El recinto de Las Matas del Castillo (Corvera de Toranzo / Anievas) se encuentra ubicado en el corazón de uno de los mayores frentes conocidos hasta hoy de las Guerras Cántabras: El asedio a la Espina del Gallego. Su importancia tanto histórica como arqueológica es aún un misterio, me atrevería a decir incluso que muchos lo considerarían un diamante en bruto y otros tantos siquiera pondrían sus ojos sobre él..y ambos tendrían razón al día de hoy. Existen muchas cuestiones alrededor de Las Matas del Castillo que analizaremos más adelante, sobre todo haciendo hincapié en su posible cronología y tipología “campamental”.
El asentamiento se encuentra a 661 metros sobre el nivel del mar, concretamente en lo alto de pequeño cerro con un gran dominio visual y estratégico de la zona. Al norte del mismo, a unos 4 kilómetros en línea recta, se encuentra el campamento romano del Campo de Las Cercas. En la vertiente contraria sorprende la gran panorámica que nos ofrece de la Espina del Gallego, importante castro y posterior campamento romano que se ve perfectamente aun encontrándose a más de 5 kilómetros de distancia en línea recta. A Este y Oeste domina los valles de Toranzo y Anievas, completándose así el citado dominio estratégico que ofrece. Fue descubierto por Eduardo Peralta Labrador en los primeros años del siglo XXI, gracias sobre todo a las prospecciones y fotografías aéreas realizadas por el mismo en el entorno.;
No se ha realizado sobre él ningún tipo de investigación arqueológica in situ, de modo habrá que ver que nos depara el futuro. Esperemos no tener que esperar a los primeros años del siglo que viene..
Como se puede apreciar en la imagen, el recinto de Las Matas del Castillo forma gran estructura rectangular con ángulos ligeramente redondeados, orientándose su eje mayor al SSW-NNE. Está rodeado casi en su totalidad por una vaguada natural que actúa a modo de foso, excepto en el sector Sur-Sureste donde predominan las ligeras pendientes. Las profundidades de dicha vaguada son en algunos puntos bastante notables, alcanzando incluso los 12 metros. Visualmente no se alcanza en todos los puntos a diferenciar este potente “foso”, ya que tanto arboles (avellanos en su gran mayoría) como otros arbustos cubren el mismo y parte del derrumbe de muralla, dibujando así un recinto bastante definido. Aún así, si ahondamos en dicha arboleda, nos encontramos con unas defensas muy robustas, compuestas siempre de un terraplén o agger precedido de una plataforma de nivelación con anchuras en torno a los 15 metros en muchos puntos. En el sector norte es donde mejor se pueden apreciar estas características, apreciándose además un gran derrumbe de la estructura hacia la cara externa.
Se cree incluso que Las Matas del Castillo pudo estar dividido en dos recintos consecutivos, los cuales diferenciarían claramente el sector de la cima de unas 6.8 hectáreas de otro más bajo y de 1.7 hectáreas aproximadamente.
Es en este punto donde hay mayor diversidad de hipótesis. No se han encontrado materiales que puedan ayudar a datar cronológicamente el recinto de Las Matas del Castillo. De todos modos tenemos que destacar que, a diferencia de los yacimientos de Campo de Las Cercas, La Espina del Gallego y Monte Cildá con los que comparte entorno, el sustrato rocoso (calcáreo) de este recinto es mucho más apropiado y menos agresivo para la conservación de los materiales, de modo que en el caso de una futura intervención se espera poder afinar en este sentido.
En base a los datos que existen hoy en día, si atendemos a sus características morfológicas y a su cierta regularidad de proporciones (además de su gran tamaño y ángulos ligeramente redondeados) se puede interpretar como una construcción relacionada con el mundo militar romano. .o no. Hay varios factores, como la envergadura y anchura del aparato defensivo, que inclinan la balanza del lado del mundo indígena (prerromano), de modo que es prácticamente imposible datarlo antes de cualquier intervención arqueológica. No olvidemos que existen muchos recintos defensivos donde no se han encontrado apenas (o ninguno) materiales que puedan ayudar en su datación y que han podido ser clasificados perfectamente en base a su tipología..o este el caso, seguiremos esperando.
Todos podemos disfrutar del recinto de Las Matas del Castillo, ya que aún sin ser un yacimiento visitable (refiriéndonos a un arqueo-sitio como tal) podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.
El recinto fortificado de San Isidro es una de las maravillas arqueológicas de Asturias. Tal vez no sea ni el más extenso ni el más prolífero en cuanto a materiales se refiere, pero su técnica constructiva y su más que posible utilización en la época del auge minero le convierten en un enclave especial. Incluso en nuestros días, las diferentes interpretaciones de su hábitat han dado un giro de 180º desde su uso meramente indígena (un castro como tal) a su más que probable utilización por parte del ejército romano. Es por esto mismo por lo que, siendo puristas, no podemos decir que estamos ante el "castro de San Isidro", dejémoslo en recinto fortificado hasta que futuras intervenciones o análisis nos puedan dar una cronología más exacta.
