Es curioso observar, a medida que sigues los pasos del ejército romano en su conquista por el Norte de Hispania, que sus pautas seguían un esquema básico a la par que efectivo. Ya nos lo encontramos en Cantabria hace décadas, incluso en nuestros días la aparición de nuevas estructuras campamentales no hacen más que reafirmar el paso ordenado de las legiones tanto en la conquista como en la posterior apertura de vías de comunicación: En Cantabria, los campamentos de El Cincho, Cildá, La Espina del Gallego y el Campo de Las Cercas en la conocida vía del Escudo o los campamentos de La Poza y Sierracastro en la aún por determinar vía del Besaya hacia Portus Blendium. En Asturias, las diferentes vías de acceso desde la Meseta que se aproximan a la costa cumplen un patrón similar: Los campamentos de L.lagüezos y Curriel.los en la famosa vía Carisa o, más al Noroeste y en otro frente, A Granda das Xarras o A Recacha. Nos encontramos ante estructuras militares "custodiando" el paso de importantes y atípicos viales (de montaña) con un incalculable valor para el control del territorio.
Hoy abrimos un nuevo frente de comunicación junto a la (desconocida para muchos) vía de La Mesa, uno de los principales accesos al territorio astur trasmontano en época romana. Discurre desde la "Asturia cismontana" hasta la desembocadura del río Nalón, ubicación de la antigua Flavionavia citada en las fuentes clásicas. Tanto la vía de La Mesa como La Carisa responden en teoría a un mismo patrón direccional Sur-Norte en el avance de las tropas romanas, algo muy similar a lo que hemos expuesto anteriormente con el acceso por la cuenca del Besaya o por la Sierra del Escudo hacia la costa.
Siguiendo el trazado de estas vías, se produjo el hallazgo del recinto del Mouro en el año 2010. Se realizó gracias a los vuelos de prospección llevados a cabo por el Instituto Ausonius de Burdeos, dirigidos por F. Didierjean, cuyo objetivo era definir los principales corredores de entrada del conflicto del Bellum Cantabricum et Asturicum. Un año después el mismo equipo, gracias a la prospección insitu y a las diferentes ortofotos, identificaron el recinto de Valbona, completando así un nuevo hallazgo que no hacía más que reafirmar la importancia del enclave. Tras la correspondiente notificación a la Consejería de Cultura del Principado de Asturias (Exp. 605/10), se han llevado a cabo diferentes intervenciones para definir con exactitud el alcance del yacimiento, si bien es cierto que no se ha realizado ningún trabajo exhaustivo como los que conocemos en los campamentos de la "vecina" Carisa. No obstante, todo apunta a que nos encontramos ante un conjunto arqueológico que dará que hablar a corto plazo. Un enclave que a buen seguro irá ganando importancia dentro del mapa militar romano en la conquista del territorio astur.
Como podemos apreciar en la imagen, nos encontramos ante dos recintos claramente diferenciados. El de Valbona, el más próximo a la vía de La Mesa, tiene un perímetro aproximado de unos 783 metros, albergando en su interior una superficie de unas 4,45 hectáreas. Cabe destacar que el sector Sur del mismo se encuentra totalmente desdibujado, ya que se tiene constancia de la existencia de una braña de época moderna. Es más que probable que los materiales utilizados en la misma tuviesen origen en este flanco, de modo que se puede hipotetizar sobre el trazado final del recinto gracias a las curvas de nivel. Las zonas mejor conservadas constan de un agger compuesto por un talud mayoritariamente de tierra, percibiéndose ocasionalmente algún bloque de piedra de gran tamaño. El interior de Valbona, aun presentando grandes zonas de desnivel, posee aterrazamientos aptos para el hábitat.
El cerro donde se ubica El Mouro presenta las mismas características constructivas (agger), si bien es cierto que las pendientes son mucho menos pronunciadas que en el anterior. Tal vez por esta “comodidad” en el terreno, las estructuras defensivas se encuentren mucho más desdibujadas principalmente por el tránsito continuado del ganado. Aún con esto, se puede apreciar que nos encontramos ante una construcción “típica”, con una superficie semirectangular con las esquinas redondeadas. Se intuye algún vano de acceso (pendiente de estudio), incluso alguna que otra estructura interna.
