipal de Santander (hoy el MUPAC). No sería hasta el año 1949 cuando se publicase un estudio de dicha pieza, el cual ya daría a entender desde el inicio la importancia del hallazgo e incluso del enclave de La Capía. Si bien es cierto que la interpretación inicial sobre su cronología no fue la más acertada (año 399 d.C., se utilizó una datación consultar relacionada con Manlio y Eutropio en base a la inscripción "X de las calendas de Agosto, siendo cónsules "Ma.." y "Eu..") , se publicó un gran trabajo al respecto. No olvidemos que la arqueología de mediados de siglo XX no era tan exacta, ni mucho menos en la interpretación epigráfica, como la que tenemos ahora. Por este mismo motivo, arqueólogos e investigadores como González Echegaray o García Bellido eran reticentes a pensar que un ara de posible culto indígena estuviese erigida en pleno auge del cristianismo.

    Estas dudas fueron resueltas hace no muchos años, ya que se propuso un nuevo modo de interpretar la fecha consular, lo que dataría la pieza en el año 161 d.C, mucho más acorde a lo inscrito. Además, se matizó la lectura de la lectura de Vicanus Aunigainum, que sería un antropónimo con su cognatio y no necesariamente, como planteaba la primera interpretación, haría de Cornelius un habitante de un supuesto vicus Aunigainum (relacionado con la localidad de Ongayo en algunas lecturas, como recoge Jose María Blazquez Martínez). Es curioso además que, aun existiendo una bibliografía amplia sobre la pieza, hasta el año 1996 no se hizo un estudio para determinar la ubicación original de la misma, ya que siempre existieron teorías pero ninguna en firme. Se cree que pudo encontrarse en una pequeña llanura de la cima, la cual se encuentra amurallada y cuyos restos no han sido muy evidentes hasta hace pocos años. Aún asi, debido a que muchas informaciones recogidas se han transmitido oralmente, no se ha podido afirmar al 100% que este sea el lugar preciso.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)

    Agradecimientos: Gonzalo Saiz Garcia / Javier Perez Sedano.

  • EL OSTRERO

    El yacimiento de El Ostrero (Alto Maliaño, Camargo) tiene, sin duda, algo especial. Y no, no estamos ante un espectacular asentamiento repleto de restos constructivos o defensivos que nos muestren al menos un atisbo de su grandeza. La sencillez del mismo y el halo de misterio que lo envuelve no hace más que incrementar el interés que suscita a los amantes de la historia. Su ubicación, a media ladera de una pequeña loma que domina la desembocadura de la ría de Boo y la bahía de Santander, la hicieron ideal para el hábitat miles de años. Si miramos al Sueste, nos encontramos con la imponente sierra de Peña Cabarga. Al Suroeste, y a no mucha distancia, el conocido yacimiento de El Gurugú (uno de los puntos planteados en los cuales se cree que pudo producirse uno de los desembarcos en las Guerras Cántabras). Y sobre todo, al un kilómetro escaso en línea recta, con el complejo termal de San Juan de Maliaño.

    El valor arqueológico de El Ostrero fue descubierto por José Román Cavia en 1983, quien por aquel entonces encontró parte de pequeño montículo circular que había sido parcialmente arrasado por la cercana cantera y la construcción de un chalet cercano. Por extraño que parezca, esta "montonera" estaba conformada de diferentes materiales donde abundaba uno en concreto: los restos de Ostrea edulis, es decir: Ostra común. Se inicia entonces una excavación de urgencia, en el año 1984, bajo la supervisión del exdirector del MUPAC Miguel Ángel García Guinea y dirigida por Carlos Lamalfa Diaz. Dicha actuación, realizada con premura debido a que se había planteado que los terrenos fuesen allanados, arrojó unos resultados más que interesantes (que veremos posteriormente). Dichos hallazgos fueron reafirmados entre la década de los 80/90 donde miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – CAEAP encontraban materiales cada vez que verificaban superficialmente el entorno de los huertos circundantes.

    Y desde entonces hasta nuestros días, nada de nada. Como veremos a continuación, existe la posibilidad de que estemos ante el área de deshechos (o basurero) de un pequeño núcleo poblacional en el entorno más cercano de El Ostrero, y nadie de un paso al frente. Verdaderamente una intervención en estas praderas abriría un mar de posibilidades para conocer el pasado romano del entorno de la bahía, concretamente en una de las áreas que no ha sido edificada en el Alto de Maliaño. Pero no interesa, como siempre habrá que esperar a que o bien se destruya (como ocurrió con la Huerta de Quintana en Suances) o bien se incluya en algún plan "cultural" un año antes de cualquier proceso electoral..hasta que se olvide.

    Bibliografía: "El yacimiento de El Ostrero (Alto Maliaño, Cantabria). Memoria de excavación". Carlos Lamalfa Díaz, Emilio Muñoz Fernández, Carmen San Miguel Llamosas y Carmelo Fernández Ibañez. En El final de la Prehistoria. Ocho estudios sobre Protohistoria de Cantabria. Actas de la II Reunión sobre Arte Esquemático-abstracto (Santander, 1996). A.C.D.P.S.