Se localiza a unos 700 metros de altitud sobre un cordal que separa los concejos de Pesoz y San Martín de Oscos, muy cerca de la población de Bousoño. Al igual que el cercano Pico da Mina, a escasos 200 metros, fue excavado parcialmente a finales de los años 80 bajo la dirección de Elías Carrocera. En dichas intervenciones y diferentes sondeos del "Plan arqueológico del Navia" aparecieron interesantes materiales tanto cerámicos (siglo I d.C.) como numismáticos (¿Galieno del siglo IV d.C.?) que llevaron a Carrocera a interpretar el yacimiento en un contexto vinculado a la minería de oro en la zona. Incluso se afirmaba que la "importación" de la técnica constructiva de las defensas mediante piedras rocas puntiagudas probaría el origen meseteño de sus habitantes. Pero..¿en qué consiste esta técnica?. Los campos de piedras hincadas o "caballo de Frisia" son un tipo de estructuras defensivas muy típicas de la Protohistoria en Europa que consiste en clavar numerosas piedras con punta para dificultar el acceso de caballos o tropas hacia las murallas de un recinto. De este modo, cualquier guerrero tanto a pie como a caballo podrían lastimarse al intentar rebasarlas, incluso mermaría su movilidad mientras tanto y así se les podría atacar desde lo alto de la muralla. Curiosamente es una técnica defensiva ha sido utilizada durante siglos del mismo modo e incluso evolucionando hasta nuestros días. Por ejemplo, existen obras de finales del siglo XVIII donde se hace referencia directa a "un antiguo fuerte defendido por piedras puntiagudas", incluso las conocidas "X" anticarro (erizos checos) que todos conocemos de la batalla de Normandia son una evolución moderna de este tipo de defensa.
En el caso del recinto de San Isidro, nos encontramos ante el primer y único ejemplo de estructuras defensivas con piedras hincadas de toda Asturias. En Cantabria tenemos ejemplos de esta tipología aprovechando la orografía natural, ya que podemos observar como los antiguos cántabros aprovecharon los puntiagudos lapiaces que afloraban tanto en el Cincho de Yuso o en el castro de las Lleras (por ejemplo).
Volviendo a las interpretaciones y estudios, en 2007 el arqueólogo e investigador Ángel Villa Valdés defiende que debido a la cronología de los materiales hallados (siglo I d.C) es posible que nos encontremos ante un contexto militar romano ligado al control visual y explotación de las minas de oro cercanas. No olvidemos que en el vecino pueblo de Arruñada existe un increíble conjunto minero donde se conservan el canal de abastecimiento a la explotación, el depósito y un gran corte abierto en la montaña. Otras hipótesis (Fanjul 2015) apuntan a que nos encontramos ante un enclave perteneciente a la Segunda Edad del Hierro, ya que tanto los materiales como las estructuras defensivas podrían corresponderse perfectamente con dicha cronología. Se vá un poco más allá proponiendo que posiblemente se trate de un traslado o cambio de "ubicación" desde el Pico da Mina a San Isidro a partir de la conquista romana. Unas interpretaciónes que, al igual que el resto, deberán de tenerse en cuenta en futuras intervencionesde ambos recintos.
El campamento de La Garita (Cieza – Los Corrales de Buelna) es otro de los enclaves, uno más, que parecen suscitar dudas y más dudas en cuanto a su cronología. Muchos arqueólogos e investigadores lo identifican claramente como un campamento romano o castra, mientras que otros tantos no consideran ni mucho menos acertada tal atribución. Lo peor de todo es que en ambos casos hablamos de "arqueología de interpretación", expresión totalmente en contraposición si lo que tenemos ante nosotros es una fortificación sobre la cual se podrían estudiar los restos materiales que tal vez albergue. Está claro que la interpretación es vital en el estudio de las civilizaciones antiguas, nadie estuvo allí para corroborarlo, pero una puerta en clavícula es un puerta en clavícula aquí y en Roma..lo demás es ver el vaso o medio lleno o medio vacío, según el interés de quien lo vaya a beber. ¿Yo como lo veo? Mi misión es transmitir, no tengo tiempo para enroscarme en debates que seguro perderé :)
Reflexiones a parte, El campamento de La Garita se encuentra situado sobre lo alto de una pequeña alineación montañosa que discurre paralelamente al rio Besaya hasta llegar hasta la hoz de Las Caldas. Su situación estratégica no deja lugar a dudas, ya que se encuentra dominando un valle prolifero en cuanto a fortificaciones y castros se refiere. Al noreste se observan los castros del Pico del Oro, Las Lleras y Las Varizas, incluso se podría atisbar parte de la estructura campamental de Jerramaya, de más que posible atribución romana. Hacia el Este se encuentra el campamento de Campo de Las Cercas, mientras que si avanzamos hacia el Sureste observaremos el castro y campamento romano de La Espina del Gallego, el castellum de El Cantón y por último a unos 15 kilómetros de distancia, el campamento romano de Cildá. Se cree además que a sus pies pudo discurrir la vía romana que comunicaba Pisoraca con Portus Blendium, de modo que no sería nada descabellado que este enclave fuese coetáneo a los anteriores.
