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  • EL PICO DE LA CAPIA

    El Pico de La Capía, conocido por casi todo el mundo como Pico Dobra, se encuentra en la divisoria entre los municipios de Torrelavega, Puente Viesgo y San Felices de Buelna. Es increíble como su inconfundible silueta ha sido durante miles de años un auténtico "imán" para todos, ya no solo para los excursionistas de hoy en día sino para los antiguos pobladores de Regio Cantabrorum. ¿Cuántos misterios esconde? ¿Tendrá una energía especial?. Ya la relación toponímica de "La Capía" deriva del castellano "capilla", pudiéndose relacionar esto con la posible existencia de algún elemento arqueológico como un santuario religioso o derivado.

    El primer descubrimiento en sus inmediaciones corrió a cargo del prehistoriador Herminio Alcalde del Río quien, en el año 1925, descubrió un ara romana con una inscripción votiva que donó posteriormente al Museo Municipal de Santander (hoy el MUPAC). No sería hasta el año 1949 cuando se publicase un estudio de dicha pieza, el cual ya daría a entender desde el inicio la importancia del hallazgo e incluso del enclave de La Capía. Si bien es cierto que la interpretación inicial sobre su cronología no fue la más acertada (año 399 d.C., se utilizó una datación consultar relacionada con Manlio y Eutropio en base a la inscripción "X de las calendas de Agosto, siendo cónsules "Ma.." y "Eu..") , se publicó un gran trabajo al respecto. No olvidemos que la arqueología de mediados de siglo XX no era tan exacta, ni mucho menos en la interpretación epigráfica, como la que tenemos ahora. Por este mismo motivo, arqueólogos e investigadores como González Echegaray o García Bellido eran reticentes a pensar que un ara de posible culto indígena estuviese erigida en pleno auge del cristianismo.

    Estas dudas fueron resueltas hace no muchos años, ya que se propuso un nuevo modo de interpretar la fecha consular, lo que dataría la pieza en el año 161 d.C, mucho más acorde a lo inscrito. Además, se matizó la lectura de la lectura de Vicanus Aunigainum, que sería un antropónimo con su cognatio y no necesariamente, como planteaba la primera interpretación, haría de Cornelius un habitante de un supuesto vicus Aunigainum (relacionado con la localidad de Ongayo en algunas lecturas, como recoge Jose María Blazquez Martínez). Es curioso además que, aun existiendo una bibliografía amplia sobre la pieza, hasta el año 1996 no se hizo un estudio para determinar la ubicación original de la misma, ya que siempre existieron teorías pero ninguna en firme. Se cree que pudo encontrarse en una pequeña llanura de la cima, la cual se encuentra amurallada y cuyos restos no han sido muy evidentes hasta hace pocos años. Aún asi, debido a que muchas informaciones recogidas se han transmitido oralmente, no se ha podido afirmar al 100% que este sea el lugar preciso.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)

    Agradecimientos: Gonzalo Saiz Garcia / Javier Perez Sedano.
  • LA MASERA - EL CASTRO

    El monte de La Masera (Hinojedo, Cantabria) es una increíble atalaya natural que domina la desembocadura del río Saja-Besaya. Sus 150 metros sobre el nivel del mar no llamarían la atención en cualquier otro enclave más hacia el interior, pero a tan solo 3,8 kilómetros de la línea costera se alza imponente sobre todo lo que le rodea. Tanto por su morfología como por sus dimensiones siempre se creyó que sorprendería con un yacimiento prerromano (o romano incluso) en su cima, sobre todo teniendo en cuenta que las diferentes hipótesis e interpretaciones de las fuentes clásicas ubican Portus Blendium en la cercana localidad de Suances y sus inmediaciones. La sorpresa, como luego veremos, es que el monte de La Masera no arrojo los registros esperados, sino que sería una de sus laderas conocida como "El Castro" la que diese mayor resultado a nivel arqueológico.

    La primera referencia sobre el monte de La Masera se remota a mediados del siglo pasado. Sería el padre Jesús Carballo quien identificase (no sin contrariedad) el yacimiento como un castro celta (Carballo, 1952). Tres décadas después, un hallazgo casual en las inmediaciones volvería a situar el cerro en el punto de mira arqueológico. El culpable: el conocido como puñal de Hinojedo, cuya tipología se identifica con el Bronce Final (Serna, 1984). Años después, en 1990, el investigador Miguel Ángel Fraile exploró el sitio localizando algunos fragmentos cerámicos que atribuyó a la Edad del Hierro. A partir de entonces miembros del C.A.E.A.P. (Colectivo para la Ampliación de Estudios en Arqueología Prehistórica) realizan prospecciones superficiales que arrojaron nuevamente fragmentos cerámicos atribuidos a la Edad del Hierro además de restos medievales y un sorprendente hendedor sobre lasca de cuarcita, lo que haría sospechar sobre un origen mucho más antiguo de lo esperado. Miembros del mismo colectivo localizarían en 1991 un nuevo yacimiento en una de las laderas del monte denominada "El Castro". En este espolón amesetado se hallaron cientos de piezas de industria lítica y materiales cerámicos. Desgraciadamente no todo eran noticias esperanzadoras, sobre manera porque todos esos restos fueron encontrados en las pistas de motocross construidas en la zona. Es por ello por lo que en el año 1993 se realiza una excavación arqueológica de urgencia y una segunda campaña de investigación bajo la dirección de Roberto Ontañón (actual director del MUPAC), la cual permitió documentarlo como un asentamiento de cronología neolítica avanzada (Ontañon 1995, 2000).

