Amaya es uno de los baluartes de la antigua Cantabria, elevándose esplendorosa sobre la llanura burgalesa. Esta enorme atalaya (1377 metros de altitud) ha sido habitada desde la Prehistoria, alcanzando gran auge en cuanto a presencia humana se refiere a finales del siglo X a.C. Es a partir de este punto donde Amaya comienza a tener una importancia destacable, convirtiéndose en uno de los principales castros cántabros en la Edad del Hierro. La raíz del topónimo "Amaya" quiere decir "am(ma)" o "madre", implicando que su nombre Amaya o Amaia es referido a "ciudad madre", implicando que su nombre Amaya o Amaia es referido a “ciudad madre” o como se denominaría más adelante "capital". No se sabe a ciencia cierta si Amaya fue en esencia capital de los cántabros prerromanos, ya que ninguna fuente clásica así lo recoge. Además no se han obtenido evidencias arqueológicas que así lo reflejasen, teniendo mucho más peso (por ejemplo) los hallazgos de Celada Marlantes, La Ulaña o Monte Bernorio. La misma idea de "capitalidad" no parece muy acertada para unas gentes organizadas en clanes, habitantes de poblados elevados sobre montes interconectados visualmente. De todos modos apoyados en la toponimia y ese aire místico y legendario, muchos creen que si fue la antigua capital de los cántabros.
Este bastión estratégico que domina el acceso de la meseta a territorio cántabro fue conquistado por los romanos en el transcurso de las guerras cántabras (29-19 a.C.) quienes fundaron entonces la cuidad de Amaya Patricia. La cita más antigua de Amaya la encontramos en el Itinerario de Barro, serie de cuatro placas/tablillas con las vias romanas del noroeste peninsular que data del siglo III d.C.. En la placa número I del citado Itinerario se señala el recorrido de la Vía Legione VII Gemina ad Portum Blendium que, partiendo de Legio VII Gemina (León), tiene su final en Portus Blendium (Suances):
[VIA] L(EGIONE) VII GEMINA AD PORTVM
BLE(N)DIVM
RHAMA VII MIL(L)IAS
AMAIA XVIII
VILLEGIA V
LEGIO I[III] V
O[C]TA[V]IOLCA V
IVLIOBRIGA X
ARACILLVM V
PORTVS BLEN[DIVM]
[C(aius) LEP(idus) M(arci filius)] II. VIR
Otro de los datos que nos indican su importancia estratégica y militar es que el mismísimo Cesar Augusto tuvo instalado un campamento en las proximidades de Amaya. Poco más se supo en los III siglos posteriores hasta la llegada de los visigodos. Es a partir de aquí donde su nombre vuelve a sonar con fuerza. De todos modos ahora nos ocupa hablar de sus orígenes y su desarrollo en la época romana, habrá tiempo más delante de centrarnos en Amaya y su esplendor en la época visigoda – ducado de Cantabria.
Es imposible pasar por la autovía A-231 entre León y Burgos y no fijarse en el imponente cerro ubicado al lado de la conocida localidad de Sasamón. Allí, repleto de terrazas agrícolas y quien sabe si de otra índole, el cerro Castarreño fue testigo directo del rodillo militar que se dirigía hacia la Cantabria antigua para así escribir uno de los capítulos más importantes de nuestra historia. Y no como "actor secundario" dado que se comienzan a instaurar cada vez con más fuerza los argumentos (y sobre todo los hallazgos) necesarios para establecer aquí el antiguo oppidum túrmogo de Sesigama e igual de importante: Se estrecha el círculo a sus pies para delimitar de una vez por todas el campamento romano donde se instaló el emperador Augusto en su guerra contra los cántabros en el año 26-25 a.C., tal y como queda reflejado en las fuentes clásicas de Floro y Orosio.
Ya desde el siglo XIX, diferentes autores han estudiado en mayor y menor medida (y con mayor y menor acierto) la posible ubicación de la Sesigama prerromana. En 1832 Juan Agustín Ceán Bermúdez la incluye en su "Sumario de Antigüedades", ubicándola en el extrarradio de la actual Sasamón y confundiendo por aquel entonces los hallazgos y restos de la Sesigamo romana con la citada ciudad prerromana. Ya en el siglo XX, Adolf Schulten comete el mismo error ubicando Sesigama prerromana bajo la actual Sasamón. Durante la década los años 70 y 80, diferentes arqueólogos e investigadores como Juan Antonio Abásolo o Ignacio Ruiz Vélez ya van "alejando" el poblamiento prerromano de Sesigama de la actual localidad de Sasamón, acertando de pleno en la contextualización de diferentes enclaves de la Edad del Hierro en la zona y acercándose al cerro Castarreño. Antes del actual estudio (del que luego hablaremos), el año 1998, David Sacristán de la Lama incluye "El Alto de Solarea" (nombre con el que también es conocido el cerro) como enclave de la II Edad del Hierro en el Primer Congreso de Arqueología Burgalesa.
