
La estela de Valerio Quadrato es, como mínimo, parte fundamental de la historia de la Cantabria antigua en época romana. Y no solo por su datación, la más antigua de las encontradas en Monte Cildá cronológicamente hablando, sino por la belleza de su factura. Una bella dedicatoria en memoria al marido difunto de Malia que hoy en día podemos contemplar en el Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria donde, curiosamente, no tenemos una transcripción ni del campo epigráfico original ni de la traducción de gran parte de ellas. Eso es divulgar (para un profano será "una piedra con letras en latín"), supongo que lo quieran incluir en la partida de 45 millones de € que se quieren gastar en el nuevo a partir de 2020…habrá que verlo.
Volviendo a la pieza, fue encontrada por Romualdo Moro durante las excavaciones que realizó en el año 1891 en el yacimiento de Monte Cildá para el II Marqués de Comillas. Más bien, en la remoción del derrumbe de la muralla donde aparecieron 16 epígrafes romanos (y algún que otra estela/ara anepigráfica, es decir sin texto). El primero en publicar la interpretación del campo epigráfico fue Fidel Fita en el año 1891, a quien Romualdo Moro tenia informado puntualmente de cada uno de los hallazgos. En el caso de la estela de Valerio Quadrato, Fita malinterpretó varias de las líneas de inicio ya que leyó "Mantia" en vez de "Malia", "Macronis" en vez de "Magilonis" y erró en los cónsules por no encontrar la "formula consular" típica(luego explicaremos el motivo). Estos errores, perfectamente entendibles dado el tamaño de las letras y el amontonamiento de las últimas líneas (únido a que él recibía un vaciado en yeso, no la pieza original), fueron subsanados con el paso del tiempo, publicando Miguel Ángel García Guinea y Joaquín Gonzalez Echegaray en "Excavaciones en Monte Cildá (Olleros de Pisuerga, Palencia). Campañas 1963-1965" una versión más acorde con la conocida en nuestros días.
No cabe duda de que la estela de Valerio Quadrato tiene un espacio fundamental dentro de la historia de la Cantabria "imperial". Es una auténtica pena que un yacimiento que ha dado tanto como Monte Cildá se encuentre en nuestros días en la Lista Roja de Patrimonio, supongo que no interese ahondar más en uno de los iconos histórico-culturales del Norte de España. Muchos pensarán que al no ubicarse dentro del actual territorio de Cantabria, se encuentra sistemáticamente expoliado y desprotegido al no "representar" la historia de la comunidad a la que pertenece. A todos ellos, solo les diré dos palabras en relación al cuidado de la historia en nuestra tierra: Parking Blendium. El resto, sobra ?
Nos encontramos ante una pieza 1,26 metros de alto, 0,45 de ancho y 0,24 de grosor. En la parte superior posee una circunferencia que incluye una roseta de 6 pétalos en bajorelieve, la cual se encuentra fragmentada posiblemente para adecuar su forma como sillar de la muralla. En el centro, el campo epigráfico reza lo siguiente:
Que se puede traducir por lo siguiente:
"A los Dioses Manes. A Valerio Quadrato, hijo de Boddo, Vellicum, de 40 años. Su esposa Malia, hija de Magilón, puso el epitafio (siendo cónsules) Fulvio Pio y Pontio Pontiano. A su memoria."
El mensaje del ara no puede ser más claro. Inicialmente la ausencia del término COS (consulibus, consules) confundió a los investigadores dado que la "fórmula" no corresponde en esta pieza. No obstante, se tiene más que asumido que no se incluyó por falta de espacio en el campo epigráfico. La referencia consultar nos transporta directamente al año 238 d.C. (siglo III), siendo este ara el más antiguo encontrado en el yacimiento del Monte Cildá, al menos de los datables.
Otro de los aspectos destacables es que la persona a quien se erigió este monumento (Valerio Quadrato) posee una relación tanto filial (hijo de Boddo) como matrimonial (su esposa, hija de Magilón) de personas con nombres de raíz indígena. Este dato es fundamental, dado que la idea de la "latinización" del territorio no fue tal en todos los aspectos, sino que parece que 300 años después de la llegada del Imperio los nombres autóctonos (y a buen seguro, otras costumbres) permanecieron en el tiempo en convivencia.
No podemos olvidar la relación de Boddo (Boddus) con lo que sin duda son sus orígenes: Vellicum, es decir habitante de Vellica. Muchos autores, con otras tantas hipótesis, han querido sin éxito ubicar definitivamente este núcleo de población que todo apunta a que pudiese ubicarse en Monte Cildá. Desde la Vellika de Ptolomeo (siglo I a.C.) hasta la Villegia del Itinerario de Barro..se sigue sin poder hablar con total certeza de este enclave. No obstante, el que apareciese en Monte Cildá una estela funeraria dedicada a un perteneciente a este "grupo", no deja de ser paradódijo y un argumento más que ayudaría en su ubicación final. Esperemos que las excavaciones en el cercano yacimiento de Huerta Varona (único enclave romano realmente activo en cuanto a su investigación y un nuevo entramado urbanístico) puedan arrojar algo más de luz para ubicarla.
