El castro de Las Varizas (San Felices de Buelna) es otra de las joyas ocultas de la Sierra del Dobra. Como ocurriese con otros recintos fortificados de esta formación montañosa como por ejemplo el castro de Las Lleras, fue protegido de la acción minera de la zona (cantera MITOSA-SOLVAY) gracias a su declaración de Bien de Interés Cultural como figura de Zona Arqueológica. Aún así debemos destacar que en el entorno inmediato al yacimiento, al norte, la actividad de la cantera sigue en marcha, de modo que tal vez sigamos perdiendo parte de nuestra historia sin saberlo..en fin..Situado sobre la localidad de Sovilla a unos 515-530 metros de altura, esta atalaya natural se alza imponente sobre el valle de Buelna, justo en el epicentro del antiguo pueblo de los Blendios. El nombre del castro bien podría relacionarse con las estructuras que remataban el vallado de la muralla existente, de ahí que derive del latín "vara" (madero largo y delgado). De todos modos, existen otras teorías igual de válidas que lo asocian a la avellaneda de la cara norte del yacimiento.
La primera cita de este yacimiento se publica en la prensa en el año 2000, concretamente por Federico Crespo García Barcena. Nativo del valle y concejal de Cultura del Ayuntamiento de San Felices de Buelna, es también conocido por ser quien identifico en primer término el campamento romano del Campo de Las Cercas. Cierto es que lo hizo erróneamente (como castro cántabro) y que fue Eduardo Peralta quien lo asocio correctamente a su origen, pero su nombre ahí queda. Volviendo al castro de Las Varizas, tenemos que destacar que otros arqueólogos como Ramón Bohigas o Pedro Miguel Sarabia tenían conocimiento de las estructuras del recinto incluso antes de su publicación en el año 2000, pero la difusión del mismo públicamente no se produjo, dato que no tiene por qué determinar que no se conociese anteriormente.
Debemos de partir de la premisa que el castro de Las Varizas no es un recinto forticado perfectamente definido. A diferencia de otros castros de Cantabria, no tiene una muralla perfectamente delineada y perimetral, sino que se conservan pequeños sectores de la misma. Estos fragmentos de muralla están formados por grandes acumulaciones de piedra caliza, los cuales son típicos de la conocida Sierra del Dobra. El mayor de los sectores amurallados mide 48 x 8 metros, dando esto a entender que ni mucho menos corresponde a un recinto o estructura ganadera, sino a un recinto fortificado. Se extiende desde el norte ladera abajo hasta toparse con un afloramiento calizo natural de orientación Oeste-Este que sirve como otra de las murallas del castro. Es curioso como este sector, de unos 21 x 6 metros, se extiende hasta mimetizarse completamente con el paisaje, ya que la orografía actúa como prolongación de dicho muro, siendo innecesaria cualquier otro tipo de construcción artificial. Desde el extremo sur, siguiendo la orientación este, surge otro tramo de muro derribado de unos 16 x 6 metros que en dirección norte desaparece en la cima. En este sentido es increíble pensar como sus antiguos moradores aprovecharon las características del terreno para minimizar el trabajo a realizar y obtener un recinto fortificado igual de efectivo. Estos muros definen un pequeño área en torno a la cima de unos 690 m2, aunque gracias a los relieves naturales citados, se puede ampliar el espacio interior del castro hasta los 3.000 m2. En ninguno de los dos casos se puede pensar que este espacio estuviese pensado para ser un castro "habitable" ya que apenas tiene lugar para construir estructuras de vivienda. Además, en el caso de existir espacio, es un lugar muy expuesto a los vientos y a las inclemencias del tiempo, de modo que varios autores lo identifican más bien como un recinto militar. Tendría sentido ya que, como bien hemos citado previamente, es una atalaya natural sobre todo el valle de Buelna y sobre las comunicaciones de la costa con la meseta.
Realmente el castro de Las Varizas no es un yacimiento donde hayan aflorado gran cantidad de materiales a analizar. Primero porque no se han realizado excavaciones ni prospecciones a fondo sobre el mismo. Y segundo porque como bien hemos comentado, no ha sido un recinto orientado a su habitabilidad, lo que debilita las opciones de encontrar materiales relacionados con el día a día. Los únicos materiales encontrados aquí que puedan arrojar algún tipo de información diferente al resto son los fragmentos de arenisca procedentes de cantos rodados de río. Se han encontrado, cierto es que no en gran cantidad, en los derrumbes de muralla y su presencia llama la atención por encontrarse "donde no deben", es decir que tiene una procedencia distinta al resto de los materiales. Se han interpretado como fragmentos de piezas de molienda o simplemente con materiales transportados para construir la muralla (Peralta y Serna, 2006:121), siendo esta última opción la más aceptada.
