
Cada vez que se habla de la Edad del Hierro ,nuestro subconsciente viaja prácticamente de un modo instantáneo a los grandes oppida de la Cantabria histórica: Monte Bernorio, castro de las Rabas, Monte Ornedo o La Loma. Todo ello inmersos en un clima bélico/heróico de las Guerras Astur-cántabras donde gusta enaltecer la bravura de nuestro pueblo, con el que compartimos territorio..y poco más. Pero lejos de esta imagen icónica, la Edad del Hierro en Cantabria es mucho (muchísimo) más. Cada día el conocimiento sobre este periodo va en aumento gracias a las cavidades. Y del mismo modo, no todos los yacimientos de esta época en nuestras cuevas tienen que ser espectaculares como El Aspio, Cofresnedo o el Abrigo del Puyo.
Hay otras como la cueva de Covara (o Covarada) que, desde su humildad, dan fé de que los antiguos cántabros ya las usaron de un modo u otro.La citada cueva se encuentra al norte de la localidad de Allende (Cillorigo de Liébana), en la misma base de un gran farallón rocoso denominado Cueto Agero. El valor arqueológico de la misma fue descubierto por miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica CAEAP a mediados de la década de los 80, quienes encontraron ya por aquel entonces diferentes materiales arqueológicos en superficie que la contextualizaban indudablemente. Posteriormente, sería documentada más en detalle en la Tesis Doctoral "La cultura material de la Edad de Hierro en Cantabria" de Rafael Bolado del Castillo.
Y a partir de aquí..poco más se puede decir sobre la misma. Si se puede decir que su vestíbulo fue vaciado prácticamente en su totalidad para acondicionarlo como "cuadra" (en las imágenes se puede ver el cierre ganadero). ¿Cuestionable?. En mi opinión, no. Uno de los mayores problemas de Cantabria es el total desconocimiento de este tipo de enclaves, ya que poco o nada importan sino tienen monumentales pinturas o descubrimientos que valgan para poner algún titular en el periodo de turno. Aun así, con el tiempo, acabaría abandonado igual. Cantabria infinita lo llaman.
La cueva de Covara posee una gran boca de unos 17 metros de ancho por 8 de alto, si bien no es una cavidad de largo recorrido. Desde ahí se accede a un gran vestíbulo de 16 metros de longitud que se encuentra muy alterado por la actividad ganadera. Destaca a la izquierda del mismo, una gran colada formada en el pasado.
Respecto a los materiales encontrados, destacan la presencia de restos de ovicaprinos, diferentes fragmentos de cerámica, una hoja de silex y dos fragmentos de cantos de cuarcita. Es la cerámica, principalmente, la que contextualiza el yacimiento en la Edad del Hierro, ya que la decoración de 3 fragmentos (con decoración lineal y en zig-zag) y su tipología nos llevan inequívocamente a este periodo. No obstante, no se tiene claro aún a que estaban destinadas, ni la cerámica ni el yacimiento por si mismo (¿funerario? ¿cuadra con más de 2.000 años de antigüedad?..)
La cueva del Valle es, aun no pareciéndolo, uno de los mayores exponentes arqueológicos y espeleológicos de Cantabria. Sin duda, así de rotundo. Y no, no tiene ningún tipo de manifestación pictórica ni grabado alguno que se conozca. Con estas premisas mucha gente pensará "Pero..¿Por qué está abierta?", "Pero sino está protegida, ¿no?" o "Entonces..¿Qué tiene de especial?". Y todos ellos tendrán razón ya que es una cueva en la que puedes entrar hasta su vestíbulo (se recomienda encarecidamente no adentrarse en su interior) con los más pequeños y si, su valor arqueológico está "protegido" (por llamarlo de alguna manera) por una importante costra estalagmítica y por una placa de hormigón que impide que se acceda a los niveles estratigráficos del yacimiento. Cierto es que esto no es suficiente, todos podemos apreciar que las filtraciones del agua del interior arrastran (y siguen arrastrando) los materiales por debajo del hormigón. Pero reafirma una teoría que desde el portal llevamos defendiendo años en otros yacimientos mucho más abandonados: El flujo de personas continuado, en este caso familias y familias con niños/as, es un excelente disuasor para todos aquellos que tienen ganas de llevarse aquello que no es suyo.
