El castro de Los Baraones (Valdegama, Palencia) es otra de las joyas de la Edad del Hierro del norte de Palencia junto con el conocido Monte Bernorio. Están situados estratégicamente uno frente al otro, separados por el valle del rio Lucio y a unos 6 kilómetros de distancia en línea recta. Increíblemente, aun habiendo avances en la investigación e interpretación del norte de Palencia en esta época, son pocos los yacimientos sobre los que se han hecho estudios concluyentes exceptuando estos dos castros (sobre manera en Monte Bernorio). Este dato es más que llamativo, ya que ambos han arrojado infinidad de evidencias arqueológicas que nos muestran la importancia de este territorio desde la Edad de Bronce hasta pasadas las Guerras Cántabras.
Centrándonos en el castro de Los Baraones, fue dado a conocer en el año 1979 como poblado de la Edad del Bronce dentro de la obra "La montaña palentina, Tomo I - La Lora", cuyo autor es Gonzalo Alcalde Crespo (erróneamente citado como G. Alcalde del Rio en las publicaciones sobre el castro). No sería hasta el año 1986 cuando comenzasen las excavaciones en el mismo de la mano de Magdalena Barril Vicente y su equipo, los cuales realizarían cinco campañas (hasta el año 1990) que aportarían increíble valor histórico al yacimiento. El nombre del castro viene dado por una serie de terrazas donde se asienta gran parte del mismo, conocidas como "los cintos de Los Baraones". La extensión y morfología actual de los Baraones dista bastante de muchas de las estructuras fortificadas cercanas que hoy conocemos, bien definidas por derrumbes de muralla o por la orografía de las cimas donde se asientan (véase el Monte Cildá, Monte Bernorio, Peña Amaya, La Ulaña, etc). El asentamiento se sitúa sobre tres grandes áreas:
El asentamiento como tal se ha estudiado principalmente en los dos primeros "sectores", ocupando estos una extensión aproximada de 10 hectáreas. Aunque no debemos ni mucho menos olvidar el tercero de ellos (Valseca), donde se han documentado en prospección otras 2 Ha que no fueron excavadas pero de las que se tiene conocimiento sobre su gran valor arqueológico como veremos más adelante.
El castro de Los Baraones estaba defendido de forma natural al noroeste por "Los Peñones" y al sur y este (en la zona alta) por crestas calizas. En zona más accesible, la de la vaguada, se pueden observar dos anchos muros que actualmente sirven como límite entre los pueblos de Gama y Valdegama y que serían restos de un doble amurallamiento. Se cierra al sur-sureste por un ancho muro que baja desde las crestas hasta la zona llana del asentamiento. Este mismo muro se identifica en su parte alta por un canchal de 3 metros de alto. En la parte baja de la ladera, donde se excavo la muralla (que veremos posteriormente), se pueden apreciar restos de un muro externo que afloraron en la construcción de uno de los caminos. En dicho corte se ven varias hiladas de mampostería, constituyéndose dos muros: Uno de aproximadamente 2 metros y medio de ancho y otro, a unos 80 centímetros de este, de unos dos metros y medio (3 metros en algunos puntos) de altura mejor conservado que el primero. Entre ambas se pudo constatar la existencia de relleno constituido por piedras de tamaño medio sin orden alguno. Había también restos de una rampa de acceso a la muralla, realizada en cascajo de caliza y que sellaba niveles de ocupación anteriores.
Aún así las estructuras más destacables, ya no solo en el yacimiento sino en el contexto arqueológico de los antiguos cántabros, son las cabañas circulares encontradas en el castro de los Baraones. Ninguna de ellas se encontró completa (a nivel de planta) y son un referente en el estudio de las viviendas de la I Edad del Hierro en Regio Cantabrorum. Estas viviendas son previas a la construcción del recinto defensivo y de la más antigua sabemos hoy en día que está realizada con postes hincados directamente sobre el suelo sin otros datos estructurales registrados. El resto de las cabañas estaban levantadas con paredes de manteado de barro con soportes de varas de madera (posiblemente avellano por su flexibilidad) y postes sobre cimientos de piedra arenisca disgregada y apelmazada. ¿Una idea de cómo eran?. En el Poblado Cántabro de Argüeso está la respuesta (ver imagen). Los suelos de las mismas están compuestos por cantillos o tierra apisonada según la cabaña. Según varias dataciones de C14 realizadas en las conocidas como "cabaña 1" y “cabaña 2”, se obtuvieron resultados que oscilaban (según la estructura) entre los años 590 a.C y 435 a.C, dato que nos da a entender el amplio abanico de ocupación del castro.
