
La estación del collado de Sejos-Cuquillo es, sin lugar a dudas, el conjunto megalítico más importante de Cantabria. Su ubicación, a más de 1.500 metros de altitud, y lo dificultoso de su acceso han propiciado que gran parte de sus elementos se hayan conservado en buen estado hasta nuestros días. Se sitúa en un área de grandes pastizales y brañas, entre Polaciones y la Mancomunidad Campoo-Cabuérniga, extendiéndose el conjunto arqueológico a lo largo de unos 2,6 kilómetros. Esta es la distancia que separa los menhires de El Hitón y El Cuquillo, pudiendo encontrar en este espacio diferentes representaciones de la cultura megalítica: Los citados menhires (entre otros), túmulos, estructuras circulares de lajas, etc.
Las primeras investigaciones las realizó don Ángel de los Ríos hacia el año 1850. A modo de apunte, el escritor, periodista e historiador campurriano fue también la primera persona que excavó el yacimiento de Retortillo – Juliobriga. De todos modos, sus hallazgos y estudios en Sejos no tuvieron la repercusión deseada, cayendo en el olvido hasta que los trabajos de Primitiva Bueno (año 1982) y posteriores campañas volvieron a dotar de la importancia que merecía al conjunto. El mismo, seria declarado como Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica, en el año 2013.
Independientemente de esta protección en papel, llama la atención el estado actual de algunos de los elementos y su entorno. Entendiendo a la perfección que estamos ante un conjunto arqueológico de grandes dimensiones y en una zona de difícil acceso, no se debe descuidar el mantenimiento de las infraestructuras que lo delimitan o protegen. Casos como el de la “Piedra Jincá” (en la imagen llena de matojos y enredada en alambre de espino) o el vallado de los denominados “ídolos de Sejos” (muy muy deteriorado), llevan a pensar que no está lo suficientemente controlado. Teniendo en cuenta que son cada vez más las personas que hacen una ruta de “arqueotreckking” por el mismo, seamos partícipes de su protección en la medida que sea posible. Seamos parte activa en la conservación de esta increíble maravilla megalítica, para que las generaciones venideras puedan disfrutarlo igual que nosotros.
Todos los elementos de la estación megalítica conforman un eje con dirección Norte-Sur perfectamente diferenciado, desde “El Hitón” (más al Norte) hasta el menhir de “El Cuquillo” (más al Sur). Comenzamos en el Collado de Sejos donde existe mayor número de elementos, además de ser los más relevantes. Es aquí donde se encuentra el conocido como “Cromlech de Sejos”, conformado por cinco grandes lajas de las que dos contienen grabados con representaciones antropomorfas/esquemáticas. De ambas piezas, podemos encontrar réplicas en el actual Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.
Siguiendo hacia el Sur nos encontramos con el collado de Cuadro Agudo, lugar donde se localizan dos estructuras circulares y donde, a modo de apunte, nace uno de los arroyos que conformarán el río Saja. Un kilómetro más hacia el Sur, en dirección hacia la Sierra del Cordel, nos encontramos con el collado de Cuquillo, elevación que da nombre al último de los elementos del conjunto megalítico.
Respecto a su cronología, existen manifestaciones y estructuras de varios tipos que nos trasladan a posibles espacios rituales o funerarios de origen prehistórico que fueron reutilizados en periodos posteriores. Respecto a los restos megalíticos como tal (menhires, túmulos, lajas e hitos, etc) están datados en algún momento de la Edad del Bronce, encontrándose incluso grabados menos antiguos. De todos modos, poco o nada se sabe del porqué de su construcción en Sejos-Cuquillo..tal vez futuras investigaciones puedan aportar algo más al conocimiento global de esta increíble estación.
