
Nuevamente tengo el placer de publicar un artículo del investigador Gonzalo Gómez Casares, figura clave en el conocimiento de la protohistoria dentro de la comarca lebaniega. Tanto sus hallazgos como sus investigaciones y tesis basadas en las fuentes clásicas son una referencia, incluso en ocasiones un "atrevimiento" que posteriormente se han convertido en vías de investigación fructíferas. En este caso nos señala otro nuevo camino en algo que todos creemos conocer a la perfección: Las Guerras Cántabras. Estamos ante un conflicto sumido culturalmente en el "corocottismo", por el cual en muchas ocasiones nos rasgamos las vestiduras sintiendo la sangre de los antiguos cántabros. Lejos de esta realidad mitológica, nos encontramos ante un episodio histórico del cual se conoce una pequeña parte. Cierto es que en las últimas dos décadas los hallazgos arqueológicos han dado un vuelco a este panorama. Los ejemplos son clarificadores: La Espina del Gallego, el Campo de Las Cercas, Santibañez de La Peña, el campamento de Cildá y un largo etc que poco a poco componen un rompecabezas del que estoy convencido de que faltan más piezas de las que tenemos encima de la mesa. Hallazgos en estos últimos 2-3 años como el del campamento del Monte Vistrió, la sauna castreña de Monte Ornedo entre otros (y otros tantos pendientes de publicar) no hacen más que reafirmar que lo que hoy conocemos de las Guerras Cántabras sigue siendo la punta del iceberg.
En este sentido este articulo da una nueva perspectiva de investigación, apoyado sobre manera en las fuentes clásicas, la toponimia y otras citas que basadas en la interpretación pueden abrir nuevos horizontes…o nuevas llagas según se mire. De todos modos, quien tenga la posibilidad de refrendarlo tiene las puertas de Regio Cantabrorum abiertas para su publicación. No olvidemos que una idea es una locura..hasta que la idea triunfa, y si no se lo digan a un tal Marcelino Sanz de Sautuola y sus pinturas de una cueva…creo que llamada Altamira.
Aquí vamos a dar una visión alternativa para las guerras que no pretende ser la verdad; solo pretende dar pistas para encontrarla. Se trata de una pura especulación para interpretar las fuentes desde otros criterios con el fin de despertar nuevos impulsos investigadores. Estas resumen y resaltan los hechos mas relevantes pero sin orden cronológico ni geográfico. Los intérpretes de los textos, siguiendo un procedimiento no científico, tratan de inferir la realidad de lo que es solo una forma de contar esos hechos históricos y por lo tanto conducen a conclusiones poco fiables. Su método es interpretación de interpretación. Es mas racional contar con los textos como un elemento orientador pero no como una verdad absoluta. Muchas referencias son confusas porque los acontecimientos bélicos situaron a los cántabros sobre los astures, lo que condujo a que el topónimo CANTABRICO-A para el mar y la cordillera haya solapando al de Asturias en ese tiempo.
Mi teoría, expuesta sintéticamente en 1998 en un curso del CENEAM celebrado en Fuente Dé, parte de una Segisama en Tierra de Campos, desde dónde se atacó simultáneamente todo el territorio, siguiendo a Polibio que ubica el campamento base de operaciones en tierras vacceas y a Dion Casio cuando expresa “Augusto combatió al par a los astures y a los cántabros”. Ptolomeo coloca una Segisama en los vaceos, (los del valle del Cea según Martino), al noroeste de Palantia. Se halla en las márgenes de un río imaginario al norte del Duero y al cual Ptolomeo llama Nubo. que pudiera ser el Avia. Sandoval habla de la correspondencia Amaya-Sahagún . Pudo suceder lo mismo entre Segisama-Amaya y ofrece un indicio sobre el lugar en el cual localizarla. Un análisis lingüístico de SEGISAMA conduce a dividirla en dos componentes: SAMA, emparentado con el céltico SAN, SAMA significa: encima, sobre; como se desprende de SAMA de Langreo o SOMANIEZO, y SEGI parece derivar de CEGA (hidrónimo en: NAR-CEA, CEGA, EGA, etc) y por lo tanto esto la viene a colocarla encima del Cea. El siguiente punto radica en que, conforme a la lógica de la estrategia militar, la guerra fue simultánea contra cántabros y astures, como se desprende de la división provincial que Augusto hace de Hispania en sus preparativos, permitiéndole movilizar dos provincias. Ese límite provincial debió de estar por el Cea y debe ser la causa de las luchas medievales entre los reinos de Navarra (posteriormente Castilla) y León.