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)
  • ESTR. DE JERRAMAYA

    La estructura campamental de Jerramaya (San Felices de Buelna) es otra gran desconocida del panorama arqueológico de nuestra región. La riqueza patrimonial de la Sierra del Dobra no pasa ni mucho menos desapercibida, ya que yacimientos como el castro de Las Varizas, Las Lleras o Pico del Oro se han ganado por derecho propio un hueco en la historia de Regio Cantabrorum. De todos modos, no parece interesar (sino no se entiende) la conservación y puesta en valor de los mismos, ya que canteras al aire libre, pistas forestales utilizadas para hacer motocross y otros elementos similares pueblan este entorno impunemente.

    Volviendo a lo importante, se sitúa sobre una pequeña elevación de la citada sierra, muy cerca del pico "Canto Jerraluz" y de su vertiente norte. En las inmediaciones se encuentra también el "Sumidero de Las Palomas", una profunda dolina donde nace una fuente del mismo nombre y que desagua a través de dicha cavidad en el río Besaya. El yacimiento fue descubierto por Reigadas Velarde en el año 1989, citándose pocos años después en la "Carta Arqueológica de San Felices de Buelna (1991)". Cabe destacar que en esta obra de Enrique Muñoz et alii se alude de modo erróneo, ya que identifican el enclave con el nombre de Canto Jerraluz en referencia al cercano pico. Poco después el mismo descubridor publicaría un breve estudio del lugar (Reigadas Velarde, op cit.:44-48), aunque tendrían que pasar algunos años para que Eduardo Peralta y Mariano Luis Serna Gancedo atribuyesen (con reservas) la estructura a un posible castellum romano de campaña (Peralta y Serna, 2004:124-125).

    Sería el verano de 2017 quien marcase un antes y un después en el estudio y catalogación del enclave, ya que los ayuntamientos de Torrelavega y San Felices de Buelna se pondrían de acuerdo para proceder a su protección como Bien de Interés Cultural. Para ello llevarían a cabo una campaña de investigación que contextualizaría el yacimiento de una vez por todas, quedando atrás su uso como pista de quads y motos de trial y parando (esperemos) la merma más que evidente de la altura en los derrumbes de la fortificación tardoantigua.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)
  • LA GARITA

    El campamento de La Garita (Cieza – Los Corrales de Buelna) es otro de los enclaves, uno más, que parecen suscitar dudas y más dudas en cuanto a su cronología. Muchos arqueólogos e investigadores lo identifican claramente como un campamento romano o castra, mientras que otros tantos no consideran ni mucho menos acertada tal atribución. Lo peor de todo es que en ambos casos hablamos de "arqueología de interpretación", expresión totalmente en contraposición si lo que tenemos ante nosotros es una fortificación sobre la cual se podrían estudiar los restos materiales que tal vez albergue. Está claro que la interpretación es vital en el estudio de las civilizaciones antiguas, nadie estuvo allí para corroborarlo, pero una puerta en clavícula es un puerta en clavícula aquí y en Roma..lo demás es ver el vaso o medio lleno o medio vacío, según el interés de quien lo vaya a beber. ¿Yo como lo veo? Mi misión es transmitir, no tengo tiempo para enroscarme en debates que seguro perderé :)

    Reflexiones a parte, El campamento de La Garita se encuentra situado sobre lo alto de una pequeña alineación montañosa que discurre paralelamente al rio Besaya hasta llegar hasta la hoz de Las Caldas. Su situación estratégica no deja lugar a dudas, ya que se encuentra dominando un valle prolifero en cuanto a fortificaciones y castros se refiere. Al noreste se observan los castros del Pico del Oro, Las Lleras y Las Varizas, incluso se podría atisbar parte de la estructura campamental de Jerramaya, de más que posible atribución romana. Hacia el Este se encuentra el campamento de Campo de Las Cercas, mientras que si avanzamos hacia el Sureste observaremos el castro y campamento romano de La Espina del Gallego, el castellum de El Cantón y por último a unos 15 kilómetros de distancia, el campamento romano de Cildá. Se cree además que a sus pies pudo discurrir la vía romana que comunicaba Pisoraca con Portus Blendium, de modo que no sería nada descabellado que este enclave fuese coetáneo a los anteriores.

    Fue descubierto en los primeros años del presente siglo por Eduardo Peralta Labrador, Federico Fernández y Roberto Ayllón, aunque la publicación de su existencia tuvo que esperar hasta el año 2009. Dos años antes, fue revisado por José Ángel Hierro Gárate (al que agradecemos el material fotográfico) por encargo de la Consejería de Cultura, Deporte y Turismo para su inclusión en el INVAC (Inventario Arqueológico de Cantabria). Posteriormente, a finales de 2009, se apreciaron sobre el terreno nuevos elementos de interés desconocidos hasta entonces que apoyarían la teoría campamental.

    Agradecimientos: José Ángel Hierro Gárate
    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria. (Edita ACANTO)




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