El castro de Castillo (Prellezo, Val de San Vicente) es un yacimiento único en Cantabria. Muchos podrán pensar que no es ni el más espectacular, ni en el que más materiales se han podido obtener, ni siquiera el más vistoso. Pero eso si, no existe en la región otro castro similar, ya que las estructuras defensivas de este enclave castreño corresponden a fortificaciones características de los castros marítimos, abundantes en Asturias y Galicia pero sinigual en Cantabria. Se ubica en la rasa litoral occidental de Cantabria, sobre un promontorio marino en forma de península del que toma el nombre. Dicha península tiene una extensión aproximada de tres hectáreas, internándose en el mar por un punto denominado como "Punta de la Garita" y siendo el lugar ideal para este tipo de fortificaciones marítimas.
La identificación del castro de Castillo como tal es relativamente reciente (Eduardo Peralta, F. Fernández y R. Ayllón en 2003), aunque la zona ha tenido interés arqueológico desde finales del siglo pasado, concretamente desde la década de los años 80. Fue por aquél entonces cuando el CAEAP, tras prospectar la cueva de Castillo, encontró diversos materiales del Paleolítico Superior y de la Prehistoria reciente. No confundamos esta pequeña cavidad con las cuevas del Monte Castillo. Los restos encontrados, además de algunos concheros mesolíticos en pequeñas cavidades próximas, pusieron ya este enclave en el mapa arqueológico de la región. No sería hasta Febrero de 2003 cuando, tras realizar un corte por la construcción de una pista de la concentración parcelaria, se identificó y notificó el hallazgo de la estructura castreña. Es a partir de este momento cuando Eduardo Peralta solicita el permiso para realizar una prospección visual, además del levantamiento topográfico y limpieza del corte citado, dando estos trabajos como resultado los datos que podemos citar en esta sección.
La península donde se ubica el castro solo es accesible por los lados sur y sudeste, ya que el resto de posibles accesos se encuentran entre acantilados y fuertes pendientes. De este modo, encontramos una sección de gruesa muralla, foso y contrafoso en el sector sur-sureste, símbolos de que sus antiguos moradores pusieron mucho empeño en defender el flanco más débil y accesible del recinto castreño. Es en este punto donde se cree que estuvo ubicada la puerta de acceso principal al poblado, identificándose también otros dos posibles accesos aparentemente secundarios y menos complejos en los flancos Este y Norte. De todos modos debemos de destacar lo "enrevesado" del acceso principal en el cual, para acceder al interior de la fortificación, se deben de realizar una serie de quiebros y giros que incomodan el acceso a cualquier posible atacante. Este tipo de entradas es uno de los puntos en común del castro de Castillo con otras fortificaciones de la Edad del Hierro del norte peninsular.
Respecto a la estructura de la muralla, debemos destacar que se ha podido obtener mucha información gracias a la sección obtenida tras el corte realizado en las obras de construcción de la pista agropecuaria. Posee aproximadamente cinco metros de grosor, componiéndose en su interior de cascajo y material arcilloso y terroso. Dista a unos 3 metros del perfil actual del foso, el cual tiene una anchura máxima de 6 metros. Aún así, tras conocer gran parte de la estratigrafía tanto de muralla como de foso, es difícil calcular con exactitud el alzado y profundidad de ambos. Debemos destacar que en el corte de la muralla se han encontrado evidencias de una intensa exposición de calor sobre los materiales, pudiendo darnos a entender que el castro pudo sufrir algún episodio de incendio o intento de toma violenta.
Una vez dentro del recinto, nos encontramos con un espacio de pendientes suaves y llanos aptos para la construcción de viviendas, aunque al día de hoy aún no se han encontrado restos de ninguna. No quiere decir esto que no existan, sino que no se han realizado excavaciones a conciencia para sacar las posibles estructuras a la vista. Lo que sí es mencionable es un aterrazamiento visible en el sector SE de unos 100 metros de longitud. Se cree que pudo atender a razones de acondicionamiento agrícola, aunque no se tiene certeza al 100%.
Del mismo modo, no debemos olvidarnos de las dos ensenadas que rodean la península, las cuales pudieron ser utilizadas como pequeños puntos de atraque de embarcaciones.
Aun no siendo el castro de Castillo un yacimiento con gran cantidad de evidencias materiales, son más que suficientes para poder encasillarlo cronológicamente. Los trabajos realizados bajo la dirección de Eduardo Peralta han sacado a la luz una tachuela de "caligae", que aun pareciendo poco significativa o irrelevante (seguro que en Monte Bernorio o Monte Ornedo se cuentan por docenas) es muy importante en este enclave. Sobre manera porque no se tiene constancia ninguna de asedios a este tipo de castros marítimos en Cantabria por parte de los militares romanos en el periodo augusteo. Aún así, haría falta encontrar algún otro tipo de materiales relacionados para poder afirmar rotundamente una presencia romana relevante en la zona. Otros materiales destacables son los fragmentos de galbos cerámicos a torno, pequeños fragmentos de enlucidos de barro y algún que otro fragmento de sílex del relleno de la muralla.