El valor arqueológico de la cueva del Valle fue descubierto por el padre Lorenzo Sierra en 1905, quien encontró un importantísimo yacimiento de arte mueble que nada tiene que envidiar (todo lo contrario) a otras cuevas de Cantabria. Inicialmente encontró piezas del periodo Magdaleniense Superior/Aziliense. Las primeras excavaciones como tal fueron desarrolladas por miembros del Instituto de Paleontología Humana de París (IPH) entre los años 1909 y 1911, siendo realmente fructíferas dado el volumen y calidad de las piezas encontradas que veremos posteriormente. A finales de la década de los 90 (entre 1996 y 1998) un equipo de la Universidad de Valencia dirigido por Maria Paz García-Gelabert realizó una revisión de los trabajos previos y nuevos sondeos para delimitar el yacimiento, encontrando nuevamente materiales que reafirmaban la cronología previa (Magdaleniense Superior/Aziliense) además de incluir ocupación en la Edad del Bronce en un momento de la protohistoria. Paralelamente, se crea a su alrededor el conocido como "Parque Paleolítico de la Cueva del Valle". Un acondicionamiento de su entorno para pequeños y mayores donde se puede aprender en que hábitat (mamut a escala incluido) vivieron los antiguos pobladores de la cueva. Cartelería, accesos y un gran área para aparcar y donde comer de picnic.
Como podemos apreciar, la cueva del Valle es un icono (si si, icono) de la prehistoria de Cantabria. Un lugar que se ha sabido aprovechar para el esparcimiento de familias enteras que con su sola presencia disuaden y protegen el yacimiento. Una protección infinitamente mayor que la capa de hormigón que se "echó" a finales de los años 80 del siglo pasado sin tener en cuenta que el flujo de agua no pasaría solamente por encima del hormigón, sino también por debajo (arrastrando materiales de incalculable valor río abajo, incluso a pocos metros de la placa). A buen seguro que esta circunstancia, y la información que expondré a continuación, será buen dardo que lanzarnos por explicar lo que realmente es la cueva del Valle y lo que contiene en su interior.
Las Canalonas, o la cueva de La Esperanza como también se conoce, no será una cavidad que llame la atención por su majestuosa boca o por sus increíbles dimensiones. De hecho, lo más probable es que si pasas a su lado no la asocies a un milenario pasado. Sobre todo por encontrarse en un entorno / municipio donde abundan los vestigios prehistóricos y protohistóricos en cada abrigo o cueva que veas. "La hermana pequeña" podrían denominar algunos. Pero ese es uno de los mayores problemas de Cantabria en cuanto al patrimonio arqueologíco, el mayor diría yo: Sino tiene un bisonte, un hallazgo material espectacular o no está entre los yacimientos de cabecera (que cada cuatro años tienen que rendir pleitesía al nuevo consejero de Cultura de turno)…no existe.
Pues esto le ocurre a Las Canalonas. Pero no por ello es menor importante, todo lo contrario. A buen seguro que guarda aún infinidad de sorpresas que esperemos que en el futuro puedan ver la luz. Su valor arqueológico fue descubierto en el año 1969 por V. Gutierrez Cuevas y otros miembros de la Sección de Espeleología del Seminario Sautuola (SESS). No en vano, ese mismo año publica "Las cuevas de la montaña que contienen interés arqueológico" donde expone una relación de yacimientos conocidos hasta el momento y donde se documentan parte de las intervenciones realizadas por los camineros de la Diputación y por el propio seminario Sautuola. No obstante, las excavaciones arqueológicas que realizaron en Las Canalonas no fueron publicadas en su momento y a día de hoy se desconoce el contenido exacto de las mismas. A partir de ahí (durante décadas) se le perdió la pista hasta miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica (CAEAP) la volvieron a localizar, encontrando además las manifestaciones rupestres que explicaremos más adelante.
No cabe duda de que cavidades como Las Canalonas deberían de volver a ser revisadas y "re-investigadas" dado el valor arqueológico que albergan y que, al igual que ocurrió durante décadas tras su hallazgo, sino se vuelven a visitar se pierden en el olvido. Por que este tipo de cuevas también son parte del pasado de Cantabria.
Las primeras noticias sobre su existencia se producen hacia el año 1961 aproximadamente, cuando el Grupo de Exploraciones Subterraneas del Club Montañes de Barcelona (G.E.S.) explora alrededor de 400 metros de la cavidad. No sería hasta el año 1964 cuando se realizase la exploración completa de la parte hoy conocida, concretamente realizada por la Asociación Espeleológica Ramaliega (A.E.R.) y el grupo anteriormente citado G.E.S. Poco después (1970) aparecen las primeras evidencias arqueológicas de la mano de J.M. del Moral de la Campa, quien revela más adelante la existencia de cerámica prehistórica.
Tenemos que esperar a finales del siglo XX para conocer más en detalle el potencial arqueológico de la Cueva del Aspio. Tras una visita de los miembros del C.A.E.A.P. y del A.E.R. (Asociación Espeleológica Ramaliega) se descubren diversos materiales arqueológicos y unos paneles de arte esquemático abstracto que fueron publicados por Serna et alii en el año 1994. Del mismo modo, Serna et alii hace referencia a la posible dispersión y fragmentación de un número mayor de materiales arqueológicos años atrás, sobre todo debido a actividades espeleológicas realizadas en el pasado. En sus publicaciones, subdivide la Cueva del Aspio en 5 zonas de interés:
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