No cabe duda de que el cerro Castarreño esconde un potencial arqueológico enorme que durante estos años está saliendo muy poco a poco a la luz. Si subes a lo alto del mismo te darás cuenta enseguida que es el lugar idóneo para controlar el territorio y un sitio excepcional para albergar un gran oppidum dada su cima amesetada de gran extensión. Un enclave que vivió de primera mano como la columna militar romana avanzaba a sus pies hacia la conquista del territorio de los antiguos cántabros.
Nos encontramos, sin lugar a dudas, ante uno de los mayores puzzles arqueológicos más allá de las fronteras del antiguo territorio de los cántabros. Son decenas, tal vez cientos, los indicios y ejemplos que nos pueden ayudar a identificar la antigua ciudad romana de Segisamone o Segisamo, si bien es cierto que existen muchísimas más dudas relacionadas con la Segisama prerromana y su ubicación primigenea. Lo que si se tiene claro gracias a los últimos avances en todo el entorno, cerro Castarreño incluido, y a la interpretación de los diferentes vuelos aéreos e imágenes vía satélite / Lidar es que nos encontramos en el área donde el emperador Augusto instaló su campamento durante las Guerras Cántabras. Fuentes clásicas, la aparición de espectaculares campamentos romanos en su entorno y la toponimia entre otras tantas, apoyan esta teoría. Lo que sigue sin estar 100% confirmado es si la Segisama de origen túrmogo se encuentra en el llano o en lo alto del cerro Castarreño dado que los hallazgos de importancia contextualizados en la Edad del Hierro se suceden en ambos enclaves.
Pero, independientemente de ello, nos encontramos ante un yacimiento espectacular. La primera referencia en las fuentes clásicas sobre este enclave la encontramos en la conocida obra "Naturalis Historia" de Plinio (siglo I d.C) donde cita a los "Segisamonenses et Segisamaiulienses" como habitantes de dos poblaciones diferentes pertenecientes a la tribu de los túrmogos. Lucio Anneo Floro, historiador romano del siglo I-II d.C, escribiría las líneas que han hecho llegar hasta nuestros días el conocimiento de que el propio emperador Octavio Augusto comandase personalmente parte de la contienda de las Guerras Cántabras, acantonándose en las inmediaciones de la actual Sasamón:
"..llegó a Segisamo donde levantó los campamentos y desde allí con el ejército en tres columnas abarcando toda la Cantabria se lanzaba contra aquella gente feroz como si se tratase de una batida contra alimañas. Tampoco se dejó descansar la costa ya que la armada dispuesta castigaba las propias espaldas enemigas.. "
Floro. II, XXXIII, 46, 54-60.
Ptolomeo, conocido geógrafo romano del siglo II d.C., también haría mención a las ciudades referenciadas por Plinio a través de su gentilicio, si bien es cierto que colocaría una de ellas (Segisama Iulia) en territorio vacceo mientras que la otra (Segisamum) en el túrmogo. La verdad es que no existe consenso en la ubicación EXACTA de las mismas. Se cree que Segisamo (o Segisamone) es la actual Sasamón, mientras que otros ubican Segisama Iulia en la cercana Castrojeriz…sin mayor concreción. Segisamo es "mansio" dentro del Itinerario de Antonino (siglo III d.C.) en la vía XXXIII y XXXIV (Legisamone y Segesamone) e incluso en el Ravennate, documento anónimo del siglo VII d.C. realizado gracias a la documentación del siglo III y IV d.C. donde se la catalogaba como Segisamone.
El nombre de la ciudad (prerromana y romana) tiene también un significado relevante. De todas sus variantes toponímicas se obtiene una raíz indoeuropea bastante marcada muy habitual tanto en la península Ibérica como en Germania - "*segh-" (victoria, fortaleza), además del superlativo céltico "-samo" latinizado que ofrece un significado bastante clarificador: "la más fuerte" o "muy victoriosa".
No cabe duda de que nos encontramos ante un núcleo poblacional que jugó un papel determinante, no solo en el devenir de las Guerras Cántabras (de la mano del emperador Octavio Augusto), sino en el dominio de la meseta durante varios siglos. Prueba de ello son los diferentes materiales que veremos a continuación y que no hacen más que reafirmar que Segisamo es muchísimo más de lo que conocemos hoy en día: Un auténtico puzzle arqueológico difícil de descifrar.
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