El Castillo de San Vicente de Argüeso (Campoo de Suso, Cantabria) es una de las fortificaciones medievales con más renombre de Cantabria, nos atreveríamos a decir incluso que la más importante. Ya no solo estructuralmente es única en nuestra región, sino que su historia nos asoma a uno de los periodos más convulsos y agitados en nuestra tierra: La Edad Media. Centrándonos en la fortificación como tal, se cree que comenzó a construirse hacia el siglo XIII d.C, aunque a este respecto no existen más fuentes que las arqueológicas para fundamentarlo. Es por esto y por la ausencia de documentos escritos por lo que se suele hablar de un origen "oscuro" del castillo. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que la fortificación no nació como un castillo sino como un torreón al cual, a lo largo de los siglos, se le fueron anexionando los elementos que hoy conocemos. La primera de estas piezas fue el torreón situado al suroeste, levantándose el segundo de ellos un siglo después aproximadamente. Ambas torres son prismáticas y están construidas en mampostería, salvo esquinales y vanos. Llama la atención el parecido de las mismas con otras que aún perviven en la zona, como la casa-Torre de Proaño (a escasos kilómetros), Cadalso o San Martín de Hoyos. Su morfología, con pequeñas y escasas ventanas, prueban el carácter defensivo que debieron tener en sus orígenes.
Sería en los siglos XIV-XV d.C cuando el castillo comenzó a ganar mayor importancia por diversos motivos. El primero de ellos sería su moradora: Doña Leonor de la Vega. Para quien no conozca esta figura histórica, fue hija única de Garci Lasso Ruiz de la Vega y de Mencía de Cisneros, además de bisnieta de Garcilaso I de la Vega, Adelantado Mayor de Castilla en nombre de Alfonso XI. Se casó en primeras nupcias con con Juan Téllez de Castilla, II señor de Aguilar de Campoo y II señor de Castañeda, aunque enviudaría por la muerte de este el 14 de agosto de 1385 en la batalla de Aljubarrota. Dos años después, en 1387, contrajo un segundo matrimonio con Diego Hurtado de Mendoza, del cual obtendría la villa de Carrión de los Condes y el importantísimo señorío de las Asturias de Santillana. De hecho, uno de los 5 hijos de ambos, marcaría la historia de nuestra región para siempre, ya que fue el I marqués de Santillana y progenitor de la poderosa casa ducal del Infantado: Don Íñigo López de Mendoza. No olvidemos que fue uno de los protagonistas fundamentales de la política castellana de aquel momento, aunque también fue reconocido por la calidad de su obra poética. A la muerte del Marqués, en 1458, le sucede su primogénito, Diego Hurtado de Mendoza, quien merced a la fidelidad demostrada a los Reyes Católicos, sería nombrado en 1475 Duque del Infantado y Marqués de Argüeso y de Campoo. El segundo de los motivos por el que el castillo comienza a tener mayor protagonismo es por la creación de dicho marquesado. Es en el siglo XV d.C cuando se construye el cuerpo intermedio que une las dos torres, dotando a la fortificación de un aspecto más notable gracias a su altura y composición de la fachada principal.
Poco más se sabe del castillo hasta finales del siglo XVIII d.C, cuando cae definitivamente en el abandono. Su estado fue deteriorándose por completo durante siglos hasta que en 1962 su última propietaria decide donarlo al ayuntamiento con el único requisito de que lo restauren. Sería en la década de los 80 cuando se comenzasen las obras para su puesta en valor. El primero de los pasos fue declararlo Bien de Interés Culturalen 1983,. Años más tarde, en 1989, se realizó una intervención arqueológica de urgencia en el interior de la torre medieval y en el patio de armas al poco de comenzar el reacondicionamiento del mismo. Se pudo determinar la existencia de una antigua iglesia que dio el nombre de San Vicente al castillo, además de confirmarse la existencia de una necrópolis medieval de los siglos IX-X d.C. De esta última, se puede observar una tumba de lajas en el centro del patio de armas en la actualidad.
Tras la dura labor de restauración, donde el espacio habitable se tuvo que reconstruir en su totalidad, en agosto de 1999 abre de nuevo sus puertas. Once años de intensas labores donde se convirtieron sus murallas y muros sin contenido en un espacio didáctico y cultural como el que hoy conocemos, único en nuestra región. Se utilizaron materiales y técnicas de restauración similares a los utilizados en su construcción hace siglos, dotando así al Castillo de San Vicente de Argüeso de un halo de misterio y tradición milenarios, dignos de visitar.Desde Regio Cantabrorum te recomendamos que, en tu visita cultural por Campoo, te acerques a conocerlo, ¡te sorprenderá!
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