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Campamento romano de Pando. A media ladera se puede observar el agger y el foso

El valle de Toranzo es sinónimo de historia en Cantabria, sin ningún lugar a duda. Tan solo paseando por cualquiera de las dos orillas del río Pas te das cuenta de que estás en un lugar especial. Para quienes nos gusta la historia de las Guerras Cántabras y la romanización del territorio estamos ante uno de los mejores enclaves en los que ver de primera mano los escenarios de aquella fatídica contienda: El oppidum de la Espina del Gallego, el campamento romano de Monte Cildá, Las Matas del Castillo o El Campo de Las Cercas. Y no solo eso, sino que la presencia del conjunto tumular de Quintana de Toranzo, la aparición de la Estela de San Vicente, el hallazgo romano del Balnerario de Alceda y un largo etc de yacimientos nos transportan a una milenaria época donde los cántabros (y los romanos) habitaban este fértil valle.

Pero el enclave que nos ocupa hoy nos recuerda que estos hallazgos no son más que la punta de un Iceberg histórico del que solo conocemos una parte. Una pequeña porción que va siendo descubierta muy poco a poco, como el campamento romano de Pando. Oculto desde hace siglos y que en el año 2012/2013 apareció gracias al auge de las nuevas tecnologías y la, como denominan algunos, "arqueología de sofá". ¿Y esto que es? Sencillo: revisión de todas aquellas imágenes por satélite habidas y por haber (no solo existe el Google Maps) para detectar la presencia de estructuras no conocidas hasta el momento. Lo bueno de estas herramientas, cada día más avanzadas, es que te permiten ver una evolución de imágenes satelitales de los últimos 30 años con una calidad espectacular y acceder a fotografías de vuelos militares de la década de los 50 (por ejemplo).

Pero volviendo al campamento romano de Pando, su puesta en valor arqueológico fue llevada a cabo por el denominado Proyecto Agger (Jose Angél Hierro Garate, Rafael Bolado del Castillo, Enrique Gutiérrez Cuenca y Eduardo Peralta Labrador) quienes no solo sacarían a la luz este espectacular yacimiento, sino otros tantos importantes campamentos o castellum como Castro Negro, Vistrió o La Cabaña (este situado a apenas 1,5 kilómetros y que veremos en otra entrada). Al igual que los anteriores, fue presentado en "sociedad" en el I Encuentro Arqueológico Las Guerras Ástur-Cántabras (Gijón, Octubre de 2014) dentro la ponencia "Avances en la identificación de nuevos escenarios del Bellum Cantabricum". Desgraciadamente, además de la publicación en las actas del encuentro y de otras publicaciones posteriores muy puntuales en medios o en artículos científicos, nada más hemos sabido del campamento romano de Pando.

Lejos quedan ya los años donde la arqueología de las Guerras Cántabras copaba titulares de prensa y donde había cierto interés por parte de las administraciones correspondientes. Para nuestro pesar la arqueología relacionada con este tipo de enclaves, como si de una "vendetta" se tratase, queda relegada a las últimas posiciones si es que ocupa alguna en el muestrario del Gobierno de turno. La desmemoria histórica a la que nos han llevado en los últimos años unos y otros nos obligan a disfrutar tan solo de las espectaculares vistas que hay desde el campamento romano de Pando, desde donde podemos contemplar entre 4 y 5 yacimientos de una contienda histórica que quedará reducida a más escombros si el Gobierno finalmente lleva a cabo el parque eólico en el cordal de la Espina del Gallego. Cantabria Infinita lo llaman..

Bibliografía: "Las Guerras Ástur-Cántabras" KRK ediciones (2015). Coordinadores: Jorge Camino Mayor, Eduardo Peralta Labrador y Jesús Francisco Torres.

 

Esquema del campamento romano de Pando

El campamento romano de Pando se encuentra en una pequeña elevación entre el pueblo que le da nombre (en el Ayto de Santiurde de Toranzo) y la sierra de Caballar. Su estratégica ubicación, en una colina a unos 300 metros de altitud desde donde se domina absolutamente toda la cabecera del valle, hacen que este campamento sea el lugar perfecto para el control del territorio y del avance de las tropas militares. Se cree que el mismo era punto intermedio (junto con el castellum de La Cabaña, a 1,5 kilómetros al Norte) entre la zona costera del desembarco y las zonas del conflicto (como por ejemplo el oppidum de la Espina del Gallego).

