El Pico Mizmaya (Entrambasaguas, Cantabria) es otro enclave castreño que sigue guardando con celo su milenario pasado. Se encuentra ubicado en la cima que le da nombre, en el extremo Este de la sierra de Elechino. Su emplazamiento no es ni mucho menos casual, dominando a la perfección la desembocadura de uno de los ríos más importantes de Cantabria: El Miera. Esto, unido a su posición privilegiada en el valle de Trasmiera y en el entorno de la bahía, hace del Pico Mizmaya un castro "costero" de lo más interesante..y sobre el cual apenas conocemos nada.
Ya en el año 1952 el padre Jesús Carballo hace referencia al mismo, aunque se creé que pudo ser una interpretación errónea debido a que identificó la presencia de un castro en los restos medievales que también se conservan en la cima. De todos modos no iba muy mal encaminado. Tuvieron que pasar 25 años hasta que R.Bohigas reconoció in-situ el yacimiento y lo recogió nuevamente como castro, esta vez clasificando correctamente cada una de las estructuras (Bohigas, 1987: 120). En los últimos años del siglo XX arqueólogos de renombre como Eduardo Peralta o Emilio Muñoz también revisaron el recinto del Pico Mizmaya y apoyaron la hipótesis previa.
En todo el perímetro que rodea la cima del Pico Mizmaya se pueden apreciar grandes canchales de derrumbe, siendo los más llamativos los situados en su vertiente Oeste. La técnica constructiva de los mismos es apreciable incluso en la superficie, utilizándose el emplekton…"emple…¿Qué?". Para los menos especializados, esta técnica se refiere al llenado o relleno de dos muros paralelos con materiales tales como piedras irregulares o tierra. Con estos elementos se conseguía una función doble como tapar los posibles huecos o agujeros de los muros principales (con las piedras más pequeñas) y dar consistencia a toda la estructura con la tierra. Volviendo al recinto, en algunos tramos del mismo se pueden apreciar incluso los restos de cimentación, pudiéndonos hacer una idea de lo grandes que pudieron llegar a ser estas murallas. En base a las mismas y perímetro que cierran se cree que el castro pudo ocupar unas 3.5 hectáreas. Respecto a los accesos del recinto, se mantiene la teoría de que pudo tener dos:
En la cima del Pico Mizmaya aún se puede apreciar la cimentación de una estructura rectangular mucho más contemporánea, tal vez de época medieval (Bohigas, 1987: 120). Lo que sí se sabe con certeza es que tuvo dos etapas constructivas: La primera de ellas de mampostería sin trabazón, y una segunda más elaborada (no mucho más) donde la mampostería ya se encuentra unida con argamasa de cal bastante endeble.
La datación del yacimiento, si bien parece clara en base a la tipología de sus murallas y posibles accesos, es inconcluyente si nos apoyamos en los materiales hallados. ¿Por qué?. Pues básicamente porque es un yacimiento sin intervención arqueológica ninguna y sobre el cual se conoce tan solo la presencia en el derrumbe de la muralla de un gran fragmento de molino de mano y un canto de arenisca con algunos lascados.
Algunos arqueólogos como Peralta (2003: 52) o Bohigas (1987: 120) le atribuyen una cronología de II Edad del Hierro, aunque parece una datación un poco "aventurada" teniendo en cuenta la escasez de materiales. De todos modos, en lo que todos coinciden, es que las estructuras defensivas son los suficientemente clarificadores como para atribuirle a la Edad del Hierro.
Todos podemos disfrutar del castro del Pico Mizmaya, ya que aún sin ser un yacimiento visitable (refiriéndonos a un arqueo-sitio como tal) podemos recorrerlo a píe. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.
El castro de El Otero (Rueda de Pisuerga, Palencia) es otro de los grandes desconocidos de la arqueología relacionada con enclaves habitados por los antiguos cántabros. Este yacimiento, dado a conocer por Miguel Ángel Fraile López en el año 1990 (Historia Social y Económica de Cantabria. Autoedición, Reinosa) y que ha sido citado en varias ocasiones por diferentes autores, sigue siendo hoy una auténtica incógnita, si bien es cierto que el hallazgo fortuito de una pieza excepcional (de la que hablaremos más adelante) lo ha vuelto a poner en escena.
Inicialmente fue dado a conocer como castro de Rueda de Pisuerga, si bien es cierto que a día de hoy está más extendido el topónimo de El Otero. Se situado al sureste del pueblo que en el pasado le dio nombre, en una pequeña loma utilizada durante las últimas décadas para labores de labranza. Fruto de esta actividad, se han ido creando diferentes terrazas que hacen muy difícil la identificación de área total del yacimiento, si bien se puede atisbar un amplio tramo de muralla que se ha conservado como reborde de una de las citadas plataformas. Las diferentes hipótesis, basándose en la posible extensión de ese muro y la morfología del alto, dan a entender que estaríamos ante un recinto de unas 4 o 5 hectáreas de extensión. De todos modos los hallazgos en superficie encontrados a día de hoy (restos cerámicos principalmente) indican que el área de ocupación pudo ser mayor, extendiéndose hacia las tierras de cultivo situadas en la ribera del cercano río Pisuerga.
Aún siendo un enclave identificado y citado desde hace décadas, nunca se ha llevado a cabo ninguna intervención arqueológica en El Otero. No obstante, Ángeles Valle Gómez realizó una campaña de prospección en el área de Cervera de Pisuerga y alrededores, aportando más información a la catalogación del castro. De todos modos, durante una visita al yacimiento, se encontró en superficie un interesante objeto (del que hablaremos en detalle más abajo) que ha dado más motivos si cabe para que el enclave sea estudiado en profundidad: un signum equitum de Bronce.
Está claro que nos encontramos ante un castro, otro más, de gran potencial arqueológico que aún no ha sido estudiado. Es posible que la actividad agrícola haya podido disgregar (o tal vez destruir) parte de su pasado. Pero no olvidemos que algunos casos, esta actividad de un modo superficial, enmascara y a la vez protege este tipo de yacimientos. Esperemos que en los años venideros tengamos noticias positivas sobre la investigación en El Otero.
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