La ubicación que se muestra es la original donde Romualdo Moro la encontró en las excavaciones del año 1891 (yacimiento de Monte Cildá). Si quieres contemplar la estela de Valerio Quadrato, puedes visitar el Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria donde se encuentra expuesta.
Que la actual localidad de Otañes fue un punto estratégico en las comunicaciones romanas de la antigua colonia de Flaviobriga con el resto del imperio no es ningún secreto. Es más, podríamos decir que su importancia va más allá de "un cruce de caminos", ya que los hallazgos conocidos y los que no (que son muchos) nos dan a entender que como núcleo minero y habitacional tenia una cierta entidad: La Patera de Otañes, la mina de Setares, el miliario de Numerario, los miliarios de Galerio, el miliario de Tiberio, el miliario de Caro o el cercano miliario de Domiciano encontrado en el puerto de Las Muñecas (divisoria natural entre la Cantabria actual y el País Vasco) así lo atestiguan. Era el punto final (o de inicio, según que mire) de la vía romana entre Flaviobriga y Pisoraca, si bien es cierto que esta afirmación solo está basada en los milarios encontrados, nunca de las vías como tal. En los últimos años, el espectacular trabajo de Isaac Moreno Gallo sobre las vías romanas en la antigua Hispania nos lleva desde Flaviobriga hasta incluso la antigua ciudad de Vxama Barca (Osma de Álava), pasando por el Valle de Mena, La Merindad de Montija y el Valle de Losa. ¿Cómo?. Pues en este caso, y a diferencia de los estudios solo basados en los miliarios encontrados…pues recorriendo las vías romanas fosilizadas. Un espectacular y arduo trabajo de investigación insitu que nos lleva hacía el Sur y que, en algún punto intermedio (a modo de cruce de caminos), se debería desviar hacía el Suroeste. ¿Hacía Pisoraca (Herrera de Pisuerga)?. Eso parece, pero no se ha encontrado aún la vía física que nos lleve al final.
Volviendo al miliario de Nerón, fue descubierto por Antonio María de Otañes hacia el año 1770 junto a la ermita de La Trinidad. Posteriormente fue depositado en la casa Torre de Otañes, circunstancia conocida gracias al acta notarial que, con motivo de la aparición de la Pátera de Otañes, fue redactado por el Ayuntamiento de Castro Urdiales y remitido a la Real Academia de Historia en el año 1826. Años después sería colocado en el paseo de arboleda, denominado de la Barrera sobre un pedestal en el cual había una reproducción de su texto. A finales del siglo XIX, principios del siglo XX se llevaría a la plaza justo enfrente de la iglesia de Santa Maria en Castro Urdiales, donde sería objetivo de diferentes pintadas. Actualmente se encuentra ubicada en el interior del castillo de Santa Ana.
No cabe duda de que el miliario de Nerón, y todos los hallazgos materiales anteriormente citados, nos llevan inequívocamente a pensar que la localidad de Otañes y su entorno tuvieron una importancia capital en las comunicaciones romanas del imperio en Cantabria. Bien como inicio, o bien como fin de las vías hacía la única colonia romana de la costa del Cantábrico: Flaviobriga. Desgraciadamente, esta última, víctima de la vorágine constructiva de no hace mucho tiempo y de la famosa frase de "tapa tapa, que nos paran la obra".
Año 85 d.C. 11 años después de la fundación de la colonia de Flaviobriga (actual Castro Urdiales), el tráfico tanto marítimo como por tierra se ve incrementando notablemente. No quiere decir esto que previa fundación colonial no lo fuese, ya que existen miliarios como el de Nerón que indican que décadas antes ya estamos ante un puerto de relevancia en el Norte. No olvidemos que este miliario está datado entre el año 61/62 d.C y Flaviobriga fue fundada en el año 74 d.C. Pero volviendo al año 85 d.C., las diferentes vías y ramales que desembocan en la localidad de Otañes se encuentran ya "desgastados" por el uso. Nada fuera de lo habitual dado que, al igual que en el siglo XXI (con nuestras carreteras y autopistas), toda vía necesita un buen mantenimiento. Y en este caso, gracias al miliario de Domiciano, queda constancia de ello.