Actualmente sus estructuras se encuentran bastante desdibujadas por el paso del tiempo y por el uso de maquinaría agrícola en él. No obstante, en su vertiente Este, se puede apreciar aún un agger de unos 3 metros de ancho y un posible foso exterior de unos 4 metros. Toda la vertiente Oeste se ha visto afectada por la sistemática plantación de eucaliptos que han desdibujado por completo el sistema defensivo. A este recinto principal habría que añadir la posible existencia de otra estructura en forma de “brazo”, destinado a proteger el acceso a un recinto menor o a alguna fuente de agua potable. In-situ se puede apreciar hoy en día la presencia de un manantial o fuente en esa vertiente.

Con todo, nos encontramos ante un recinto de unas 7,5 / 8 hectáreas de tamaño en el que perfectamente se puede alojar un gran contingente militar, quien sabe si una legión completa.

VISITAS

No es posible visitar el campamento romano de Pando, ya que se encuentra dentro de terrenos privados (y cerrados). Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de y la Cantabria antigua.

Info

   

DESTACADOS

  • LA POZA

    Los campamentos de La Poza se encuentran en el municipio de Campoo de Enmedio, concretamente cerca de la localidad de Cervatos. Los dos asentamientos de campaña o castra aestiva fueron descubiertos por Ángel García Aguayo aunque fueron realmente identificados como campamentos militares por Jose Manuel Iglesias Gil y Juan Antonio Muñiz Castro. Fueron ellos quienes propusieron la posibilidad de que pudiesen acoger temporalmente un contingente que participase en las Guerras Cántabras, un destacamento (vexillatio) de la Legio IIII Macedonica, o que incluso fuese el campamento de la famosa cohors I Celtiberorum. Para quien no lo sepa, la cohors I Celtiberum fue una unidad auxiliar de infantería, con caballería de apoyo, del ejército imperial. No sería hasta el año 2001 cuando Eduardo Peralta detectase que no se trataba tan solo de un campamento, sino que existían dos superpuestos, posiblemente utilizados en diferentes campañas. Las únicas campañas arqueológicas realizadas hasta el momento fueron realizadas por el arqueólogo Juan José Cepeda y su equipo, quienes realizaron un total de cinco sondeos (tres en el campamento I y dos campamento II).

    El primero de los campamentos tiene una superficie total de 7,7 hectáreas, mientras que el segundo se extiende por un total de 4,6. Destacamentos sobre ellos que, a nivel estructural y de planta, son el "típico" campamento romano: de tipo rectangular con las esquinas redondeadas. Las defensas principales o aggeri del primero de ellos tiene una anchura en su base de 2,70 metros aproximadamente, realizándose mediante terraplenes de tierra y piedras extraidas del foso que circundaba todo el recinto campamental. Posee puertas en clavícula interna en el norte (porta praetoria), en el oeste (porta principalis sinistra) y en el este (porta principalis dextra). En este punto, permítanme dejar de ser objetivo: La puerta sur del recinto fue destruida por el gaseoducto de Enagas…¡viva el vino!..y luego nos preocupamos por la conservación del patrimonio.

    El segundo de los campamentos aprovecha el mismo eje de orientación (noroeste-suroeste) que el primero. Estructuralmente, respecto a sus accesos, tan solo podemos hacer referencia a la aparición de parte de una de las puertas laterales en forma de clavícula interna.


  • CASTRO NEGRO

    Nos encontramos ante un yacimiento cuyo potencial podría hacer tambalear la historia que conocemos de las Guerras Cántabras hasta el día de hoy. Una nueva vertiente de investigación que, independientemente de su gran valor científico, podría acercar el mito del Monte Vindió a una realidad cada vez más palpable. Estamos hablando, como no, del campamento romano de Castro Negro. Un enclave que ha permanecido miles de años "escondido" y que a principios de este año 2017 vio finalmente la luz a nivel nacional (e internacional). Un acuartelamiento a casi 2.000 metros de altitud, donde tal vez cambió la historia de Cantabria y aún no lo sabemos. Solo las investigaciones y el tiempo lo dirán. Tenga o no relación directa con el conocido sitio del Monte Vindió, donde Lucio Anneo Floro relataba en sus textos que los cántabros pensaban que "antes subirían las olas del océano que las armas romanas", no cabe duda de que estamos ante un recinto campamental romano CLAVE para el control del territorio entre Liébana y el Norte de Palencia. No obstante, sus dimensiones, su morfología y su cercanía a otro recinto encontrado en la misma campaña de prospección arqueológica (llamado Monte "Vistrió") dan lugar a dejar volar la imaginación con buena base.