El castro de Sebrango (Camaleño, Cantabria) se ubica sobre una plataforma que forma parte del cordal situado entre los pueblos de Mogrovejo y Sebrango, localidad que le da nombre. La cumbre más alta de la sierra en la que se encuentra pertenece a la vertiente lebaniega del Macizo Central, y se prolonga por los puertos de Áliva. Se cree que el recinto fortificado pudo actuar como punto de control en dicho paso. Muy próximo a él existe un rellano conocido bajo el topónimo "Llan de La Peña", que hace referencia a una superficie aterrazada cercana que nada tiene que ver con el yacimiento que nos ocupa ni con el vecino castro de mismo nombre.
Fue descubierto y puesto en valor por Gonzalo Gomez de Casares a principios de la década de los 90, citándose muy brevemente en publicaciones anteriores bajo el nombre de Llan de la Peña y más recientemente en el libro "Castros y Castra en Cantabria" editado por ACANTO, en el cual ya aparece bajo el nombre actual). Cabe destacar una cita de Eutimio Martino relativa a un "Castillo de Vuodo" en uso en el siglo XIII d.C., tal vez atribuible al entorno cercano del castro, si bien es cierto que no hay ningún tipo de información arqueología que así lo atestigüe. Se cree más bien que hace referencia a algún tipo de estructura en la "vecina" Peña Oviedo.
El castro de El Perul (Villadiego, Burgos) es otro de los grandes recintos defensivos prácticamente desconocido. Se ha citado en muchas ocasiones como "castro cántabro" cuando se encuentra inmerso en territorio Turmogo, de modo que la primera afirmación no sería fehaciente. Teniendo en cuenta que nos encontramos territorialmente en una "zona fronteriza", y sin tener la certeza del área exacta que ocupaba cada una de las tribus que compartían espacio divisorio en estas tierras, no se podría afirmar de tal modo. Pero volviendo al yacimiento como tal, y una vez visitado, nos encontramos ante un recinto castreño espectacular. Eso si, nuevamente ocupado por un parque eólico tal y como ocurre en el castro del Pico Nava y como se pretende en La Espina del Gallego, el campamento romano de Cildá o el oppidum de Monte Ornedo, Bienes de Interés Cultural en Cantabria.
Es citado por Eduardo Peralta Labrador en su obra "Los Cántabros antes de Roma" (2000), circunstancia por la cual puede que haya sido confundido como cántabro por los lectores. Peralta Labrador lo deja claro, ya que lo incluye en el capítulo "El Territorio Cántabro: Frontera Meridional" e inequívocamente lo ubica en territorio Turmogo. Además en una zona (junto al río Odra) donde "conviven" fronterizamente hablando los cántabros, los vacceos y el citado pueblo de los turmogos. Habla también de la diferenciación existente entre los castros ubicados al Sureste de Amaya, en dirección a la zona de Ubierna, que nos trasladan de una sociedad más dedicada a la economía pastoril y que a medida que vamos "bajando" hacia los castros de llanura, a la una sociedad y economía basada principalmente en la agricultura y el cereal. No olvidemos que una de las ciudades turmoga por excelencia citada por Ptolomeo, Bravum, se ha ubicado históricamente a unos 25 kilómetros en línea recta desde El Perul, en la Nuez de Abajo. Afirmación refrendada por las ultimas investigaciones realizadas en el conocido como "Páramo Ciudad" de la citada localidad.
De lo que no cabe duda es de que estamos ante un yacimiento espectacular, totalmente abandonado a su suerte. Un pequeño panel "indicativo" (realmente dice poco o nada del enclave, pero al menos está) al final de la atalaya rocosa nos indica que estamos en un castro prerromano..y poco más. Cierto es que, dentro de lo malo, el parque eólico ha hecho que podamos acceder en coche hasta el mismo..pero nada al respecto de sus potentes murallas ni de investigaciones futuras (ni pasadas, ya que no existen). Curioso que nuestro futuro energético pase por destrozar o abandonar nuestro milenario pasado..una ventana abierta a lo que pasará en Cantabria si nadie (que no parece que haya mucho interés) lo pare a tiempo.
