
La cueva de Las Lapas es una auténtica desconocida para la gran mayoría de la sociedad cántabra. Y no será porque decenas y decenas de senderistas, camino de lo alto del monte Candina (espectacular montaña caliza pegada al Mar Cantábrico), pasen a pocos metros de su espectacular boca. De todos modos, un frondoso bosque sin sendero la oculta desde hace milenios.
Fue descubierta en la década de los 60 por los Camineros dela Diputación, realizándose varios sondeos en el año 1968 de la mano de V.Gutiérrez Cuevas (Seminario Sautuola) cuyos resultados fueron positivos. Años después, Félix Gonzalez Cuadra realizaría una excavación (sin permisos) en su interior cuyos resultados son inéditos. Me resisto a poner una excavación furtiva dado que hoy en día las fuentes oficiales son más de poner “hallazgos fortuitos de vecinos” para tapar lo mismo cuando les conviene o les pone colorados. Eso sí, para perdernos la mejor colección (con diferencia) arqueológica de Cantabria en manos de un particular no dudaron en satanizar al citado Gónzalez Cuadra cuando quiso donarla al Ayto de Castro Urdiales. Un día habrá tiempo para escribir sobre este grandioso episodio de gestión regional. Volviendo al enclave, saltó nuevamente a la palestra en el año 1991 cuando Juan Tomás Molinero Arroyabe y Francisco Javier Arozamena (miembros del G.E.L.L.) localizaron en el vestíbulo lo que parece un rosto humano realizado con carbón vegetal.
No cabe duda de que la cueva de La Lapas esconde (o escondía) mucho más de lo que sabemos en nuestros días. Una cavidad en un entorno privilegiado donde tanto la vida como la muerte (lo veremos a continuación)tienen gran peso en la historia de la misma. Desgraciadamente, como en decenas y decenas de enclaves, poco o nada se hace por protegerla…Cantabria Infinita lo llaman.
Las Lapas destaca por su enorme boca orientada al Sur. Posee cerca de 30 metros de ancho por 5 de alto, dando acceso a una sala de grandes dimensiones de unos 40 metros de ancho por 30 m de largo. Al fondo de la misma el suelo desciende hasta comunicar con un piso inferior de la cueva, también de gran recorrido.
Los sondeos realizados pusieron en valor un conchero donde se aprecian varios niveles. No obstante, en la pared derecha de la gran salda y al fondo, ya se podía apreciar la potencia de un gran conchero parcialmente cementado por las precipitaciones calcíticas. Es entendible que por la gran cantidad (y variedad) de moluscos encontrados, la cueva obtuviese el nombre de Las Lapas. Aparecieron también 3 vertebras de pez y esquirlas óseas de diferentes mamíferos.
También en el fondo de la sala, miembros del CAEAP lograron recuperar diferentes materiales que ponen en contexto la cueva: 1 lasca de silex, 1 fragmento de hoja denticulada del mismo material, restos de cerámica decorada a mano, etc. No debemos olvidar que también aparecen restos humanos de al menos 1 individuo. Todo ello nos lleva a pensar que estamos en un yacimiento de entre el Neolítico/Mesolítico hasta el Calcolítico/Bronce sin poder concretar una fecha exacta a día de hoy.
No es posible visitar la cueva de Las Lapas, ya que se encuentra dentro de terrenos con fuerte pendiente y repletos de maleza. Desde Regio Cantabrorum te pedimos que respetes el yacimiento y su entorno, ya que es deber de todos mantener viva la historia de Cantabria.
La Sima del Cráneo, o Cueva 2139 como también se conoce, es uno de los exponentes del valle de Matienzo junto con Cofresnedo y Rascavieja a la hora de analizar el gran número de depósitos cerámicos atribuibles al Calcolítico o Edad del Bronce relacionados con cavidades sepulcrales. Situada sobre el Barrio de Cubija, nos encontramos ante una pequeña gatera que en su boca no supera los 0.70 metros de alto por 0,75 de ancho circunstancia que, unida a la fuerte pendiente de la ladera donde se ubica, nos indica que no ofrece ningún espacio para el hábitat. Salvo en Cofresnedo, el valle nos ofrece claros ejemplos de prácticas funerarias o rituales en pequeños y apartados espacios, encontrándose casí siempre los restos óseos de individuos subadultos (lo que indica la importante tasa de mortalidad a esas edades) rodeados de fragmentos cerámicos e incluso en ocasiones con sus colgantes de hueso o conchas.
