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Vista general del Castro de El Cincho. Fotografía: José Ángel Hierro Gárate

El castro de El Cincho (Arnuero, Cantabria) es un yacimiento envuelto por el misterio. La caprichosa naturaleza, ataviada con una tupida manta de musgo, zarzas y monte bajo arropado por un frondoso encinar natural, no ha permitido hasta estudiar insitu esta increíble atalaya..como si el destino no quisiese desvelar todos aquellos secretos que esconde, protegiendo el enclave de factores externos que pudiesen alterar o destruir su milenario pasado. Esta circunstancia, por desgracia, también impide el acceso a su estudio en profundidad, peaje que arqueólogos e investigadores también tienen que pagar. Mejor esto que su expolio o destrucción.

Se sitúa en lo alto de una pequeña sierra entre los pueblos de Arnuero y Soano, la cual destaca por albergar laderas de fuerte pendiente que a medida que vamos ascendiendo se suavizan. Llama poderosamente la atención su nombre, ya que en nuestra región existen varios yacimientos con la misma denominación: El castro prerromano de El Cincho de Yuso o el campamento romano de El Cincho. Este topónimo, del latín cinctum, es muy común y se asocia con el significado de cercado/cinturón cerrado en altura. El yacimiento que nos ocupa fué descubierto por Eduardo Peralta Labrador en el año 2005, siendo uno de los últimos recintos castreños de estas características descubiertos en nuestra región. Desgraciadamente no se ha realizado ninguna intervención arqueológica en su interior, debido principalmente a la densa masa forestal que lo puebla. Aún así, se ha confirmado gracias a la fotografía aérea antigua que estamos ante un recinto fortificado que encierra toda la cima en su interior.

Nos encontramos pues ante toda una incógnita, si bien es cierto que en las inmediaciones nos encontramos con yacimientos paralelos que pueden situarlo cronológicamente en algún momento de la Edad del Hierro aún por definir. Para realizar esta afirmación ha sido clave, además del paralelismo citado, la metodología utilizada en la construcción de la propia muralla: No se utilizó ningún tipo de argamasa o compuesto, algo que lo aleja en el tiempo de una posible fortificación medieval y que nos sitúa en la época de los antiguos cántabros. ¿Estaremos ante otro oppidum costero de grandes dimensiones? (5 hectáreas).

Agradecimientos: José Ángel Hierro Gárate
Bibliografía: Castros y castra en Cantabria. (Edita ACANTO)

 

Estructuras del castro de El Cincho

Uno de los aspectos fundamentales para poder interpretar sus defensas ha sido la senda (señalizada) que recorre la sierra hacia el Este de la cumbre, punto donde al día de hoy se puede observar por encima del cantil un claro derrumbe de muralla. Se cree incluso que la elevación rocosa se pudo utilizar en el pasado a modo de foso natural. Desde este punto hacia el Norte se ha realizado la prospección visual más detallada de todo El Cincho, unos 60 metros hasta que la frondosa vegetación lo permitió. Como podéis comprobar en las imágenes adjuntas, es prácticamente imposible dar cuatro pasos sin tener que detenerte por la presencia de ramas, zarzas y monte bajo. Se intentó también el estudio del derrumbe hacia el Sur del yacimiento, desgraciadamente con el mismo resultado. No obstante, se pudieron observar las dimensiones de la muralla, de unos 2 metros de anchura por 40 centímetros de alto, denotando este último dato el nivel de destrucción de la misma.

Se intentó el "asalto" por el otro extremo de la cima, al Suroeste. En este caso la senda citada en el párrafo anterior sube por encima del cantil. Contrariamente a lo que se esperaba, en este sector la muralla transcurre por debajo de la plataforma rocosa, de modo que pierde por completo la defensa natural o foso que esta formación le proporcionaba. Esto suscito muchas dudas al respecto, ya que no se existe explicación alguna (al menos conocida) sobre este cambio metodológico en su construcción. Del mismo modo, en este punto resulta imposible seguir el derrumbe por la ingente masa forestal existente, creyéndose además que se ha podido extraerse material a modo de cantera para la construcción de cercanas casas o cerrados ganaderos.

Por último, como es de esperar, no se ha encontrado ningún material que pueda apoyar la cronología del yacimiento. El manto vegetal que cubre tanto la superficie como el derrumbe de muralla hace imposible siquiera una prospección visual efectiva. Esta asignatura quedará pendiente para el futuro, esperemos que muy lejano para poder conservar este maravilloso enclave natural y arqueológico, único en Cantabria.