Fue descubierto en los primeros años del presente siglo por Eduardo Peralta Labrador, Federico Fernández y Roberto Ayllón, aunque la publicación de su existencia tuvo que esperar hasta el año 2009. Dos años antes, fue revisado por José Ángel Hierro Gárate (al que agradecemos el material fotográfico) por encargo de la Consejería de Cultura, Deporte y Turismo para su inclusión en el INVAC (Inventario Arqueológico de Cantabria). Posteriormente, a finales de 2009, se apreciaron sobre el terreno nuevos elementos de interés desconocidos hasta entonces que apoyarían la teoría campamental.
El posible castellum de Cotero Marojo y, por extensión, cercanía y más que posible relación, el vallum dúplex de Cotero del Medio forman un conjunto que aún en nuestros días siguen generando dudas en base a su cronología. Trazando un hipotético mapa del avance de las tropas romanas desde el campamento de El Cincho hasta La Espina del Gallego en el conflicto de Las Guerras Cántabras, es lugar de paso bastante probable (accediendo desde Mediajo Frío) no solo por ser un enclave estratégicamente importante, sino porque la propia morfología de la Sierra del Escudo nos "lleva" por el estrechamiento donde se ubican ambos. Otras hipótesis, nada alejadas de la realidad y con símiles en el norte peninsular, también apuntan a que podamos estar ante estructuras defensivas adscritas cronológicamente a la Tardoantigüedad o la Alta Edad Media. Recordemos que el paso por la Sierra del Escudo no solo fue importante en época prerromana y romana, sino muchos siglos más adelante. De lo que no cabe duda es que nos encontramos ante unas estructuras defensivas que están lejos de ser accidentes geográficos capricho de la naturaleza.
Curiosamente la toponimia del enclave y sus inmediaciones también ayuda a la hora de hacer esta afirmación. Y no hablamos en este caso del nombre "Cotero del Medio", sin relación alguna con estructuras antiguas, sino de topónimos como "Cotero de Los Vallados" (un poco hacia el oeste) y al inmediato "Los Callejones", claramente más relacionados con posibles estructuras defensivas. Yendo un poco más allá, y a modo de apunte, existe un arroyo que desciende desde el Cotero Marojo hacia el rio Besaya de nombre "León", hidrónimo que en castellano se ha ligado tradicionalmente con el término latino "Legio". Tanto el posible castellum (a 1.163 metros de altitud) como el vallum dúplex (a 1.200 metros) fueron descubiertos en las prospecciones realizadas por Eduardo Peralta Labrador, Federico Fernández y Roberto Ayllón en el año 1996. Años más tarde, en 2004, se realizó un estudio por parte de su descubridor para poder determinar su uso y época de levantamiento. Además de la correspondiente fotografía aérea, se realizaron prospecciones geomagnéticas (sin resultados realmente concluyentes ni conocidos en profundidad) y una excavación en sendas secciones de los foso del Cotero del Medio. El objetivo principal de esta intervención era poder enmarcar cronológicamente el conjunto de estructuras dentro de las Guerras Cántabras, aunque desgraciadamente no se encontraron evidencias para realizar una afirmación tan rotunda como en otros casos del cordal del Escudo (véase campamento de Cildá, castellum de El Cantón, etc).
Respecto al vallum dúplex del Cotero del Medio, a tan solo 500 metros de las estructuras defensivas de Cotero Marojo , hay cierta incertidumbre por su uso y datación, si bien estos últimos años se ha arrojado algo de luz por las intervenciones arqueológicas realizadas en su paralelo en tierras asturianas: El sistema defensivo de Homón de Faro. Situado en un estrechamiento del cordal de la Carisa, posee una increíble similitud morfológica con las estructuras del Cotero del Medio y ha sido estudiado en profundidad hace no mucho tiempo. Estos trabajos en tierras vecinas han arrojado a la luz que posiblemente estemos ante un sistema de defensas lineales de montaña construidos a principios de la Edad Media (mediados del siglo VII-VIII d.C.), coincidiendo con el declive visigodo de la zona. Curiosamente existe un entramado defensivo que, situándose más o menos en la misma latitud, se encarga de controlar y cortar vías de comunicación en altura dentro de la cordillera Cantábrica. Increíblemente, son muchas las similitudes entre las estructuras de Cotero del Medio y las del Homón de Faro, pudiendo adscribirse al mismo periodo constructivo y dejando atrás la teoría de adscripción romana o incluso indígena, la cual también era aceptada debido a la orientación Sur del sistema defensivo que pudo ser alzado para para impedir o dificultar el avance del ejercito romano hacia el Norte.
Hipótesis aparte, tanto el posible castellum de Cotero Marojo como el vallum dúplex de Cotero del Medio poseen un potencial arqueológico innegable. Independientemente de su adscripción cronológica, estamos ante un sistema defensivo que pudo tener sus orígenes en época de las Guerras Cántabras y la defensa del territorio por parte de sus antiguos moradores y que más tarde pudo ser aprovechado…o no :) ¡Por eso nos gusta la arqueología!
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