
Huele increíblemente a madera quemada. Los incendios que asolaron los Valles Pasiegos a finales de 2021 no se dejaron atrás el municipio de Miera. Todo lo contrario, fue uno de los más afectados. A medida que nos vamos acercando a La Veguilla el color negruzco de las laderas del Pico Redundio se hace más y más presentes. El monte bajo y los escajos quemados nos dan paso a una espectacular cavidad que prácticamente nadie conoce y cuyo potencial rupestre (manifestaciones incluidas) perece en los incendios que año tras año asolan la zona.
Su inclusión dentro de la zona arqueológica de El Puyo (con la consecuente declaración de Bien de Interés Cultural en el año 2014) de poco o nada valen. De hecho, no valen prácticamente ni para El Puyo, sin duda la mejor necrópolis de la Edad del Hierro en Cantabria. Ni tienen interés cultural ni están protegidos. Solo el sector más académico conoce lo que estamos perdiendo, si bien es cierto que los lugareños la conocen bien al igual que a la cercana Palenciana I. No en vano, desde hace décadas (quien sabe cuántas), han sido excavadas sistemáticamente para extraer arcillas con las que eliminar la acidez de los suelos del valle de Miera para su uso ganadero. Y no, no les culpo. Nadie les ha contado nunca lo que había ahí, nadie las ha protegido nunca y más que me pese, nadie las protegerá. El BIC – Bien de Interés Cultural es un instrumento paupérrimo si nadie lo aplica ni lo comunica, partiendo desde las administraciones.
La Palenciana II fue reconocida a finales del siglo pasado por miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica - CAEAP quienes pusieron de manifiesto algunos materiales que sugieren ocupación paleolítica ocasional, hábitat en etapas mesolíticas/neolíticas y uso hacia el Calcolítico / Edad del Bronce. Todo ello con la enorme dificultad de interpretar un yacimiento "vaciado" por la extracción de arcillas comentada previamente.
No cabe duda de que estamos en un yacimiento especial que no ha corrido nada de suerte y cuyo futuro y el de las pocas manifestaciones que le quedan está más que comprometido. Absolutamente nada ni nadie (bueno, tal vez algún político en cuanto vaya llegando la época de elecciones…y ya) garantizan la conservación de este Bien de Interés Cultural. Lo que si está garantizado es que año tras año las laderas de La Toba seguirán ardiendo, llevándose en algún momento por delante lo poco o nada que queda de su arte parietal.
La Palenciana II no es una cueva al uso dado que su enorme boca principal hace que la primera galería y vestíbulo estén muy expuestos al anterior. Posee dos bocas, la principal de unos 9 metros de ancho por 5 metros de alto y orienta al Sur y otra mucho más pequeña que da al Suroeste. Posee un gran vestíbulo de unos 20 metros de ancho por 7 de longitud que avanza hacia la izquierda y nos lleva a una pequeña galería mucho más resguardada y pequeña.
Todo apunta a que el yacimiento se extendía por toda la cueva, si bien es cierto que al encontrarse la cavidad totalmente vaciada por la extracción de arcillas solamente se han podido examinar los "testigos" de la pared que se encontraban por debajo de la costra estalagmítica. Aún así se han encontrado gran cantidad de conchas, carbones y fragmentos de hueso. Pero el verdadero valor arqueológico que perdura en La Palenciana II y que se está degradando a pasos agigantados es su parte parietal. En la cornisa exterior derecha existe un panel con varias pinturas rojas muy desgastados y de difícil interpretación, entre las que se a valorado la hipótesis de que existiese un atropomorfo femenino (con muchas reticencias). Hacia el interior, en la misma parte derecha de la boca, existe un panel de grabados en perfecto estado donde hay diferentes rectángulos con líneas oblicuas de bella factura, además de otros grabados más gruesos que no se han podido interpretar.
Todos podemos disfrutar del entorno de la cueva de La Palenciana II, ya que no es un yacimiento visitable (debemos de tener precaución). Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.
Quien haya tenido la oportunidad de recorrer la Senda Verde (a orillas del río Pas) y levantase la vista entre las localidades de Penilla de Toranzo y Soto Irúz se habrá dado cuenta que, al lado de la enorme cantera (donde se aprecian a la perfección "testigos" de galerías y cuevas ya desaparecidas) existe una formación rocosa conocida como "Peñas de Penilla" que se eleva dominando el valle. Viajemos miles de años en el tiempo e imaginemos una incipiente población en torno al Monte Castillo, epicentro de la prehistoria en Cantabria. Una montaña caliza repleta de cuevas donde poder habitar, el rio a escasos metros y un enorme valle a sus pies donde poder cazar. Y ahora, desde lo alto de la "montaña sagrada", miremos al Este..¿Que nos encontramos a tan solo un kilómetro en línea recta?. Efectivamente, las Peñas de Penilla, cuyas laderas se encuentran orientadas al Sur y poseen las mismas similitudes (calizas, repletas de cuevas, a escasos metros del rio y un enorme valle a sus pies) que la anterior. Ahora bien, si en las grandes cuidades actuales tenemos el centro (lleno de vida y bullicio, lujosos áticos, tiendas, negocios, etc) y el extrarradio…¿pudo ser esta pequeña sierra el extrarradio de la "gran urbe" paleolítica que fue Monte Castillo?. Sin lugar a duda: SI.
Y es que quien haya tenido la oportunidad de visitar el entorno de las Peñas de Penilla podrá verificar de primera mano que cada pocos años, florece todo su esplendor milenario. ¿Cuándo? Desgraciadamente en cada tala de eucaliptos, donde las pistas se plagan de industria lítica y materiales que la maquinaría pesada va "sacando" a golpe de cazo y camión. Y entre todo este sinsentido patrimonial, aparece la pequeña boca de la cueva de Canto Pino, la cual permanece totalmente desapercibida entre zarzas y bardales hasta llegado ese momento.
