El campamento romano de A Granda das Xarras es un yacimiento de montaña espectacular. Al igual que otros enclaves de similar tipología relacionados con el Bellum Cantabricum et Asturicum, se encuentra ubicado en lo alto de un paso estratégico. En este caso entre los valles de Ibias (vertiente asturiana) y el valle de Valouta (vertiente leonesa), en un llano con suaves pendientes con una cota máxima de 1.371 metros. El trazado que se domina desde el recinto defensivo ha sido históricamente lugar de paso obligado, quedando documentado desde al menos el siglo XVIII. Esta metodología constructiva, emplazando campamentos en lo alto de vías de comunicación, no es ni mucho menos única en el norte de Hispania. En Asturias tenemos ejemplos como el campamento de El Picu Curriel.los situado en lo alto de la vía romana de La Carisa (Camino et al., 2007b) o en Cantabria los campamentos de la Poza, estratégicamente posicionados al lado de la vía romana de Peña Cutral.
Toponímicamente, el nombre de A Granda das Xarras resulta cuanto menos peculiar y llamativo. El término "granda" se refiere a un espacio de monte bajo, mientras que la mención "xarras" (jarras), puede tener varias interpretaciones. Una de las más curiosas, y porque no válidas, nos habla de que este término puede referirse a posibles restos arqueológicos hallados en el pasado por gentes del lugar. No tendrían que ser necesariamente jarras o fragmentos cerámicos, tal vez sean otro tipo de restos que en base a una tradición oral y a una realidad material cotidiana (de campesinos) fuesen denominados así. No olvidemos que la presencia de jarras y restos cerámicos en abundancia no son elementos típicos de los campamentos militares de campaña (Peralta , 2002b: 51). Esta interpretación toponímica es interesante, pero ni mucho menos cerrada ya que deja demasiadas incógnitas al respecto.
El primer estudio sobre A Granda das Xarras fué publicado en el año 2011 por los arqueólogos David González Álvarez, Andrés Menéndez Blanco, Valentín Álvarez Martínez y Jesús Ignacio Jiménez Chaparro. Serían ellos mismos los encargados de notificar el hallazgo un año antes a la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Principado de Asturias, redactando además su correspondiente ficha en el inventario arqueológico regional. Su trabajo, titulado "Nuevas evidencias de la presencia militar romana en el extremo occidental de la Cordillera Cantábrica." marcó el camino para la consecución de la primera excavación arqueológica realizada en 2013. Sería en este caso un equipo del Instituto de Historia del CSIC dirigido por Javier Sánchez-Palencia y Almudena Orejas quien realizase los trabajos de campo tales como el desbroce de toda la superficie del recinto (cubierto por vegetación y monte bajo..vamos, como todos los yacimientos de Cantabria), una prospección sistemática del terreno, un pequeño sondeo y la topografía en detalle del recinto. A diferencia de lo ocurrido en otros campamentos "compartidos" administrativamente entre Asturias y León, como en del Pico L.lagüezos (donde solo Asturias participio financiando las intervenciones), ambos ayuntamientos donde se ubica apoyaron y colaboraron en la intervención. En verano de 2014 los trabajos continuaron, realizándose además trabajos de consolidación del yacimiento, señalización del mismo y limpieza de los materiales hallados.
No cabe duda que el estudio de A Granda das Xarras y del "castra minora" de A Recacha (que veremos en otra publicación) es una excelente noticia para el conocimiento del avance romano en el Norte de Hispania. En el caso del campamento romano que nos ocupa, del cual se cree que fue creado en pleno apogeo de las Guerras Cántabras entre los años 26-19 a.C., quedan aún muchos interrogantes que resolver. ¿Fue creado tan solo para controlar a la recién diezmada población o tuvo que ver más con el control en la extracción del oro de las minas cercanas?. ¿Qué castros pudieron ser asediados desde el mismo?. Esperemos que el tiempo y el apoyo administrativo logren despejar todas estas preguntas.
Las características del llano donde se asienta el campamento romano de A Granda das Xarras permitieron la creación de un recinto defensivo con un desarrollo de planta típico de los castra aestiva de la época: Forma rectangular y esquinas redondeadas con doble curva, tal y como podemos apreciar en la imagen. Incluso antes del desbroce de 2013 se podía observar la línea defensiva del mismo, que consta de un agger o talud y al menos un foso parcialmente colmatado. Este era perfectamente visible en el sector Sureste, todo lo contrario que en su vertiente contraria (Noroeste) donde no se sabe muy bien si se encuentra totalmente colmatado o debido a la orografía del terreno sus constructores pensaron que era innecesario. Tal vez por ello, en este punto la envergadura del agger es mucho mayor que en el resto del recinto. En total, posee unas dimensiones de unos 305 metros de largo por 185 de ancho, encerrando así un espacio aproximado de unas 5,5 hectáreas.
