El 3 de Noviembre de 1899, don Eduardo de la Pedraja notifica a la Real Academia de la Historia de Madrid una serie de hallazgos romanos de la Península de la Magdalena. Todos los materiales salvo uno procedían o bien de Santander o su entorno más próximo. El restante, un hacha de talón con una anilla, nada tiene que ver con la actual capital de Cantabria…y nadie ha hecho hincapié en ello. Ni siquiera han observado la más que dudosa similitud con otra hacha, el de Novales, del que no hay una descripción tan fehaciente de su hallazgo.
En 1916 doña Fermina Iglesias, natural del pueblo de Requejo en Campoo, vende al Museo Arqueológico Nacional un hacha de talón con una anilla por el precio de 15 pesetas. Los pocos datos que lo acompañan hacen referencia a que el hallazgo se produjo, de un modo aislado, en una mina de magnesita de esa localidad. Pero en Requejo nunca hubo una mina de magnesita, y nadie ha hecho hincapié en ello.;
Con estos dos párrafos anteriores se abren una serie de incógnitas que nos dan a entender en muchas ocasiones que las fuentes documentales de principios del siglo XX, lejos de ser estudiadas en detalle, se dieron por supuesto (luego lo entenderéis mejor). Y no solo en estos dos casos, sino en muchos de los aspectos fundamentales de la prehistoria e historia en el norte peninsular. Existen excepciones, que lejos de tener el reconocimiento que merecen de absolutamente todo el colectivo científico, han despertado envidias y descrédito por cuestionar muchos de las formulaciones establecidas. Por ejemplo, gracias a grupos como el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica (CAEAP) hubo una revisión exhaustiva de todas las cuevas (con arte rupestre y sin él), además de encontrar centenares de nuevos yacimientos que cambiaron el conocimiento de la prehistoria en Cantabria más allá de las cuevas "con pinturas" (no he visto aún un reconocimiento público a Emilio Muñoz Fernández, salvo MILES de referencias bibliográficas). En el conocimiento de las Guerras Cántabras, gracias a historiadores como Eduardo Peralta Labrador (más que le pese a muchos), todo cambió a finales del siglo XX / principios del XXI en cuanto a la identificación, estudio e investigación de los enclaves que patearon y sobrevolaron como nadie. O de un modo más cercano, en el conocimiento del sistema viario del Imperio Romano en Hispania, donde Isaac Moreno Gallo nos demuestra que la impronta de esas vías sigue existiendo miles de años después, aunque no las veamos. Todos ellos cuestionaron lo ya establecido, se la jugaron en sus hipótesis, estudios y resultados y tras muchos sinsabores pudieron demostrarlo. Existen casos de "disrupción en la investigación histórica" en nuestra tierra, los cuales normalmente son perseguidos por aquellos teóricos con un título bajo el brazo que no suelen querer mirar más allá. "Juliobriga es Retortillo, punto. Así ha sido siempre" he oido decenas de ocasiones sin un argumento demoledor a su favor. Curiosamente, después de más un siglo de investigaciones en ese espectacular yacimiento, no hay siquiera consenso de que sea la ciudad romana que dice ser. En muchas ocasiones (la gran mayoría), es mejor no decir nada. Lo escrito en el pasado, o lo reafirmado por la UC y acólitos satelitales, es dogma..en muchos casos de fe. Pero salirte de la línea implica que no estás alineado.
Hoy escribo sobre hachas de talón de anillas de Cantabria (de 2 concretamente), teorizando sobre un posible origen más que erróneo de las mismas y creyendo encontrar un nexo sobre todas ellas. Con información que siempre ha estado ahí pero que era dogma (o poco interesante). Hace semanas, comencé un "artículo serio" al respecto que pudiese ser publicado en alguna de las revistas científicas de cabecera (Sautuola o Altamira por ejemplo), honestamente creo que para intentar ganarme la aprobación de parte de un sector al que no pertenezco. Pero la verdad, a medida que estuve buceando, pensé que me estaba equivocando: no lo necesito. Escribiré sobre estas hachas, sobre lo que considero erróneo y listo. Una información fácil, concisa y que todos entendamos. Del resto que se encarguen aquellos que entienden de verdad, los profesionales de la historia y la arqueología. Sobre todo, los que siempre quieren ir un paso más allá. El resto, que se queden dónde están. Son felices así, con el beneplácito del amo.
En el área de Peña Cabarga existen diferentes hallazgos aislados donde normalmente la ubicación exista de los mismos sigue siendo una incógnita. Uno de los más citados y referenciados es el conocido como hacha de Peña Cabarga. De origen desconocido (no se sabe realmente el lugar exacto de su aparición), formó parte de la colección de Eduardo de La Pedraja hasta su muerte, momento en que la colección sería adquirida por el MAS de Santander. Nos encontramos con una pieza pequeña, de unos 15,87 cm de longitud y un peso de 281,5 gramos. Posee tres nervios largos por ambas caras que se desarrollan hasta la mitad de la hoja. Posee una marcada pátina verde y diferentes huellas de corrosión. Su aspecto denota un mal proceso de fundición dado que muestra en superficie rechupes/depresiones (porosidad) y una visualización laminar. No obstante, estamos ante una pieza de muy bella factura.
