
Como es costumbre en nuestro portal, siempre que el tiempo y los quehaceres diarios lo permitan, nos gusta hacer hincapié en las empresas, asociaciones o colectivos que defienden con uñas y dientes ya no solo el patrimonio de nuestra tierra, sino el modus operandi a la otra de conservarlo. Y en este sentido, con el permiso del resto , hoy quiero hacer una mención especial a "La Sección de Arqueología en el Ilustre Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Cantabria". "¡Madre mía!, ¿Pero no se podían haber buscado un título más corto?", pensarán algunos. Digamos que esta definición es la "oficial", pero muchos de nosotros los conocemos en un ámbito más amigable como "Sección Arqueología – CDL Cantabria". Esta agrupación de profesionales autónomos, empresas, contratados y (desgraciadamente) también parados, no dependiente de ninguna administración ni perteneciente a ninguna sección de la Universidad de Cantabria, nace de la inquietud (entre muchas otras) por ordenar la profesión de Arqueólogo como actividad profesional especializada, garantizando así su regulación y libre ejercicio. Este objetivo, aunque se pueda dar por hecho en base a la legislación actual, es muy importante, ya que para nuestra desgracia el intrusismo profesional en este área tan especializada está a la orden del día. No debemos olvidar que la arqueología profesional es en muchos sentidos una profesión, además de infravalorada (incluso por muchos estamentos oficiales), muy difícil de gestionar y de aplicar correctamente. Es en este punto donde la "Sección Arqueología – CDL Cantabria" entra en juego, representando y gestionando los intereses legítimos de cualquier arqueólogo profesional y del patrimonio que nos rodea.
Y no solo eso, ya que son una figura imprescindible en la investigación, docencia, gestión, intervención y difusión relacionada con nuestro patrimonio arqueológico y cultural, actividades que muchos de ellos realizan de un modo altruista y personal..¡toma ya!. Uno de los últimos ejemplos (entre otros tantos) se hace patente en la colaboración que realizan dentro del ciclo "La Pieza del Mes del MUPAC", donde son parte activa en las conferencias impartida. Entre todos (es muy fácil dejar el trabajo "feo" al resto) debemos de tomar consciencia de la importancia del trabajo que realizan los arqueólogos profesionales en Cantabria, los cuales en muchas ocasiones observan atónitos la dejadez con la que se actúa en obras de ordenación, yacimientos y demás enclaves de interés cultural. ¿Qué cómo podemos ayudar nosotros?. Siempre que, paseando por algún castro (por ejemplo) o lugar de interés arqueológico, nos topemos con algo que creamos relevante, la solución es bien sencilla: Pongámonos en contacto la Consejeria de Cultural (inicialmente) o con esta agrupación, ellos sabrán perfectamente cómo actuar y nos asesorarán como nadie. ¡No olvides que tú también puedes formar parte de la historia! . Eso sí, de la mano de "La Sección de Arqueología en el Ilustre Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Cantabria".
El castro de Castilnegro (Medio Cudeyo/Lierganes) es una de los recintos castreños mejor estudiados de toda la región, muchos se atreverían a decir incluso que el mejor. Situado en pleno corazón de la sierra de Peña Cabarga, tiene una extensión aproximada de 6 hectáreas en su conjunto. Ya no solo por su tamaño debió ser un poblamiento relevante, sino que además debió ser uno de los mejor ubicados estratégicamente hablando. Su situación permitía tener un dominio visual absoluto sobre la zona costera, concretamente de la bahía de Santander y de la franja que recorre la desembocadura del Pas hasta la del Miera. Ya no solo eso, sino que incluso domina otras vertientes como la las divisorias de entre los valles del Pas/Besaya y el Saja/Besaya al suroeste y Picos de Europa y Peña Sagra al oeste. Evidentemente, hay que tener en cuenta que todos estos valles y cimas los observaban desde la lejanía, pero del mismo modo todos sabemos de la importancia visual de los poblamientos prerromanos aún en la distancia.
En yacimiento fue dado a conocer en el año 1997 por Virgilio Fernández Acebo y Esteban Velasco Agudo, quienes describieron el enclave con detalle solicitando al Servicio de Patrimonio de la Consejería de Cultura la toma de medidas destinadas a su conservación y estudio. En este caso sería la empresa GAEM Arqueólogos quienes reafirmarían mediante otro informe detallado las características castreñas de este yacimiento aportadas por los antes citados investigadores. Aun pareciendo una excepción en el mundo arqueológico, dicho y hecho: Ese mismo año comenzaría la investigación arqueológica del enclave bajo la dirección de Ángeles Valle Gomez dentro del proyecto "El poblamiento prehistórico al aire libre al Sur de la Bahía de Santander". Básicamente este proyecto, aprobado por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, pudo dividirse en 3 fases: Prospección superficial (1997), campaña de sondeos estratigráficos (1998) y por último la excavación arqueológica como tal que se extendió durante 6 años (1999-2005).
Centrándonos en el sistema defensivo del castro, está conformado por dos líneas concéntricas de muralla que en algún caso se encuentra complementada con una tercera y que cierra el flanco norte (hacia la bahía de Santander). Existen además otras dos murallas de menor envergadura que constituyen el acceso por el sur y que se adaptan a la estrechez del paso que protegen. Se cree además que estas últimas pudieron estar empalizadas. Como en otras fortificaciones, los habitantes de Castilnegro aprovecharon al máximo la orografía del terreno, construyendo este sistema defensivo exclusivamente en aquellos puntos donde la naturaleza dejaba al "descubierto" su poblado. En los puntos donde lo abrupto del terreno hacía de parapeto natural, no fue necesaria construcción alguna, de modo que no estamos ante un castro completamente cerrado en cuanto a murallas se refiere. En el flanco norte del yacimiento, además del amurallamiento, nos encontramos con un áspero lapiaz que dificultaba el acceso desde la zona costera, convirtiendo este punto en un auténtico laberinto. Esto, junto con la muralla de casi 200 metros de longitud y derrumbes de más de 12 metros de ancho en algunas secciones, hacían de este sector uno de los más seguros del recinto. Si desde aquí continuamos hacia la cumbre del castro, podemos observar otra línea de algo más de 120 metros que encierra un pequeño espacio dedicado la "acrópolis" del castro.
Como último apunte antes de centrarnos en las excavaciones arqueológicas, destacar que el topónimo "Castilnegro" se debe a dos raíces bastante claras: La primera como abreviatura de castillo, haciendo clara alusión al recinto fortificado que nos centra. En segundo lugar tenemos el color predominante en el que se encuentra situado el yacimiento, ya que es más que notable la presencia del "marrón oscuro" en la zona.
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