Tras la angosta boca nos encontramos con una pequeña galería de unos 2,5 metros por 0.8 de ancho, de suelo cubierto por sedimento de tierra y con una ligera inclinación hacia el interior, terminando en una gran sima de 10 metros de profundidad. Este espacio posee un diámetro que oscila entre los 3 y 4 metros, presentando una pequeña gatera lateral a 5 metros aproximadamente y una repisa anexa a unos 7 metros. Más abajo, en el fondo de la cueva, se abre una galería bastante más espaciosa, de unos 5 metros de ancho por 10 de largo. Fue localizada por la Expedición Británica a Matienzo en sus trabajos de catalogación espeleológica del valle, encontrando el depósito arqueológico en una de sus exploraciones. Los trabajos de recuperación del material arqueológico se llevaron a cabo en el verano de 2005 tras el pertinente permiso y aceptación por parte de la Consejeria de Cultura.
No cabe duda que el valle de Matienzo es todo un referente a la hora de interpretar un esquema de cierta homogeneidad en los procesos sepulcrales en cuevas de la Edad del Bronce en Cantabria. Poco o nada se conoce del ritual exacto llevado a cabo, lo cierto es que la similitud tanto en los materiales óseos como cerámicos hallados, hace pensar que estamos ante una sociedad con cierto arraigo a este tipo de costumbres.
La cueva de las Cubrizas (o Cobrizas como también se la conoce) es otra de esas cavidades que conforman el "puzzle sin terminar" de cuevas sepulcrales entre el Peñajorao, el abrigo de Barcenillas y la cueva de La Raposa. Un área de pocos kilómetros a la redonda donde encontramos diferentes yacimientos cuya cronología oscila entre el Mesolítico y la Edad del Bronce y donde quedan muchas incógnitas aún por despejar. De lo que no cabe duda es que los antiguos moradores de estas brañas, que no superan los 200 metros sobre el nivel del mar, escogieron un lugar ideal para vivir. Si dirigimos nuestra mirada al Norte desde la ayatala rocosa donde se ubica, tenemos una panorámica increíble de la línea de costa donde destacan el castro del Cueto de Mogro y el alto de La Picota. Además, por debajo de nosotros y en esa misma dirección, podemos observar el abrigo de Barcenillas y la cueva de La Raposa. Si nos dirigiésemos al Este, a muy poca distancia, nos toparíamos con el complejo funerario del Peñajorao y poco después con la cueva de El Pendo. En definitiva, básicamente nos encontramos en uno de los "focos" de actividad humana en un arco cronológico muy amplio, que abarca desde época Mesolítica/Neolítica hasta la Edad del Bronce principalmente, con vestigios en menor medida de la Edad del Hierro e incluso de la Edad Media.
El yacimiento fue descubierto a finales de la década de los años 70 del siglo pasado, cuando el grupo de espeleología GEYMA de Astillero entrego al Museo de Prehistoria y Arqueología un lote de fragmentos medievales encontrados en el fondo de la sima. Pocos años después, el CAEAP - Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica – encontraría en superficie diferentes materiales incluyendo algunos prehistóricos. En el año 1999, dentro del estudio de las cuevas sepulcrales del karst del Peñajorao, un equipo del propio CAEAP dirigido por Emilio Muñoz y Jose Manuel Morlote, realizan la limpieza y estudio de una antigua calicata que se cree que pudo ser echa por el antiguo equipo de camineros de la Diputación. A modo de apunte, todo el interior de Las Cubrizas se encontró muy pisado dado que la cueva fue utilizada como refugio en la Guerra Civil.
No cabe duda de que Las Cubrizas es una cavidad que, independientemente de haber sido estudiada hace no muchos años (bueno, ya son 20 años), será otra de esas cuevas que acabarán por "perderse". Y en este caso, no solo por la dejadez administrativa (que también), sino porque estamos ante un sumidero activo por el que en época de grandes lluvias se arrastran materiales y más materiales hacia su interior. Si os fijáis en la imagen, la acumulación de grandes cantidades de palos (abajo a la derecha) se debe a esa grandes de agua que bajan a través del cauce de un pequeño río que llega hasta aquí. Testigo directo de una época increíble en Cantabria, solo sus frías paredes sabrán lo que ocurrió en su interior y entorno más próximo.
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