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Boca de la cueva de "Riocueva" (Entrambasaguas). Fuente: http://mauranus.blogspot.com.es El Proyecto Mauranus es, sin lugar a duda, uno de los proyectos arqueológicos en activo más interesantes del panorama regional. Evidentemente, para todo aquel relacionado con este mundillo será algo conocido, pero para la gente de a pie es algo que todavía escapa a nuestro alcance. El trabajo que desarrollan abarca un gran espectro temporal, pero suelen focalizar sus esfuerzos en la arqueología de la Tardoantigüedad y la Alta Edad Media en Cantabria. Pero vayamos por partes..¿Proyecto Mauraqueee?..Mauranus amigos. El nombre del proyecto viene dado por una cita escrita allá por el siglo VI por Gregorio de Tours, quien relata una milagrosa historia según la cual un cántabro llamado "Mauranus" sufrió un accidente y con objetivo de sanarse viajo en barco desde su tierra hasta Burdeos con el fin de solicitar cura en un templo galo dedicado a San Martín:

"Quidam in regione Cantabriae, Mauranus nomine, mane a lectulo consurgens..." (De Miraculis Santi Martín, IV, 40).

Los precursores de este proyecto son los conocidos arqueólogos José Ángel Hierro Gárate y Enrique Gutiérrez Cuenca, quienes acompañados por un gran equipo de arqueólogos han conseguido aportar increíbles hallazgos de la época visigoda en Cantabria, concretamente en la cueva de Riocueva (Entrambasaguas). Los enterramientos en cuevas eran más propios de la Prehistoria, convirtiéndose en algo “esporádico” el hallazgo de enterramientos en épocas más tardías. Es en este punto donde, hace más de 1.300 años, la cueva de Riocueva es utilizada por una aldea visigoda cercana a modo de cementerio. Debido a la “rareza” de los enterramientos visigodos en cuevas, esta cavidad (gracias a los descubrimientos del Proyecto Mauranus) se ha convertido en referente a nivel nacional para el estudio de esta peculiar manera de actuar. Evidentemente no solamente los enterramientos dan importancia al yacimientos, sino también los diferentes hallazgos realizados durante años de excavaciones, de los cuales no tendríamos ninguna noticia sino fuese por la gran labor (en muchos casos) voluntaria de este equipo. ¿Cuáles son estos hallazgos?, hay un gran abanico de evidencias arqueológicas sacadas a la luz por el equipo del proyecto: Cerámica, cuchillos, ajuares funerarios, tachuelas de calzado (típicas de las caligae romanas, pero difíciles de encontrar en calzado de la época visigoda) y un largo etc. Por su relevancia arqueológica nos quedamos con las siguientes.

 

El anillo de "PAVLA"

Anillo de oro encontraro en Riocueva por el Proyecto Mauranus. Fuente: http://mauranus.blogspot.com.es/ Los anillos son bastante frecuentes en el contexto funerario de la época visigoda. Lo más habitual es que estos objetos sean de bronce o en rara ocasión de plata, de modo que el hallazgo del anillo de oro en Riocueva hace de su presencia algo totalmente increíble. De pequeñas dimensiones, el anillo está compuesto en su mayor parte por oro (80%) y plata (20%), aleación utilizada con bastante frecuencia en la época visigoda para la creación de joyas y monedas. En su monograma cruciforme se lee “PAVLA” lo que puede indicar que perteneció a una niña (por sus pequeñas dimensiones) que fue enterrada en la cueva.

Saquito de semillas

Saquito de semillas encontrado en Riocueva. Fuente: http://mauranus.blogspot.com.es/search/label/Riocueva Este increíble hallazgo (por su estado de conservación) no hace más que confirmar el tipo de cultivos que eran los habituales en las aldeas cántabras de hace 1.300 años. Concretamente, el saquito encontrado enRiocueva contiene semillas de mijo y es más que probable que su tejido sea de lino. Durante muchos años se mantenido la teoría de que estos hallazgos en ajuares funerarios tenían un claro y simbólico objetivo: Acompañar al muerto con comida, tal vez para su “viaje”. No es extraño ver en otros yacimientos similares la presencia de huesos de pollo, semillas, etc. De todos modos, el amplio conocimiento adquirido durante estas últimas décadas en base a los enterramientos visigodos y la interpretación de los textos antiguos, hacen pensar que otras teorías pueden tomar igual o más fuerza que las anteriores. Existía una costumbre pagana, prohibida por la Iglesia ya desde la Alta Edad Media, relativa a la quema de semillas de cereal con el fin de asegurar el bienestar de los vivos. En una cita extraída del Penitencial de Silos (siglo X d.C.), se hace referencia explícita a esta práctica:

"Mulier si grana arserit ubi mortuus est homo pro sanitate viventium I annum poeniteat" ("Si una mujer quemase granos donde hay un hombre muerto para [garantizar] la salud de los vivos, cumplirá un año de penitencia").

En el ámbito medieval europeo, también existe referencias escritas sobre esta práctica, remontándose los textos más antiguos al siglo VII. Casualmente, en cavidades de Cantabria con enterramientos de la época visigoda (Los Hornucos en Campoo de Suso, Las Penas en Mortera de Pielagos y en Riocueva) se han encontrado restos de semillas calcinadas. Hace años se atribuyeron estos hallazgos a algún tipo de práctica culinaria, pero atendiendo a los nuevos estudios y teorías no es nada descabellado pensar que todos ellos tuviesen algún significado dentro de rituales paganos. Muchísimas gracias a José Ángel Hierro Gárate por aclararnos la más que probable simbología de este hallazgo.

Equipo del Proyecto Mauranus excavando los restos de un craneo.

¿Madre mía, que es eso?. Seguro que muchos de vosotros, si os hago referencia a la serie de TV “The Walking Dead”, sabéis de que hablo. El miedo a los muertos vivientes no es ni mucho menos un hito actual. Según diversas teorías (entre las que destacamos a José Ángel Hierro Gárate), los enterramientos en cuevas en la época visigoda responden a varios “miedos” culturales. Se sabe a ciencia cierta que hace más de 1.300 años los enterramientos se realizaban en un cementerio “tradicional”, nada que ver con cuevas y abrigos. Estos espacios estarían reservados para todos aquellos fallecidos debido a una epidemia (por ejemplo) u otra extraña muerte, quedando alejados y aislados del resto de la población.

Es más que probable que, en base al miedo al contagio, se eligiesen cuevas de difícil acceso para depositar estos cuerpos y que esto haya influido en la “necrofobia” o miedo a que los difuntos que han tenido una "mala muerte" retornen para perturbar a los vivos. La destrucción de los cráneos de estos muertos se generalizo en yacimientos similares a Riocueva (La Garma o en Las Penas), extendiéndose así la creencia, probablemente, de que sin cráneo no podrían volver a la vida.