En el mismo contexto de la sierra de Cabarga apareció el hacha de San Vitores. En este caso, nos encontramos con una pieza de dos anillas cuya pátina es de un mucho más intensa que la anterior. Sus dimensiones también son pequeñas, de unos 17,44 cm de longitud. Se puede apreciar perfectamente que estuvo fragmentada en dos partes, si bien es cierto que hoy en día se encuentra soldada.
Hasta este punto estas dos serían las más conocidas, que no quiere decir las únicas. Rebuscando en la información de finales del siglo XIX, principios del XX, se cita el hallazgo de una más. En este caso con todo tipo de información que ha estado esperando en un documento de 1899 hasta este desarrollo de este. En la noticia trasladada a la Real Academia de Historia de Madrid el 3 de Noviembre de la citada fecha por el propio Eduardo de La Pedraja, se hace eco de los objetos antiguos encontrados en Santander, incluyendo notas de los mismos y un dibujo para notificarlos con toda la información posible. El citado documento incluye 3 fragmentos de terra sigillata encontrados en la Península de la Magdalena, una punta de fecha de aletas en la localidad de San Román de la Llanilla (perteneciente a Santander), un pequeño fragmento de mosaico de la citada Península además de un hacha de bronce que se detalla con el siguiente texto:
"Número 6. Hacha de Bronce encontrada por D. Constantino García Palacio el 23 de Septiembre de 1899 en Pámanes, en la cantera denominada El Suto. Dicha hacha, que pesa 595 gramos, estaba enterrada entre tierra y roca, a cosa de 3 a 3 y medio pies de profundidad de donde saltó al empuje de un barreno que el citado Palacio y otros dieron en la mencionada cantera."
En el último párrafo de la nota manuscrita se hace referencia a que los citados objetos forman ya parte de la colección de Eduardo de La Pedraja:
"Los indicados objetos, naturalmente forma parte de la colección de Eduardo de La Pedraja siendo de advertir que con los números 1,2,3 aparecieron también muchas conchas de ostras, y en una de ellas, dos monedas de cobre romanas, la una de Vespasiano y la otra de Adriano y otras (fiera de la citada concha) que por deterioradas no es fácil identificarlas."
Todos ellos, del número 1 al 6 aparecen perfectamente dibujados con todo lujo de detalles en la lámina final. El hacha de bronce nos transporta inequívocamente a un periodo (La Edad del Bronce) y a un lugar (el entorno de Peña Cabarga) que es conocido desde hace décadas por los investigadores. En los casos anteriores, el denominado hacha de Peña Cabarga y el de San Vitores, la ubicación de su hallazgo es totalmente desconocida. Pero en este caso existen varios factores determinantes:
Si viajamos digitalmente al entorno de Peña Cabarga, dominando el barrio de La Mazuga, nos encontramos un pequeño promontorio llamado El Suto. Las vistas desde el mismo, a unos 225 metros sobre el nivel del mar, dominan toda la vertiente Sur de la Sierra. Resulta además cuanto menos curioso la cercanía del hallazgo del Caldero de Cabárceno y del hacha de San Vitores. Si superponemos además uno de los mapas mineros de principios de siglo XX, nos encontramos además que la denominada cantera de "El Suto" era la anteriormente conocida como Mina Mónica. No cabe duda de que tanto la mina como el cerro de El Suto merecerán la atención a medio/largo plazo, ya que su ubicación, control visual del valle, morfología y cercanía con "puntos calientes" como los citados previamente o el castro de Castilnegro (por encima en la sierra) hacen de este enclave un posible punto a tener en cuenta. El peso de esta hacha también es importante: 595 gramos. Apuntad este número.
Pero….¿donde se encuentra?. Repasando el listado de hachas de talón de anillas del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (donde hay una exposición de todos ellos), solo existe uno similar: El de Novales.
El hacha de Novales se encuentra actualmente expuesto en el MUPAC. Según reza la documentación, fue donado por Hermilio Alcalde del Rio al anteriormente conocido como Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Santander. Su longitud máxima es de 17,29cm y tiene un peso de 590,3 gramos. Posee una hermosa pátina verde oscura y su estado de conservación es muy bueno.
Es, cuanto menos curioso, que tanto las dimensiones como el peso de ambas hachas (el de El Suto como el de Novales) es practicamente el mismo. El peso del hacha de la documentación enviada por Eduardo de La Pedraja a la Real Academia de Historia es de 595 gr, mientras que la de Novales 590,3 gr. Una diferencia de menos de 5 gramos totalmente entendible si entendemos que se pesó hace más de un siglo. Respecto a sus dimensiones detalladas, si superponemos el dibujo de Eduardo de La Pedraja con el hacha de Novales, tanto las dimensiones del talón, como la distancia de anilla, como el filo..todo se ajusta. Absolutamente todo. Pero el hacha de El Suto (Peñacabarga) no está documentada en ningún sitio..¿Es el hacha de El Suto el hacha de Novales?. La verdad es que todo apunta que es probable. Y sino lo fuese, podríamos estar hablando de dos hachas que podrían haber salido del mismo molde.
Uno de los aspectos que puede hacer dudar en que no fuese la misma hacha es que el filo del dibujo aparece ligeramente mellado (al menos eso parece) a la izquierda de este. Esta circunstancia podría ser incluso determinante para poder reafirmar incluso que estamos ante el hacha de Novales, dado que el filo de este último está retocado recientemente, quien sabe si para igualarlo.