Floro nos dice que desde el campamento de Segisama divide el ejército en tres columnas con las que abraza a toda Cantabria (Probablemente a Cantabria y Asturias). Esas columnas debieron acampar por la zona de confluencia de ambos pueblos hacia la cabecera de Tierra de Campos (territorio que ya Eutimio Martino asocia a la guerra). Posteriormente, presenta el dato de los astures atacando el campamento romano dividido en tres columnas. De eso deduzco que estos plantearon la guerra ofensivamente y perdida la batalla sucumbieron, mientras que la estrategia cántabra fue defensiva, implicando que la dinámica bélica fuese de oeste a este. Las batallas iniciadas con el ataque astur y su retirada a Lancia, continuaron con una Bérgida por el norte de Palencia y un Vindio próximo, siguieron con Aracillum por las fuentes del Ebro y concluyera con un Medulio por la zona de Castro Urdiales (Flavióbriga), con su MONTE MELLO (MADOZ). Probablemente por la zona de MIOÑO y su río que se asemeja al MINION, nombre que Poseidonio adjudica al Miño además del de Bainis, lo que pudo sembrar la confusión posterior en torno a este lugar.
Ahora intentaré ir anclando toda la hipótesis con datos. En las cercanías y al sur de Sahagún, cuyo nombre prerromano es CAMALA (según Martino), muy emparentado con CAMÁRICA y por recónditos caminos con CAMALEÑO, tenemos a: Galleguillos de Campos, Grajal de Campos y Escobar de Campos que serían los campamentos base de las tres columnas con las que se atacó el norte. Del relato de Floro y Orosio se desprende que estaban tres legados con tres legiones acampadas cerca del río Astura cuando fueron atacados por los astures. No queda mas remedio que suponer que se trata del ataque a las tres legiones participantes en la guerra cuando Augusto las tenía acampadas para avanzar en tres columnas. A los derrotados astures solo los persiguió Carisio como legado de la Lusitania. Eso nos da la pista definitiva de que Segisama debió estar cerca del Esla y en las cercanías de la calzada que después se utilizó como camino de Santiago, lo que nos conduce hacia el valle del río Cea (tributario del Esla-Astura) por Sahagún o cercanías. El que se coloque estos sucesos en la narración detrás de los cántabros, debe ser por la intensidad de la resistencia de estos que les otorga un papel principal, dando prioridad a la ocupación de Cantabria con sus batallas a la simultánea de Asturias, menos reseñable por los acontecimientos bélicos. Todo ello, a pesar de que el objetivo principal de la guerra parecen ser los minerales asturianos y el hierro de las Encartaciones.
Una vez establecidas estas premisas paso a ubicar la batalla de Bérgida. En el mencionado curso la situé, de forma intuitiva, en la comarca de La Peña (norte Palencia) y un par de años después se descubrió allí el asedio de La Loma (Santibáñez de La Peña) excavado por el investigador Eduardo Peralta en los comienzos del siglo XXI. Como resulta lógico imaginar, ese sitio se corresponde, para mi, con Bérgida. Una vez arrasado el castro, los cántabros huyeron y concentraron la resistencia en el Monte Vindio, tramo de cordillera al norte cuyo último bastión son los Picos de Europa. El inicio del asedio a esa zona montañosa comenzaría por Peña Redonda. Al sur de ella, en torno a Castrejón de la Peña, creo ver indicios de un cerco campamental. Este se articula en torno a tres puntos estratégicos. Al oeste, desde la montaña que destaca por su tonalidad y que en Velilla de Tarilonte denominan Peña Blanca, a cuya falda hay restos de un posible campamento en el lugar denominado Las Campizas (cota 1266). En el centro, al lado de Castrejon de la Peña (del medieval CASTETELIÓN indicativo de asentamiento romano), el cerro que en la hoja 132-II del MAPA TOPOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA 1:25.000 denomina El Cepedo (cota 1164). Surcado en su ladera norte por dos bandas paralelas, distanciadas unos 30 metros, que no se corresponden con estratos rocosos y si con parapetos defensivos.
