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Estela de Lombera I - Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.

Las estelas de Lombera (Los Corrales de Buelna, Cantabria) podrían ser consideradas por muchos las "hermanas pequeñas" de las estelas discoideas en Cantabria. Y no por sus grandes dimensiones, en muchos casos equiparable a las estelas de Barros o a la estela de Zurita, sino porque sus representaciones pueden ser consideradas (erróneamente) inferiores en cuanto a contenido poco figurativo o incluso a ser más común que las citada anteriormente. Independientemente de esto, nos encontramos nuevamente ante una serie de elementos iconográficos que marcaron un antes y un después en la arqueología e historia de Cantabria.

Estamos ante un conjunto de 3 estelas muy característico, con una apariencia que en el caso de la estela de Lombera I y II podría parecer muy similar, pero a la que diferencian una serie de matices que veremos a continuación. Sobre la estela de Lombera III ("La Esteluca" como también se la conoce) poco se puede aportar, ya que hablamos de un pequeño fragmento central hallado en el año 1995 formando parte de un cierre ganadero. Paradójicamente, su aspecto poco tiene que ver con sus "hermanas", más bien tiene cierto parecido con la estela de Barros I. Se puede observar en su anverso cuatro crecientes lunares rematadas en círculo, incluso en la parte inferior derecha se atisba lo que parece otro gran circulo que rodearía el conjunto. Entre los brazos se aprecia la existencia de triángulos equiláteros, claro elemento diferenciador respecto a la de Barros I que posee círculos. Llama poderosamente la atención que el reverso del fragmento es totalmente liso, característica que también la hace especial por ser la primera de este conjunto y el de Barros que no posee anverso definido. Los investigadores, basándose en esta pieza, creen que pudo haber tenido un diámetro de unos 1,30 metros y 0,15 de grosor.

A continuación nos centraremos en las más monumentales del conjunto. Tanto su tamaño como las representaciones que albergan nos vuelven a transportar (al menos en esencia) a la Cantabria más milenaria. De todos modos, al igual que con el resto de las estelas discoideas, no se sabe con certeza su cronología. Históricamente se ha asignado una adscripción basada en sus motivos figurativos y/o representaciones, muy amplia eso sí. La gran mayoría de investigadores hablan de fechas comprendidas entre el siglo I a.C hasta el siglo I-III d.C sin llegar a concretar, afirmándose incluso (los que menos) son de época medieval. Lo que está claro sin lugar a dudas es que nos encontramos ante unos elementos que han sido, son y serán, estandarte de la cultura en Cantabria.

Bibliografía: "Cántabros, origen de un pueblo". (Edita ADIC y Los cántabros). Autores: Angel Ocejo, Rafael Bolado del Castillo, Enrique Gutiérrez Cuenca, José Angel Hierro Gárate y Juan Carlos Cabria Gutiérrez.
"Los Cántabros - Desde los orígenes a las Guerras Cántabras". Autores: Rafael Palacio Ramos, Narciso Herreros Cleret de Langavant y Rafael Guerrero Elecalde.

 

Estela de Lombera I

Reverso de la estela de Lombera I

Fue hallada en el año 1937 en el entorno del altar de la ermita situada en el barrio que le da nombre (Lombera). Se cree que pudo ser fragmentada previa construcción de dicho templo, del cual se sabe que tiene sus orígenes en el siglo X d.C. Existen diferentes hipótesis sobre el estado en el que se encontró, llegando a pensar algunos investigadores que pudo ser “destrozada” como símbolo de cristianización del propio icono presumiblemente indígena (al menos sus motivos decorativos). Tras la reconstrucción de la estela, hoy expuesta en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, se pudo concretar que posee 1,90 metros de diámetro y unos 0,27 de grosor.

En el anverso de la misma nos encontramos con un pequeño anillo rodeado de seis crecientes lunares que a su vez están envueltos entre dos círculos concéntricos. En el reverso se puede apreciar una esvástica de 5 brazos curvos con giro a la izquierda. Esta representación de la rueda solar tiene sus paralelos más inmediatos tanto en la estela de Toranzo como en la de Lombera II, siendo este símbolo representativo no solo del pueblo de los antiguos cántabros, sino de otros tantos repartidos por la antigua Hispania, Europa y Asia.

