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Vistas de la mineralización del área de Cabarceno. Foto: Lino Mantecón Callejo

La antigua Cantabria a ojos de los romanos no parecía ser algo especialmente relevante, sobre manera porque a simple vista no podía ofrecer demasiadas alternativas. Cierto es que su conquista se convirtió en un objetivo prioritario para reestablecer el orgullo dañado tras años y años de guerra contra un puñado de barbaros que complicaron demasiado lo que debió ser un paseo triunfal del Imperio. Pero no nos equivoquemos, Cantabria era una tierra poco fértil para la agricultura y sin muchas oportunidades económicas para el ojo inexperto..pero su riqueza no estribaba en lo que se veía, sino en lo que albergaba su subsuelo.

Caius Plinius Secundus, Plinio "el viejo" para todos nosotros, ya destaco el potencial minero de este territorio en su obra Naturalis Historia:

"..Esta piedra nace también en Cantabria. No es el verdadero imán que se encuentra en veta continua, sino otro que aparece en núcleos dispersos que llaman "bulbatones". De todas las venas metalíferas, la más abundante en Cantabria es la de hierro. En la zona marítima que baña el Océano hay un altísimo monte que, parece increíble, todo él es de metal, como ya dijimos al hablar del Océano..."

Naturalis Historia, XXXIV, 149.

No se sabe muy bien si el "boom" minero de Regio Cantabrorum se produjo tras esta afirmación o simplemente venía a refrendar una actividad minera ya existente en la zona..de lo que se tiene certeza plena es que el potencial metalúrgico de Cantabria fue uno de los pilares del establecimiento del Imperio romano en la región, sobre manera por la explotación del hierro era crucial para ellos. No debemos olvidar que un increíble ejercito como el que poseían necesitaba hierro para fabricar armas y equipamiento. Por ejemplo, un legionario romano portaba, como poco, un gladius o espada corta, una cota de malla, un cuchillo, dos lanzas (tipo pilum o soliferrum), refuerzos en el escudo..en definitiva, era un "hierro andante". Que decir de los elementos de hierro de la vida cotidiana, además de enseres de agricultura y otros menesteres..no cabe duda de que el hierro era VITAL para el imperio romano, siendo un bien económico de primer orden.

 

Galeria de la mina romana de Morero (Liaño, Villaescusa). Foto: Lino Mantecón Callejo

La interpretación de los textos de Plinio "el viejo" siempre ha traído consigo una diversidad de teorías que en muchos casos han podido ser demostradas histórica y arqueológicamente y que en otros tantos solo ha provocado controversia en base a sus fundamentos. En el caso de la ubicación del “..altísimo monte que, parece increíble, todo él es de metal..” hubo mucha variedad de opiniones en el pasado, y aun pareciendo hoy un tema casi zanjado y decantado por Peña Cabarga, existen investigaciones contemporáneas (Domergue, 1990, 78) que prefieren identificar esta cita con los yacimientos del País Vasco. Ya en el siglo XVII, apoyándose en las teorías de un origen “vasco – cantabrista”, muchos autores se afanaban en situar ese increíble lugar en la zona de Somorrostro (Vizcaya), concretamente en la zona del Monte Triano. Por otro lado, en una vertiente completamente diferente, el padre Enrique Florez (1877, 71-77) ya situaba este lugar en la zona de Peña Cabarga, sentando una base sólida de una discusión que duraría siglos. Llegados incluso hasta mediados del siglo XX, el debate seguía abierto. Adolf Shulten (1943, 24-25) se apoyaba en las propiedades minerales y magnéticas de este valioso metal en el monte de Somorrostro para llevar el enclave al Pais Vasco, mientras que por otro lado Joaquín González Echegaray (1951, 319-320) fue fiel defensor de la ubicación de Peña Cabarga como el lugar citado por Plinio. Sería este último quien, gracias a una gran lección de razonamiento histórico, fue capaz de zanjar esta cuestión a favor de Peña Cabarga de una vez por todas.

