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Tésera de Las Rabas. Fotografía: Rafael Bolado del Castillo

La tésera de Las Rabas (Cervatos, Campoo de Enmedio) es otra pieza fundamental dentro de la arqueología regional, sobre todo si tenemos en cuenta que es la primera encontrada en los límites de la actual Cantabria. No debemos confundir este dato con el hallazgo de la tésera de Cildá, la cual es la primera documentada en territorio de los antiguos cántabros (Palencia), no dentro de nuestra región. Dos décadas separan la puesta en valor de ambos iconos culturales, tiempo más que suficiente para que decenas de intervenciones arqueológicas nos hayan alejado paulatinamente de la imagen surrealista, fiera, mediática y belicosa por naturaleza de los antiguos moradores de Regio Cantabrorum: Nos encontramos ante una sociedad de pautas y raíces indoeuropeas, que habitaba en poblados fortificados y cuya economía se basa fundamentalmente en la ganadera, en la agricultura extensiva y en el aprovechamiento de su medio gracias a la caza, pesca, recolección e intercambios comerciales. Estos últimos nos dan a entender que poseían una organización sociopolítica compleja donde los lazos con tribus y pueblos vecinos con intereses comunes eran símbolo de prestigio y garantía de desarrollo. ¿Dónde quedan los cántabros barbaros y salvajes citados por Estrabón?. Pues suponemos que en la versión que se quería dar del conflicto bélico, donde el predominio cultural e ideológico de Roma era superior a cualquier otra tendencia.

Volviendo a la tésera, fue encontrada en uno de los yacimientos de la Edad del Hierro más relevantes del norte de Hispania: El castro de Las Rabas. Este enclave, descubierto en la segunda mitad del siglo XX, ha sido excavado en diversas ocasiones desde que Miguel Ángel Guinea y su equipo comenzasen a poner en valor sus increíbles hallazgos allá por el año 1968-69. Estamos hablando de un poblado de unas 10 hectáreas de extensión aproximadamente, si bien es cierto que no se sabe con exactitud las dimensiones reales del mismo por la dificultad a la hora de delimitarlo. Se conoce parte de su aparato defensivo, dotado de murallas de piedra con sillares de gran tamaño. Su posición estratégica, no tanto bélica como de control sobre el tránsito comercial y de personas, además de la increíble variedad de restos materiales que ha dado hacen de este castro un lugar único. En base a las dataciones realizadas, se sabe que su adscripción cronología se extiende desde el siglo IV/III a.C. hasta el I a.C., siendo arrasado finalmente por la maquinaria bélica de Roma en el transcurso de las Guerras Cántabras.

Respecto a la cronología exacta de la tésera, se trata de una pieza que carece de un contexto claro dentro del marco de la intervención arqueológica, encontrándose aislada en un sector del castro. La datación de materiales que coinciden con el periodo de mayor auge del enclave nos llevan a incluirla entre los siglos II y I a.C, apoyándose además esta afirmación en la propuesta de un ejemplar de increíbles similitudes como veremos un poco más adelante.

Bibliografía: Archivo Español de Arqueología 2011, 84, págs. 43-50 (Rafael Bolado del Castillo - Pedro Ángel Fernández Vega)

 

Tésera depositida en la Real Academia de Historia, similar a la de Las Rabas

Estamos ante una pequeña pieza de bronce realizada mediante la técnica de la cera perdida, cuya pátina color verde oliva es una de sus señas de identidad. Sus dimensiones son de 4,9 cm de largo por 3,8 cm de ancho, siendo su grosor máximo de medio centímetro. En su anverso podemos ver con claridad la representación de un oso desde una perspectiva aérea, apreciándose perfectamente la decoración por líneas incisas (paralelas al cuello) en el hocico y en los extremos de las patas. La morfología de esta tésera es uno de los aspectos que más llaman la atención, ya que las representaciones zoomorfas en este tipo de piezas suelen mostrar figuras animales de perfil.

En el reverso nos encontramos una superficie totalmente lisa, sin inscripción alguna, tan solo interrumpida por un total de siete agujeros a modo de "hembra" para encajar o unir la pieza hermana del conjunto. De esta nada se sabe, es más que probable que la historia nos haya querido arrebatar parte del misterio de la misma. De todos modos, nos podemos hacer una idea gracias a una tésera “hermanaconservada en la Real Academia de La Historia que guarda increíbles paralelismos con la de Las Rabas. Se trata de una representación cenital idéntica, de procedencia desconocida, con unas dimensiones prácticamente iguales y con tan solo 6 gramos de diferencia en su peso (25 gr de la tésera de Las Rabas por 32 gr de la citada). En el anverso se diferencia de la pieza cántabra por pequeños detalles inapreciables al ojo inexperto, destacando la interrupción de las líneas en las patas posteriores y el morro más estrecho.