El castro de La Población de Suso (Campoo de Suso, Cantabria) es otro de esos enclaves por el cual estás acostumbrado a pasar decenas y decenas de veces y en el que nunca te fijarías. Esto, desgraciadamente, se convierte en una tradición en nuestra tierra, ya que la puesta en valor de arqueo-sitios o musealización de yacimientos (con unos simples paneles informativos) queda reservada para dos o tres afortunados. Volviendo al castro, se sitúa al Sureste de la localidad que le da nombre, concretamente en una pequeña colina cuyo lado Oeste presenta un abrupto relieve. Por el contrario, tanto el Norte como el Este son mucho menos escarpados, mientras que en su lado Sur encontramos una lengua de tierra que comunica la elevación con su entorno. Es por lo tanto, tal y como veremos en la identificación de sus estructuras, el flanco más accesible y a la vez más fortificada del yacimiento.
Respecto a su hallazgo poco se sabe. Se cree que se produjo a mediados del siglo XX, pero nadie ha determinado la autoría real de su descubrimiento. Es por aquel entonces cuando comienza a ser referenciado por diversos autores como por ejemplo Joaquín González Echegaray (1966:108). El único estudio del yacimiento que ha llegado hasta nuestros días es obra de Miguel Ángel Fraile (1990: 121-122). El castro de La Población de Suso es, sin lugar a dudas, otro enclave castreño que permanecerá en el olvido otras tantas décadas más por parte de la administración, haciéndose tan solo eco de él cuando algún investigador o arqueólogo se arriesgue y consiga sacar de sus entrañas el milenario pasado que atesora. Mientras tanto, seguirá expuesto a la acción del hombre, pudiendo acabar a modo de cantera como otros tantos de su alrededor..una auténtica pena..
Es curioso como en decenas y decenas de ocasiones no somos conscientes de los lugares que nos rodean. Hace milenios la vida fluía por parajes que hoy jamás imaginaríamos. Lo que hoy es un paseo paisajísticamente increíble, se puede convertir en historia viva de nuestro pasado en cualquier momento. Pero por desgracia las piedras, que dibujan vagamente alguna estructura, son testigos mudos de un pasado que nos hace enorgullecernos, pero del que a la vez no sabemos más que lo que se nos ha proyectado en estos últimos 75 años. Y creedme, el castro de Orzales (en la península de la Lastra) es uno de esos lugares de innegable belleza natural que por desgracia no es conocido por el gran público. Igual de curioso es que este (y otros tantos) fuese descubierto por un investigador cuya obra es admirada por todos y es GUIA FUNDAMENTAL para que muchos arqueólogos e historiadores de hoy en día puedan seguir desarrollando sus estudios: Miguel Ángel Fraile López. Algunos incluso cuestionando indirectamente (cito textualmente) que una persona SIN "cualificación académica, científica o profesional necesaria" no pueda desempeñar esta labor. Muchísimas veces viajamos a la prehistoria, metafóricamente hablando, del sentido común a la hora de formular este tipo de afirmaciones…una pena.
Volviendo al asentamiento, nos encontramos en pleno corazón del Pantano del Ebro. Concretamente en el interior de la conocida península de La Lastra, en una elevación de unos 926 metros de altitud que domina el primitivo valle ahora bajo las aguas. Dicho "cerro" posee forma de cresta orientada de Este a Oeste y con unas defensas naturales (un corte natural) bastante importantes hacia el Sur y que hacia el Norte poseen una fuerte pendiente. La primera referencia a este castro la realiza el citado Miguel Ángel Fraile en su obra "Catálogo de castros cántabros. Santander" en el año 2004, sin llegar a determinarse la fecha de su descubrimiento. Años después sería incorporado al Inventario Arqueológico de Cantabria – INVAC por el arqueólogo José Ángel Hierro Gárate, dotando así al castro de Orzales de la protección "institucional" (que no física) que esta catalogación proporciona.
No cabe duda de que estamos ante un enclave por descubrir, si bien es cierto que es un asentamiento que como veremos a continuación parece estar bastante erosionado. Esta circunstancia dota de más valor a su descubridor, que sin ningún tipo herramientas contemporáneas (vistas satélite y demás que todos utilizamos) tuvo el buen ojo de acertar con su hallazgo.
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