Los Baraones ha sido prolifero en los materiales encontrados, circunstancia esta que ha ayudado positivamente en su datación y cronología. Se han encontrado diversos fragmentos de cerámica a mano con los que se ha podido reconstruir vasos de perfil carenado y fondo umbicalado, destacando entre las "cerámicas" dos fragmentos pintados en tono beige oscuro sobre fondo claro. Respecto a estos últimos, se han encontrado fragmentos coetáneos en castros como el de Fontibre-Argüeso (Campoo de Suso, Cantabria). En relación con la "vida doméstica" del castro han aparecido pesas de telar, huesos de animales como cerdos, cabras, ovejas y fragmentos de molinos de mano barquiformes. De entre los restos metálicos, la mayoría en bronce, destacan gotas de fundición (lo que da a entender su conocimiento de la fundición metalúrgica a pequeña escala), puntas de flecha, algunos pequeños punzones incluso con mango de madera, una lámina de bronce decorada con pequeñas hendiduras, un regatón y una lámina con remaches, estos últimos en hierro.
Los materiales, además de las dataciones por C14 realizadas, sitúan al castro de los Baraones entre finales del siglo IX a.C y V a.C , es decir en la I Edad del Hierro.
Todos podemos disfrutar del castro de los Baraones, ya que aún sin ser un yacimiento visitable (refiriéndonos a un arqueo-sitio como tal) podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria y Palencia.
El castro de Los Agudos se encuentra en la divisoria de los municipios de Bárcena de Pie de Concha y la Hermandad de Campoo de Suso. Ubicado en el pico que le da nombre, esta atalaya natural forma parte de un cordal montañoso de orientación norte-sur entre las cuencas de los ríos Saja y Besaya. Se cree que este paso pudo ser una excelente vía de comunicación entre la zona campurriana y los valles costeros hace siglos, ya que el tránsito por puntos con menos altitud sería mucho más inseguro e impracticable por la más que probable masa forestal. No olvidemos que hablamos de una época previa a la construcción de la calzada romana que comunicaba Portus Blendium con Iuliobriga, pudiendo ser este cordal y el de Palombera unos de los más utilizados por los antiguos cántabros según se cree.
Fue descubierto en el año 1995 por Eduardo Peralta, F. Fernandez y R. Ayllón en la conocida y prolífica (por el número de enclaves encontrados) campaña de prospecciones arqueológicas para la localización de emplazamientos de la Edad del Hierro en la vertiente costera de Cantabria (Peralta y Ocejo, 1996). A partir de este momento sería citado por varios autores, aunque desgraciadamente ninguno de ellos ha podido realizar hasta el día de hoy ningún tipo de actividad arqueológica en el mismo. En el año 2006 fue incluido por la arqueóloga Ángeles Valle Gómez en un informe sobre patrimonio arqueológico del municipio de Bárcena de Pie de Concha para la inclusión en las Normas Subsidiarias, y posteriormente anexionado al INVAC en el año 2007 por el arqueólogo Jose Angel Hierro Gárate. Desgraciadamente, aun realizándose todos estos esfuerzos, sigue sin tener declaración de Bien De Interés Cultural (BIC) quedando expuesto a cualquier plantación forestal, instalación de antenas de telefonía u otros factores que puedan ponerlo en riesgo.
El castro de La Población de Suso (Campoo de Suso, Cantabria) es otro de esos enclaves por el cual estás acostumbrado a pasar decenas y decenas de veces y en el que nunca te fijarías. Esto, desgraciadamente, se convierte en una tradición en nuestra tierra, ya que la puesta en valor de arqueo-sitios o musealización de yacimientos (con unos simples paneles informativos) queda reservada para dos o tres afortunados. Volviendo al castro, se sitúa al Sureste de la localidad que le da nombre, concretamente en una pequeña colina cuyo lado Oeste presenta un abrupto relieve. Por el contrario, tanto el Norte como el Este son mucho menos escarpados, mientras que en su lado Sur encontramos una lengua de tierra que comunica la elevación con su entorno. Es por lo tanto, tal y como veremos en la identificación de sus estructuras, el flanco más accesible y a la vez más fortificada del yacimiento.
Respecto a su hallazgo poco se sabe. Se cree que se produjo a mediados del siglo XX, pero nadie ha determinado la autoría real de su descubrimiento. Es por aquel entonces cuando comienza a ser referenciado por diversos autores como por ejemplo Joaquín González Echegaray (1966:108). El único estudio del yacimiento que ha llegado hasta nuestros días es obra de Miguel Ángel Fraile (1990: 121-122). El castro de La Población de Suso es, sin lugar a dudas, otro enclave castreño que permanecerá en el olvido otras tantas décadas más por parte de la administración, haciéndose tan solo eco de él cuando algún investigador o arqueólogo se arriesgue y consiga sacar de sus entrañas el milenario pasado que atesora. Mientras tanto, seguirá expuesto a la acción del hombre, pudiendo acabar a modo de cantera como otros tantos de su alrededor..una auténtica pena..
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