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  • SAN BARTOLOME

    Todo aquel que conozca Cantabria asocia prácticamente al instante el municipio de Udías a una actividad que se resume en una sola palabra: Minería. Los kilómetros de galerías que perviven aún en su subsuelo trasladan a sus habitantes y visitantes a un pasado no tan lejano, dado que muchos de sus mayores lo recuerdan con mayor o menor entusiasmo (casi siempre lo segundo). Incluso en nuestros días, el "turismo minero" del municipio está en auge, convirtiéndose las antiguas minas del municipio en un atractivo para aquellos que quieren conocer de primera mano cómo eran las galerías y entorno de aquel claustrofóbico trabajo.

    Otras galerías y explotaciones, menos conocidas, nos trasladan al origen de esta actividad en nuestra comunidad. Una actividad, para que engañarnos, que era fruto de la incesante búsqueda de materiales en los confines de mundo por la civilización más poderosa conocida hasta entonces: El Imperio Romano. Y en esa búsqueda de materia prima, llegaron al territorio de Regio Cantabrorum donde abundaban el hierro, el plomo y el zinc. Y es aquí, en la mina de San Bartolomé, donde la piedra y los testigos de antiguas galerías, nos transportan dos mil años atrás para conocer los albores de la minería en Cantabria. La mina de San Bartolome en Udías es, con casi toda seguridad, el mejor exponente en cuanto a hallazgos de tipología romana (no solo materiales sino estructurales) de nuestra región. Comparte además el deshonroso título de ser además en la que más materiales (prácticamente todos los encontrados antes del siglo XX) han desaparecido. Tónica reinante en el resto de explotaciones mineras de origen romano por cierto.

    En San Bartolomé se han explotado históricamente, minerales como galena (sulfuro de plomo), cerusita (carbonato de plomo) y más que posiblemente calamina. Esta última, tal vez relevante en época romana dado que de este mineral se obtiene el latón, si bien es cierto que se cree que la actividad minera en época de los romanos se centraba directamente en el plomo de la zona. Las primeras referencias a la explotación de mineral en esta ubicación se producen entre mediados y finales del siglo XIX, momento en el que además se realizan los hallazgos materiales más relevantes. El primero que hace referencia a "la mina de Udías" es Lasaga Larreta en 1865, si bien es cierto que las primeras citas en cuanto a materiales o estructuras antiguas las proporciona Felipe Naranjo y Garza en una nota dentro de las Memoras de Historia Natural (1873) donde detalla las galerías que encontró y los materiales encontrados por aquel entonces. En el citado artículo, reproduce alguna de las galerías de una de las cartas del ingeniero francés M. Thibeaut, director de la mina allá por el año 1870. Les llamaba poderosamente la atención la cantidad de galerías encontradas en lo que denominaron "Zona C", gran parte inclinadas y alguna horizontal. Todas ellas conformadas por pilares/troncos de encina o roble que destacaban por estar "casados" sin huellas de clavos o sierras y en muy mal estado. En el suelo de la galería se encontraron también tablas (del mismo material) que hacían las veces de escaleras, ampliándose a la par que la galería a medida que se ganaba profundidad para facilitar el trabajo de extracción del mineral. Poco más se sabría de aquellas galerías tan bien documentadas, ya que la incipiente actividad minera de finales del siglo XIX hasta mediados del XX se las llevarían por delante. A finales de los años 80, J. Herrera y A.Cabeza explorarían la zona encontrado nuevamente algunos objetos romanos y también medievales, publicándolo en el año 1992 dentro de las Actas del V Congreso Español de Espeleología.

    Lejos quedan ya los años en los que se pensaba que los romanos vinieron al territorio de los antiguos cántabros a buscar oro y "no encontraron nada". Además de encontrarlo, por mucho que algún catedrático y acolito del gobierno de turno se niegue a admitirlo (ver desde minuto 17:40 del magnifico episodio de Arqueomania sobre las Guerras Cántabras), en época de conflictos bélicos interesan aun más si cabe minerales como los citados en esta entrada. Desgraciadamente, lejos de potenciarse el estudio de los enclaves relacionados con la minería romana en Cantabria, permanecen en el mayor de los olvidos. También es verdad que si en Cantabria tapamos un entramado urbanístico romano con un parking y además al alcalde que lo hizo le premiamos con 2,5 millones de € para rehabilitar un palacio (y así hacer como que "le importa la cultura")..pues no extraña mucho la verdad.