Otra de las atribuciones dudosas en cuanto a su origen proviene del conocido como hacha de Requejo. Actualmente se encuentra depositado nada más y nada menos que en el Museo Arqueológico Nacional, dado que fue vendido al mismo en el año 1916 por Doña Fermina Iglesias. Como casi todos los hallazgos fortuitos, poco o nada se sabe de las circunstancias del mismo salvo el contexto gobal, el cual nos da un indicativo bastante clarificador. La documentación afirma que fue encontrado en una mina de magnesita en la localidad de Requejo, pero en dicha localidad nunca hubo una explotación con esas características.
La única mina de magnesita de las inmediaciones se encuentra en la cercana localidad de Fresno del Río, hoy denominada Mina Fontoria y que a finales del siglo XIX se conocida como Mina San José. Ya en época romana, en el asentamiento de Retortillo (al lado de Requejo), se descubrieron piezas de magnesita pulidas y con formas geométricas bien definidas. Se cree que su uso en aquel entonces se debió a la búsqueda de materiales ornamentales alternativos al mármol, dada la escasez del mismo en el entorno. Pero nunca se encontró una mina de magnesita en las inmediaciones. En el siglo XII se hace referencia al "Manantial Fontoria" en el entorno de Fresno del Rio, al cual se le atribuyen propiedades medicinales por su alto contenido en magnesio. La explotación de magnesita de un modo más industrial comenzó a finales del siglo XIX de la mano de José Zunzunegui quien pondría en marcha la mina con un capataz y veintidós operarios. La aventura de la primera mina San José (hoy mina Fontoria) alrededor de 1925, donde se encontraría ya abandonada.
La venta del hacha de Requejo coincide exactamente el periodo de mayor auge de la mina de magnesita de Fresno del Rio, con lo que todo apunta a que su origen es este y no Requejo. Es más que probable que quien fuese de Requejo (o las inmediaciones) fuese la propia Fermina Iglesias, o que la cercana mina fuese incluida en el entorno de la localidad que le da nombre. Del mismo modo, la aparición en el entorno de Fresno del Rio tiene mayor cabida dado que en su entorno más inmediato también aparecen yacimientos desde época Calcolítica (necrópolis de los Arvejales) hasta la Edad del Hierro (castro de Los Peños).
Si nos detenemos a observar tanto las hachas de Novales (o de Suto, pendiente de confirmar) y el de Requejo (o de Fresno, pendiente de confirmar) encontramos muchas similitudes que llaman poderosamente la atención. En ambos tenemos la gran suerte de contar con gran parte de sus medidas detalladas y el peso, pudiendo compararles entre sí. Un dato de vital importancia es que entre ambas, no existe siquiera ni 1 cm de diferencia respecto a sus longitudes más relevantes, con una diferencia de tan solo 3,84 gramos en su peso…¿estamos hablando de hachas provenientes del mismo molde?. No olvidemos que una vez extraído del molde, los hachas tienen que ser perfeccionados (salen con impurezas) y pulidos para que veamos su estado actual.
La composición química de ambos podría ayudar en cuanto a su origen, si bien es cierto que no tendría porque ser igual. Por todos es sabido que en la Edad de Los Metales muchas veces existían herramientas reutilizadas (refundidas), con lo que no tendrían porque tener minerales similares al 100% o su composición podría variar notablemente.
Del mismo modo, habría que hacer una nueva comparativa si el hacha de El Suto (Peñacabarga) fuese un ejemplar diferente al de Novales ya que tendríamos no solo dos sino tres hachas similares en cuanto a tamaño y peso.
Tres hachas (o dos) cuya similitud morfológica y de las circunstancias de su aparición (todas en minas) que nos llevan a pensar que:
Todos podemos disfrutar de las hachas de talón de una anilla en la exposición del MUPAC en el Mercado del Este (Santander) en el caso de la de Peñacabarga y la de Novales y en el MAN - Museo Arqueológico Nacional la de Requejo
Como bien sabemos, los hallazgos romanos que han ido apareciendo en la actual Cantabria Oriental denotan que la presencia del imperio en esta zona fue más que relevante. Y no solo porque la colonia de Flaviobriga fuese un punto estratégico tanto en el tráfico marítimo como en el control del territorio (fue colonia y convento jurídico con jurisdicción sobre 9 ciudades), sino porque las localidades colindantes hayan proporcionado materiales de incalculable valor. Y no solo hablamos de la archiconocida Pátera de Otañes (descubierta a finales del siglo XVIII- principios del XIX), del milario de la misma localidad o de incluso del "Neptuno cántabro" encontrado en la cima de El Cueto. En este caso nos trasladamos a Baltezana, muy cerca de Ontón, para descubrir una estela funeraria romana que pasa totalmente desapercibida para el grueso del público.
Si buscamos información al respecto, poco o nada encontraremos en la red de redes si nos salimos del ámbito más estrictamente académico. Y eso que nos encontramos ante una pieza de bella manufactura, realizada en piedra arenisca, que hoy decora el marco de la ermita de San Juan. Actualmente, tal y como muestra la imagen, se encuentra posicionada horizontalmente, y muestra un estado de conservación bastante bueno salvo en su lado "inferior", que fue rebajado para asentarla correctamente. Se sabe que proviene de las inmediaciones de la localidad, ya que existen vetas de esta clase que afloran cerca de la misma.