En Pisón de Castrejón aparece el topónimo LA RAMA (cota 1145) que parece otro indicio corroborante. Y remata el cerco, por el este, lo que debió ser el campamento del Otero entre Cantoral de la Peña y Colmenares de Ojeda. Este tramo de montaña engloba una Peña Blanca y un bosque un tejos (Tosande), lo que le otorga un carácter sagrado. Además, ambos pueden servir de base para el topónimo VINDIO, tanto si significa blanco como si proviene de tejo tal y como sugieren: BINDUEY (Dobres) y VENDEJO (Pesaguero). Otro punto a favor es el topónimo CANTABRIA localizado en BARAJORES (Respenda de la Peña) aunque al estar flanqueado por el regato denominado Villabáscones podría depender de límites medievales. De esa misma forma interpreto el territorio cántabro de Coianza, al considerarlo hitos en la expansión del reino de Navarra. Otro nombre sugestivo es el del pueblo de Cantoral de la Peña. No se considera La Cantabria de Sota en Mansilla de las Mulas por ser una evidente confusión con la Mansilla riojana.
Otra posible interpretación es la siguiente. Conforme a la literalidad de las fuentes, la primera batalla se desencadena tras el desembarco de tropas procedentes de Aquitania en el oriente de Cantabria en la ciudad de, Bergida o Vellica (Floro), Atica (Orosio) que debe estar próxima al río Magrada (Plinio) por lo que parecen referirse a Santander. La mezcla de nombres, según las copias trasmitidas: BERGIDA-VELLICA-ATTICA podrían ser o no equivalentes. De serlo tendríamos tres formas del mismo topónimo correspondiéndose con: la cántabra, la ibérica y la fenicia. Esto se desprende de que ATICA, similar al fenicio UTTICA, sería una antigua fortaleza (a lo que debe su nombre), como la tunecina junto al río Bagradas, (posteriormente, Mjerda, con significado de pantano y que debemos suponer es traducción del anterior). Lo mismo parece haber sucedido en Cantabria con la sustitución del Magrada de Mela por Miera en una bahía. Restos de esa toponimia son los MOGRO de la costa cántabra. Martino, entre otros, iguala Magrada a Miera. ;Lo mas sorprendente, es el establecimiento del paralelismo: UTICA-ATICA y BAGRADAS-MAGRADA en Túnez y en Cantabria, implicando una base colonial fenicia en la ruta del comercio del estaño con las islas británicas. A no ser que estemos ante el improbable caso de topónimos de origen ibérico. El PORTUS AMANUS, también deriva de la palabra fenicia AMAN (puerta)
La forma VELLICA se emparenta con Valdáliga ( antiguo VAL DE ALLEGA). De ser así, pasaría a ser el PORTUS VICTORIAE JUILIOBRIGENSIS el de Suances, mas propio para atacar el Vindio. No obstante, en el mapa de Ptolomeo, Vellica aparece al norte de Julióbriga lo que sin duda condujo a Modesto Sanemeterio Cobo a localizarla en Cildá de Toranzo. No se si conocía los estudios anteriores de Arturo Arredondo, pero los trabajos arqueológicos de Eduardo Peralta parecen darle la razón. Fuere donde fuere, desde allí huyeron al monte Vindio que es una zona próxima y elevada de la Cordillera Cantábrica.
La otra posibilidad, conciliadora de tesis y antítesises es que la Bergida de Floro esté al sur y la Ática de Orosio esté al norte de la cordillera, pues al referirse a ellas inmediatamente después del desembarco no queda claro a que frente pertenecen ni de que sean la misma batalla. Lo que si está claro es que desde allí huyen al inexpugnable monte Vindio que está cercano al océano por lo que deben ser los Picos de Europa.
Otra alternativa la da Sota en su CRONICA DE LOS PRÍNCIPES DE ASTURIAS Y CANTABRIA cuando nos informa que Juliano, arcipreste de Toledo, dice que: “el Vindio es el Hano cerca de Laredo y Vellica por Bárcena Mayor”, aunque no haya correspondencia geográfica entre ambas para sustentarla. En la guerra deben participar cuatro legiones. Tres al sur y una por mar, procedente de Aquitania. Tiberio para controlar a estos pueblos también utilizará tres legiones por lo que esa debe ser la relación de fuerzas empleada. Sabemos por la estelas funerarias que la IX HISPÁNICA pasó por la zona del Alto Esla y Alto Pisuerga lo que sugiere un desplazamiento conforme a los paralelos, como se ha señalado en la hipótesis. La narrativa de los enfrentamientos bélicos pudiera referirse a varias campañas anuales. La primera, BÉRGIDA en el 25 a.C.. La segunda,VINDIO en el 24 a.C La tercera, ARACILLUM en el 23 a.C. y la cuarta y última, MEDULLIO en el 22 a.C. Este esquema cuadra bien con la cronología que ofrece Dión Casio. Como indica Martino, el que al Medulio le sitúe Orosio en “las partes extremas de Gallaecia” (división de Caracalla) depende de que el era natural de Braga.