Independientemente de unas teorías u otras, son varios los puntos clave que nos deberían llevar a pensar que hablamos de nuestra región:

  • Peña Cabarga aparece bañada por el mar (Bahía de Santander).
  • Es una elevación relativamente alta, con unos 569 metros sobre el nivel del mar.
  • La aparición del mineral no aparece en forma de filón a diferencia del Monte Triano, donde sí se manifiesta así. No olvidemos que Plinio detalla con claridad una especie de “bulbatones” claramente identificables con nódulos dispersos de metal, tal y como aparecen en Peña Cabarga.
  • Por último este monte es situado en la cita dentro del país de los cántabros y no en el país de los Autrigones (donde se encuentra Monte Triano), razón esta última más que concluyente.

Como bien explico Plinio hace siglos, toda Peña Cabarga se encuentra formada por nódulos de metal, no por un filón o veta continua. De hecho, estos “bulbatones” como así los definió son de origen sedimentario y se encuentran mezclados en depósitos con tierras y arcillas (¿conocéis la orografía y color de Cabarceno?, así lo entenderéis). Además, los minerales no aparecen a gran profundidad pudiéndose explotar casi en superficie, circunstancia esta que también debió ser observada y aprovechada por los romanos. De todos modos, si fuese necesaria la extracción en profundidad bastaría con realizar galerías inclinadas para acceder a la matriz del lapiaz donde se hallaban las mayores concentraciones de nódulos. La explotación romana debió ser mixta, tanto con labores a cielo abierto, como con galerías (Mantecón, 2000, 39) ya que las condiciones de los criaderos de la Sierra de Cabarga así lo permiten.

Agradecimientos: Lino Mantecón Callejo

Lucernario de la mina de Morero, Liaño (Villaescusa) - Foto: Lino Mantecón Callejo

Hoy en día solo contamos con un ejemplo de mina. Los demás han sido destruidos por las explotaciones recientes (¡¡viva el vino!!). Se trata de la mina de Morero en Liaño, Villaescusa. Del resto de explotaciones de origen romano tan solo se pueden obtener datos a partir de la historiografía, destacando las minas de Los Llanos en Riotuerto, las de Cabárceno y las de Orconera en Obregón.

La primera cita fiable sobre hallazgos romanos relacionados con la actividad minera en la zona la realiza Barreda (1949: 10). Hace referencia a unas noticias de diversas monedas imperiales de bronce que le dio el ingenerio y propietario del complejo minero José Mac Lennan. Más tarde el mismo Barreda da a conocer más hallazgos en el entorno de Pámanes y Cabárceno: un hacha de bronce y otros objetos indeterminados. Más adelante, se hace referencia también a un gran número de monedas (Glez. Echegaray, 1951, 332; Vega de la Torre, 1985) que parecen proceder de la mina Orconera, además de un molino de mano que apareció en la mina de Cabarceno (Vega de la Torre, 1985, 257 y 1976, 195). Por último también se citan varias monedas en Peña Cabarga sin más indicaciones (García y Bellido et alii, 1970, 66; Vega de la Torre, 1985, 252). Como puede verse las informaciones dejan bastante que desear, ya que nadie realizó ningún estudio de los materiales ni de las galerías.

No será hasta el año 1992 cuando se produzca el hallazgo de una galería en Morero (Liaño, Villaescusa) por parte de por Herrera, J. y Cabezas, A. Este es, como hemos dicho previamente, el único ejemplo existente de mina romana en la zona de la bahía de Santander. Los minerales presentes en este criadero son hematites, goethita, limonita y pirita, aunque solo los dos primeros (incluso la limonita según varios autores) son susceptibles de ser explotados por tecnología de época romana. Las compañías mineras extraían los minerales únicamente entre los lapiaces, es por ello que al no desmantelar este saliente rocoso, la mina no halla sido destruida. Cierto es que la mina de Morero no ha aportado materiales arqueológicos, pero no es necesaria su presencia para darle un carácter típicamente romano. La galería conservada tiene unos 13 metros de largo y tiene la peculiaridad de tener las paredes trabajadas a pico y luego retocadas. Tiene 1,80 m de alto aproximadamente, por 1,50-1,75 de ancho, destacando cuatro lucernarios (“puntos de luz”) a la altura del arranque del intradós de la bóveda, tres de ellos muy bien conservados. Destacar por último que la galería de Morero se encuentra taponada por un derrumbe y finaliza en el lago que le da nombre.

Infografía de los diferentes enclaves hallados en el entorno de la bahía de Santander. Autor: Lino Mantecón Callejo