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  • TESERA DE LAS RABAS

    La tésera de Las Rabas (Cervatos, Campoo de Enmedio) es otra pieza fundamental dentro de la arqueología regional, sobre todo si tenemos en cuenta que es la primera encontrada en los límites de la actual Cantabria. No debemos confundir este dato con el hallazgo de la tésera de Cildá, la cual es la primera documentada en territorio de los antiguos cántabros (Palencia), no dentro de nuestra región. Dos décadas separan la puesta en valor de ambos iconos culturales, tiempo más que suficiente para que decenas de intervenciones arqueológicas nos hayan alejado paulatinamente de la imagen surrealista, fiera, mediática y belicosa por naturaleza de los antiguos moradores de Regio Cantabrorum: Nos encontramos ante una sociedad de pautas y raíces indoeuropeas, que habitaba en poblados fortificados y cuya economía se basa fundamentalmente en la ganadera, en la agricultura extensiva y en el aprovechamiento de su medio gracias a la caza, pesca, recolección e intercambios comerciales. Estos últimos nos dan a entender que poseían una organización sociopolítica compleja donde los lazos con tribus y pueblos vecinos con intereses comunes eran símbolo de prestigio y garantía de desarrollo. ¿Dónde quedan los cántabros barbaros y salvajes citados por Estrabón?. Pues suponemos que en la versión que se quería dar del conflicto bélico, donde el predominio cultural e ideológico de Roma era superior a cualquier otra tendencia.

    Volviendo a la tésera, fue encontrada en uno de los yacimientos de la Edad del Hierro más relevantes del norte de Hispania: El castro de Las Rabas. Este enclave, descubierto en la segunda mitad del siglo XX, ha sido excavado en diversas ocasiones desde que Miguel Ángel Guinea y su equipo comenzasen a poner en valor sus increíbles hallazgos allá por el año 1968-69. Estamos hablando de un poblado de unas 10 hectáreas de extensión aproximadamente, si bien es cierto que no se sabe con exactitud las dimensiones reales del mismo por la dificultad a la hora de delimitarlo. Se conoce parte de su aparato defensivo, dotado de murallas de piedra con sillares de gran tamaño. Su posición estratégica, no tanto bélica como de control sobre el tránsito comercial y de personas, además de la increíble variedad de restos materiales que ha dado hacen de este castro un lugar único. En base a las dataciones realizadas, se sabe que su adscripción cronología se extiende desde el siglo IV/III a.C. hasta el I a.C., siendo arrasado finalmente por la maquinaria bélica de Roma en el transcurso de las Guerras Cántabras.

    Respecto a la cronología exacta de la tésera, se trata de una pieza que carece de un contexto claro dentro del marco de la intervención arqueológica, encontrándose aislada en un sector del castro. La datación de materiales que coinciden con el periodo de mayor auge del enclave nos llevan a incluirla entre los siglos II y I a.C, apoyándose además esta afirmación en la propuesta de un ejemplar de increíbles similitudes como veremos un poco más adelante.

    Bibliografía: Archivo Español de Arqueología 2011, 84, págs. 43-50 (Rafael Bolado del Castillo - Pedro Ángel Fernández Vega)
  • MILIARIO DE CARO

    El entorno del castro de Las Rabas como el de los campamentos romanos de La Poza han estado en las últimas décadas de actualidad en muchos sentidos. En primer lugar por lo arqueológico ya que tanto a finales del siglo XX y principios del siglo XXI han sido objeto de diferentes intervenciones y posteriores publicaciones que nos han desvelado muchísima información de su milenario pasado. Y en segundo, por lo de casi siempre: De un modo u otro se han visto inmersos en la destrucción parcial o bien de su entorno más próximo o de ellos mismos. Por todos es conocido el caso del molino experimental de Vestas V112 que fue instalado (tras muchas protestas y voces en contra de historiadores y asociaciones) en el entorno arqueológico del castro de Las Rabas. O el gaseoducto instalado en la década de los 80 que atraviesa los campamentos de La Poza, si bien es cierto que esta obra fue realizada en unos años en los que no había tanta conciencia patrimonial como en nuestros días.

    Pero al margen de los problemas (o no) arqueológicos ocasionados por la construcción del gaseoducto de enormes dimensiones, gracias a él se descubrió un lugar que destaco por la riqueza arqueológica que contenía y que fue excavado de urgencia en el verano de 1987. Se trata un paraje conocido como el "Convento de Santa Olalla" donde se encontró una necrópolis asociada más que posiblemente a un edificio religioso ligado al topónimo del lugar. Se encontraron cerca de 19 tumbas de lajas y un sarcófago (vacío) de entre los siglos IX-XIII, dos estelas funerarias medievales y la pieza que os ocupa.

    Estamos ante un fragmento de miliario romano de arenisca que fue encontrado muy deteriorado. Se cree que los diferentes "rebajes" que tiene tanto en su parte trasera como en sus laterales se deben a la reutilización como sillar en época medieval, en relación directa con el citado edificio religioso que pudo existir en el enclave. La cercanía con la calzada romana de Peña Cutral (la única romana como tal conocida en Cantabria) hace pensar que esta directamente relacionada con la misma.

    Bigliografía:"Arqueología y gas natural en Campoo". Cuadernos de Campoo, 3- José Luis Pérez Sánchez




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