Las conclusiones la dejo a gusto de consumidor. Solo apuntar algún dato suelto que considero orientativo, extraído de análisis toponímicos. El río NUBO o NABIARE parece un río sagrado y sugiere el Avia desplazando el teatro de operaciones de la cuenca del Cea hacia la del Pisuerga. En ESPAÑA, SUS MONUMENTOS Y ARTES – SU NATURALEZA E HISTORIA. SANTANDER. Año 1891. Rodrigo Amador de los Ríos nos da el dato, proveniente de Fernández Guerra, de que uno de los códices de Floro localiza a Segisama Julia en Avia de las Torres lo que cuadra muy bien con el mapa de Ptolomeo que la sitúa cerca de un río imaginario, ideado en base al Esla o al Pisuerga separados del Duero. El hidrónimo NABIA parece asturiano y supongo que proviene de una simplificación de NARBIA con la raíz NAR- tan común en los ríos del norte. El ITINERARIO DE BARRO podría confirmar esta alternativa.
Respecto a Vellica considero importante el siguiente párrafo extraído de: MANUAL DE FOLKLORE. Luis Hoyos Sainz y Nieves de Hoyos Sancho. Madrid 1947. “Un ejemplo de la utilidad toponímica está en el nombre, que, como el de bildad, da para conocimiento de las vías romanas. A. García Lomas, con datos recogidos por el señor López-Dóriga. Es un monte cercano a Aguilar de Campóo, donde algunos sitúan la ciudad de Vellica; otro monte encima de Ontaneda, con restos de arquitectura romana; y una calzada de la misma época; otro monte al norte de Cerrazo, con idénticos restos que el anterior, e igual al lugar que lleva dicho nombre, inmediato a Potes; venta en Alfoz de Lloredo; monte al suroeste de Brañosera, cercano al paso de la vía romana”. Hay un error tipográfico que confunde, Bildad por Cildad pero deja en evidencia que el Cildá de Toranzo ya se conocía en esas fechas y quién lo había localizado. Otro punto toponímico, es que la lectura ATTICA de Orosio se presta a proceder de una tergiversación de un original ALLICA lo que redundaría a favor de VALDÁLIGA como lugar en el que se hallaba. El topónimo VINDIO puede ser, simplemente, una sonorización del adjetivo PINDIO o derivar de varios conceptos. Una posibilidad es BINDUS (Dios ilirio de las fuentes) lo que le relacionaría, indirectamente, con el MIÑO. Para el significado blanco hay muchos candidatos como la PEÑA BLANCA de Velilla de Tarilonte, desde la que desciende el regato de VALURCIA. Siendo URCIA=DIOS en euskera. Para la hipótesis de tejo, Fernando Carrera y Díaz en su libro EL CELTÍSMO CÁNTABRO-ASTUR nos da la siguiente pista: Bile es en irlandés el nombre del árbol divinizado. Ibar –Inbhar es el tejo que fue el primero que gozó de ese privilegio. Pues el BINDUEY de Dobres se caracteriza por un bosquete de tejos y también existe la forma BILDUEY lo que me hace sospechar su origen en este árbol divinizado. Como abunda en Tosande, en las cercanían de Peña Redonda, sirve de base para un VINDIO allí.
Sobre el MEDULIO vemos que, ya sea todo junto o derive de MONS EDULIO como se deduce de la Geografía de Strabón, viene a coincidir en su terminación con BARDULIA lo que no parece simple casualidad. Hay un cerro denominado MIÑÓN en Orduña y un pueblo llamado MIÑON junto a Medina de Pomar. Juliano sitúa Aracillum en Arciniega; en algo lo fundamentaría.