Estela de Lombera II

Estela de Lombera II. Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria

Estructuralmente es prácticamente idéntica a la anterior. Comparten además tanto fecha en su hallazgo (1937) como ubicación (Lombera), aunque la estela de Lombera II tuvo la gran suerte de conservarse más o menos intacta como se puede apreciar en la imagen. Posee un diámetro de 1,70 metros y 0,27 de grosor, lo que la convierte en “gemela” de Lombera I. En su anverso nos encontramos con tres círculos concéntricos que engloban en su interior cuatro crecientes lunares. Llama poderosamente la atención la decoración serpenteante que posee en su parte más exterior y a ambos lados. Diferentes hipótesis apuntan a que esta cara y dichas “serpientes”, representan a un animal que es emblema de la inmortalidad, pues desaparece y reaparece lo mismo que la Luna. En el reverso nos encontramos con una esvástica de cinco brazos que, a diferencia de su gemela, se abren esta vez a la derecha.

Como bien hemos comentado antes, la rueda solar es típica de los pueblos protohistóricos en toda Europa y Asía. Es más que curioso el paralelismo del reverso en la estela de Lombera II y una placa de oro procedente del Sepulcro de Kosh-Pei, en la república centroasiática de Tuvá, citado por Roberto Lavín Bedia en la revista “Los Cántabros, nº6” (año 2009). Como podemos ver, es más que evidente que los miles y miles de kilómetros que separaban ambos pueblos (cántabros de escitas) no eran distancia suficiente para comprobar que sus símbolos religiosos en algunos casos eran similares.

Info

   

DESTACADOS

  • ESTELA DE ZURITA

    La estela de Zurita de Piélagos forma parte de la iconografía cántabra por derecho propio. Fue encontrada en la localidad que le da nombre, concretamente en un pequeño alto que hoy en día ha sido parcialmente "cortado" para construir la autovía entre la localidad de Solares y Torrelavega. Es más que probable que fuese concebida para ocupar un gran espacio abierto donde poder observar con claridad sus dos caras, las cuales destacan tanto por su tamaño como por la monumentalidad de su contenido. No posee ningún tipo de texto ni explicación sobre sus motivos, ya que se cree que las escenas de ambas caras (sobre las que hablaremos a continuación) eran lo suficientemente legibles y entendibles por todos aquellas personas coetáneas a su época como para agregar cita alguna. A parte de las diferentes hipótesis y teorías sobre su construcción, datación y posible adscripción, poco o nada se sabe sobre ella. De hecho, mucha gente se atreve a aventurar con bastante criterio que el enclave donde fue hallada no es siquiera su ubicación original, ya que Pielagos no es una zona donde se hayan encontrado iconos similares ni poblamientos prerromanos de importancia a diferencia de otras localizaciones en Cantabria.

    Respecto a su cronología, muchos autores afirman que fue erigida en época romana o posterior. Está bastante claro que los motivos, escenificación y elementos plasmados en la estela de Zurita están basados en creencias (como veremos a continuación) meramente indígenas, propias de la Edad del Hierro. Aún así, la tipología, monumentalidad y el paralelismo con otras estelas burgalesas (estas sí con inscripciones latinas como por ejemplo la de Lara de Los Infantes) llevan a pensar que son posteriores. De hecho, se cree que pudieron erigirse para honrar la temática bélica y heroísmo de los antiguos guerreros de nuestra tierra, ya que como queda plasmado en las fuentes epigráficas y clásicas (Estrabón por ejemplo) muchos cántabros tuvieron importante presencia militar entre las tropas romanas, incluso en los confines del Imperio.

    Retomando la estela como tal, no sabemos muy bien si ambas caras tenían la misma importancia o no para sus creadores, aunque a modo de guía tomaremos como la "principal" aquella que presenta más elementos, es decir, la que alberga la talla de un caballo, buitres (en plural) y guerreros. En publicaciones posteriores (las estelas de Barros) entraremos más en detalle sobre el elemento de la cara "secundaria", uno de los más comunes en el mundo prerromano: El símbolo solar o celeste.

    Bibliografía: Cántabros, origen de un pueblo. (Edita ADIC y Los cántabros). Autores: Angel Ocejo, Rafael Bolado del Castillo, Enrique Gutiérrez Cuenca, José Angel Hierro Gárate y Juan Carlos Cabria Gutiérrez.

  • ESTELA DE BORES

    Que la comarca de Liébana es una total y absoluta desconocida en cuanto a su pasado romano (y prerromano) es algo perfectamente identificable. Y no será porque sus antiguos pobladores nos dejasen pistas y pistas de que, lejos de ser un lugar que solo ganó peso de la Reconquista en adelante, ya tenia una fuerte presencia siglos antes. Castros como el de Lerones, Sebrango, Llan de La Peña, Los Cantones, El Peñuco o La Corona (y a buen seguro muchos desconocidos) nos muestran su fuerte presencia en la Edad del Hierro, incluso contextualizando Liébana dentro de las Guerras Cántabras gracias a la aparición de los campamentos romanos de Castro Negro, Vistrió y Robadorio que "cercan" los accesos a la Meseta y quien sabe si el mítico Monte Vindio.

