
La cueva de Cofresnedo (Matienzo, Ruesga) es uno de los yacimientos más impresionantes de nuestra región, ya que la variedad tanto material como cronológica que abarca es prácticamente inigualable. Si a eso le sumamos sus increíbles formaciones de estalagmitas, estalactitas, concreciones pavimentarías y un gran número de elementos morfológicos de gran belleza, nos encontramos ante una cavidad difícil de igualar. Su ubicación, a unos 235 metros sobre el nivel del mar y con unas excelentes vistas sobre el valle de Matienzo, hicieron de Cofresnedo un hábitat idóneo para sus antiguos pobladores, quienes enseguida se dieron cuenta de los recursos de los que disponían.
La primera cita sobre cavidades en su entorno inmediato se produjo en el siglo XIX, concretamente en el diccionario de Madoz (1848). No obstante, tendría que pasar cerca de un siglo hasta que se realizasen las primeras prospecciones en la zona. A principios de los años 60, el equipo de camineros de la Diputación Provincial dirigidos por García Lorenzo realizaría esta labor, de la cual desgraciadamente no tenemos hoy en día ningún tipo de documentación. Seria a partir de entonces cuando la actividad arqueológica en la zona se disparase gracias a las diferentes expediciones espeleológicas en esta cueva y otras del entorno, llegando incluso hasta nuestros días. A modo de curiosidad, fue tal la relevancia de estas tareas que en incluso aparecieron en el noticiario NO-DO, concretamente en Septiembre de 1965. En ese mismo año la conocida S.E.S.S. (Sección de Espeleología del Seminario de Sautuola), grupo creado por el antiguo director del Museo Provincial de Prehistoria Miguel Ángel Guinea, recogió gran cantidad de fragmentos de cerámica prehistórica y algunos restos humanos. Del mismo modo, se sondeó el vestíbulo de la cueva (que veremos más adelante), pudiéndose apreciar incluso hoy en día parte de la cata realizada por aquel entonces. Ya en los años 70, las expediciones espeleológicas británicas (E.E.B.) comenzaron su labor en el entorno de Matienzo, produciéndose casi de inmediato hallazgos relevantes ya no solo en Cofresnedo sino en cuevas como Ruchano (espada de bronce), Los Emboscados (arte rupestre), la torca de Seldesuto (punta de lanza) y un larguísimo etc. Serian ellos, en colaboración con el Grupo de Espeleología e Investigaciones Subterráneas “Carballo/Raba” quienes en el año 1981 descubriesen el arte esquemático-abstracto de la cueva, siendo este el punto de partida de una serie de hallazgos conjuntos que nos trasladan hasta principios del siglo XXI.
Estamos, en definitiva, ante una cavidad única en Cantabria. Sus diferentes niveles de habitación, de momentos antiguos del Paleolítico, del musteriense y del auriñaciense, paneles con pinturas paleolíticas, restos de un yacimiento mesolítico en su boca, enterramientos de la Edad del Bronce, restos de urnas de la Edad del Hierro e incluso su utilización ritual en la tardoantigüedad y en la Edad Media, convierten a Cofresnedo en un elemento icónico de nuestra región. Desde hace años tenemos la gran suerte de que su cierre/vallado preservan parte de su milenario pasado, aunque desgraciadamente ha sufrido algún acto de vandalismo posteriormente (ver imagen adjunta). Esperemos que estos incidentes en el futuro sean aislados y permitan a generaciones futuras seguir estudiándola.
Llama poderosamente la atención su boca, de unos 3 metros de alto por 22 de ancho. Su orientación Este-Sur-Este la protege de los fríos y predominantes vientos del Norte, haciendo de esta cavidad como bien apuntábamos antes un lugar perfecto para su hábitat. Frente a su boca, aún en el exterior, nos encontramos con una plataforma en forma de cuarto creciente de unos 8 metros de anchura máxima.
Una vez dentro nos encontramos en primera instancia con un amplio vestíbulo de aproximadamente 1.000 m2. Su superficie, prácticamente plana, posee un suave desnivel hacia su interior. Al fondo del vestíbulo la cueva se estrecha y se convierte en una amplia galería que posee una anchura media de 20 metros. Esta galería será la que, aun realizando varios quiebros y cambios de rumbo, nos lleve hasta el final de la cueva en un recorrido aproximado de 275 metros en total, siendo escasas las galerías laterales que podemos encontrar. Lo que al comienzo de la cueva era una superficie más o menos llana, se convierte en la zona media en un caos de bloques que dificultan bastante su recorrido. A partir de este punto las coladas laterales se unen con las diferentes columnas durante una docena de metros.
Siguiendo hacia el interior, nos encontramos con la conocida como “Sala Pendants”, situada en el lateral derecho de la cavidad. Esta sala es uno de los lugares más llamativos visualmente hablando, ya que tanto su techo como el color blanco que adoptan las formaciones (debido a la calcita) son un auténtico espectáculo. A partir de este punto la cueva se estrecha nuevamente, aunque a diferencia de lo recorrido anteriormente es más “accesible” y asciende ligeramente.
