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  • LA CLOTILDE

    La cueva de La Clotilde, o de La Lora como también se la conoce, es sin lugar a duda una de las más maltratadas durante el siglo XX en Cantabria. Una cavidad espectacular, con unos grabados únicos, que han sido sistemáticamente destruidos hasta dejarlos prácticamente irreconocibles. Y no, en este caso no se puede alegar dejadez institucional o motivos político / administrativos sino la torpeza y la falta de conciencia patrimonial de gente que entró en la cueva, lo vio y por el motivo que fuese…lo destruyó.

    Fue descubierta en el año 1906 por Hermilio Alcalde del Rio, quien la renombraría como La Clotilde en honor a su hija mayor. A modo de curiosidad, su hija menor también "prestó" su nombre (Angelita) a una cueva prehistórica en Cantabria. Poco después de su descubrimiento, junto con H.Breuil, descubren el panel de grabados. Sería incluida poco después en la célebre obra "Les Cavernes de la Région Cantabrique" (1911), circunstancia por la cual adquiriría gran difusión y relevancia a nivel científico. En la década de los 50, Eduardo Ripoll visitó la cueva para estudiar y revisar los grabados, encontrándose ya con la mala noticia del deterioro de una de las figuras. Así lo comunicó en el IV Congreso Nacional de Arqueología celebrado en Burgos en el año 1955, donde detalló que algún visitante anónimo había tachado con diferentes líneas y aspas uno de los bóvidos representados. En esa misma década los Camineros de la Diputación realizaron catas en el vestíbulo de la cueva. Desgraciadamente, a finales de esta década se produce la gran destrucción de los grabados de La Clotilde.

    El 23 de mayo de 1959 un capataz de los camineros denunció los hechos tras comunicarle el Ayudante del Ingeniero de la Diputación de Santander los graves daños causados en la puerta de acceso a la cueva, totalmente destrozada con piedras. En el interior las noticias eran mucho más desalentadoras..habían destruido el panel de los grabados. La autoría se atribuyó a un grupo de jóvenes de Quijas: 5 menores, con edades comprendidas entre los 12 y los 15 años, y un sexto con 16 años (mayoría de edad penal por aquel entonces). Un daño irreparable que se repetiría sistemáticamente (con mucha menor gravedad) contra la puerta de acceso de La Clotilde y sus paredes durante décadas. A principios de la década de los 80, miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios Prehistóricos – CAEAP revisan nuevamente la cueva y descubren nuevas representaciones de arte rupestre, encontrando grabados incompletos de otros bóvidos y numerosas manchas rojas en diferentes paneles de la pared. También sería revisada poco después por Virgilio Fernández Acebo, miembro de la Sección de Espeleología del Seminario Sautuola de la ACDPS.

    Nos encontramos ante una cavidad absolutamente maltratada, de la cual no podremos volver a disfrutar tal y como la conocieron sus descubridores a principios del siglo XX. Unos espectaculares grabados que permanecen en la memoria colectiva de muchos pero que de cara al gran público son unos auténticos desconocidos. Una belleza plasmada en la pared arcillosa de La Clotilde cuya fragilidad es ejemplo a tomar muy en cuenta en el siglo XXI en otras cavidades hoy desprotegidas.

    Bibliografía: "Cueva de La Clotilde: Un modelo en la destrucción del arte rupestre". Sautuola / XVI-XVII, 2010-2012. Virgilio Fernández Acebo.


    Agradecimientos: GAEM Arqueólogos.

  • CUEVA AURIA

    El descubrimiento de la cueva de Auria fue un auténtico acontecimiento mediático allá por 2015. Artículos en prensa nacional, videos entrevistando al alcalde de Peñarrubia, titulares mediocres en prensa regional para ensalzar el hallazgo tales como "signos más antiguos que los bisontes de Altamira" (como si no hubiese arte rupestre en Cantabria más antiguo que Altamira y con entidad propia, sin comparativos). En definitiva, independientemente del gran hallazgo que supuso para la comunidad científica, merecía la pena la romería mediática para hacer ver "lo que importa la cultura". Pero lejos de todo esto, a los cinco años de su descubrimiento, estamos ante otra cueva que pasa inadvertida en un entorno plagado de cavidades que a buen seguro tienen más muestras de la presencia de nuestros ancestros en la zona.