Si la trasladamos al "eje vertical", tal y como debió estar hincada, posee una altura de 68 cm por 28 de ancho, adquiriendo un grosor total de 17 cm. Posee dos secciones claramente diferenciadas:
Una estela funeraria que es, sin duda, otro de los tesoros escondidos de Cantabria. Parte de nuestro legado, parte de nuestra cultura y parte de nuestra historia con nombre propio. Una auténtica pena que, como casi siempre, no tenga lugar en los circuitos turísticos de nuestra región.
La Pátera de Otañes es, sin lugar a dudas y con todos los respetos hacía el resto de los materiales de la misma cronología, el objeto romano con mayor relevancia dentro de los hallazgos coetáneos de Cantabria. Su la monumentalidad de sus escenas, su contenido, su epigrafía (tanto en el anverso como en el reverso, que muchos desconocen), el entorno de su aparición y, en definitiva toda ella, nos llevan a realizar la primera afirmación. Además, el halo de misterio y las incógnitas que aún alberga su texto epigráfico, la hacen mucho más llamativa.
Quien vería las caras de aquellos jornaleros que a finales del siglo XVIII fueron a sacar piedra al Pico El Castillo para construir las paredes del caserío del Prado, situado a los pies del citado monte y propiedad de Antonio Zacarías de Otañes. Tal fue el revuelo histórico que produjo este hallazgo (y el de otras piezas de plata que fueron vendidas a plateros de Bilbao, además de 7 miliarios) que el Ayuntamiento de Castro Urdiales se vió obligado a remitir un acta notaria a la sede de la Real Academia de Historia en el año 1826 para aclarar el hallazgo. Este documento, titulado "Información ad perpetuam rei memorimam de las antigüedades romanas halladas en el Valle de Otañes" (Leg. 1809, expediente 2, año 1826) posee todo tipo de detalles sobre las declaraciones de los testigos que décadas antes habían asistido a su hallazgo. Y ya aquí, comienzan las primeras contradicciones. El primer testigo alude que la Pátera junto otros objetos aparece en la falda Sur del pico mientras que Antonio Maria de Otañes (depositario de la pieza) había oído siempre a su padre que la pieza apareció entre las ruinas de un edificio antiguo demolido: La Torre de Lastramala. Esta fortaleza, cuyo origen se remonta al siglo XIII, estaba totalmente en ruinas y fue históricamente propiedad de la misma familia Otañes que siglos después descubriría la pieza.
A partir de este momento la Pátera de Otañes despierta un increíble interés entre la comunidad científica. En 1895 fue trasladada a Madrid para su estudio y posterior exposición en la Real Academia de Historia. No sería hasta un siglo después, en 1999, cuando volviese a ser mostrada al público en la exposición "Los Cántabros. La génesis de un pueblo" que se realizó en el Museo Diocesano de Santillana del Mar. Poco después, entre el año 2001 y 2003 estuvo depositada en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, volviendo a manos de la familia Otañes (propietaria desde su descubrimiento) quien la tiene custodiada en una entidad bancaria.
No cabe duda de que estamos hablando de la pieza con Mayúsculas del periodo romano en Cantabria. Si bien la teoría más aceptada de su hallazgo la lleva a las ruinas de la fortaleza del Pico Castillo…¿podría ser cierto que fue hallada en la falda Sur y la familia lo ocultó? ¿Dónde se encuentra el manantial de donde manan de las aguas de Umeri? ¿Qué otros objetos de plata se encontraron junto a ella?. No es solo la pieza, sino las incógnitas históricas que guarda y que aun la envuelven en su halo de misterio.
Los bastones perforados (conocidos como bastones de mando) son sin duda una de las piezas arqueológicas más enigmáticas de la prehistoria a nivel europeo. En Cantabria somos unos auténticos privilegiados, ya que tenemos varios y exquisitos (en cuanto a su decoración se refiere) ejemplos de esta maravilla del arte mueble paleolítico. Si Altamira y las cuevas del Monte Castillo son, sin dudarlo, referentes en cuanto al arte rupestre a nivel mundial (gracias a su variado contenido de pinturas y grabados), los bastones de la cueva del Castillo, El Pendo, la cueva del Valle y Cualventi no se quedan atrás en cuanto a calificativos.
Pero ni mucho menos son los únicos en nuestra región. Desde principios del siglo XX hasta nuestros días (el último, encontrado en El Pendo en el año 2016, un fragmento eso sí) han sido varios los encontrados en diferentes cuevas con diferentes estilos decorativos. Circunstancia esta que nos lleva hasta la cúspide en cuanto a este tipo de piezas se refiere. Uno de los primeros en aparecer fue el del Monte Castillo. Fue descubierto por Hugo Obermeier a principios del siglo XX y enseguida llamaría la atención entre la comunidad científica. Posee una longitud aproximada de unos 25 cm, lo que lo convierte en uno de los más grandes de nuestra comunidad autónoma. Realizado en asta de ciervo, posee un grabado de un ciervo macho con un nivel de detalle espectacular: Increíbles cuernas, papada, cuartos traseros, orejas…el grabado grueso e inciso recalca aún más los relieves de este. Actualmente, al igual que parte de los materiales del yacimiento de Monte Castillo de principios de siglo, es propiedad del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander – MAS. No obstante, se encuentra expuesto en el MUPAC de Santander además de tener una réplica en el Museo Nacional de Arqueología en Madrid.
