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Defensas naturales del campamento de El Castillejo. Fotografía: Rafael Bolado del Castillo

El campamento romano de Castillejo (Pomar de Valdivia, Palencia) marcó un antes y un después en el devenir de las Guerras Cántabras. Cerremos por un instante los ojos y viajemos en el tiempo más de 2.000 años, concretamente hasta el año 26 a.C. Al abrirlos nos encontraremos en lo alto del "oppidum" del Monte Bernorio rodeados de cientos de personas, las cuales han ido llegando de los pequeños castros cercanos al abrigo de esta enorme atalaya. Apenas traen ya pertenencias, bien por la celeridad de su forzada marcha, o bien porque los romanos han arrasado ya con todo aquello a lo que llamaban hogar..no son tiempos fáciles en el norte de Hispania. Tanto cántabros como astures seguían manteniendo su independencia contra Roma, pero esta vez algo era diferente. Hace apenas dos años (28 a.C. aproximadamente) se produjo una gran batalla entre nuestros vecinos los vacceos y el ejército romano, agitando la ya convulsa situación. Todos pensaron que sería una más entre tantas ya..pero no. Sería el inicio de decenas de revueltas y escaramuzas que desembocarían en lo que estamos viendo ante nuestros ojos: A menos de una legua romana (3 kilómetros aproximadamente) se podían atisbar en el horizonte miles de soldados romanos comenzando a movilizarse..algo está a punto de cambiar en la historia de Regio Cantabrorum. Tras un pequeño instante, donde un parpadeo se nos hace eterno viendo llegar la desgracia que se cierne sobre nosotros, abrimos los ojos nuevamente y nos encontramos en una inmensa loma, donde a duras penas podemos diferenciar estructuras (muchos creerán que es un páramo, sin más) que nos hablen del glorioso pasado militar de este enclave: Estamos en el campamento romano de Castillejo.

Situado al nordeste de la localidad de Pomar de Valdivia, este campamento jugó un papel fundamental en los inicios de las Guerras Cántabras, ya que tanto su ubicación como tamaño (que detallaremos más adelante) eran cruciales para el posterior desarrollo de la contienda. Su principal cometido sería la toma y control (o destrucción como así fue) del "oppidum" del Monte Bernorio, lo cual garantizaría el control y sometimiento de la comarca. Este objetivo traería consigo el segundo e igual de importante: La apertura de una vía de comunicación hacia el norte, lo que permitiría al imperio romano controlar los pasos de la Cordillera Cantábrica y el nacimiento del Ebro. Volviendo al yacimiento, su carácter campamental fue descubierto por el investigador por Miguel Ángel Fraile en los años 90. Sería además por casualidad, ya que se encontraba en el Castillejo realizado un estudio detallado sobre los restos alto-medievales existentes en la zona. Posteriormente, a principios ya del siglo XXI, arqueólogos de la talla de Eduardo Peralta Labrador, Martin Almagro-Gorbea o Jesús Torres Martínez aportarían datos concluyentes y clarificadores sobre el campamento, convirtiéndolo en uno de los baluartes dentro de las Guerras Cántabras por su importancia arqueológica e histórica.

Fuente: La revisión de las Guerras Cántabras - Novedades arqueológicas en el norte de Castilla (Autor: E. Peralta Labrador)
Agradecimientos: Lino Mantecón Callejo / Rafael Bolado del Castillo

Como hemos comentado previamente, el campamento de Castillejo se sitúa sobre un extenso páramo en las inmediaciones del Monte Bernorio. Dicha situación no es ni mucho menos casualidad, ya que tanto al norte como al noroeste (donde está el "oppidum" prerromano) posee pronunciadas pendientes que caen sobre la vega de Valdeomar, consiguiendo así una excelente defensa natural de cara al enemigo. En el sudoeste dispone de restos de un "vallum", del cual se puede apreciar ligeramente hoy en día un "agger" muy erosionado. Dicha estructura se hace mucho más visible al llegar al típico ángulo redondeado (véase La Poza, Campo de Las Cercas, El Cincho, etc) del sector sur. En este punto el "vallum" vira en dirección nordeste, siendo este tramo el mejor conservado del yacimiento, pudiendo apreciarse sobre el terreno los restos del mismo. Mide unos 300 metros de largo por unos 3 metros de ancho, destacando a la mitad una puerta en clavícula interna, típica también (al igual que las esquinas redondeadas) de los campamentos romanos. En este recinto rectangular, de unas 18,38 hectáreas, se puede apreciar también tres líneas de muralla paralelas que terminan en el "vallum" y un curioso "bracchium" de unión (en el sector oeste) del campamento con la zona de aguada o atrincheramientos exteriores. Llegados a este punto se podría interpretar que el Castillejo pose un espacio campamental de campaña ("castra aestiva"), donde una o dos legiones pudiesen acantonarse perfectamente.

