Ni siquiera recuerdo las veces que he pasado en mi vida al lado del cerro del Mato sin saber de su milenario pasado. Esta imponente atayala rocosa es un lugar que siempre ha logrado hacerme desviar la mirada en mi camino por el barrio de Velo, en Puente Arce. No olvidemos que estamos en una zona donde las cavidades abundan en todo su esplendor, además siendo referentes en diferentes épocas: A menos de 300 metros, en el mismo barrio y "demasiado" cerca de la cantera de Escobedo, se encuentra la conocidísima cueva de Santián (contextualizada en época Magdaleniense). También muy cerca, a unos 2 kilómetros en línea recta, se encuentra la cueva de Covalejos, referente de época Musteriense en el arco Cantábrico. No mucho más lejos están cavidades como el Calero II (época Gravetiense) o el abrigo de Barcenilla, clave en el conocimiento en el cambio del Mesolítico al Neolítico en Cantabria. Ejemplos que, en definitiva, apuntaban a que el cerro del Mato pudiese contener, por morfología y composición geología, alguna cavidad con interés..y vaya si la tiene aunque sea prácticamente desconocida para el público de a pie.
Fue descubierta en la década de los años 70 del siglo pasado por miembros del CAEAP – Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica. Años más tarde, en 1998, Jose Manuel Morlote y Emilio Muñoz la incluirían en el estudio de las cuevas sepulcrales del karst del Peñajorao que ellos mismos dirigirían.
No cabe duda de que estamos ante otra de esas cavidades en la que las incógnitas son muchas más que las certezas. Es curioso pensar que el cerro que le dio nombre (El Mato) comenzó a ser pasto de una cantera llamada incluso con su mismo nombre, hoy ya cerrada. Una atalaya natural cercada por dos grandes explotaciones mineras en los municipios de Piélagos (cantera de Laherrán) y Camargo (cantera de Peñas Negras) que formulan la incómoda pregunta de cuantos yacimientos se habrán llevado por delante sin que se sepa, castros incluidos. Y no solo eso, como veremos un poco más adelante, sino el efecto que incluso en nuestros días siguen teniendo en cuevas como estas, destacando la cercanía de la cueva de Santián (a menos de 50 metros de una de ellas) o las cuevas del Monte Castillo, afectadas le pese a quien le pese por las canteras del monte Dobra. Esperemos estar a tiempo de conocer nuestro milenario pasado antes de que desaparezca o colapse ante nuestros ojos.
Ubicada a media ladera, estamos ante una cavidad que tiene dos accesos. La boca principal, de unos 1.7 metros de alto por 1,5 de ancho y orientada al Suroeste, da a entrada a un pequeño vestíbulo de 2,5 metros de longitud. Llaman la atención dos enormes piedras que se encuentran antes de acceder al interior, desprendidas según los vecinos de la zona poco antes de su descubrimiento por las explosiones de las canteras adyacentes. Incluso pueden entrar más en detalle, ya que siempre se pensó que se desprendieron debido a la acción de la cercana (metros) cantera del Mato, pero fue una explosión de la de Escobedo la que las derribó. Desde aquí continua por una galería hasta llegar a una bifurcación que nos lleva a la izquierda por un angosto laminador que tras varios metros nos conduce al segundo de los vestíbulos y por consiguiente a la segunda boca (por llamarla de alguna manera), de unos 0,7 metros de alto por 0,4 de ancho y de forma triangular. La galería principal se encuentra a la derecha del citado cruce/bifurcación. Es rectilínea y a los 6,7 metros aproximadamente desemboca en un corredor de 1,5 metros de longitud bastante angosto que nos lleva hasta una sala de cierta amplitud.