La gran diferencia es que la tésera de la Real Academia de Historia SI TIENE inscripción, celtibérica como ocurriese con la de Monte Cildá. Nos encontramos con el adjetivo libiaka, sobre el cual existen aún en nuestros días diversas interpretaciones: Autores como (Untermann 1997: 542, n.º K.0.4.) sostienen que hace referencia a la riojana Libia, ciudad del pueblo de los Berones que fue citada en las fuentes clásicas por Plinio el Viejo y que está recogida en el Itinerario de Antonino. Por otro lado, autores como Almagro Basch (1984: 16-17) creen que hace referencia a la Libiana de Ptolomeo, ciudad situada en el territorio de Segobriga.

El oso y su significado

Muchas son las hipótesis relacionadas con el significado de este animal en la tésera de Las Rabas, si bien es cierto que en nuestro caso se cree que el oso debe ser puesto en relación con la divinidad que garantice el pacto de hospitalidad entre pueblos. Otras teorías hablan de que se trata de una representación del sacrificio para ratificar el acuerdo, incluso de la estrecha relación entre el núcleo de población y los osos que convivían a sus alrededores, adoptando el animal una figura a modo de tótem identificativo.

¿Por qué la tésera cántabra no tiene inscripción?

Se ha llegado a interpretar que estas figuritas de bronce pudiesen ser vendidas o intercambiadas entre los diferentes pueblos indígenas para, posteriormente y según el uso al que se destinasen, ser grabadas por quienes las utilizasen como téseras escribiendo a buril, por puntos o con un punzón su clave de hospitium. Una especie de “pasaporte” o salvoconducto que nace con las páginas en blanco y que según su cometido o lugar de destino tienen su sello personal.

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DESTACADOS

  • FONTIBRE-ARGÜESO

    El castro de Fontibre-Argüeso (Campoo de Suso, Cantabria) se sitúa en un cerro entre las localidades que le dan nombre. De hecho, por este motivo y por su ubicación entre el Alto de La Campana y el Alto del Hornero, el yacimiento ha recibido y recibe diferentes nombres derivados de todos estos componentes toponímicos: "Castro de Fontibre", "Castro de Argüeso", "Pico de La Hoz", "Pico del Castro", "Pico La Campaña", "Peña Campana" etc. Varios de ellos fueron descartados o reasignados hace años, ya que por ejemplo en las cercanías tanto de Fontibre como de Argüeso fueron encontrados otros poblamientos prerromanos, "adoptando" ambos el nombre de la localidad a la que estaban ligados.

    Su posición estratégica, dominando el valle del Hijar y las vías de comunicación, junto con lo abrupto de sus accesos, hicieron de este lugar un paraje de lo más atractivo para sus antiguos pobladores. No olvidemos tampoco la cercanía de amplias extensiones de terrenos llanos y de suave pendiente, aspectos vitales en la vida cotidiana de aquel tiempo ya que eran ideales para la agricultura y pastoreo. El cerro donde se ubica tiene una altitud máxima de 1059 metros, aunque la zona más propensa para un hábitat confortable (es decir, más llano) se encuentra unos 100 metros por debajo de la cumbre. De forma alargada, el recinto posee en su eje mayor una distancia de 350 metros entre "pared y pared", reduciéndose a tan solo 50-75 en su punto más estrecho.

    El castro fue descubierto por A. Arredondo en la década delos 70. Los estudios iniciales sobre el mismo fueron realizados por Bohigas y Marcos en el año 1985, pero no sería hasta el año 1990 cuando se comenzase ainvestigar a fondo y citar en diferentes publicaciones. Serían Miguel ÁngelGarcía Guinea y E. Van den Eynde, en colaboración con R.Rincón y dirigiendo lostrabajos desde el Instituto Sautuola, quienes iniciasen las excavacionesarqueológicas. Pero antes de nada, veamos un poquito más de su estructura defensiva.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)

  • CUETO DE MOGRO

    El castro del Cueto de Mogro (Miengo, Cantabria) se encuentra situado en un lugar privilegiado, concretamente frente a la desembocadura del río Pas. Fácilmente identificable por su forma cónica, domina un amplio territorio que abarca desde el vecino municipio de Piélagos hasta la conocida Sierra de la Picota, pudiéndose identificar desde aquí sin problema los altos de El Cuco, El Doblo, Tolio y Picota (que le da nombre a la sierra). Se cree, con argumentos muy válidos, que su descubridor fue el padre Jesus Carballo, ya que el año 1943 hace referencia a un castro en el Valle de Pielagos que poseía "triple parapeto" y situado "cerca de Renedo" (Carballo, 1943:187). No existe una referencia directa al castro que nos ocupa, de hecho el señor Carballo nunca se caracterizó por realizar localizaciones geográficas de gran exactitud en sus hallazgos, pero hay apenas dudas de que hablaba de él por varios motivos:

    • Su ubicación: El Cueto de Mogro se encuentra bastante cerca de la localidad que citó en su investigación (Renedo). Si bien es cierto que no pertenece al valle de Piélagos, se encuentra situado "muy en el límite", concretamente en el municipio de Miengo.

    • El aparato defensivo: Curiosamente el Cueto de Mogro posee un sistema defensivo muy poco común dentro de los castros costeros conocidos en Cantabria. Al día de hoy es muy complicado encontrar recintos similares en la zona, ya que la actividad forestal ha podido "ocultar" muchos yacimientos de tipología similar del mismo modo que lo ha hecho en este.