Aunque en base a los materiales encontrados, excepto la tachuela, no se puede identificar cronológicamente la fortificación, es más que evidente la similitud del castro de Castillo con otros recintos amurallados de idénticas características tanto por la ubicación como por el tipo de estructuras. De hecho, el equipo de Eduardo Peralta ha llegado a proponer que este yacimiento se puede corresponder con la civitas de Argenomeskon citada por el geógrafo Claudio Ptolomeo (siglo II d.C.) y relacionada con el pueblo de los Orgenomescos.
Es importante destacar que el castro de Castillo no es un yacimiento visitable como tal. Nada te impide que te acerques a conocer un poquito más de la historia de Cantabria, pero eso si: te pedimos por favor que los respetes y conserves su entorno. Dejemos que nuestros hijos puedan ver el esplendor de sus antepasados tal y como lo conocimos nosotros..¡o incluso mejor!. Muchas gracias anticipadas.
El castro de Las Eras de Cañeda (Reinosa, Cantabria) es el típico yacimiento que ha terminado engullido por la mala praxis de las administraciones. Estamos hablando de un enclave cuyo interés arqueológico es conocido desde hace más de 60 años, sobre el cual ilustres investigadores han hecho referencia en diversas publicaciones, incluso en el que se han recogido materiales depositados hoy en día en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria..¿Y para qué?. Pues para que una cantera entre finales de la década de los 80 y principios de los 90 se llevase por delante siglos y siglos de historia. Muchos achacarán el desconocimiento, no sin razón, de la conservación del patrimonio por aquel entonces, otros a los intereses personales y políticos de una explotación de este tipo, así un largo etc que enmascaró y sigue enmascarando una realidad incómoda: Nadie aún en nuestros días hace nada por recuperar parte de su esplendor. Este yacimiento se une a la interminable lista de enclaves (Castro de Triquineja, La Lomba, Pico del Oro, Castro de Las Lleras) afectados o en peligro por este tipo de explotaciones..es lo que hay.
Volviendo a lo realmente importante, de Las Eras de Cañeda se tiene conocimiento desde hace décadas, aunque no existe una "autoría" definida sobre su hallazgo. Ya en los años 40 del siglo pasado existen referencias escritas del castro, destacando Jesús Carballo (1952) la importancia estratégica del mismo para controlar el paso hacia el norte de Cantabria. A mediados de 1950, Joaquín González Echegaray y A. García y Bellido llevaron a cabo las primeras excavaciones del lugar, siendo el resultado de las mismas una decepción por la ausencia de resultados destacables. El yacimiento es citado con asiduidad en posteriores publicaciones de varios autores: Arredondo (1977), Bohigas (1987), Marcos (1990: 480), Fraile (1990: 128-129) o Peralta y Muñoz (1999: 61, nº 15). Sería durante los primeros "coletazos" de la citada cantera (años 80 y 90) cuando los materiales más interesantes aflorasen a la superficie, no siendo esto por aquel entonces motivo suficiente para detenerla. Hoy en día poco o nada queda de un yacimiento que comenzó a ser prolifero a medida que observábamos atónitos como desaparecía. ¿Se podría hacer algo todavía? Seguro que sí, otra cosa es que interese.
El castro de Los Agudos se encuentra en la divisoria de los municipios de Bárcena de Pie de Concha y la Hermandad de Campoo de Suso. Ubicado en el pico que le da nombre, esta atalaya natural forma parte de un cordal montañoso de orientación norte-sur entre las cuencas de los ríos Saja y Besaya. Se cree que este paso pudo ser una excelente vía de comunicación entre la zona campurriana y los valles costeros hace siglos, ya que el tránsito por puntos con menos altitud sería mucho más inseguro e impracticable por la más que probable masa forestal. No olvidemos que hablamos de una época previa a la construcción de la calzada romana que comunicaba Portus Blendium con Iuliobriga, pudiendo ser este cordal y el de Palombera unos de los más utilizados por los antiguos cántabros según se cree.
Fue descubierto en el año 1995 por Eduardo Peralta, F. Fernandez y R. Ayllón en la conocida y prolífica (por el número de enclaves encontrados) campaña de prospecciones arqueológicas para la localización de emplazamientos de la Edad del Hierro en la vertiente costera de Cantabria (Peralta y Ocejo, 1996). A partir de este momento sería citado por varios autores, aunque desgraciadamente ninguno de ellos ha podido realizar hasta el día de hoy ningún tipo de actividad arqueológica en el mismo. En el año 2006 fue incluido por la arqueóloga Ángeles Valle Gómez en un informe sobre patrimonio arqueológico del municipio de Bárcena de Pie de Concha para la inclusión en las Normas Subsidiarias, y posteriormente anexionado al INVAC en el año 2007 por el arqueólogo Jose Angel Hierro Gárate. Desgraciadamente, aun realizándose todos estos esfuerzos, sigue sin tener declaración de Bien De Interés Cultural (BIC) quedando expuesto a cualquier plantación forestal, instalación de antenas de telefonía u otros factores que puedan ponerlo en riesgo.
2025 © RegioCantabrorum. Todos los derechos reservados. Términos y condiciones legales - Política de Cookies - Developed by