    Bibliografía: "La minería romana en Cantabria" (Nivel 0, Santander - 2000). Lino Mantecón Callejo.

  • MINA NUMA

    La mina Numa (o Numá) es uno de los tesoros escondidos del pasado romano de Cantabria. Escondido o más bien destruido por la actividad minera contemporánea, aunque queda aún testimonio tanto escrito como material de su milenario pasado. Es fundamental contextualizar dicha "destrucción" dado que desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX no existía una concienciación plena de la conservación de este tipo de patrimonio (por aquel entonces, la prehistoria y el arte rupestre eran el foco en este sentido). Bueno, de hecho a día de hoy tampoco hay mucha concienciación al respecto (que se lo pregunten al alcalde de Suances) si nos cuesta un puñado de votos. Las primeras referencias sobre la misma nos transportan al año 1864. Amalio Maestre dice que aparecieron "algunos trabajos antiguos como son los hanchurones y pozos fortificados con maderas, aseguradas sin clavanzón". Inevitablemente nos recuerda a los documentados en la cerca mina de San Bartolomé, donde los pozos y galerías tampoco tenían rastro de clavo alguno.

    Años después, en 1872, aparecería una de las piezas más impresionantes encontradas en el entorno de la minería romana en Cantabria: Una ara votiva dedicada a Júpiter (que veremos más adelante). Se tiene constancia de que la pieza estuvo depositada en la Comisión Provincial de Monumentos hasta el año 1891, momento en el que se le pierde la pista y desaparece hasta nuestros días. Afortunadamente, a principios de este siglo XXI, Lino Mantecón Callejo y Javier Marcos Martinez localizan un molde en escayola de la citada pieza en el Palacio de Sobrellano de Comillas, sede en el pasado del Museo Cantábrico fundado por el Marqués de Comillas. Volviendo a la mina, en el año 1992 , A. Cabeza Ruiz y J. Herrera Rovira realizaron una prospección en la Mina Numa, encontrando una cueva natural en la que reconocieron labores mineras tal vez asociadas a su origen.

    No cabe duda de que los romanos utilizaron toda la zona para la extracción masiva de mineral. Incluso algunos autores como J.M. de la Pedraja se aventuraron a lanzar la hipótesis de que pudieron utilizar un antiguo puerto situado al fondo de la ría de La Rabia que posteriormente se usó en época medieval. Incluso la cercana ubicación de Portus Vereasueca (¿San Vicente de la Barquera?) tendría aún más sentido dada la cercanía de las minas Numa y San Bartolomé. Sea como fuere, estamos ante una explotación minera que nos habla de un pasado romano fuertemente arraigado a esta zona.

    Bibliografía: "La minería romana en Cantabria" (Nivel 0, Santander - 2000). Lino Mantecón Callejo.

  • MINA DE REOCIN

    Sin duda, las explotaciones mineras con mayor recorrido histórico de Cantabria. Hoy, un fantasma que solo unos pocos quieren resucitar a costa de ganar un puñado de votos basándose en cantidades ingentes de zinc que alguien soñó allá por 2017 y que, tras un par de vinos (o tres), decidieron que fuese el proyecto del siglo. Pero, independientemente de su triste y farragoso presente, su milenario pasado ya fue "el proyecto del siglo" en su momento. En el siglo XIX y principios del XX sin duda la explotación minera con mayúsculas en nuestra región, y casi dos milenios antes de igual modo con la llegada del Imperio romano. ¿Qué queda hoy de esa presencia romana en la zona? La verdad es que tanto la actividad a cielo abierto como en las profundidades de la tierra han reducido a 0 la presencia de cualquier vestigio, si bien es cierto que la documentación aportada desde mediados del siglo XIX y el hallazgo de diferentes materiales no llevan inequívocamente a este horizonte. Estamos hablando de dos minas que, si bien es cierto que pudiesen haber sido explotadas a la vez en época romana (y posterior), son completamente diferentes. Hemos querido agruparlas en una única entrada dada la cercanía entre ambas, posibilitando esto que pudiesen estar relacionadas entre sí en su momento.