    Pasarían más de 30 años hasta que volviese a ser citado en alguna fuente, ya que Arredondo volvió a hacer referencia al mismo en su clásico artículo de 1976-77 (Arredondo, 1976-77:541). Metidos de lleno en pleno siglo XXI, un yacimiento como este carece de protección alguna (BIC), quedando a expensas de que la parte menos dañada del castro lleve el mismo camino que la ya destruida.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)

  • CASTRO DE LA PEDROSA

    A medida que te adentras en el castro de La Pedrosa (conocido también como castro de Bustamante o Portillo Viejo) te das cuenta de que inequívocamente hubieses elegido ese lugar para vivir en la protohistoria: Amplitud visual desde lo alto en prácticamente todas direcciones, dominio y amplitud sobre los valles (hoy ocupados por el pantano del Ebro) y espectaculares defensas naturales con grandes cantiles hacía el Sur. En definitiva, tiene un aura especial..pero no por ello es un yacimiento que haya sido estudiado en profundidad. Todo lo contrario, nunca ha sido excavado ni puesto en valor. En un entorno privilegiado arqueológicamente hablando (con el castro de Orzales en la misma Península a escasos 3 km y con el campamento romano de El Cincho a unos 7km en línea recta), donde el Gobierno de Cantabria ha solicitado a la UE 330 millones de € para llevar los turistas en drones (con escala en Vega de Pas y Villasevil) y vehículos sin conductor a la zona. Evidentemente en Europa, aparte de reírse de quienes nos gobiernan, denegaron la propuesta. Seguro que si les hubiesen presentado a la UE un proyecto de dinamización turística basado en la investigación, puesta en valor turístico de yacimientos de la Edad del Bronce / Hierro y rutas naturales de inigualable belleza al menos no les hubiesen mirado como si fuesen tontos..

    Volviendo al enclave, fue descubierto por Miguel Ángel Fraile López en la década de los 90 del siglo pasado. Su legado en cuanto al descubrimiento de diferentes yacimientos relacionados con la Edad del Hierro y romanización del territorio de Campoo (y otros) ha sido fundamental desde que inició su andadura tanto para sus propias investigaciones como para las de muchos otros. En este sentido sus aportaciones son claves en el conocimiento de la Cantabria antigua, mucho mayores incluso de quienes lo cuestionan por no estar titulado como arqueólogo / historiador. Curiosamente, aquellos que portan además del título una envidia como mínimo igual de grande que su ego, son los mismos que han basado parte de su trabajo en los yacimientos publicados por Fraile en libros como "Catálogo de castros cántabros" en 2004 (donde hace referencia al castro de La Pedrosa como castro de Bustamante) o como "Estudio geográfico de las Guerras Cántabras, Santander" en 2006.

    Y desde entonces hasta nuestros días, nada más se sabe del castro de La Pedrosa a nivel científico salvo su inclusión en el Inventario Arqueológico de Cantabria - INVAC. Un enclave espectacular en lo natural y arqueológico que la gente de a pie apenas conoce. Un lugar donde habitaban aquellos de los que decimos sentirnos orgullosos (los antiguos cántabros), pero de los cuales renegamos a la hora de verdad para intentar colar a Europa un proyecto con drones que seguro que surgió tras unos buenos lingotazos de orujo. Cantabria Infinita lo llaman..

    Bibliografía: "Catálogo de castros cántabros" (2004). Miguel Ángel Fraile López.


  • EL CASTRO

    El Castro (Quintanilla de Rucandio, Valderredible) forma, junto al cercano castellum de El Castro II, un yacimiento de increíbles dimensiones. Ya no solo eso, sino la tipología de ambos enclaves y una posible contextualización de los mismos en la época de las Guerras Cántabras o posterior control del territorio, hacen de él un auténtico diamante en bruto. El castro se sitúa sobre una enorme atalaya natural de fuertes cantiles, circunstancia idónea para establecer un poblado prerromano con un dominio visual (hacia el paso del puerto de Carrales) y unas defensas naturales privilegiadas. Salvando las distancias, esta plataforma rocosa nos recuerda morfológicamente a otras grandes "atalayas" como Peña Amaya, el campamento romano de La Muela o el castro de Abiada, en los cuales destaca la ausencia de grandes defensas construidas por la mano del hombre salvo en sus accesos.

    El Castro fue descubierto por Ernesto García-Soto Mateos en el año 1989, realizándose años más tarde (2001) otra prospección visual por él mismo para determinar el alcance del yacimiento. No se ha documentado la presencia de materiales ni el hallazgo de los mismos, si bien las características de su acceso así como el contexto general del yacimiento (castro y castellum romano) llevan a pensar a los investigadores que estamos ante un enclave de la Edad del Hierro, sin concretar eso si la cronología exacta del mismo. Será vital en el futuro, además de proteger el yacimiento mediante las medidas legales correspondientes, realizar una intervención arqueológica que pueda determinar tanto la importancia del mismo como sus orígenes.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria. (Edita ACANTO)

    Agradecimientos: Antxoka Martínez Velasco