Tras esta pieza, otra de las más relevantes dentro de los bastones perforados, se encontró en la cueva del Pendo, en Camargo. En este caso, el hallazgo se produciría en las excavaciones dirigidas por el padre Jesús Carballo a principios de siglo XX sin ser el único por aquel entonces pero sí el más espectacular. No se tiene la certeza de si está realizado en asta de ciervo o incluso de reno (material también extendido por toda Europa en la realización de este tipo de bastones), si bien sus grabados están perfectamente definidos. Nos encontramos dos cabezas de cierva, una cabeza de caballo y diferentes símbolos en forma de equis. Todo ello de bella factura y realizado en un soporte de entre 15-20 cm, lo que nos da a entender la complejidad de la talla en el mismo. Una cierva entre otros motivos (además de un posible antropomorfo y otros trazos) también es la temática escogida por los antiguos pobladores de la cueva del Valle (Rasines) en otro de los bastones icónicos de Cantabria y tal vez menos conocido. Realizado también en asta de ciervo, fue descubierto a principios de siglo XX en las excavaciones del padre Lorenzo Sierra, desapareciendo en el transcurso de la Guerra Civil. Afortunadamente existe un molde de yeso del mismo en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Ya a finales del siglo XX, en el año 1986, aparecería otro espectacular bastón perforado en la cueva de Cualventi (Oreña) en las excavaciones dirigidas por Miguel Ángel García Guinea. En este caso el motivo decorativo y su posición nos recuerda al ciervo del bastón de El Castillo, si bien la longitud de este lo convierte en el mayor encontrado hasta nuestros días: 30 cm. Y por último, en este pequeño recorrido entre los bastones perforados más relevantes (no quiere decir que no haya más, que los hay y de bella factura), viajamos nuevamente hasta la cueva de El Pendo y a una época no muy lejana: En el año 2016, en el marco de Investigaciones llevadas a cabo por el IIPC - Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria de la Universidad de Cantabria y dirigidas por Edgard Camarós, Marián Cueto y Pablo Arias, aparece nuevo un fragmento de bastón perforado en la cueva de El Pendo. Se uniría a las otras 10 piezas anteriores de esta tipología encontradas en la cavidad, lo que la convierten sin lugar a duda en un referente mundial del arte mueble paleolítico.;
No cabe duda de que los bastones perforados de Cantabria son uno de los iconos por excelencia de la prehistoria europea. Este pequeño recorrido de casi un siglo nos tiene que dar pie a pensar que aún hoy existen decenas de bastones perforados esperando a ser descubiertos en nuestra tierra. Desgraciadamente, el compromiso y la inversión de nuestra Consejería de Cultura es paupérrimo de cara al potencial que tenemos. Es preferible dar 2,5 millones de € al alcalde de Suances para que arregle el Palacio del Amo (del siglo XIX) y así ayudarle a que parezca que le gusta la cultura tras tapar el yacimiento de romano de Portus Blendium con un parking. Cantabria Infinita lo llaman..
El caso de la aparición y posterior olvido del epígrafe romano de la Loma refleja perfectamente todo lo que ha sido el despropósito continuado en la gestión arqueológica de la antigua colonia romana de Flaviobriga y su entorno. Casi igual que la gestión urbanística que ha llevado en estos días al banquillo a decenas y decenas de personas en un caso más que mediático en el entorno del hallazgo: La Loma. Además, la aparición de esta pieza está englobada en la época del auge constructivo en la zona, que tantas evidencias arqueológicas se llevó por delante. Si, si, así de claro (e incómodo): Tramos de la vía romana de Pisoraca / Flaviobriga, estructuras romanas del entorno de la conocida colonia y un sinfín de despropósitos cuando ya estaba instaurada la Ley de Patrimonio de Cantabria 11/1998 (y el posterior Real Decreto 36/2001 que la endurecía). Y hablando de leyes y Castro Urdiales. La misma Ley que por aquel entonces le quisieron aplicar al conocido Félix González Cuadra y que dejo a Cantabria sin recuperar una colección ÚNICA que ni siquiera el MUPAC alberga. Eso sí, para el seguimiento y construcción de urbanizaciones en Castro Urdiales mucha gente se pasó la misma ley por allí debajo. No voy a negar tampoco la banalidad de que algunos de los que tacharon al sr. González Cuadra (ya fallecido) de todo lo peor, hayan justificado no hace mucho tiempo en comisión de Patrimonio que se siguiese adelante con la destrucción del entramado romano del Parking de Suances sin que pase nada. ¡Y ojo!, no justifico que un particular de Castro Urdiales o su familia puedan tener una colección mejor que el propio Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria obtenida como fuere, que nadie se equivoque. Lo que si cuestiono es que aquellos que lo demonizaron por aquel entonces, apoyen en nuestros días la destrucción de patrimonio (o la obvien como en La Loma)para pagar, presuntamente, favores prestados. Si fuese así, yo tengo claro que preferiría que los restos arqueológicos de Parking Blendium estuviesen en cualquier lugar…menos en un punto limpio donde en parte están
Pero esto nada tiene que ver con la pieza que nos ocupa. En el año 2001, en la excavación dirigida por Pedro Rasines de un camino de época moderna que aprovechaba el antiguo trazado de la vía denominada "Pisoraca / Flaviobriga", Juan Tomás Molinero encontró en las inmediaciones de la misma una piedra con la inscripción que luego detallaremos. Concretamente en un tramo donde el actual camino (como bien comentamos medieval y que históricamente ha sido atribuido como romano) ya desdibujado en dirección a Santullán. Un epígrafe que no hace más que refrendar que estamos ante un entorno claramente relacionado con el núcleo de Flaviobriga y que a buen seguro habrá sido dañado (con o sin conocimiento de causa, el resultado es el mismo) hace no muchos años. Desde su hallazgo fue publicado por Fernando Fernández Palacios y el propio descubridor en "La Colonia romana de Flaviobriga y su territorium (primera parte)" del año 2005 y más recientemente en la publicación Sautuola XX, dentro del análisis de Alicia Ruiz: "Epigrafía romana de Cantabria: balance de la investigación (2003-2016)"
No cabe duda de que estamos ante un epígrafe que no destaca ni por su monumentalidad ni por su campo epigráfico. Pero no debemos de olvidar que esta entrada, además de proporcionarnos una información muy valiosa de una pieza desconocida para el público, nos habla de un despropósito aun mayor: De la total dejadez por parte de las administraciones ya no solo del patrimonio conocido de Flaviobriga sino también del que el gran público desconocemos. ¿De verdad que no os gustaría conocer alguno de los áureos (monedas de oro romanas) del Norte de la antigua Hispania? A mi verdaderamente si, pero…Cantabria Infinita lo llaman.