Desde su descubrimiento, la cueva de Cofresnedo ha sido estudiada en profundidad durante años. Las primeras referencias sobre una intervención arqueológica nos trasladan a la década de los 60, concretamente al año 1964, cuando la expedición realizada por la S.E.S.S. encuentra abuntante cerámica en su interior. Sería a partir de entonces (un año después) cuando comenzase la actividad más allá de la prospección, realizando el mismo grupo espeleológico diferentes catas. Todas ellas fueron estériles (no proporcionaron materiales) salvo la realizada en la boca de la cueva, en la que apareció una capa negruzca de tierra que podría corresponder con un antiguo nivel de ocupación humana. En esa misma intervención, se recogieron un lote de restos óseos y más fragmentos de cerámica.
En la década de los 80, miembros del grupo C.A.E.A.P. (Peter Smith, Emilio Muñoz y J.Peñil) vuelven a investigar el interior de la cavidad, documentando además de restos cerámicos y óseos (nuevamente) una serie de manifestaciones de tipo “marcas negras”. Paralelamente, la sección de Espeleología de la Universidad de Manchester (agosto de 1982) recoge varias piezas metálicas fragmentadas e incluso algún resto humano. Un año después, Peter Smith localizó un anillo metálico, una cuenta de collar de pasta vítrea (similar a la de Hinojedo o Monte Bernorio), un sílex en la superficie de la cavidad, una mandíbula humana y un clavo de cobre/bronce, materiales que fueron incluidos en un exhaustivo estudio por parte de su descubridor (Smith, 1985).
La década de los 90 sería una de las más prolíferas en su estudio. En Octubre del año 1991, nuevamente el citado investigador encuentra una serie de manifestaciones parietales que fueron adscritas al ciclo esquemático-abstracto. Del mismo modo, miembros del C.A.E.A.P junto con algunos componentes de la Expedición Británica a Matienzo, identificaron un conjunto de pinturas rojas (Paleolítico) en el vestíbulo así como los restos de un sorprendente cesto de mimbre cementado conservado en el suelo de la cavidad, concretamente en su parte más profunda.
Las últimas campañas realizadas se desarrollaron entre los años 2000 y 2001, siendo una de sus principales labores realizar una topografía exacta (basada en la realizada por los miembros de la Expedición Británica a Matienzo) de la cavidad, la limpieza del área del vestíbulo (parcialmente “contaminada” por las labores de ganadería de la zona), además de la realización de diferentes catas y sondeos en los cuales se siguieron obteniendo increíbles resultados.
Cualquier aproximación al total de materiales recuperados durante los diferentes estudios coparía una monografía de páginas y páginas: Restos óseos faunísticos y humanos, grandes cantidades de industria lítica y ósea (raspadores, raederas, piezas de dorso, perforadores, etc), cerámica y metálica (una gran hoja de puñal y un hacha de hierro, una punta de flecha de cobre/bronce, un anillo, un regatón de hierro, una placa decorada, etc).
La cueva de Cofresnedo no es un yacimiento visitable como tal, aunque todo el mundo se puede acercar a su maravillosa boca y contemplar su inmenso vestíbulo. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.
La cueva de El Covarón, conocida también como cueva del Haya o La Covarona, es uno de los máximos exponentes de Cantabria en cuanto a la Edad del Hierro se refiere. Y curiosamente en un entorno donde podemos encontrar infinidad de ejemplos sobre hallazgos en cuevas en este periodo (Abrigo del Puyo, cueva de La Puntida, cueva de Cigudal, Las Regadas…etc) pero donde aun no se ha encontrado ningún hábitat relacionado con las mismas. Este aire de misticismo (dado el enorme desconocimiento al respecto) hace que tanto El Covarón como todo el entorno de la Peña de Yagos sea aún una auténtica incógnita arqueológica de un puzzle del que solo se tienen cuatro o cinco piezas (cuevas).
Tanto la cavidad como el valor arqueológico de la misma fue descubierto por miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica - CAEAP en el año 1982, momento en que recogerían en superficie la gran mayoría de los materiales conocidos en nuestros días. Pocos años después, en 1988, sería incluida en la Carta Arqueológica de Cantabria además de ser incluida en diferentes publicaciones de referencia como en el "Catálogo topográfico de las cavidades con interés arqueológico: Besaya-Miera (Zona II)" del Boletín Cántabro de Espeleología nº8 del año 1987 (redactado por Emilio Muñoz, Carmen San Miguel y José Gomez Arozamena) o "Estudios, patrimonio e inventario de las cavidades del municipio de Miera" del Boletín Cántabro de Espeleología nº 10 del año 1994 (redactado por Virgilio Fernández Acebo) entre otras. No obstante, independientemente de haber sido incluida como cueva de referencia en cuanto a la Edad del Hierro en Cantabria en diferentes publicaciones / artículos, nunca se ha realizado ningún tipo de intervención en la misma.