En el interior del mismo no se aprecia estructura ni construcción alguna. Esto, unido al hallazgo de varias piquetas/clavijas de tienda en las intervenciones de 2013/2014, nos lleva a reafirmar que estamos ante un castra aestiva o campamento de campaña. Por último, se cree que en el citado sector Sureste pudo existir un acceso al campamento. Falta determinar la tipología del mismo, ya que la identificación de un posible puerta en clavícula encajaría perfectamente dentro del mismo.
Salvo las citadas piquetas, no se tiene constancia de ningún otro hallazgo (al menos al día de hoy). Tal vez tras la publicación de los resultados de la campaña de 2014 podamos saber un poco más al respecto. Sin embargo si se han localizado en las inmediaciones materiales militares romanos que en su momento parecían descontextualizados por no conocer el campamento. Concretamente un fragmento de pillum y una punta de lanza (Ron, 2000: fichas 92 y 56), que hoy en día cobran sentido por la cercanía de A Granda das Xarras.
Todos podemos disfrutar del campamento romano de A Granda das Xarras, ya que aún sin ser un yacimiento visitable (refiriéndonos a un arqueo-sitio como tal) podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Asturias y León.
El campamento romano de La Cabaña es otro ejemplo más (y van decenas en estos últimos años) de destrucción de patrimonio en Cantabria, esta vez por la falta de comunicación entre estamentos gubernamentales. Imaginaros que se localiza un yacimiento, se incluye en el Inventario Arqueológico, se lanza una comunicación automática a todas aquellas Consejerías que puedan tener algo que ver (Medio ambiente por montes, Industria por construcción de polígonos o similares) y al Ayuntamiento correspondiente, que a su vez lo tiene en cuenta de cara a futuras actuaciones de ordenación urbana u otras acciones constructivas. Y ahora, después de seguir soñando despierto tras beberte 4 gintonics, te das cuenta de que vives en Cantabria. Una comunidad autónoma donde hay Consejerías trabajando poco más que en Excel/Access, que no tiene publicado ni comunicado el Inventario Arqueológico de Cantabria y que permite que los pocos yacimientos que si han seguido un "cauce" normal (descubrimiento e información a la Consejería de Cultura, inclusión en inventario, comunicación a municipio e inclusión en su Plan General de Ordenación urbana) se destruyan igualmente como el de Portus Blendium.
Pues si, el campamento romano de la Cabaña es otro de esos yacimientos destruidos. Y para colmo, después de realizar una intervención de urgencia tras ser arrasado totalmente, se verifica que su potencial arqueológico era inmenso ya no solo en periodo romano sino como punto estratégico en la Guerra Civil. Fue descubierto en el año 2012/2013 por Jose Ángel Hierro Gárate gracias a las fotografías satélite de la zona. Esta herramienta es fundamental a la hora de prospectar visualmente en busca de estructuras antiguas no conocidas y a la que cualquiera puede acceder desde casa sin necesidad de desplazarse al lugar, además de poder comparar imágenes de otras décadas (hasta el vuelo americano de los años 50). De este modo, la perspectiva es aún mayor. Su hallazgo sería notificado a la Consejería de Cultura para su posterior estudio y sería "presentado en sociedad” en el I Encuentro Arqueológico Las Guerras Ástur-Cántabras (Gijón, Octubre de 2014) dentro la ponencia "Avances en la identificación de nuevos escenarios del Bellum Cantabricum". Hasta aquí, todo en orden. En 2015 se produciría un enorme incendio en la zona que arrasaría con el eucaliptal que ya poblaba el campamento de La Cabaña, si bien las estructuras defensivas más al norte se podían vislumbrar aún entre la maleza, tal y como se puede observar en las imágenes anexas. Las únicas que existen…y que existirán ya que finales de 2015 / principios de 2016 serían totalmente arrasadas por maquinaria pesada en la "limpieza para replantar”. Tal sería el destrozo que no quedaba resto de que el monte hubiese estado quemado tras la remoción de tierras. Tras esta barbaridad el denominado Proyecto Agger (Jose Angél Hierro Garate, Rafael Bolado del Castillo, Enrique Gutiérrez Cuenca y Eduardo Peralta Labrador) solicita un permiso en la Consejería de Cultura para realizar una prospección metálica de urgencia (costeada por ellos mismos) antes de que se volviese a replantar el enclave. Los resultados serían más que asombrosos (los veremos a continuación) viendo como había quedado el campamento romano tras el paso de la maquinaria.