Por si alguien no lo sabe la sierra del Dobra se encuentra amenazada, arqueológica e históricamente hablando, por muchos factores. En primer lugar tenemos que destacar negativamente la explotación minera de la zona, la cual más que probablemente se haya llevado ya por delante mucha historia de nuestra milenaria tierra en la citada sierra. Los que amamos la historia respiramos aliviados cuando en el año 2004, tras muchas presiones populares y de otra índole, fueron incluidas como BIC las tres estructuras identificadas como castros en la zona (Las Lleras, Pico Toro o Pico L’Oro, y Peña Mantilla). Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos, esta protección legal es insuficiente dado que el perímetro de protección es insuficiente. Sobre manera en el castro de Las Lleras, ya que la explotación minera concedida a Mitosa-Solvay para la extracción de caliza llega hasta los pies de la ladera norte del castro. ¿Qué significa esto?. Que el área norte y oeste del entorno del castro de las Lleras probablemente sea destruido (Peralta y Serna, 2006:119).
Esto, unido a la rápida degradación del entorno del Pico de La Capia (por ejemplo), nos lleva a hacer una reflexión: ¿Que estamos haciendo con este maravilloso entorno?. Desde Regio Cantabrorum queremos apoyar iniciativas como la realizada por la plataforma "SALVAR EL DOBRA" quienes desde hace años están haciendo un esfuerzo sobrehumano para poder conservar este maravilloso entorno, no solamente a nivel histórico sino también a nivel paisajístico y cultural. Desde aquí nuestro apoyo y solidaridad con la causa, conservemos este increíble entorno para que puedan disfrutarlo nuestros hijos y nietos. Puedes visitarlos aquí:
Todos podemos disfrutar del castro de Las Varizas, ya que aún sin ser un yacimiento visitable (refiriéndonos a un arqueo-sitio como tal) podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.
El castro de Sebrango (Camaleño, Cantabria) se ubica sobre una plataforma que forma parte del cordal situado entre los pueblos de Mogrovejo y Sebrango, localidad que le da nombre. La cumbre más alta de la sierra en la que se encuentra pertenece a la vertiente lebaniega del Macizo Central, y se prolonga por los puertos de Áliva. Se cree que el recinto fortificado pudo actuar como punto de control en dicho paso. Muy próximo a él existe un rellano conocido bajo el topónimo "Llan de La Peña", que hace referencia a una superficie aterrazada cercana que nada tiene que ver con el yacimiento que nos ocupa ni con el vecino castro de mismo nombre.
Fue descubierto y puesto en valor por Gonzalo Gomez de Casares a principios de la década de los 90, citándose muy brevemente en publicaciones anteriores bajo el nombre de Llan de la Peña y más recientemente en el libro "Castros y Castra en Cantabria" editado por ACANTO, en el cual ya aparece bajo el nombre actual). Cabe destacar una cita de Eutimio Martino relativa a un "Castillo de Vuodo" en uso en el siglo XIII d.C., tal vez atribuible al entorno cercano del castro, si bien es cierto que no hay ningún tipo de información arqueología que así lo atestigüe. Se cree más bien que hace referencia a algún tipo de estructura en la "vecina" Peña Oviedo.
Cuando llegas al castro de Ahedo de Butrón, o Pico Casares como indica la toponimia, te das cuenta de que estás en un lugar especial por varios motivos. El primero de ellos es que se puede llegar perfectamente en coche desde el pueblo, sin la necesidad de un todoterreno. Cierto es que estuve en época electoral, circunstancia por la cual tal vez (y digo "tal vez") la pista estuviese recién arreglada: Ni un bache. Y segundo, estamos en un pequeño recinto castreño ubicado en un entorno realmente espectacular, con un dominio visual hacia el Norte/Noroeste cuya panorámica se queda corta en cualquier fotografía. Sencillamente impresionante. Podría convertirse perfectamente en un castro visitable sin necesidad de mucha infraestructura, ya que tanto el acceso como las vistas y el asentamiento que lo conforman hacen que sea un atractivo turístico/paisajístico y cultural de gran índole. Pero nuestros vecinos, al igual que nosotros en Cantabria, están centrados en cosas más importantes..demos gracias a que aún no lo hayan convertido en un parque eólico.
Las primera referencia documental del castro se realizó en el año 1984, concretamente en la carta Arqueológica de los partidos judiciales de Sedano y Villarcayo, redactada por aquel entonces por el recientemente fallecido Ramón Bohigas Roldán, Jacinto Campillo Cueva y José Angel Churruca García. Hace décadas ya se hacía referencia al potencial del citado castro, haciéndose hincapié en la imposibilidad de encontrar materiales (a parte de las estructuras de las que luego hablaremos) en superficie por la cubierta vegetal que cubre prácticamente su totalidad. Sería nuevamente referenciado en la archiconocida obra "Los cántabros antes de Roma" de Eduardo Peralta Labrador (2003), donde se destacaba nuevamente como enclave castreño adscribible a la Edad del Hierro al igual que en la publicación anterior.
Y a partir de aquí..más de lo mismo: Silencio administrativo y ninguna investigación en su interior. Un enclave potencial perfectamente visitable tanto en lo arqueológico como en lo paisajístico y cultural y que permanece en el olvido. Si tenéis la suerte de visitarlo, hacedlo a primera hora de la mañana donde muchos de los corzos que viven tranquilos en sus inmediaciones os acompañarán en el paseo.
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