No cabe duda de que nos encontramos ante una auténtica maravilla aún por descubrir. El mayor problema en este tipo de cavidades es que "el titular" que pueden arrojar no interesa al político de turno, más preocupado de justificar la paupérrima inversión arqueológica en Cantabria con hallazgos de "pinturas rojas", guerreros visigodos (aunque para ello tengan que ocultar y mentir con un hallazgo de hace 6 años) o algo con lo que poder contentar en su editorial del Diario Montañés. La Edad del Hierro no cuenta ni dentro ni fuera de las cuevas..bueno si, solo para publicitar a los cántabros como un pueblo aguerrido al igual que sus antepasados a los que, ciertamente, tienen abandonados. Cantabria Infinita lo llaman..
La cueva de Coventosa es una de las cuevas más espectaculares de todo Cantabria y del Norte de la Península. En este caso estamos ante uno de los referentes espeleológicos de nuestra región, además de una de las cavidades con interés arqueológico en uno de los periodos más fascinantes: La Edad del Hierro. No obstante, no podemos obviar que sus más de 32 kilómetros de desarrollo total y su laberíntico trazado, con un desnivel de más de 800 metros, son el paraíso de todo experto espeleólogo. Todo ello único a la fuerte corriente de aire que sale a través de su boca (increíble por cierto y que además le da nombre) hacen de Coventosa una cavidad difícil de igualar.
Su interés arqueológico fue descubierto por casualidad en la década de los años 30 del siglo pasado, cuando un lugareño halló ocultas rejas de arado y una punta de lanza de adscripción romana (todo ello de hierro). En el año 1950, los Camineros de Diputación realizarían la primera excavación en el vestíbulo, ampliándose el yacimiento hacia el interior de la galería en el año 1981 cuando los miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica CAEAP estudiaron el enclave.
A partir de aquí, diferentes noticias relacionadas con "incidentes espeleológicos" en su laberíntico recorrido..y poco o nada más en lo arqueológico. Lo que está claro es que el yacimiento de la Coventosa tiene mucho más que aportar, si bien no interesa mediática o culturalmente. Yacimientos de la Edad del Hierro en cuevas como el abrigo del Puyo, La Soterraña, El Covarón o Cigudal (entre otras) se encuentran a merced del paso del tiempo sin mayor atención.
Verdaderamente no está claro si debemos de incluir este enclave como yacimiento/cueva o como colector de aguas residuales. Si, si, has leído bien. Y con todo, estamos hablando de un municipio (Santillana del Mar, Cantabria) que lidera mundialmente el ranking de arte rupestre con la archiconocida Altamira, pero que por contrapartida esconde alguna que otra vergüenza como esta. Además, la cueva de La Raposa pudo ser clave no solo en el conocimiento del posible pasado romano de Vispieres, sino que también pudo albergar algún vestigio prehistórico ya perdido entre las aguas residuales que día si y día también transcurren por su interior.
Esta cavidad, conocida por los vecinos de la zona desde tiempos inmemoriales, fue investigada (espeleológicamente hablando) en la década de los años 60 por la S.E.S.S. – Sección de Espeleológica del Seminario Sautuola quienes por casualidad encontraron una punta de silex en su interior. Años después, miembros del C.A.E.A.P - Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica reconocería la cueva, encontrando nuevos materiales arqueológicos e identificando restos de pinturas negras. A partir de aquí, la cueva de La Raposa es incluida es diferentes publicaciones científicas como uno de los yacimientos a estudiar/conservar en nuestra comunidad autónoma. Pero en vez de eso, fue utilizada por el Ayuntamiento de Santillana del Mar como colector de aguas residuales, siendo este hecho denunciado por la A.C.D.P.S (Asociación Cántabra para la Defensa del Patrimonio Subterráneo) en varios medios de comunicación locales e incluso a través de la Consejería de Cultura de Cantabria. Incluso se escribió una carta al Ayuntamiento para reconducir la situación (hablamos de la década de los 90)..de nada sirvió.
Hoy en día, la cueva (o colector) de La Raposa es fácilmente identificable en la rotonda que nos lleva a la cercana localidad de Vispieres. Se reconoce por un bardal donde la humedad que baja por la cercana canalización marca el camino hacia el colector..quien sabe si donde tenemos una rotonda hay un yacimiento romano (todo apunta a que en las inmediaciones, luego veremos porqué) y donde está el colector un yacimiento prehistórico. De lo que no hay duda es que los materiales e indicios no sirvieron de nada para conservarla. Eso sí, tu no te acerques a la boca o entres ya que te podrían acusar de estar prospectando visualmente. Cantabria, esa tierra donde el doble rasero no tiene límite alguno…Infinita la llaman.
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