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Fragmento cerámico encontrado en la cueva del Aspio

El fin de semana del 13 de septiembre nos decidimos por fin a iniciar la campaña de 2014 en la Cueva del Aspio con dos claros objetivos: avanzar en el conocimiento sobre el uso que se dio a la cavidad durante la Edad del Hierro, a través del sondeo 2, y acercarnos a descubrir las ocupaciones más antiguas mediante la excavación del sondeo 3. Dos áreas con un enorme potencial que a lo largo de las sucesivas semanas esperamos que puedan aportar numerosas sorpresas.

Como os podéis imaginar, todo comienzo, sea la actividad que sea, y en nuestro caso nunca es tan sencillo como llegar, remover una poco de tierra y bualá, espada o bifaz descubierto, o al menos no en nuestro caso. Aun conociendo el yacimiento siempre nos es necesario realizar un nuevo análisis sobre el terreno, los cuerpos han de "aclimatarse" al camino, la logística y abastecimiento debe ser casi perfecto pues todo lo que no se tenga (herramienta, alimentos, etc.) hay que darlo por perdido, y el equipo, digámoslo así, aún se encuentra en estado embrionario.

A pesar de ello han sido tres días fructíferos donde se ha podido llevar a cabo el estudio estructural de la cueva y continuar con el sondeo 2, permitiéndonos conocer un poco más qué pasó con los materiales de la Edad de Hierro. Gracias a nuestro compañero Miguel hemos comenzado a comprender los distintos planos de fractura de los techos de las paredes de la cueva y encontrar explicación a esa apariencia artificial que tiene como si hubiese sido revocada. Sin entrar en áridos detalles podéis imaginaros el Aspio como una cueva activa con una estructura hojaldrada que, de vez en cuando deja caer algunas de sus losas. No sabemos ni cuándo ni cuántas veces ha pasado aunque si las suficientes para dotar al interior de una accidentada geografía con desniveles visibles de más de 10 metros. Como mucho, podemos aventurar que quizás la última de ellas, de menores proporciones, haya tenido lugar en época histórica, afectando directa y parcialmente al depósito de la Edad del Hierro. El desplazamiento de piedras, ayudado por el trasiego de personas y animales, ha derivado en la fragmentación de buena parte de las cerámicas apoyadas en los grandes bloques, las cuales han ido filtrándose entre los restos de desprendimientos anteriores.

Esta es la situación que nos hemos encontrado en la ampliación del sondeo 2. Si el año pasado nos topamos con un conjunto único compuesto de cerámica, cereal, herramientas y un puñal, este año, al ampliar unos metros hacia el interior de la cueva, nos hemos dado cuenta de que era la excepción de la zona. Sea lo que sea lo que nos espere en el área ampliada, por el momento hemos tenido que enfrentarnos a un potente paquete de piedras medianas bajo el cual se escondían bloques aún mayores, inamovibles sin la ayuda de una buena maza, cincel y mucha paciencia.

Un comienzo protagonizado por incesantes bloques producto del desplome de la cueva es sin duda desalentador, pero no hay mal que por bien no venga pues bajo cada piedra aparecen nuevos fragmentos de cerámica que nos permitirán terminar el gran puzle cerámico iniciado en 1994 y, lo que es más importante, acercarnos su contenido. Pero esta ya es otra historia en la que nos adentraremos más adelante.