Tras ver la luz los resultados a mediados de 2017, con una gran repercusión en los medios de comunicación regionales, el campamento de La Cabaña fue protagonista de diferentes conferencias en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria o en el ciclo de Guerras Cántabras. ¿A partir de aquí? Pues otro eucaliptal ya en marcha, con lo que tras su plantación, en el momento en que se corte no lo harán con maquinaria de la calle del caramelo y del país de la piruleta (como nos quieren hacer ver siempre desde el Gobierno Regional). Se hará con maquinaria pesada y a buen seguro sin seguimiento arqueológico como casi siempre. Total, está en el monte y no deja de ser un campamento romano contextualizado casi con total certeza en la campaña del año 25 a.C. de las Guerras Cántabras..Cantabria Infinita lo llaman..
El campamento romano o castellum de Vistrió (Pesaguero, Cantabria) es, sin lugar a dudas, uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes de los últimos años en nuestra región. En cualquier otro contexto geográfico, incluso cronológico, estaríamos hablando igualmente de un enclave con un inmenso potencial para el conocimiento de las estructuras campamentales romanas. Pero teniendo en cuenta tanto su ubicación y características, como su posible adscripción cronológica podemos decir que estamos ante uno de los campamentos romanos de campaña situados a mayor altitud de Cantabria (el establecimiento militar romano más alto de la Península sería la turris del Robadorio, no muy lejos de allí), en un escenario de alta montaña y controlando uno de los accesos naturales al valle de Liébana desde el Sur (y a una de las zonas más elevadas del extremo oriental de la Cordillera Cantábrica).
Es en este punto donde, más que sugestionados y absorbidos por los ecos guerrero-legendarios de la resistencia cántabra frente a las legiones, llegamos a plantearnos…¿Y si estuviésemos más cerca del Monte Vindio, uno de los últimos baluartes de los antiguos cántabros en la guerra de 26-25 a. C.?. Cierto es que esta pregunta no tiene aún demasiado apoyo científico basado en hallazgos reales, pero la interpretación de las fuentes clásicas (más acertada o no), cierta toponimia y otros posibles restos aún por estudiar aunque ya localizados apuntan a que este antiguo lugar de refugio indígena, sobre el cual se dice que los cántabros allí retirados se jactaban de que antes subirían las aguas del Oceano que las legiones romanas, pudo estar en el entorno montañoso que nos ocupa. Resulta tentador sumarnos a esa hipótesis y asumir que quizá este campamento pudo tener algo que ver con el asedio al legendario monte, aunque en ese sentido casi todo esté aún por demostrar.
En cuanto a Liébana, desde principios del presente siglo algunos investigadores, entre los que destaca Gonzalo Gómez Casares, han hallados varios yacimientos fortificados relacionados con la Edad del Bronce-Hierro en la comarca. Curiosamente, y a diferencia de otros grandes oppida al Sur de Cantabria, Burgos y Palencia, estos no presentaban signos de asedio evidente, como si la comunidad indígena del gran valle hubiese vivido en relativa tranquilidad. Esto, unido a la casi nula presencia de campamentos o estructuras defensivas de tipología romana (Robadorio) en el entorno, desligaba el nexo entre estos asentamientos y las Guerras Cántabras. Pero ahora, ante este hallazgo, surgen las preguntas: ¿Por qué tenemos una estructura campamental romana justo en el Collado del Vistrió? ¿Qué se pretendía controlar o asediar? ¿Cuántos legionarios albergaría y para qué? ¿Estamos más cerca de…?. Demasiadas cuestiones que esperan respuesta.
Volviendo al yacimiento en sí, fue descubierto por José Ángel Hierro Gárate en el año 2012 gracias a la fotografía aérea e imágenes satélite de la zona. Tras dar parte al Servicio de Patrimonio, en Septiembre de ese mismo año visitó el lugar con Gustavo Sanz Palomera, arqueólogo del Gobierno de Cantabria, y Pepe Diego Estébanez, comprobando in situ la existencia de una estructura defensiva de cronología indeterminada aunque sin duda antigua. Tras plantear por primera vez su posible carácter campamental romano en una nota del artículo "Las Guerras Cántabras" del libro editado por ADIC Cántabros. Origen de un pueblo, su definitiva identificación como tal llegó el año pasado, cuando el propio José Ángel Hierro Gárate, Enrique Gutiérrez Cuenca y Rafael Bolado del Castillo descubrieron, gracias a la revisión de fotografías aéreas antiguas, la existencia de una puerta en clavícula en la zona superior. Fue presentado en "sociedad" dentro del I Encuentro Arqueológico Las Guerras-Ástur-Cántabras celebrado en Gijón (Octubre de 2014), donde esos tres autores dieron a conocer una serie de nuevos hallazgos posiblemente relacionados con las Guerras Cántabras en las ponencia "Avances en la identificación de nuevos escenarios del Bellum Cantabricum (1): hacia el corazón de Cantabria" y "Avances en la identificación de nuevos escenarios del Bellum Cantabricum (2): ¿Más cerca del Mons Vindius?". Como podemos comprobar, estamos ante un hallazgo "recién salido del horno" y todo lo que venga a partir de este 2015 responderá muchas de las cuestiones planteadas anteriormente. Esperemos que no sea otro de los yacimientos que queden en el olvido administrativo, ya que tal vez estemos a las puertas de aclarar un poco más sobre una época apasionante en Regio Cantabrorum
El campamento romano de "El Cincho" se sitúa en la cima de un cerro cercano al núcleo de La Población de Yuso (Campoo de Yuso), aproximadamente a unos 924 metros de altitud en su cota máxima. Su situación, dominando visualmente la gran llanada de La Vilga (hoy inundada por el Embalse del Ebro), era de gran importancia estratégica para el ejército romano, siendo un asentamiento de gran importancia en las campañas inmediatamente posteriores al año 27 a.C. Su nombre proviene de la evolución del latino "cingulum", con sentido aquí de cinturón amurallado en torno la cima. Hasta no hace muchos años, el lugar se había destinado a pastos y a la explotación ganadera, sin siquiera saberse el tesoro que albergaba.