El yacimiento fue descubierto por Hermilio Alcalde del Rio a principios de siglo XX. Así lo expondría Lorenzo Sierra en las Actas y Memorias del I Congreso de Naturalistas Españoles celebrado en Zaragoza en 1908) donde cita "En el mismo año de 1905, el Sr. Alcalde del Río recogió en dos cuevas en jurisdicción de Gruz, Ayunt. de Santiurde de Toranzo, part. jud. De Villacarriedo, abundante cerámica antigua". Posteriormente sería excavado por los Camineros de la Diputación, y en la década de los 80 serían los miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – CAEAP quien reconocieran la cueva y practicarían una prospección superficial. Y a partir de entonces…el mayor de los olvidos. De hecho, quien no conoce donde está la cueva, difícilmente la podrá encontrar.
Sin duda, la cueva de Canto Pino y su entorno en las Peñas de Penilla son unas auténticas desconocidas arqueológicamente hablando. Tuvieron la mala suerte de vivir a la sombra del gran icono (Monte Castillo) y de que su interior no albergaba pinturas (tan importante para los investigadores de principios de siglo XX y para los políticos de medio pelo del siglo XXI). Pero esto no resta su importancia arqueológica ni que, cada vez que se tala los eucaliptales, surga la posibilidad de que aparezca un nuevo e increíble hallazgo…a golpe de pala. Cantabria Infinita lo llaman..
Verdaderamente no está claro si debemos de incluir este enclave como yacimiento/cueva o como colector de aguas residuales. Si, si, has leído bien. Y con todo, estamos hablando de un municipio (Santillana del Mar, Cantabria) que lidera mundialmente el ranking de arte rupestre con la archiconocida Altamira, pero que por contrapartida esconde alguna que otra vergüenza como esta. Además, la cueva de La Raposa pudo ser clave no solo en el conocimiento del posible pasado romano de Vispieres, sino que también pudo albergar algún vestigio prehistórico ya perdido entre las aguas residuales que día si y día también transcurren por su interior.
Esta cavidad, conocida por los vecinos de la zona desde tiempos inmemoriales, fue investigada (espeleológicamente hablando) en la década de los años 60 por la S.E.S.S. – Sección de Espeleológica del Seminario Sautuola quienes por casualidad encontraron una punta de silex en su interior. Años después, miembros del C.A.E.A.P - Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica reconocería la cueva, encontrando nuevos materiales arqueológicos e identificando restos de pinturas negras. A partir de aquí, la cueva de La Raposa es incluida es diferentes publicaciones científicas como uno de los yacimientos a estudiar/conservar en nuestra comunidad autónoma. Pero en vez de eso, fue utilizada por el Ayuntamiento de Santillana del Mar como colector de aguas residuales, siendo este hecho denunciado por la A.C.D.P.S (Asociación Cántabra para la Defensa del Patrimonio Subterráneo) en varios medios de comunicación locales e incluso a través de la Consejería de Cultura de Cantabria. Incluso se escribió una carta al Ayuntamiento para reconducir la situación (hablamos de la década de los 90)..de nada sirvió.
Hoy en día, la cueva (o colector) de La Raposa es fácilmente identificable en la rotonda que nos lleva a la cercana localidad de Vispieres. Se reconoce por un bardal donde la humedad que baja por la cercana canalización marca el camino hacia el colector..quien sabe si donde tenemos una rotonda hay un yacimiento romano (todo apunta a que en las inmediaciones, luego veremos porqué) y donde está el colector un yacimiento prehistórico. De lo que no hay duda es que los materiales e indicios no sirvieron de nada para conservarla. Eso sí, tu no te acerques a la boca o entres ya que te podrían acusar de estar prospectando visualmente. Cantabria, esa tierra donde el doble rasero no tiene límite alguno…Infinita la llaman.
A medida que me dirigía hacia la cueva de Los Hornos no podía dejar de pensar en la grandísima cantidad de cuevas sepulcrales que existen en Cantabria. Y sobre todo del increíble abanico de miles de años que abarcan desde la Prehistoria hasta época visigoda, pasando por épocas especialmente abundantes como son la de la Prehistoria Reciente y que nos ocupa. Y es curioso como además, suelen ser las más desconocidas. "Si no tienen pinturas o grabados, no interesan a las administraciones" dice un buen amigo mío (por desgracia no le falta razón). Y mientras iba haciendo esta reflexión, me pare a observar el espectacular paisaje y la ruta tan bonita que nos conduce hasta la boca de la cueva de Hornos, un espectacular yacimiento en un entorno envidiable en lo paisajístico a menos de 15 minutos de Santander.
Su valor arqueológico fue descubierto a finales de la década de los 60 (1969) por J. Herreros, quien encontró en su interior varios cráneos humanos. Este hallazgo fue recogido posteriormente por J. León García en el catálogo espeleológico de Cantabria. Décadas más tarde, ya en los años 80 del siglo pasado, el C.A.E.A.P. - Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – se adentra en sus entrañas y encuentra nuevamente materiales arqueológicos.
Y desde entonces hasta nuestros días…nada más. Supongo que su protección y estudio pueda posponerse en favor de cuevas mucho más "atractivas" en lo arqueológico o periodístico. Todo aquello que pueda dar un excelente titular (aunque luego se cierre y no se vuelva a saber) supongo que sea mucho más interesante, donde va a parar. Independientemente de que la ruta que nos lleva hasta la humilde boca de la cueva de Los Hornos sea espectacular para cualquier turista al que le guste la naturaleza, ¿para que gastar dinero en un pequeño panel con su historia?. Cantabria Infinita lo llaman..
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