La tésera de Herrera de Pisuerga es, sin lugar a dudas, otro de los grandes iconos de la arqueología relacionada con las fronteras de Regio Cantabrorum. Y eso teniendo en cuenta que ninguno de los pópuli citados en su interior tiene nada que ver con los que hoy conocemos de los antiguos cántabros a ciencia cierta, ni siquiera se encontró en un contexto claro que pudiese resolver su origen e interpretación. Sería un obrero realizando un desmonte para futura cimentación de la fábrica de lácteos "Granja La Luz" quien, en febrero del año 1965, realizase este sorprendente hallazgo. No apareció nada a su alrededor, lo que llevó a pensar que su deposito (a unos 1,80 metros de profundidad) fuese fruto del arrastre natural de las tierras más altas hacia la cuenca del río.
El arqueólogo e historiador Antonio García y Bellido fue el precursor en el conocimiento y estudio de la pieza. En ese mismo año (1965) tuvo incluso la suerte de conocer personalmente al obrero que la encontró, obteniendo información relevante sobre todos los detalles relacionados. Eugenio Fontaneda, primer dueño conocido de la tésera, la guardo en el "Museo Fontaneda" de Ampudia de Campos durante años, encontrándose actualmente expuesta en el Museo Arqueológico de Palencia.
Como se puede apreciar en la imagen, estamos ante una pieza zoomorfa de unos 12,3 cm de longitud por unos 8,5 cm de alto cuyo grosos no supera un milímetro. La representación de estas téseras en forma de jabalí es algo bastante "habitual". Tenemos ejemplos en Uxama (Soria), en Viana (Navarra) y ya en territorio de los antiguos cántabros, en el oppidum de Monte Bernorio. A diferencia de las citadas, la de Herrera de Pisuerga sobresale por su gran estado de conservación (tan solo falta una pequeña parte del rabo) y por la cantidad de información que contiene en ambas caras. Posee dos pequeños orificios de unos 3 milímetros de diámetro que sirven de soporte para colgarla o sujetarla. Respecto a su fundición, presenta algunas burbujas dispersas aunque su factura es excelente. Su creador puso un especial cuidado en el grabado de los ojos, pezuñas y el pelaje del lomo. Todo el conjunto ha llegado a nuestros días recubierto de una hermosa pátina verde oscura, con la salvedad de pequeñas concreciones y óxidos que han afectado a según qué partes del texto en ambas caras.
Ambas caras poseen inscripciones en latín, identificándose en su anverso (conocido como "A") la siguiente:
SEX(to) POMPEIO SEX(to) APPVLEIO CO(n)S(ulibus)
K(alendis) AVGVSTIS
CARAEGIVS ET ABVANVS ET CAELIO MAG(istratus) ET
SENATVS MAGGAVIENSES AMPARAMVM
NEMAIECANVM CVSABVRENSIM
CIVITATE HONORARIA DONATA (liberos) LIBERTOS
POSTEROSQVE ITA VOTA OMNIA El FECERVNT
FINIBVS MAGGAV(i)ENSIVM QVAE
CIVI MAGGAVIENSI(u)
Cuya traducción es la siguiente:
"Siendo cónsules Sexto Pompeyo y Sexto Apuleyo, en las Kalendas de Agosto, los magistrados Caraegio y Abuano y Caelio y el Senado Maggaviense, concedida la ciudadanía honoraria a Amparamo Nemaiecano Cusaburense, hijos, libertos y descendientes, le otorgaron todas las prerrogativas en territorio Maggaviense en iguales condiciones que los ciudadanos Maggavienses"
Por el reverso (conocido como "cara B", la que aparece en la imagen) nos encontramos con el siguiente texto:
SEX(to) POMPEIO SEX(to) APPVLEIO
CON(sulibus) AMPARAMVS NEMAIOQ(um)
[CV]SABVRENSIS HOSPITIVM . FECIT CVM
CIVITATE MAGGAV(i)ENSIVM . SIBI, LIBERIS, LIBER
[T]ISQVE POSTERISQVE SVIS EVNQUE LIBEROS
LIBERTOS POSTEROSQ(ue) EIVS OMNIS MAGGAVES
ES IN HOSPITIVM, FIDEM CLIENTELAMQVE SVAM
SVORVMQVI RECEPERT(un) EADEMQ(ue) CONDICIONE
ESSET QVA CIVI(s) . PER MAG(istratus) CAELIONE(m)
ET CARAEGIVM ET ABVRNVM
ACTVM
Cuya traducción es la siguiente:
"Siendo cónsules Sexto Pompeyo y Sexto Apuleyo, Amparamo de los Nemaiocos Cusaburense hizo pacto de hospitalidad con la ciudad de los Maggavieneses por si, sus hijos, libertos y descendientes y acogieron en hospicio, fe, clientela y la de los suyos a sus hijos, libertos y descendientes y a todos los Maggavienses, y que estuvieran en las mismas condiciones que los ciudadanos. Se sancionó por medio de los magistrados Caelio y Caraegio y Aburno."