Esta tipología e interpretación cambiaría por completo durante los sondeos realizados a principios del siglo XXI (2000-2001), donde se descubriría otra línea defensiva exterior de mayores dimensiones que la anterior. Al sudeste del primer recinto, cortado por la pista que sube de Pomar de Valdivia, se encontraron restos de un "vallum" con parte de cantil rocoso que se dirigía durante cientos de metros en dirección nordeste. La nueva estructura está formada por un "agger" de piedra que forma un talud con amurallamiento de bloques que alcanza el 1,80 aproximadamente. Delante del mismo se sitúa un foso con "contra-agger" marcado por alineamientos de piedra hincadas perfectamente y aún visibles sobre el terreno. Teniendo en cuenta esta nueva información, se muestra ante nosotros un campamento de unas 41 hectáreas aproximadamente, dimensiones que lo sitúan ya como un "castra" para dos o tres legiones incluso. Buscando un paralelo en nuestra región, el Campo de Las Cercas tiene 18 hectáreas aproximadamente, el campamento de Cilda entre 23 y 25 hectáreas..vemos aquí la importancia del mismo.

Materiales hallados

Las intervenciones arqueológicas realizadas en el foso del "vallum" y en el interior del recinto entre los años 2000-2002, arrojaron a la luz gran cantidad de materiales de tipo militar. Destacan numerosas tachuelas de caligae de las misma tipología que las encontradas en La Loma, seis puntas de flecha (cuatro de tres aletas, una plana de dos aletas y una estrecha de tipo sirio), una podadera y un azadillo (encontrado en el "agger" interior), una punta de jabalina, una punta de "pilum" ligero, dos anillos, piezas de bronce de sujeción de correaje, una pequeña fíbula de bronce, dos grandes regatones de hierro y dos monedas de bronce. Estas últimas son un as celtibérico del siglo I a.C (partido y de ceca ilegible) y un semis de Cartagonova alusivo al título de "Augur" obtenido por Octavio en el año 37 a.C.

Destacar por último que el foso del "vallum" exterior proporcionó restos de fauna domestica (bovino y equino) y abundante cerámica torno muy fragmentada.

VISITAS

Todos podemos disfrutar del campamento romano de Castillejo, ya que aún sin ser un yacimiento visitable (refiriéndonos a un arqueo-sitio como tal) podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Palencia y Cantabria.

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DESTACADOS

  • CASTRO NEGRO

    Nos encontramos ante un yacimiento cuyo potencial podría hacer tambalear la historia que conocemos de las Guerras Cántabras hasta el día de hoy. Una nueva vertiente de investigación que, independientemente de su gran valor científico, podría acercar el mito del Monte Vindió a una realidad cada vez más palpable. Estamos hablando, como no, del campamento romano de Castro Negro. Un enclave que ha permanecido miles de años "escondido" y que a principios de este año 2017 vio finalmente la luz a nivel nacional (e internacional). Un acuartelamiento a casi 2.000 metros de altitud, donde tal vez cambió la historia de Cantabria y aún no lo sabemos. Solo las investigaciones y el tiempo lo dirán. Tenga o no relación directa con el conocido sitio del Monte Vindió, donde Lucio Anneo Floro relataba en sus textos que los cántabros pensaban que "antes subirían las olas del océano que las armas romanas", no cabe duda de que estamos ante un recinto campamental romano CLAVE para el control del territorio entre Liébana y el Norte de Palencia. No obstante, sus dimensiones, su morfología y su cercanía a otro recinto encontrado en la misma campaña de prospección arqueológica (llamado Monte "Vistrió") dan lugar a dejar volar la imaginación con buena base.