En el último siglo, parte del yacimiento fue destruido debido al emplazamiento atrincherado del ejército y las milicias republicanas en la guerra Civil Española. Concretamente, existen tres líneas de trincheras en zig-zag al este del cerro, ya que en este punto era donde se controlaba el paso de la carretera de Reinosa a Corconte. Los sondeos arqueológicos realizados han permitido constatar el tipo de estructura defensiva del campamento de El Cincho. De dentro afuera existe un pasillo de ronda-“verna” con suelo de tierra pisada que formaría parte del “intervallum”, el cual se situaba entra la empalizada y las primeras tiendas del campamento. Se ha detectado también el “vallum” o base de piedra donde se colocaba la empalizada. Esta base, conformada por piedra seca irregular y sin trabajar, se sitúa sobre el “agger” levantado con la tierra extraída de los fosos o “fossa”.
Es curioso observar, a medida que sigues los pasos del ejército romano en su conquista por el Norte de Hispania, que sus pautas seguían un esquema básico a la par que efectivo. Ya nos lo encontramos en Cantabria hace décadas, incluso en nuestros días la aparición de nuevas estructuras campamentales no hacen más que reafirmar el paso ordenado de las legiones tanto en la conquista como en la posterior apertura de vías de comunicación: En Cantabria, los campamentos de El Cincho, Cildá, La Espina del Gallego y el Campo de Las Cercas en la conocida vía del Escudo o los campamentos de La Poza y Sierracastro en la aún por determinar vía del Besaya hacia Portus Blendium. En Asturias, las diferentes vías de acceso desde la Meseta que se aproximan a la costa cumplen un patrón similar: Los campamentos de L.lagüezos y Curriel.los en la famosa vía Carisa o, más al Noroeste y en otro frente, A Granda das Xarras o A Recacha. Nos encontramos ante estructuras militares "custodiando" el paso de importantes y atípicos viales (de montaña) con un incalculable valor para el control del territorio.
Hoy abrimos un nuevo frente de comunicación junto a la (desconocida para muchos) vía de La Mesa, uno de los principales accesos al territorio astur trasmontano en época romana. Discurre desde la "Asturia cismontana" hasta la desembocadura del río Nalón, ubicación de la antigua Flavionavia citada en las fuentes clásicas. Tanto la vía de La Mesa como La Carisa responden en teoría a un mismo patrón direccional Sur-Norte en el avance de las tropas romanas, algo muy similar a lo que hemos expuesto anteriormente con el acceso por la cuenca del Besaya o por la Sierra del Escudo hacia la costa.
Siguiendo el trazado de estas vías, se produjo el hallazgo del recinto del Mouro en el año 2010. Se realizó gracias a los vuelos de prospección llevados a cabo por el Instituto Ausonius de Burdeos, dirigidos por F. Didierjean, cuyo objetivo era definir los principales corredores de entrada del conflicto del Bellum Cantabricum et Asturicum. Un año después el mismo equipo, gracias a la prospección insitu y a las diferentes ortofotos, identificaron el recinto de Valbona, completando así un nuevo hallazgo que no hacía más que reafirmar la importancia del enclave. Tras la correspondiente notificación a la Consejería de Cultura del Principado de Asturias (Exp. 605/10), se han llevado a cabo diferentes intervenciones para definir con exactitud el alcance del yacimiento, si bien es cierto que no se ha realizado ningún trabajo exhaustivo como los que conocemos en los campamentos de la "vecina" Carisa. No obstante, todo apunta a que nos encontramos ante un conjunto arqueológico que dará que hablar a corto plazo. Un enclave que a buen seguro irá ganando importancia dentro del mapa militar romano en la conquista del territorio astur.
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