Como bien hemos comentado previamente, los trabajos insitu han permitido definir la morfología de ambos recintos mediante estudios topográficos y comprobaciones sobre el terreno, si bien es cierto que no se ha llevado a cabo una intervención arqueologíca ni continuada ni exhaustiva.
De todos modos es importante destacar que se pudo realizar un reconocimiento mediante detección metálica en parte de la superficie de los recintos, siendo los resultados más que positivos. Curiosamente, hasta que aparecieron los primeros hallazgos materiales que pudieron ubicar cronologícamente el conjunto, hubo que “toparse” con varios objetos contemporáneos que denotaban la importancia estratégica del lugar, tales como balas de plomo de mosquete (finales del XVIII-principios del XIX).
Sería la ladera oriental del Mouro la que destapase el tarro de las esencias, encontrándose allí una piqueta de tienda (con su correspondiente anilla) similar a las halladas tanto en Curriel.los como en L.lagüezos. Objetos como tachuelas de caligae, clavos y una lámina de bronce/plomo destinada posiblemente a la reparación de objetos metálicos, confirmaron la presencia militar romana en el recinto.
Queda mucho aún para poder definir un arco cronológico más exacto para el yacimiento. De lo que no cabe duda es de que el ejército romano pasó por aquí, ahora habrá que esperar a que futuras intervenciones y hallazgos materiales para poder estrechar un poco más en el cerco. ¿Estamos ante un enclave coetáneo a los campamentos de la vía Carisa?. Solo el tiempo responderá a esta pregunta.
Todos podemos disfrutar los recintos de El Mouro y Valbona, ya que aún sin ser un yacimiento visitable (refiriéndonos a un arqueo-sitio como tal) podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Asturias.
El campamento romano de Cildá (Corvera de Toranzo / Arenas de Iguña) es sin lugar a dudas un yacimiento único en Cantabria, me atrevería a decir que incluso en toda la Península. Cierto es que no es un campamento "espectacular" en cuanto a edificaciones o estructuras defensivas que llamen la atención del visitante, ni siquiera en cuanto a los materiales hallados en el mismo. Lo que no mucha gente no sabe es que este emplazamiento corresponde al tipo IV que el tratadista latino Pseudo-Hyginio (segunda mitad del siglo II d.C) considera como campamento de montaña o castra in monte, siendo Cildá el primer campamento de este género localizado en el mundo romano. ¿Aún te quedan dudas de su importancia?. Veamos un poco más sobre este enclave.
Su existencia como emplazamiento con importantes estructuras es conocida desde finales del siglo pasado, concretamente desde los años 80. La primera cita de Cildá en una publicación la realizó González de Riancho en el año 1988, aunque atributo el lugar a un posible poblado indígena. Sería el conocido investigador A.Arredondo quien trazase el camino, ya que sería él quien identificase inicialmente las estructuras como un campamento romano, confirmando esta teoría años más adelante Eduardo Peralta Labrador. Este último marcaría un antes y un después en el estudio e investigación de este y otros campamentos romanos como La Espina del Gallego, el Campo de Las Cercas y el Castillejo (Palencia) y su contexto en las Guerras Cántabras.
Antes de entrar en detalle sobre sus características, queremos hacer una pequeña reflexión sobre la conservación del campamento y la problemática que ello conlleva. Los problemas que afectan al campamento de Cildá son casi tan antiguos como el conocimiento que se tiene sobre su importancia arqueológica e histórica. Ya en la década de los 80 se construye en el centro del yacimiento una estación repetidora de radio , destruyendo parcialmente (incluso totalmente) dos estructuras de edificios atribuibles a la fase campamental romana. Poco o nada se hizo para salvaguardar este enclave, incluso tras las advertencias sobre su destrucción. Años después, a principios de la década de los 90, se abre una pista forestal que sube desde Sel de la Carrera y que llega a la cima del enclave, construyéndose además un edificio para albergar instalaciones de Telefónica con grandes antenas incluidas. Estas obras destruyeron también parte de las estructuras de la cima, además de seccionar las defensas del recinto. Por último, no podemos olvidar los restos de la cimentación de una antena medidora de viento, instalada ilegalmente por una empresa promotora de parques eólicos que finalmente tuvo que retirar..aunque el daño ya estaba hecho. Sin palabras..