Otro aspecto reseñable es que las poblaciones con el epíteto de Augusta aparecen por territorio astur, indicativo de la presencia de Cesar Augusto en esa zona. Esto es compatible con mi esquema pero no con el clásico que lo sitúa solo en Cantabria.
Cada vez que se habla de la Edad del Hierro ,nuestro subconsciente viaja prácticamente de un modo instantáneo a los grandes oppida de la Cantabria histórica: Monte Bernorio, castro de las Rabas, Monte Ornedo o La Loma. Todo ello inmersos en un clima bélico/heróico de las Guerras Astur-cántabras donde gusta enaltecer la bravura de nuestro pueblo, con el que compartimos territorio..y poco más. Pero lejos de esta imagen icónica, la Edad del Hierro en Cantabria es mucho (muchísimo) más. Cada día el conocimiento sobre este periodo va en aumento gracias a las cavidades. Y del mismo modo, no todos los yacimientos de esta época en nuestras cuevas tienen que ser espectaculares como El Aspio, Cofresnedo o el Abrigo del Puyo.
Hay otras como la cueva de Covara (o Covarada) que, desde su humildad, dan fé de que los antiguos cántabros ya las usaron de un modo u otro.La citada cueva se encuentra al norte de la localidad de Allende (Cillorigo de Liébana), en la misma base de un gran farallón rocoso denominado Cueto Agero. El valor arqueológico de la misma fue descubierto por miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica CAEAP a mediados de la década de los 80, quienes encontraron ya por aquel entonces diferentes materiales arqueológicos en superficie que la contextualizaban indudablemente. Posteriormente, sería documentada más en detalle en la Tesis Doctoral "La cultura material de la Edad de Hierro en Cantabria" de Rafael Bolado del Castillo.
Y a partir de aquí..poco más se puede decir sobre la misma. Si se puede decir que su vestíbulo fue vaciado prácticamente en su totalidad para acondicionarlo como "cuadra" (en las imágenes se puede ver el cierre ganadero). ¿Cuestionable?. En mi opinión, no. Uno de los mayores problemas de Cantabria es el total desconocimiento de este tipo de enclaves, ya que poco o nada importan sino tienen monumentales pinturas o descubrimientos que valgan para poner algún titular en el periodo de turno. Aun así, con el tiempo, acabaría abandonado igual. Cantabria infinita lo llaman.
El castro de Llan de la Peña (Dobarganes, Vega de Liébana) es sin lugar a duda uno de los mejores exponentes de la cultura castreña en la zona lebaniega, me atrevería a decir incluso que el más destacado. Pensemos por un momento en la visión tradicional que tenemos muchos de nosotros sobre un castro cántabro. Rápidamente nuestra imaginación "vuela" hasta el castro de Las Rabas, Monte Ornedo, La Ulaña o Monte Bernorio, yendo incluso mucho más allá e imaginando un escenario virtual de las Guerras Cántabras en este contexto..pues Llan de la Peña, aun siendo totalmente diferente (como veremos a continuación) cumple con esa idealidad que tenemos sobre la Edad del Hierro y la romanización. Eso sí, adaptado a un territorio mucho más hostil y abrupto e inaccesible que en los citados ejemplos.
El yacimiento fue descubierto por Ángel Ocejo a finales del siglo pasado (año 1979), encontrándose acompañado en el momento del hallazgo e identificación por Gonzalo Gómez y C.Herrero. Pasarían tan solo dos años hasta que apareciese la primera noticia, en prensa local, sobre la aparición de este castro prerromano. En este artículo se incluiría además la "primera planta" del recinto, la cual sería realizada por al propio Ocejo, Ramón Bohigas y T. Brigido. Habría que esperar hasta el año 1988 hasta que el castro de Llan de La Peña apareciese nuevamente publicado, esta vez en el número V de la revista Sautuola. Sería en esta última donde se incluyesen aspectos más detallados sobre las prospecciones realizadas, incluso los resultados de algún sondeo practicado. Destacar que sería incluido como yacimiento de tipo castro en el Inventario Arqueológico Regional realizado entre los años 2008 y 2009.
