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Sondeo de la intervención de 2018 en el interior de la cavidad del Cincho de Yuso. Fotografía: Lino Mantecón Callejo

Todavía recuerdo una de las primeras jornadas de prospección en castro del Cincho de Yuso en Santillana del Mar. Incluso tengo la sensación (que no me podrá quitar nadie) de haber sido el primero en asomarme a ella y mirarla con "otros ojos", arañado y ortigado por el bardal que la tapaba para más señas. No olvidemos que muchos de nuestros mayores en la citada localidad recuerdan haber jugado en su interior de niños, sin saber que muchos años después estaría colmatada por cientos y cientos de kilos de rocas, basura y escombros que sin saberlo actuarían protegiendo lo que allí se escondía. Y verdaderamente tras el inconmensurable esfuerzo de todo el equipo (que resumiremos posteriormente), ya no solo en la ardua labor de limpieza sino del estudio y de la excavación arqueológica dirigida por Javier Marcos Martinez y Lino Mantecón Callejo, se puede confirmar lo que todos pensaban: Estamos ante una cavidad especial. Pequeña, pero especial. Y esto no ocurre todos los días en Cantabria.

En la campaña del verano de 2018, las labores arqueológicas desarrolladas en el oppidum del Cincho de Yuso arrojaron a la luz, entre diferentes materiales, el fémur de un sub-adulto que ha podido datarse por la técnica del carbono 14 entre los siglos VIII y V a.C. Es decir, nos encontramos ante un individuo de la primera Edad del Hierro en el interior de un castro (en una cueva cierto es), circunstancia que dentro de nuestra comunidad es prácticamente excepcional. No podemos olvidar que en el territorio de la actual Cantabria no es sencillo encontrar paralelos como este en el interior de un recinto, ya que contamos con el excepcional ejemplo del cráneo de las Rabas y no muchos más. En el área de la Cantabria antigua existen restos humanos en el castro de La Loma (siglo I a.C.), neonatos bajo las cabañas de Monte Bernorio y el "perdido" de Ojo Guareña (VII-VI a.C.). Incluso dentro de nuestras "fronteras" no podemos olvidar los complejos funerarios de El Puyo (necrópolis de la Edad del Hierro donde aparecen pequeños fragmentos óseos troceados y carbonizados) o las diferentes cavidades del valle de Matienzo que albergan también restos sin concretar con exactitud si pertenecen a la Edad del Bronce o del Hierro. Pero la singularidad y excepcionalidad del hallazgo nos llevan a pensar que estamos ante una oportunidad única de explorar el pasado del ya conocido enclave.

En el proceso de identificación y estudio han participado diferentes personalidades, algunas de ellas por desgracia no han podido ver como el hallazgo salía a la luz, como por ejemplo el recientemente fallecido Ramón Bohigas. Sería él mismo quien con su personalidad singular y apabullante se pondría en contacto con el prestigioso antropólogo Francisco Etxeberria, quien no haría más que reafirmar la idea inicial de José Luis Rivera (miembro del equipo del Cincho de Yuso) de que estaban ante un fémur humano. Con todo, los estudios externos de datación absoluta en Beta Analytic EE.UU, financiados por el CIMA (Consejería de Medio ambiente), serían los que diesen "fecha final" al hueso. No debemos de olvidar el apoyo constante que dicha entidad (abanderada por su director Jesús García principalmente) ha brindado al proyecto en las dataciones absolutas tanto del fémur como de los fragmentos de escoria de hierro encontrados en esta campaña, además del nivel de incendio encontrado en el ultimo estrato del sondeo que nos traslada 1.500 años a.C. (Edad del Bronce).

Sin duda, un hallazgo excepcional que abre un incómodo horizonte (otro más) para esta nueva legislatura. En la que ya termina, las "promesas" de que el oppidum del Cincho de Yuso podría ser el primer castro visitable de Cantabria se han diluido como siempre. Una auténtica pena dadas las condiciones del enclave, totalmente accesible y muy cercano a la localidad de Santillana del Mar. Y con todo, el futuro de las excavaciones este 2019 está en el aire, dado que no parece que la Consejería de Cultura apueste por otros proyectos a parte de los de "cabecera" (La Garma y Juliobriga), quienes fagocitan gran parte del presupuesto en investigación arqueológica desde hace décadas.

 

Parte de los hallazgos materiales de la campaña de 2018. Fotografía: Lino Mantecón Callejo

Financiada como en otras ocasiones anteriores por el Ayto de Santillana del Mar y la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, arrojo una serie de materiales de gran valor arqueológico que abarcan un amplio abanico cronológico. Destaca la aparición de un bifaz del Paleolítico Inferior encontrado en lo alto del castro, lo que nos remonta en el tiempo mucho antes de la época de los “antiguos cántabros” y nos da a entender que lo que se convirtió en un gran oppidum en la Edad del Bronce/Hierro tuvo ocupación mucho antes.

Ya dentro de la pequeña cavidad se han encontrado, a parte del citado femur, fragmentos de una vasija de Alta Edad Media y algún otro de cerámica a mano de la Edad del Hierro, lo que nos lleva a pensar en que la presencia humana en lo alto del Cincho es bastante amplia. Todos ellos, unidos a la peculiar morfología y ubicación de la cavidad, hacen pensar que dicha cueva pudiese haber sido algo más, quien sabe si un espacio sepulcral o místico. Tan solo las investigaciones futuras, con el incondicional apoyo de las instituciones, nos llevarán a completar este maravilloso puzzle que aún nos espera.