    Pero mismo modo que los castros nos acercan a la vida o los campamentos romanos a la guerra, las estelas funerarias nos acercan a la muerte. Y en este sentido, Liébana es nuevamente otra de las grandes desconocidas. Cierto es que estelas como la de Luriezo nos llevan por buen el camino, ya que se cree que el imperio romano dejo su impronta en Liébana desde al menos el I siglo d.C. hasta al menos el IV d.C. Y en este sentido, lo poco que queda de la estela de Bores, es clave para poder afirmar con rotundidad esta última fecha.

    Y no solo eso, sino que la espectacular estela funeraria de Villaderde (de la que hablaremos en otra entrada) se encuentra a menos de 2 kilómetros en línea recta y esta "labrada" prácticamente en la misma fecha..¿que esconde Vega de Liébana respecto al mundo romano?. Solo el tiempo lo dirá. Lo que está claro es que históricamente la zona Sur de Cantabria y Norte de Palencia y Burgos están ligadas al mundo romano y casi siempre miramos hacía allí para saber un poco más del milenario conflicto del Bellum Cantabricum et Asturicum y la romanización del territorio. Tal vez sea momento de mirar en dirección al Monte Vindio, hacia las escarpadas cumbres de Liébana y alrededores.


  • ESTELA DE LURIEZO

    Uno de los hallazgos materiales más espectaculares de la comarca de Liébana es la conocida como estela de Luriezo. Cierto es que, en los últimos años, el descubrimiento de diferentes castros (Lerones, Llan de la Peña, Los Cantones, etc) e incluso estructuras campamentales romanas como el recientemente conocido castellum de Vistrió (que a buen seguro dará mucho que hablar), nos acercan a un poblamiento protohistórico cada vez más extenso en la zona. Incluso nos lleva a pensar que tal vez estemos más cerca del milenario Mons Vindius..pero hasta entonces las evidencias materiales (que no estructurales) son escasas, lo que hacen de esta estela discoidea un elemento único.

    La estela fue dada a conocer por el historiador y epigrafista don Eduardo Jusué (1846-1922), quien a principios del siglo XX escribiría lo siguiente en el Boletín de la Real Academia de la Historia (1905):

    "En el pueblo de Luriezo, situado en Liébana, provincia de Santander, a unos 9 km. hacia el SE. de la villa de Potes, existe una lápida, de la cual me dio noticia el cura párroco D. Juan de la Madriz (q. e. p. d.). Procuré adquirir una copia de la inscripción antes de decidirme a emprender la subida por ásperos caminos a la falda de Peña Sagra donde apareció la lápida. Aunque algo confusa la copia, me convencí al leerla de que no era la lápida, como se creía, una losa sepulcral de algún monje o abad, sino un monumento romano, bien extraño.."

    Bibliografía: "Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo 47 (1905), pp. 304-308"
    Agradecimientos: Lino Mantecón Callejo.

  • ESTELA FUNERARIA DE DOVIDERO

    La verdad es que leyendo el título sin ahondar más en la temática que nos concierne, todos podríamos pensar que estamos ante una personalidad importante dentro de la sociedad cántabra. Alguien cuya capacidad de liderazgo tanto en lo social como en lo político, incluso en lo bélico, destacaba por encima de la del resto. El último de una estirpe de realengo respetada por todos los pueblos a los que representaba..nada más alejado de la realidad. La "corocottización" y exaltación de la figura de los antiguos cántabros, de los que desconocemos aún más de lo que creemos saber, nos ha llevado (a mi incluido) a pensar que estábamos ante un heroico príncipe contemporáneo. Como iremos viendo más adelante, los "prínceps" en época romana no eran ni mucho menos así. Podían incluso representar la propia traición ante su pueblo, circunstancia por la cual adquirían el "titulo".

    En la Cantabria actual esta figura siempre ha sido atribuida aún sin "titulo" (al menos en cuanto a las funciones desarrolladas e importancia histórica) a Corocotta, no por su realengo sino por lo que de un modo acertado o no ha representado según la interpretación de las fuentes clásicas..la cantabrización de un mito hecha historia. Ahora bien, si alguien preguntase quien fue el primer príncipe cántabro conocido, la respuesta nos traslada fuera de nuestra región, a territorio vadiniense. Y no, no parece que el mero hecho de serlo en este caso fuese positivo. ¿Su nombre? Dovidero. ¿Cómo sabemos de su estatus?, Por la siguiente e increíble estela funeraria encontrada en las inmediaciones de la ladera sur de Peñacorada (Valmartino, León).