El valle de Toranzo es sinónimo de historia en Cantabria, sin ningún lugar a duda. Tan solo paseando por cualquiera de las dos orillas del río Pas te das cuenta de que estás en un lugar especial. Para quienes nos gusta la historia de las Guerras Cántabras y la romanización del territorio estamos ante uno de los mejores enclaves en los que ver de primera mano los escenarios de aquella fatídica contienda: El oppidum de la Espina del Gallego, el campamento romano de Monte Cildá, Las Matas del Castillo o El Campo de Las Cercas. Y no solo eso, sino que la presencia del conjunto tumular de Quintana de Toranzo, la aparición de la Estela de San Vicente, el hallazgo romano del Balnerario de Alceda y un largo etc de yacimientos nos transportan a una milenaria época donde los cántabros (y los romanos) habitaban este fértil valle.
Pero el enclave que nos ocupa hoy nos recuerda que estos hallazgos no son más que la punta de un Iceberg histórico del que solo conocemos una parte. Una pequeña porción que va siendo descubierta muy poco a poco, como el campamento romano de Pando. Oculto desde hace siglos y que en el año 2012/2013 apareció gracias al auge de las nuevas tecnologías y la, como denominan algunos, "arqueología de sofá". ¿Y esto que es? Sencillo: revisión de todas aquellas imágenes por satélite habidas y por haber (no solo existe el Google Maps) para detectar la presencia de estructuras no conocidas hasta el momento. Lo bueno de estas herramientas, cada día más avanzadas, es que te permiten ver una evolución de imágenes satelitales de los últimos 30 años con una calidad espectacular y acceder a fotografías de vuelos militares de la década de los 50 (por ejemplo).
Pero volviendo al campamento romano de Pando, su puesta en valor arqueológico fue llevada a cabo por el denominado Proyecto Agger (Jose Angél Hierro Garate, Rafael Bolado del Castillo, Enrique Gutiérrez Cuenca y Eduardo Peralta Labrador) quienes no solo sacarían a la luz este espectacular yacimiento, sino otros tantos importantes campamentos o castellum como Castro Negro, Vistrió o La Cabaña (este situado a apenas 1,5 kilómetros y que veremos en otra entrada). Al igual que los anteriores, fue presentado en "sociedad" en el I Encuentro Arqueológico Las Guerras Ástur-Cántabras (Gijón, Octubre de 2014) dentro la ponencia "Avances en la identificación de nuevos escenarios del Bellum Cantabricum". Desgraciadamente, además de la publicación en las actas del encuentro y de otras publicaciones posteriores muy puntuales en medios o en artículos científicos, nada más hemos sabido del campamento romano de Pando.
Lejos quedan ya los años donde la arqueología de las Guerras Cántabras copaba titulares de prensa y donde había cierto interés por parte de las administraciones correspondientes. Para nuestro pesar la arqueología relacionada con este tipo de enclaves, como si de una "vendetta" se tratase, queda relegada a las últimas posiciones si es que ocupa alguna en el muestrario del Gobierno de turno. La desmemoria histórica a la que nos han llevado en los últimos años unos y otros nos obligan a disfrutar tan solo de las espectaculares vistas que hay desde el campamento romano de Pando, desde donde podemos contemplar entre 4 y 5 yacimientos de una contienda histórica que quedará reducida a más escombros si el Gobierno finalmente lleva a cabo el parque eólico en el cordal de la Espina del Gallego. Cantabria Infinita lo llaman..
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