    El descubrimiento del mismo lo realizó Jose Angel Hierro Gárate en 2014 gracias a la fotografía satélite y a la documentación de vuelos aéreos existente, presentándose posteriormente en el ciclo "Las Guerras Astur Cántabras" celebrado en Gijón a finales de ese mismo año. Los primeros datos preliminares del mismo aparecerían en la publicación realizada a raíz de dicho encuentro arqueológico y que fue coordinador por Jorge Camino Mayor, Jesús Francisco Torres Martínez y Eduardo Peralta Labrador, siendo este último quien con un equipo multidisciplinar dirigiría las excavaciones arqueológicas desarrolladas entre Agosto y Octubre de 2016. Cabe destacar que no sin antes pasar por un viacrucis burocrático que no les permitía llegar al campamento porque, si bien tenían permiso de la Consejería de Cultura para realiza la investigación, el servicio de Montes no les dejaba acceder en todoterreno. Esto unido a que dicha campaña se financió casi en su totalidad por capital privado (no hubo prácticamente inversión por parte de la administración), hicieron que el proyecto arqueológico "Agger" no comenzase con buen pie este episodio de la historia.

    Uno no puede dejar de pensar que, viendo el increíble interés social y científico que este descubrimiento suscita, pueda quedar de lado como ha ocurrido otras ocasiones. Se destinan miles y miles de € para sufragar estudios e investigaciones sobre arte rupestre, pero la historia más accesible y mejor interpretable de nuestra tierra perece en el olvido. Como siempre, parece que en Cantabria es más fácil vivir de hipótesis que invertir en certezas. Esperemos que esta maravilla no sea fruto del olvido que tras décadas han vivido increíbles yacimientos como la Espina del Gallego, Monte Cildá y otros enclaves relacionados con las Guerras Cántabras.

    Agradecimientos: Eduardo Peralta Labrador / Proyecto Agger.

  • CAMPAMENTO DE CILDA

    El campamento romano de Cildá (Corvera de Toranzo / Arenas de Iguña) es sin lugar a dudas un yacimiento único en Cantabria, me atrevería a decir que incluso en toda la Península. Cierto es que no es un campamento "espectacular" en cuanto a edificaciones o estructuras defensivas que llamen la atención del visitante, ni siquiera en cuanto a los materiales hallados en el mismo. Lo que no mucha gente no sabe es que este emplazamiento corresponde al tipo IV que el tratadista latino Pseudo-Hyginio (segunda mitad del siglo II d.C) considera como campamento de montaña o castra in monte, siendo Cildá el primer campamento de este género localizado en el mundo romano. ¿Aún te quedan dudas de su importancia?. Veamos un poco más sobre este enclave.

    Su existencia como emplazamiento con importantes estructuras es conocida desde finales del siglo pasado, concretamente desde los años 80. La primera cita de Cildá en una publicación la realizó González de Riancho en el año 1988, aunque atributo el lugar a un posible poblado indígena. Sería el conocido investigador A.Arredondo quien trazase el camino, ya que sería él quien identificase inicialmente las estructuras como un campamento romano, confirmando esta teoría años más adelante Eduardo Peralta Labrador. Este último marcaría un antes y un después en el estudio e investigación de este y otros campamentos romanos como La Espina del Gallego, el Campo de Las Cercas y el Castillejo (Palencia) y su contexto en las Guerras Cántabras.

    Antes de entrar en detalle sobre sus características, queremos hacer una pequeña reflexión sobre la conservación del campamento y la problemática que ello conlleva. Los problemas que afectan al campamento de Cildá son casi tan antiguos como el conocimiento que se tiene sobre su importancia arqueológica e histórica. Ya en la década de los 80 se construye en el centro del yacimiento una estación repetidora de radio , destruyendo parcialmente (incluso totalmente) dos estructuras de edificios atribuibles a la fase campamental romana. Poco o nada se hizo para salvaguardar este enclave, incluso tras las advertencias sobre su destrucción. Años después, a principios de la década de los 90, se abre una pista forestal que sube desde Sel de la Carrera y que llega a la cima del enclave, construyéndose además un edificio para albergar instalaciones de Telefónica con grandes antenas incluidas. Estas obras destruyeron también parte de las estructuras de la cima, además de seccionar las defensas del recinto. Por último, no podemos olvidar los restos de la cimentación de una antena medidora de viento, instalada ilegalmente por una empresa promotora de parques eólicos que finalmente tuvo que retirar..aunque el daño ya estaba hecho. Sin palabras..

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)