La gran mayoría de los materiales encontrados antes de la investigación se encontraron dispersos por la cueva (vestíbulos, sala, galería principal), sobre manera porque El Mato ha sido una cueva poblada durante muchos años por los conocidos en Cantabria como "tasugos" (Tejón común). Esto no solo dificulto las labores en superficie, sino la contextualización estratigráfica de los materiales encontrados en los sondeos realizados en ambos vestíbulos (de 1 metro por 0,5), ya que estos carnívoros han debido ser moradores del Mato desde hace muchísimo tiempo. Al vaciar los restos de dos madrigueras en el vestíbulo principal, se encontraron restos de un conchero (a unos 10 cm de la superficie) adheridos a la pared derecha. En ese mismo vestíbulo se hallaron además fragmentos aislados de una gran orza ovoide con decoración plástica y restos humanos sin contextualizar (en ambos vestíbulos). ;
En la galería principal que nos lleva a la sala, se recogieron en superficie los fragmentos de un cráneo humano, el fragmento un maxilar, dos vértebras, 1 cúbito y 3 fragmento de costillas que pertenecieron a un individuo adulto. Se recogieron además dos fragmentos de cerámica prehistórica lisa y una cuenta de collar de Dentalium, molusco conocido más coloquialmente como colmillos de mar. Los restos de fauna encontrados son abundantes, destacando el ciervo, caballo, diferentes conchas de molusco, etc.
Con todo ello, sin saber exactamente el número de individuos exactos que pudieron estar aquí enterrados, se cree que gran parte del conjunto (disperso) funerario puede pertenecer a época Mesolítica.
No es posible visitar la cueva del Mato, ya que se encuentra dentro de terrenos particulares. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento, su entorno y la privacidad de los propietarios de la finca, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.
Nuevamente nos encontramos con una cavidad que aun pudiendo albergar un potencial arqueológico increíble, se encuentra totalmente desprotegida y al amparo de cualquier despropósito. Y hablamos de que podría en condicional porque, independientemente de sea un Bien de Interés Cultural desde el año 1985, no tiene ni cierre ni protección alguna con lo que el deposito arqueológico del vestíbulo se podría haber perdido por la desidia de décadas entre eucaliptales. Y esto sorprende en un yacimiento que ha sido estudiado desde principio de siglo XX, época en la que la prehistoria y las cuevas en Cantabria dieron prolíficos frutos.
Y la cueva de Las Cáscaras no fue menos. El yacimiento fue descubierto por Romualdo Moro en 1890 por casualidad. El conocido capataz, que excavo en decenas de yacimientos bajo el mecenazgo del Marques de Comillas, Antonio López López, barrenó la entrada en busca del calamina (mineral del grupo de los silicatos) y se encontró con el conocido bloque de huesos que pasaría a la historia como uno de los mejores enterramientos sepulcrales del Calcolítico (albores de la Edad de Los Metales) en Cantabria. Tanto el conjunto sepulcral, de 5 individuos adultos, como la propia cavidad fue estudiada en 1910 por el padre Jesús Carballo, publicando sus resultados en el año 1924 dentro de su obra "Prehistoria Universal y Especial de España".
Un año después (1925) el arqueólogo Juan Cabré Aguiló publicó "Las colecciones de Prehistoria y Protohistoria del Museo Cantábrico de Comillas" en la Revista Coleccionismo. Aquí ya se hacia referencia a uno de los elementos que más característicos del conjunto: Una punta de sílex con aletas y pedúnculo (similar a la de más abajo) que según parece apareció clavada en uno de los huesos. Un hallazgo excepcional, de los que no existen muchos en la Península Ibérica, y que trajo cola ya en su momento. Autores como Cabré Aguiló publicaron que esa flecha pudo causar la muerte del individuo, afirmación totalmente negada por Jesús Carballo que afirmó que dicha pieza había sido cambiada del lugar donde se encontraba originalmente, al parecer un húmero. Escribió lo siguiente: "Según afirmación de varias personas fidedignas, cuando el conglomerado llegó al citado museo (Museo de Comillas), la flecha estaba clavada en el húmero del antropólito. Más cuando he sido llamado a estudiarlos, después de tantos años que llevaba depositado allí, ya la habían arrancado del sitio dejándola hincada en otra parte donde yo la ví" (CARBALLO, 1924,220).
Volviendo a la cueva de Las Cáscaras, fue explorada por el Grupo Espeleolígo de Cabezón de la Sal y por el CAEAP en la década de los 80, encontrando los primeros varios fragmentos de cerámica. Poco después, en el año 1993, Francisco Etxeberria Gabilondo y Lourdes Herrasti Erlogorri (ambos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el primero de la Facultad de Medicina de la Universidad del Pais Vasco), investigan a conciencia los restos óseos. No se encuentra huella alguna en los húmeros y fémures que pueda ser atribuida al impacto de una punta de flecha. Por este motivo, no se pudo certificar de modo alguno que existiese lesión violenta relacionada con este elemento.