Inicialmente, García y Bellido asoció a los citados "cusaburenses" con la ciudad de Consabura, la actual Consuegra en la provincia de Toledo. Esta hipótesis, aceptada en un principio como válida, comenzó a perder fuerza décadas después. María Lourdes Albertos Firmat (por ejemplo) en su estudio sobre la onomástica de la región septentrional, apuntó que la mención a los "cusaburenses" no tiene que ver con la actual Consuegra, ya que todos los topónimos y nombres asociados a la tésera tienen claro origen cántabro, pudiendo existir pueblos repartidos por toda la Península Ibérica con igual nombre..exactamente lo mismo que ocurre en nuestros días. Esta hipótesis se refuerza cuando vemos que nombres como Amparamo aparecen documentados en tan solo 3 ocasiones en toda Hispania, siempre asociados a estélas cántabras en León (Liegos, Crémenes y Valtimartino). Del mismo modo, Aburno es citado también en dos estelas de la misma provincia, esta vez en Valdoré y Crémenes, incluso Caelio es común en Asturias, León o incluso Navarra. Basándose este tipo de análisis, la teoría de que estamos ante una tésera de origen cántabro, aun habiendo sido encontrada en territorio túrmogo, no sería descartable.
Ahora bien, si estamos ante una pieza relacionada con el territorio de los antiguos cántabros…¿Cuál es la ciudad de Maggave?. Aquí las opiniones son mucho más discordantes. Alberto Firmat apunta a que puede tratarse de la actual Mave (Olleros de Pisuerga, Palencia), ubicación del gran oppidum de Cildá. Se basa principalmente en la toponimia y la evolución de la misma, además de la cercanía de Herrera de Pisuerga, lugar del hallazgo. Sobre la ciudad de Consabura, se ubica en la actual Consuegra (Toledo). En contraposición, existen autores que no ubican Maggave en Cildá. Fontaneda y Hernández, por ejemplo, mantienen que se puede localizar en Paredes de Nava (Palencia) (Fontaneda-Hernández, 1996,115).
De lo que no cabe duda es de su cronología, ya que su contenido es clarificador al respecto. Estamos ante un documento fechado por los cónsules en el año 14 d.C., es decir 32 años después de la conquista final de Cantabria. Es más que llamativo que estemos ante una tésera de hospitalidad (símbolo claramente indígena) escrita en latín, lo que nos da a entender el alto grado de "romanización" impuesto en la zona pocos años después del conflicto por excelencia en el norte Peninsular. Todo ello hace de la tésera de Herrera de Pisuerga una pieza de incalculable valor, digno de estar entre las piezas destacadas de Regio Cantabrorum.
Una vez finalizado el conflicto del Bellum Cantabricum et Asturicum, era momento de sentar las bases territoriales y comenzar a dotar al antiguo territorio de los cántabros de diferentes infraestructuras: Vías de comunicación, señalización y en definitiva, organización para mantener y potenciar su naciente núcleo administrativo: Juliobriga. Y claro, justo después de las Guerras Cántabras, quien mejor para poder realizar esta tarea que la Legio IIII Macedónica, llegados en los últimos años de la contienda para dar carpetazo a este "incomodo conflicto". Básicamente porque, a diferencia de lo que muchos piensan, las legiones eran la clave en las batallas, pero tal vez aún más a la hora de comenzar a construir las calzadas romanas y las citadas infraestructuras. Y claro, tener a tu disposición para tal cometido cerca de 5.000 hombres pues es de agradecer.
Pero eso sí, el orden territorial tenia que estar perfectamente establecido para lo civil y para lo militar. Siguen existiendo dudas y más dudas sobre la base en la cual se asentó esta Legión: Históricamente se habla de Pisoraca (¿Herrera de Pisuerga?) por la gran cantidad de hallazgos que se han producido en sus inmediaciones. Además, esta teoría siempre ha sido sustentada por los términos de los que hoy hablamos. La "triangulación" entre los términos augustales encontrados tanto en el Sur de Cantabria (Valdeolea y Valdeprado del Río principalmente) como en la romana "Sesigamo" (Sasamón, Burgos) nos llevan a la zona de Herrera de Pisuerga. Pero al igual que con Juliobriga, se tienen serias dudas de que la ubicación de Pisoraca sea la citada localidad Palentina. Pero…¿Qué son los términos augustales?