El campamento romano o castellum de Vistrió (Pesaguero, Cantabria) es, sin lugar a dudas, uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes de los últimos años en nuestra región. En cualquier otro contexto geográfico, incluso cronológico, estaríamos hablando igualmente de un enclave con un inmenso potencial para el conocimiento de las estructuras campamentales romanas. Pero teniendo en cuenta tanto su ubicación y características, como su posible adscripción cronológica podemos decir que estamos ante uno de los campamentos romanos de campaña situados a mayor altitud de Cantabria (el establecimiento militar romano más alto de la Península sería la turris del Robadorio, no muy lejos de allí), en un escenario de alta montaña y controlando uno de los accesos naturales al valle de Liébana desde el Sur (y a una de las zonas más elevadas del extremo oriental de la Cordillera Cantábrica).
Es en este punto donde, más que sugestionados y absorbidos por los ecos guerrero-legendarios de la resistencia cántabra frente a las legiones, llegamos a plantearnos…¿Y si estuviésemos más cerca del Monte Vindio, uno de los últimos baluartes de los antiguos cántabros en la guerra de 26-25 a. C.?. Cierto es que esta pregunta no tiene aún demasiado apoyo científico basado en hallazgos reales, pero la interpretación de las fuentes clásicas (más acertada o no), cierta toponimia y otros posibles restos aún por estudiar aunque ya localizados apuntan a que este antiguo lugar de refugio indígena, sobre el cual se dice que los cántabros allí retirados se jactaban de que antes subirían las aguas del Oceano que las legiones romanas, pudo estar en el entorno montañoso que nos ocupa. Resulta tentador sumarnos a esa hipótesis y asumir que quizá este campamento pudo tener algo que ver con el asedio al legendario monte, aunque en ese sentido casi todo esté aún por demostrar.
En cuanto a Liébana, desde principios del presente siglo algunos investigadores, entre los que destaca Gonzalo Gómez Casares, han hallados varios yacimientos fortificados relacionados con la Edad del Bronce-Hierro en la comarca. Curiosamente, y a diferencia de otros grandes oppida al Sur de Cantabria, Burgos y Palencia, estos no presentaban signos de asedio evidente, como si la comunidad indígena del gran valle hubiese vivido en relativa tranquilidad. Esto, unido a la casi nula presencia de campamentos o estructuras defensivas de tipología romana (Robadorio) en el entorno, desligaba el nexo entre estos asentamientos y las Guerras Cántabras. Pero ahora, ante este hallazgo, surgen las preguntas: ¿Por qué tenemos una estructura campamental romana justo en el Collado del Vistrió? ¿Qué se pretendía controlar o asediar? ¿Cuántos legionarios albergaría y para qué? ¿Estamos más cerca de…?. Demasiadas cuestiones que esperan respuesta.
Volviendo al yacimiento en sí, fue descubierto por José Ángel Hierro Gárate en el año 2012 gracias a la fotografía aérea e imágenes satélite de la zona. Tras dar parte al Servicio de Patrimonio, en Septiembre de ese mismo año visitó el lugar con Gustavo Sanz Palomera, arqueólogo del Gobierno de Cantabria, y Pepe Diego Estébanez, comprobando in situ la existencia de una estructura defensiva de cronología indeterminada aunque sin duda antigua. Tras plantear por primera vez su posible carácter campamental romano en una nota del artículo "Las Guerras Cántabras" del libro editado por ADIC Cántabros. Origen de un pueblo, su definitiva identificación como tal llegó el año pasado, cuando el propio José Ángel Hierro Gárate, Enrique Gutiérrez Cuenca y Rafael Bolado del Castillo descubrieron, gracias a la revisión de fotografías aéreas antiguas, la existencia de una puerta en clavícula en la zona superior. Fue presentado en "sociedad" dentro del I Encuentro Arqueológico Las Guerras-Ástur-Cántabras celebrado en Gijón (Octubre de 2014), donde esos tres autores dieron a conocer una serie de nuevos hallazgos posiblemente relacionados con las Guerras Cántabras en las ponencia "Avances en la identificación de nuevos escenarios del Bellum Cantabricum (1): hacia el corazón de Cantabria" y "Avances en la identificación de nuevos escenarios del Bellum Cantabricum (2): ¿Más cerca del Mons Vindius?". Como podemos comprobar, estamos ante un hallazgo "recién salido del horno" y todo lo que venga a partir de este 2015 responderá muchas de las cuestiones planteadas anteriormente. Esperemos que no sea otro de los yacimientos que queden en el olvido administrativo, ya que tal vez estemos a las puertas de aclarar un poco más sobre una época apasionante en Regio Cantabrorum
En lo alto del municipio de Vega de Liébana, a media ladera del alto de Los Corros (como también se conoce el yacimiento), se encuentra la necrópolis megalítica de Combranda. Un enclave que tanto en su entorno más inmediato - con la necrópolis de Palmedián - como a escasos dos kilómetros con el castro de Llan de la Peña, se encuentra rodeado por milenios de historia. A media que nos vamos acercando a la pequeña vaguada donde se ubican las estructuras tumulares, entre reses y algún que otro rebaño de cabras, no podemos dejar de imaginar la vida en época del Neolítico/Calcolítico. Sobre manera porque, si obviamos el tintineo de las decenas de cascabeles y campanos que nos rodean, poco a cambiado ante nuestros ojos exceptuando la pista forestal que guía nuestros pasos: Ganado de montaña, panorámicas de ensueño, aire puro..y un cierto aura de misticismo e historia.