    El descubrimiento del mismo lo realizó Jose Angel Hierro Gárate en 2014 gracias a la fotografía satélite y a la documentación de vuelos aéreos existente, presentándose posteriormente en el ciclo "Las Guerras Astur Cántabras" celebrado en Gijón a finales de ese mismo año. Los primeros datos preliminares del mismo aparecerían en la publicación realizada a raíz de dicho encuentro arqueológico y que fue coordinador por Jorge Camino Mayor, Jesús Francisco Torres Martínez y Eduardo Peralta Labrador, siendo este último quien con un equipo multidisciplinar dirigiría las excavaciones arqueológicas desarrolladas entre Agosto y Octubre de 2016. Cabe destacar que no sin antes pasar por un viacrucis burocrático que no les permitía llegar al campamento porque, si bien tenían permiso de la Consejería de Cultura para realiza la investigación, el servicio de Montes no les dejaba acceder en todoterreno. Esto unido a que dicha campaña se financió casi en su totalidad por capital privado (no hubo prácticamente inversión por parte de la administración), hicieron que el proyecto arqueológico "Agger" no comenzase con buen pie este episodio de la historia.

    Uno no puede dejar de pensar que, viendo el increíble interés social y científico que este descubrimiento suscita, pueda quedar de lado como ha ocurrido otras ocasiones. Se destinan miles y miles de € para sufragar estudios e investigaciones sobre arte rupestre, pero la historia más accesible y mejor interpretable de nuestra tierra perece en el olvido. Como siempre, parece que en Cantabria es más fácil vivir de hipótesis que invertir en certezas. Esperemos que esta maravilla no sea fruto del olvido que tras décadas han vivido increíbles yacimientos como la Espina del Gallego, Monte Cildá y otros enclaves relacionados con las Guerras Cántabras.

    Agradecimientos: Eduardo Peralta Labrador / Proyecto Agger.

  • CAMPAMENTO DE CILDA

    El campamento romano de Cildá (Corvera de Toranzo / Arenas de Iguña) es sin lugar a dudas un yacimiento único en Cantabria, me atrevería a decir que incluso en toda la Península. Cierto es que no es un campamento "espectacular" en cuanto a edificaciones o estructuras defensivas que llamen la atención del visitante, ni siquiera en cuanto a los materiales hallados en el mismo. Lo que no mucha gente no sabe es que este emplazamiento corresponde al tipo IV que el tratadista latino Pseudo-Hyginio (segunda mitad del siglo II d.C) considera como campamento de montaña o castra in monte, siendo Cildá el primer campamento de este género localizado en el mundo romano. ¿Aún te quedan dudas de su importancia?. Veamos un poco más sobre este enclave.

    Su existencia como emplazamiento con importantes estructuras es conocida desde finales del siglo pasado, concretamente desde los años 80. La primera cita de Cildá en una publicación la realizó González de Riancho en el año 1988, aunque atributo el lugar a un posible poblado indígena. Sería el conocido investigador A.Arredondo quien trazase el camino, ya que sería él quien identificase inicialmente las estructuras como un campamento romano, confirmando esta teoría años más adelante Eduardo Peralta Labrador. Este último marcaría un antes y un después en el estudio e investigación de este y otros campamentos romanos como La Espina del Gallego, el Campo de Las Cercas y el Castillejo (Palencia) y su contexto en las Guerras Cántabras.

    Antes de entrar en detalle sobre sus características, queremos hacer una pequeña reflexión sobre la conservación del campamento y la problemática que ello conlleva. Los problemas que afectan al campamento de Cildá son casi tan antiguos como el conocimiento que se tiene sobre su importancia arqueológica e histórica. Ya en la década de los 80 se construye en el centro del yacimiento una estación repetidora de radio , destruyendo parcialmente (incluso totalmente) dos estructuras de edificios atribuibles a la fase campamental romana. Poco o nada se hizo para salvaguardar este enclave, incluso tras las advertencias sobre su destrucción. Años después, a principios de la década de los 90, se abre una pista forestal que sube desde Sel de la Carrera y que llega a la cima del enclave, construyéndose además un edificio para albergar instalaciones de Telefónica con grandes antenas incluidas. Estas obras destruyeron también parte de las estructuras de la cima, además de seccionar las defensas del recinto. Por último, no podemos olvidar los restos de la cimentación de una antena medidora de viento, instalada ilegalmente por una empresa promotora de parques eólicos que finalmente tuvo que retirar..aunque el daño ya estaba hecho. Sin palabras..

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)