Los términos augustales son unos hitos o mojones de piedra cuyo campo epigráfico hace referencia a los límites entre las praderas de las que dispuso (en este caso) la Legio IIII Macedónica y el territorio adyacente a la ciudad de Juliobriga. Es decir, una especie de "frontera" entre las praderas de la legión y los campos propios de la urbe. Anteriormente hemos citado municipios que están muy lejos de la actual Juliobriga (Retortillo), ¿entonces?. La respuesta es sencilla: La actual Juliobriga tiene todas las papeletas para no ser lo que dicen que es. Y en este caso, los términos augustales encierran prácticamente a la perfección una sección de Cantabria en la que justo en el medio de este círculo imaginario se encuentra…Camesa Rebolledo. La aparición de milarios, aras funerarias, monedas, el oppidum del Monte Ornedo por encima de esta urbe, el edificio termal de La Cueva, el más que posible edificio público (foro o plaza) que hace décadas fue interpretado probablemente de un modo erróneo (como un "barracón")..todo hace pensar que Camesa Rebolledo sea la Juliobriga de verdad.
Pero, como casi siempre, hay miedo al fracaso y al ridículo institucional. Y ya no solo hablamos de ego, sino al desastre de haber invertido miles y miles de € públicos en el lugar erróneo. ¡Ojo!. Totalmente de acuerdo: A día de hoy no hay nada certificado al 100% de que el yacimiento de Camesa Rebolledo sea Juliobriga, pero ocurre lo mismo con Retortillo.
Veamos a continuación el "circulo imaginario" que trazan estos términos augustales en torno a Camesa Rebolledo, lo que significan, y en que circunstancias fueron encontrados parte de ellos. ¿No sería más fácil que cercasen Juliobriga en vez de hacer un círculo imaginario totalmente alejado de Retortillo?. Pues eso…¡Por esto nos gusta la arqueología!
El hallazgo numismático del Balneario de Alceda/Ontaneda es una historia realmente interesante a la par que desconocida, algo más que habitual en según que aspectos del milenario pasado de Cantabria (no es una cueva con arte rupestre, es decir, no vende). Un descubrimiento realizado en la construcción del balneario que no pasó desapercibida en la época y que hoy en día, con el inmenso conocimiento en relación a los establecimientos termales y los cultos romanos, hubiese sido motivo más que fundado para haberse estudiado con detenimiento. Además en un valle que ambas vertientes va dibujando un mapa de presencia romana de los más completos de Cantabria, militar en primer término y quien sabe si habitacional (y desconocido) en segundo: Monte Cildá, la Espina del Gallego, el campamento de Pandos, diferentes hallazgos numismáticos de época romana en el entorno del monasterio de Soto Irúz…pistas y más pistas de la Cantabria de la postguerra (post-Bellum Cantabricum et Asturicum).
El edificio termal del Hotel Balneario de Alceda fue inaugurado en el año 1880, causando un gran impacto entre las clases pudientes de la época prácticamente de inmediato. A los pocos años de su inauguración, en 1892, la Guia del Bañista de Alceda escrita por don Jose Salvador rezaba que "Tales son los resultados positivos adquiridos con las aguas de Alceda que su fama justamente adquirida es ya universal". Se calcula que por aquel entonces acudían cerca de 6.000 bañistas por temporada a precio de algo más de una peseta por baño. No olvidemos que el auge termal a finales del siglo XIX / principios del XX hizo que la línea ferroviaria que comunicaba la capital con las localidades de Puente Viesgo y Ontaneda fuese una de las más frecuentadas. Lo que no mucha gente sabe es que, como consecuencia de los trabajos de excavación del manantial para la construcción de la instalación de hidroterapia, aparecieron entre el grijo y la arena "a una profundidad de bastantes pies muchas monedas y medallas romanas, unas destruidas y gastadas y otras en buen estado de conservación". Así rezaba en la publicación "Monografía de los baños y aguas mineromedicinales nitrógeno-acídulo-sulfuradas de Ontaneda y Alceda" publicada en el año 1876 por M. Ruiz de Salazar. ¡Una pasada!. Un hallazgo no valorado en la época dado el auge por aquel entonces (y en las décadas sucesivas) de la prehistoria y de conocerse poco después algo que dejaría en estado de shock a toda la comunidad científica: el descubrimiento de Altamira. No sería hasta el año 1982 cuando en la Revista Sautuola III, J.R. Vega de la Torre las incluyese en su publicación "Numismática antigua de la provincia de Santander". En los últimos años, se han realizado diferentes estudios de algunas de las monedas existentes (otras desaparecieron) que se conservan en el MAS de Santander, pero sin mayor trascendencia.
Un hallazgo que, quien sabe, nos hable de la época romana que parece no importarnos. Todos esperamos algún hallazgo campamental espectacular, o que por fin nos digan que Juliobriga es Camesa y no Retortillo. Pero olvidamos el día a día, la vida tras las guerras cántabras fuera de los grandes núcleos urbanos, las pequeñas poblaciones, las villas rústicas (fundus) menos monumentales y que nos hablan de la vida en el campo..una Cantabria romana, pero de verdad. No se a encontrado ninguna evidencia más de época romana en la localidad de Alceda/Ontaneda..tal vez porque miramos demasiado hacia las montañas cuando a lo mejor, los secretos se encuentran en el valle.
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