    A diferencia de otras muchas estelas vadinienes realizadas de un modo exquisito sobre cantos de rio, la estela de Dovidero está creada sobre piedra caliza. La superficie fue bastante igualada por quien la modeló, por el contrario al resto del monumento no se le prestó especial atención. Posee unas medidas de unos 1,03 metros de alto por 48 cm de ancho, con un grosor de unos 23 cm aprox. Tanto por estas características como por las que veremos a continuación, se cree que estamos ante una estela funeraria de entre los siglos I-III d.C. sin poder determinarse una cronología más exacta.

    Bibliografía: "Princeps Cantabrorum en una nueva inscripción". Julio Mangas y David Martino, Universidad Complutense de Madrid
    Agradecimientos: Fernando Muñoz Villarejo.

  • ESTELA DE SALCEDO

    La estatua-estela de Salcedo (Valderredible, Cantabria) es una de las últimas incorporaciones a la iconografía arqueológica de nuestra región. A diferencia de las enormes estelas discoideas como las de Barros, Lombera o Piélagos, esta increíble pieza dista de la monumentalidad y tamaño de las anteriores. Pero no pensemos por ello que su valor histórico es menor, todo lo contrario. Su hallazgo marca un antes y un después en la investigación del área de Monte Hijedo, ya que no hace más que reafirmar la importancia de esta área en época protohistórica. Si a esta arenisca le unimos las diferentes representaciones antropomorfas de La Serna (a pocos kilómetros) y los últimos hallazgos correspondientes a varios petroglifos (espirales, cruces, etc), no cabe duda de que estamos ante lo que parece ser un núcleo poblacional de relevancia en los albores de la Edad del Bronce.

    Y todo ello gracias a un vecino de la localidad de Salcedo que, fruto de su pasión creciente por la historia, ha ido recopilando información y enclaves que permitirán a futuras generaciones (y al él mismo) recomponer un rompecabezas sobre un pasado más que apasionante en el área de Valderredible. No olvidemos que entre según qué élites de nuestra región, intentar aportar por cuenta propia sobre diferentes puntos de vista o criterios arqueológicos está mal visto, incluso actuando con la corrección que la ley marca. Curiosamente a lado de la grandeza de sus hallazgos pocas veces encontramos su nombre, tal vez solapado por aquellos que buscan publicitar su figura individual y su trabajo más allá de quien realmente tiene el mérito no solamente de hallar, sino de actuar correctamente pese a las trabas institucionales. Solo hace falta leer las notas de prensa al respecto, donde "el vecino de Salcedo" no tiene el espacio que merece. Su nombre para el portal de Regio Cantabrorum está marcado con letras en negrita, ya que nos ha hecho partícipe de su trabajo desde hace tiempo: Ernesto Rodrigo Gutierrez.

    Sería en el año 2007 cuando, buscando en una escombrera cercana a su casa un hito o bolardo de piedra para marcar una finca, encontrase esta maravilla. Se cree que no era la ubicación inicial de la estela, ya que posiblemente fuese trasladada a dicha escombrera en el pasado tras haber sido utilizada en alguna construcción o vivienda de las inmediaciones. Nada más encontrarla, la puso a disposición del Ayuntamiento de Valderredible (en depósito) a la espera de más noticias en torno a su hallazgo. Sería almacenada en el Museo Etnográfico de Valderredible hasta que años después, fruto de la insistencia y tesón de su propietario, se traslada la noticia del hallazgo al MUPAC en el año 2014 a través de Julio López Postigo. Es decir, 7 años tras notificar la presencia de lo que hoy es un icono de la arqueología en Cantabria y por el camino una desidia institucional de libro, bravo. Algún día, con permiso de su descubridor como no, contaré otro de los sainetes regionales que engrandecen a esta región.

    En marzo de 2015, MUPAC la presentó en sociedad a a través de una exposición temporal titulada "La estatua-estela de Salcedo y el conjunto rupestre de Monte Hijedo", un pequeño espacio donde se pudo contemplar por primera vez. Un año después, tras una larga espera, la estela de Salcedo se gana un lugar en la exposición permanente del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, concretamente entre las dos reproducciones de los ídolos de Sejos. Notas de prensa, Consejeros de Cultura, Directores, y un largo etc de personalidades acuden a la presentación en sociedad de la misma. Mientras tanto, como muchos de vosotros, los ídolos de Sejos originales siguen en el monte a la espera de que algún desalmado, o simplemente algún animal, los pisotee y destroce. Equidad y mesura, como siempre en Cantabria..

    Bibliografía: "Después de Altamira - Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria" (Editorial ACANTO)
    Agradecimientos: Ernesto Rodrigo Gutiérrez