    Las primeras referencias de una explotación minera antigua en Reocín nos llevan a 1856, cuando se descubre calamina en la zona. Por la tipología y geología de las minas de origen romano encontradas en la vertiente occidental de Cantabria (Mina de San Bartolomé y Mina Numa), se cree que estas explotaciones estaban dedicadas en su conjunto a la extracción de la calamina, mineral este último fundamental en la elaboración del latón y de extracción mucho más sencilla que el plomo. En 1889 aparecen las primeras menciones a galerías antiguas en Reocín y a la aparición de dos monedas de época imperial que, según se cita estaban "en aquellos momentos en poder de un tal Rebolledo de Torrelavega". Ya entonces existía la discusión de si el material excavado por los romanos era principalmente plomo (Lasaga Larreta, 1889: 44) o por el contrario era calamina como opinaba Carballo. Esta última sería la teoría más aceptada tanto para las minas de Reocín / Mercadal como para las de Udías. Aparecieron a finales del siglo XIX en Reocín galerías con estructuras de contención de roble, además de varias monedas y lucernas. Carballo también destacaba que las galerías encontradas se parecían a las de Las Médulas, tan bajas que un hombre o un caballo no podían pasar por ellas (Carballo, 1939: 81). Jose Manuel Iglesias y Juan Antonio Muñiz hacen referencia a finales del siglo XX a la aparición de una calzada o camino en la ruta Iuliobriga / Portus Blendium que podría funcionar como salida del mineral hacia el mar. Es curioso como el primero de ellos participó posteriormente en el comité que decidió tapar los únicos vestigios del entramado romano en la localidad de Suances, a donde llegaría esa calzada o camino.

    No cabe duda de que la mina de Reocín, por todo lo comentado, tuvo un pasado romano inequívocamente. No obstante, el auge minero que sufrió durante más de un siglo ha llevado a la completa destrucción de todo aquello de lo que hablamos en los párrafos previos. Verdaderamente quienes tienen que protegerlo hoy en día tampoco hacen mucho por conservar lo poco que queda, todo lo contrario. Les preocupan más leyes pseodo-partidistas o quedar bien con el cacique de turno por si tira de la manta..Cantabria Infinita lo llaman.

    Bibliografía: ;"La minería romana en Cantabria" (Nivel 0, Santander - 2000). Lino Mantecón Callejo.

  • MINA DE SETARES

    La mina de Setares es el ejemplo perfecto de explotación minera de época romana en Cantabria. Y uno de los pocos junto con Morero I (en Peñacabarga), ya que del resto de minas de origen romano tales como mina Numa, mina de San Bartolomé o las minas de Reocín / Mercadal fueron destruidas debido a la incipiente actividad de finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Al menos nos quedan testimonios escritos y documentados de las mismas, además de una importante cantidad de materiales romanos que atestiguan la presencia del Imperio en nuestro subsuelo. En el caso de la galería de Setares, aún no investigada en profundidad, no han aparecido materiales concretos, pero es fácil entender el porqué de la aparición de varios miliarios y hallazgos romanos en las inmediaciones de la misma: En Otañes. La incipiente actividad de la cercana colonia marítima de Flaviobriga (en la cual poder cargar el mineral) y la vía que atravesaba la cercana localidad de Otañes, hacían que su ubicación fuese la idónea.

    No en vano, la extracción de hierro en la enorme montaña se prolongaría a lo largo de la historia hasta terminar su actividad en el año 1965. Cual sería la envergadura de la mina de Setares en época contemporánea que en el año 1900 la localidad ubicada en el corazón de la mina tenia cerca de 1.500 habitantes, reduciéndose a 200 en el momento de su cierre. Callado está dicho que todos abandonaron la localidad (hoy en ruinas) en el preciso instante que las bombas se apagaron. Pero es cuanto menos curioso que la galería romana de Setares no corriese la misma suerte que las citadas previamente con el boom de la minera. Y eso que estuvo a punto dado que se cree en el año 1945 estuvo a punto de ser convertida en salida de emergencia de la conocida Mina Carmelita (contemporánea), con lo que parte de las pequeñas modificaciones y la inscripción que hoy vemos son debidas a esta circunstancia.