No cabe duda de que hace casi un siglo se produjo un hallazgo extraordinario. El que sea publicado en este momento no es casualidad, ya que como bien hemos explicado al inicio, aún siendo una cavidad sepulcral de gran importancia arqueológica, no tiene protección ninguna. Ni siquiera está cerrada, la gente sigue entrando y garabateando sus paredes, incluso excavando ilegalmente. Esto, unido al último hallazgo de otra cueva sepulcral en Noja este mismo año 2018 (La Cueva del Copillo, ver aquí), nos da a entender que los medios de comunicación dan cabida a estas grandes noticias para engrandecer la cultura (y la Consejería de turno) …y luego, tras el paso de los años, las autoridades siguen impasibles mientras perdemos gran parte de nuestro patrimonio y nuestra historia. Una pena.
La cueva del Acebo es otra de esas cavidades que tienen un aura especial. Y no, no solo por su espectacular ubicación en la omnipresente Peña Yagos de Miera, sino por las decenas de incógnitas que aún la rodean tanto a ella como a todas las cuevas relacionadas (de un modo u otro) con la Edad Bronce y el Hierro en la comarca. Una concentración (La Soterraña, El Covarón, La Puntida, El Puyo, Cigudal, La Palenciana..y un largo etc) que nos habla de una historia aún desconocida y que por los pocos vestigios estudiados al respecto..parece maravillosa a la vez que abandonada. Y eso que nos enorgullecemos "tanto" de los antiguos cántabros…
Su valor arqueológico fue dado a conocer por el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – CAEAP a principios de los años 80, si bien existen calicatas antiguas atribuidas al equipo de Camineros de la Diputación que pueden apuntar a un conocimiento previo sin documentar. Desgraciadamente, algunas de las calicatas parecen tener cierto rigor y sentido, pero otras tantas no parecen estar hechas por este antiguo equipo. Y desde entonces hasta hoy, salvo diferentes y breves citas en publicaciones como el Boletín Cántabro de Espeleología..nada más al respecto.
Una historia, la de todas las cuevas relacionadas con la Edad del Hierro en la comarca de Miera (en definitiva, de toda Cantabria) que se pierde diluida entre los publirreportajes vacíos de los Consejeros y Directores de turno, más preocupados de vendernos licitaciones del MUPAC sobre cuantas empresas se han presentado a su construcción o Leyes de Memoria Histórica que son de todo menos históricas. Mientras tanto, lábaro en ristre, cuevas y yacimientos como la cueva del Acebo perecen en el olvido…Cantabria Infinita lo llaman.
Pocos conocen la cueva de La Baja por su atractivo arqueológico, sino más bien por encontrarse dentro de un entorno natural espectacular en el municipio de Laredo o por "aquellos niños" (ya mayores) que jugaban en su interior de pequeños. No en vano, es una cavidad perfectamente conocida por los lugareños y en la actualidad su acceso está perfectamente señalizado en los caminos cercanos. Pero más allá de su potencial natural y geológico y fácil acceso, la cueva de La Baja esconde un milenario pasado que apenas se conoce fuera del entorno más académico.
El yacimiento fue descubierto en la década de los años 50 del siglo pasado por los Camineros de la Diputación (como otros tantos en Cantabria). Desde entonces, ninguna referencia escrita sobre las pocas investigaciones de la cavidad y alguna "noticia" para hacer entrever que hay interés en la cultura de Cantabria. La última al respecto publicada en 2012 donde el consistorio le pidió al Director de Cultura el estudio de la cavidad para poder incluirla como reclamo turístico para la villa. Concretamente "se trataría de verificar la posible existencia de grabados u otras expresiones artísticas que refuercen el valor de un lugar en el que la calidad y variedad de material hallado confirma que fue poblado miles de años atrás".., como pasa con todo el Patrimonio de Cantabria: Si tiene pinturas o grabados mola, sino..es una basura. En este caso, sin grabados ni pinturas conocidas, se utiliza como recurso sin que la gente de a pie conozca su milenario pasado nada más adentrarse en su interior.
No cabe duda de que la historia de la cueva, como veremos a continuación, merece una puesta en valor. Como mínimo, una contextualización de lo que hoy es tan solo "una ruta y una cueva bonita" y sobre todo, una protección de la misma dado que gran parte de los materiales en superficie que se observaban hace años…ya no están allí.
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