    Su valor arqueológico fue descubierto en Febrero de 2015 cuando Raquel Hernández y Manel Llenas, miembros del Espeleo Club Sabadell, exploraban la conocida como cueva Auria. Su nombre viene dado por la persona que la utilizó en el pasado como refugio de cabras, practica muy habitual en la zona dada la gran presencia de cuevas donde poder resguardar el ganado. Tras sobrepasar un murete artificial puesto en el pasado para que el ganado no se precipitase hacia el fondo, los espeleólogos observaron una serie de manchas y puntos que notificaron de inmediato al Gobierno de Cantabria y al Ayuntamiento de Peñarrubia. Cabe destacar que los últimos llevan apoyando al Espeleo Club Sabadell en la investigación y documentación de cavidades en el entorno del Desfiladero de la Hermida desde hace más de 20 años.

    El 3 de Marzo de ese mismo año, diferentes expertos corroboran la importancia del arte parietal de la cueva Auria, procediéndose al inmediato cierre para su conservación. Y desde entonces, poco más se sabe de la misma. Una aparición en el programa Arqueomania en 2017 y un artículo publicado en 2018 por Jose Manuel Morlote, Emilio Muñoz, Ramón Montes y Roberto Ontañon en la revista científica "International Newsletter on Rock Art" (INORA). Este último es la única publicación que ahonda en el valor arqueológico de un modo profesional en la cavidad, aunque tan solo está disponible en francés/inglés. Una gran referencia científica pero que queda lejos del ansia municipal (así vendido en medios regionales) de convertir a Peñarrubia "en un referente del arte rupestre" para la sociedad. Lo mismo pensarían en Cudón, cuya magnifica cueva está a los pies de los contenedores de basura de una urbanización, en Lamasón con la espectacular (y prácticamente desconocida) cueva de Los Marranos o en Comillas con cueva de La Meaza, que incluso muchos oriundos no saben siquiera que existe.

    Bibliografía: "Cueva Auria (Peñarrubia, Cantabria, Spain): A new cave with Palaeolithic Rock Art in northern Spain" (INORA, 2018). Jose Manuel Morlote, Emilio Muñoz, Ramón Montes y Roberto Ontañon.

  • EL OTERO

    La cueva de El Otero (Secadura, Voto) es una cavidad que marcó un antes y un después en el estudio de las cuevas en Cantabria y en el Norte Peninsular. Y no, es probable que nunca hayas oído hablar de ella fuera del ámbito más científico o solo la conozcas si vives en las inmediaciones del valle de Aras. Pero no debemos perder el foco, ya que sus excavaciones (dirigidas por Joaquín González Echegaray y Miguel Ángel García Guinea) en el año 1963 y lo atípico de sus grabados hacen que estemos en un lugar muy especial.

    Fue descubierta por el ilustre padre Lorenzo Sierra en 1908, si bien siempre se ha atribuido su hallazgo un año después (en 1909). Fue citada por Hugo Obermaier en "El Hombre Fósil" (1916), extendida publicación sobre la comisión de investigaciones paleontológicas y prehistóricas y ampliamente difundido a principios del siglo XX y que nos hablaba de un abundante depósito magdaleniense. Años más tarde, el padre Carballo haría referencia a la misma y nuevamente a la importancia de su material magdaleniense. Sería en el año 1963 cuando fuese excavada por el Seminario de Prehistoria y Arqueología Sautuola del Museo de Prehistoria de Santander. Bajo la dirección de Joaquín Gonzalez Echegaray y Miguel Ángel García Guinea se realizaría un planteamiento de estudio multidisciplinar (estudio arqueológico, paleontológico y polínico) pionero para la época, quedando reflejados sus resultados en la publicación "Excavaciones Arqueológicas de España nº53 – Cueva del Otero" en el año 1966. Verdaderamente un referente en su momento (y en nuestros días). Pasarían dos décadas desde la intervención arqueológica hasta que miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – CAEAP descubriesen en 1983 unos finos grabados al fondo de la cueva que destacaban enormemente por su sencillez y sobre todo por la rareza de su tipología, más propia del arte mueble que del arte rupestre.

    No cabe duda de que El Otero fue pionera por varios de los aspectos citados (metodología multidisciplinar y lo inusual de sus grabados). Desgraciadamente, como ocurre con gran parte de las cuevas en Cantabria que no "interesan turísticamente", no tiene cabida en la sociedad en general ni en el interés de aquellos que nos gobiernan. Más interesados en crear aquaparks paleolíticos (chiringuitos más bien) que en difundir la cultura del Paleolítico Superior. Cantabria Infinita lo llaman..

    Bibliografía: "Excavaciones Arqueológicas de España nº53 – Cueva del Otero" (1966). Joaquín Gonzalez Echegaray y Miguel Ángel García Guinea.

    "Los grabados rupestres paleolíticos de la cueva del Otero (Secadura, Cantabria)" Sautuola IV (1985). Emilio Muñoz Fernández, Carmen San Miguel Llamosas y Cesar González Sainz.

    Agradecimientos: GAEM Arqueólogos





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