    Su valor arqueológico fue descubierto por Javier Marcos Martinez en 1997 durante una de las prospecciones arqueológicas autorizadas por la Consejería de Cultura para evaluar el impacto ambiental relacionado con la instalación de un vertedero de residuos. Se publicaría en diferentes ocasiones a finales del siglo XX y principios XXI en varios artículos relacionados con la minera preindustrial, si bien es cierto que fue ganando peso paulatinamente como mina romana. Y desde entonces hasta nuestros días, nada de nada. Ni una panelización, ni una investigación mayor, ni interés por la misma. Allí está, inerte bajo maleza sin un futuro cierto. Más o menos como el túnel romano de Gerijuela, muy cerca de Velilla del Río Carrión, donde van a invertir 52.000€ para ponerlo en valor. Aquí, en Cantabria, invertiremos en poner un parque acuático (en la Comunidad Autonóma con menor horas de sol de España) del Paleolítico, mucho más cultural y beneficioso, donde va a parar..

    Bibliografía:"La minería romana en Cantabria" (Nivel 0, Santander - 2000). Lino Mantecón Callejo.

  • MINA DE MORERO I

    Uno de los mayores núcleos mineros de Cantabria ha sido, sin duda, Peña Cabarga y su entorno más próximo. Tanto en época contemporánea (con el permiso de Reocín y Udías) como en época romana. Además, una de las zonas donde más controversia se había generado (hoy más ampliamente superado) en relación a las fuentes clásicas. Concretamente en la obra Naturalis Historia de Caius Plinius Secundus (más conocido como Plinio el Viejo), procudaror Tarraconense que cita el antiguo territorio de Regio Cantabrorum en diferentes ocasiones. Uno de los pasajes habla directamente de la minería, en la que dice que "..esta piedra nace también en Cantabria. No es el verdadero imán que se encuentra en veta continua, sino otro que aparece en núcleos dispersos que llaman bulbatones. De todas las venas metalíferas, la más abundante en Cantabria es la de hierro. En la zona marítima que baña el Océano hay un altísimo monte que, parece increíble, todo él es de metal, como ya dijimos al hablar del Océano..". Afirmación que desde el siglo XVIII trajo de cabeza a propios y ajenos dado que unos defendían que la citada montaña se ubicaba en el cerro de Somorrostro (Bilbao) y por lo tanto el pueblo de los antiguos cántabros tenia un origen "vasco cantabrista", y otros lo ubicaban en el macizo de Peña Cabarga y Cabárceno donde realmente se cree que es.

    Y a diferencia de las citadas áreas de Reocín y Udías (San Bartolomé y Mina Numa), donde la extracción en época romana se centraba en la calamina y en el plomo (en menor medida), en la mina que nos centramos hoy a buen seguro que la explotación se centraba en el preciado mineral de hierro. Y uno de los mejores ejemplos, junto con la mina de Setares, es la galería de Morero I. Testigo milenario que ha sobrevivido con suerte a la vorágine minera de toda esta zona. No en vano, el resto de galerías y vestigios milenarios identificados como "antiguos" perecieron ante las explotaciones de las compañías McLenan y Orconera Iron Ore Company Limited en el entorno de Peña Cabarga y Cabárceno. Es más, se cree incluso que la zona fue explotada mineramente no solo en tiempos de Roma, sino por los antiguos cántabros.

    Y con todo, cientos (quien sabe si miles de personas) pasan a su lado por la S-30 todos los días sin saber siquiera que existe. La única galería catalogada como romana en el macizo de Peña Cabarga está entre bardales en la cuneta de la autovía que la "rozó" en su construcción. No obstante, con total certeza, aún quedan vestigios de esta actividad en todo el entorno, si bien el desinterés de las administraciones nunca nos lo permitirá descubrir. Están mucho más centrados en proyectos mineros que venden a bombo y platillo y que tienen el mismo futuro que la mina de Morero I: Ninguno.

    Bibliografía:"La minería romana en Cantabria" (Nivel 0, Santander - 2000). Lino Mantecón Callejo.





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