El yacimiento se dio a conocer en el año 1989 tras su aparición en prensa, destacando "la existencia de estructuras megalíticas en el Pico Jano". Ese mismo año, en colaboración con Gonzalo Gómez Casares (descubridor de decenas de yacimientos en la comarca de Liébana), se realizó una prospección e inventariado de las estructuras dirigida por Agustín Díez Castillo. A partir de entonces, la presencia de investigaciones ha sido prácticamente nula limitándose a ser incluido en diferentes publicaciones como las Actas del Seminario "O Megalitismo no centro de Portugal" con el título "El Megalitismo en Cantabria: una aproximación espacial" (Jesús Ruiz Cobo/A. Díez Castillo, 1994) o en "Evolución del poblamiento prehistórico en los valles del Deva y del Nansa" (UC, Santander 1996. A. Díez Castillo).
Y desde entonces, nada de nada. Desde hace décadas se ha propuesto un proyecto arqueológico para la estudio, preservación y puesta en valor del conjunto y..seguimos igual. Un enclave espectacular donde tanto la vida como la muerte en época del Neolítico/Calcolítico permanecen totalmente olvidadas. Cantabria Infinita lo llaman..
Sin duda, toda la comarca de Liébana sigue siendo una auténtica incógnita en relación al mundo romano y sus antecedentes. Y no será porque las diferentes "pistas" nos llevan a pensar que tanto en épocas anteriores (Edad del Bronce/Hierro), como en la propia romanización del territorio y siglos posteriores, "Roma" estuvo presente en tierras que históricamente han cobrado importancia de la Reconquista en adelante. Y curiosamente, la gran mayoría de las citadas pistas, más que de vida..nos hablan de muerte.
La conocidísima estela de Luriezo, el fragmento de la estela de Bores, la monumental estela de Villaverde y la pieza que hoy nos ocupa son testigos inertes de un pasado donde más que una diferenciación entre cántabros y romanos podemos hablar a buen seguro de cántabros romanizados (en lo cultural, un poco como nosotros). Hoy hablamos de la poco conocida estela funeraria de Lebeña, pieza eclipsada en esta localidad por la archiconocida iglesia de Santa María de Lebeña (icono del prerrománico en Cantabria). Mucha gente desconoce este fragmento de piedra silícea que aglutina a la perfección pasado (por su significado) junto a presente (por donde se encuentra ubicada, al lado de un "contador de la luz") y donde su futuro parece ligado a seguir siendo una "piedra más" en una sociedad (administraciones incluidas) totalmente focalizada en el magnífico templo de la localidad de Lebeña. Si al menos estuviese señalizada..
Fue encontrada entre los escombros de la antigua ermita de San Román, cuya existencia se remonta al siglo X. A mediados del siglo XIX el templo fue reconstruido en el mismo pueblo (en una ubicación diferente a la original) y el fragmento rectangular de la estela funeraria fue incrustado en la pared (justo a la derecha del acceso) del edificio, que fue utilizado posteriormente como escuela y como Casa Concejo. No cabe duda de que el epitafio de Aelio Albino nos habla indirectamente de un pasado "romano" aún por descubrir, ya no solo en el municipio de Cillorigo sino en toda Liébana. La pena es que aun potenciándose esta comarca en diferentes etapas de la legislatura (Año Jubilar principalmente), no haya ni una cita reseñable de este campo epigráfico en ningún sitio..una pena.
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