Fue descubierto en Mayo de 1914 en lo alto del puerto de Las Muñecas, divisoria natural y geográfica entre la Cantabria actual y el País Vasco. Quedaría constancia de dicho hallazgo gracias a las anotaciones del párroco de Otañes, M. Martinez del Caso López, quien apuntaría a la existencia del miliario como "mojón" de separación de ambas provincias. Se expuso por primera vez en el año 1928, si bien es cierto que la primera fuente documental respecto a su epigrafía corresponde a Jose María Solana Sanz quien lo incluiría en su publicación "Flaviobriga" del Centro de Estudios Montañeses (1974). La primera de las traducciones de su campo epigráfico se realizó gracias a una de las fotos encontradas en el archivo de la casa Torre de Otañes realizada por el citado párroco, ya que en el momento de su hallazgo el miliario se encontraba mucho menos desgastado/dañado y además se veía la parte posterior. Esto facilitó la transcripción a Jose María Solana, aceptada por la gran mayoría de los investigadores. Posteriormente se incluiría en "Epigrafía romana de Cantabria" (1998) de Jose Manuel Iglesias y Alicia Ruiz, apuntando a que el miliario corresponde a una de las variantes del trazado de la vía Flaviobriga / Pisoraca. Ya inmersos en el siglo XXI, se realiza un espectacular estudio de las vías romanas basado no en los recorridos marcados por los miliarios encontrados, sino en las propias vías encontradas in situ. Al menos en sus improntas en el terreno. Este estudio, liderado por Isaac Moreno Gallo, encontró los indicios de la vía que partía desde el puerto de Las Muñecas hacía el Valle de Mena, La Merindad de Montija y el Valle de Losa con destino hasta Vxama Barca (Osma de Álava), continuando incluso hacia Veleia y Deobriga. Este estudio, y la ampliación de este, nos habla de un impresionante entramado viario que, lejos de establecer tan solo un origen / destino basado en hallazgos materiales (desplazados en ocasiones, pudiendo descontextualizarse), nos traslada a través de las vías romanas "fosilizadas".
No cabe duda de que, salvo contadas excepciones (Peña Cutral, los cardos del campamento romano del Monte Cildá y poco más), no tenemos ni idea de como era el entramado vial de época romana en Cantabria. No cabe duda de que el actual puerto de Las Muñecas y el trazado que discurría desde el valle de Otañes hasta el puerto tuvieron una importancia capital en las comunicaciones de la Cantabria Oriental con la Meseta. No obstante, en la actualidad, todas aquellas vías denominadas como romanas en nuestra región no dejan de ser caminos carreteros de época medieval, al igual que los puentes denominados romanos. Una auténtica pena que Cantabria y su Consejería de Cultura, hubiesen podido formar parte de un espectacular proyecto de identificación de vías y dijesen que NO. Infinita la llaman…por llamarle algo.
Sin duda, toda la comarca de Liébana sigue siendo una auténtica incógnita en relación al mundo romano y sus antecedentes. Y no será porque las diferentes "pistas" nos llevan a pensar que tanto en épocas anteriores (Edad del Bronce/Hierro), como en la propia romanización del territorio y siglos posteriores, "Roma" estuvo presente en tierras que históricamente han cobrado importancia de la Reconquista en adelante. Y curiosamente, la gran mayoría de las citadas pistas, más que de vida..nos hablan de muerte.
La conocidísima estela de Luriezo, el fragmento de la estela de Bores, la monumental estela de Villaverde y la pieza que hoy nos ocupa son testigos inertes de un pasado donde más que una diferenciación entre cántabros y romanos podemos hablar a buen seguro de cántabros romanizados (en lo cultural, un poco como nosotros). Hoy hablamos de la poco conocida estela funeraria de Lebeña, pieza eclipsada en esta localidad por la archiconocida iglesia de Santa María de Lebeña (icono del prerrománico en Cantabria). Mucha gente desconoce este fragmento de piedra silícea que aglutina a la perfección pasado (por su significado) junto a presente (por donde se encuentra ubicada, al lado de un "contador de la luz") y donde su futuro parece ligado a seguir siendo una "piedra más" en una sociedad (administraciones incluidas) totalmente focalizada en el magnífico templo de la localidad de Lebeña. Si al menos estuviese señalizada..
Fue encontrada entre los escombros de la antigua ermita de San Román, cuya existencia se remonta al siglo X. A mediados del siglo XIX el templo fue reconstruido en el mismo pueblo (en una ubicación diferente a la original) y el fragmento rectangular de la estela funeraria fue incrustado en la pared (justo a la derecha del acceso) del edificio, que fue utilizado posteriormente como escuela y como Casa Concejo. No cabe duda de que el epitafio de Aelio Albino nos habla indirectamente de un pasado "romano" aún por descubrir, ya no solo en el municipio de Cillorigo sino en toda Liébana. La pena es que aun potenciándose esta comarca en diferentes etapas de la legislatura (Año Jubilar principalmente), no haya ni una cita reseñable de este campo epigráfico en ningún sitio..una pena.
2025 © RegioCantabrorum. Todos los derechos reservados. Términos y condiciones legales - Política de Cookies - Developed by