VISITAS

El castro de El Cincho no es un yacimiento que recomendemos visitar como tal, ya que no veremos ningún elemento arqueológico de relevancia. De todos modos, si eres un amante de la naturaleza, será un lugar increíble para disfrutar de un agradable paseo. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.

Info

   

Imagenes

DESTACADOS

  • PEÑA DEL CASTRO

    El recinto prerromano de Peña del Castro (La Ercina, León) fue uno de los bastiones vadinienses de la antigua “Regio Cantabrorum”. Se encuentra en la parte más occidental de la antigua Cantabria y en la actualidad las actuaciones arqueológicas allí realizadas han hecho que este yacimiento haya vuelto a la primera línea de las noticias culturales y arqueológicas.

    El castro como tal presenta dos cinturones de muralla bien definidos y a la vista como se puede apreciar en la imagen principal. Entre dichas murallas existen tres espacios claramente separados. El primero de ellos, en la parte inferior del castro, tiene una extensión de 1,22 hectáreas aproximadamente, pudiéndose observar un gran derrumbe hacia el oeste. Desgraciadamente se pueden observar también en este espacio grandes huecos realizados por expoliadores ocasionales..una auténtica pena. Es en este sector donde se puede apreciar indicios de reutilización en época Alto Medieval, exactamente igual que en otros castros situados en el entorno del Macizo de Peñacorada. En el segundo de los recintos, situado a unos 50 metros por encima del primero, tiene unos 4.500 metros cuadrados aproximadamente. Por último, justo a continuación de este recinto, se encuentra el tercero y último. Ocupa una extensión aproximada de 6.085 metros cuadrados y al ser la parte más alta del castro hace las labores de acrópolis.

    Las murallas que lo protegen por la vertiente “más débil” tienen un grosor que oscila entre los 2,30 y los 2,70, siendo estas estructuras similares a las que se puede observar cualquiera de las estructuras defensivas observadas en el área cántabra de la Montaña Oriental. En el lado Norte y Sur del castro no fue necesaria la construcción de grandes muros, ya que las grandes estructuras calizas (farallones) existentes actual de protección natural. No se observan restos de fosos, a no ser que hayan sido colmatados por el derrumbe de la enorme muralla. Eso sí, esta última aparece completamente arrasada (“Castrum Tamen captum deruit est”).

    Por último, cabe destacar que existe un camino próximo al castro con un paso en peña que llama verdaderamente la atención denominado como paso de “La Gobia”. Posiblemente este corte y otro que existe en las cercanías en dirección a la Devesa, son los que dieron el nombre a la Acisa, término que toponímicamente hablando es bastante común en otros lugares del imperio romano: castra intercisa, intorcisa que deriva del verbo latino "intercido" separar por corte.


  • CASTRO DE LA LOMBA

    La Lomba (Campoo de Enmedio, Cantabria), también conocido como castro de Aldueso, ocupa un magnifico espolón con fuertes defensas naturales desde el que se controla visualmente gran parte del valle de Campoo y el acceso desde la cuenca del Besaya. La superficie de su cima es bastante regular, salvo algún afloramiento rocoso disperso, dotándolo de un área habitable de consideración si suponemos que toda ella se encontrase poblada. La altura oscila entre los 850 y 865 metros con una cota máxima de 876, siendo este dato fundamental para comprender su estratégica posición.

    Fue descubierto por Miguel Ángel Fraile en la década de los 80 del siglo pasado, citándose con posterioridad el descubrimiento de algunos interesantes materiales (1990: 627, nº 47) que son claves para contextualizarlo al menos en parte. Tuvimos que esperar hasta no hace mucho tiempo (entre el otoño de 2009 y verano de 2010) para que una intervención confirmase lo que todo el mundo pensaba. Tanea Arqueología, de la mano de Yolanda Diaz Casado, abordo una actuación arqueológica cuyo objetivo era certificar que tanto las informaciones respecto a los materiales hallados como la posible extensión del poblamiento no era una mera hipótesis. Las prospecciones iniciales dieron sus frutos desde el primer momento, ya que mientras se identificaban las estructuras documentadas aparecieron cuatro fragmentos cerámicos en superficie. A partir de este punto, tanto los trabajos de topografía como la posterior prospección con georradar arrojaron algo más de luz en la investigación, detectándose una serie de anomalías (todas ellas a un metro de profundidad) donde se realizaría a posteriorí una segunda intervención que transformaría la hipotética cronología en algo mucho más tangible como veremos a continuación.

    Agradecimientos: José Ángel Hierro Gárate
    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria. (Edita ACANTO)