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  • MONTE BERNORIO

    Cualquier definición del Monte Bernorio se queda corta para explicar lo que ha significado y significa este lugar en la historia de los antiguos cántabros. Podríamos comenzar diciendo que es una de las ciudades fortificadas de la Edad del Hierro más grande halladas en España y también en Europa. O tambien que se trata de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la época prerromana en la península..aún así, seguiríamos quedándonos cortos, ya que sus entrañas siguen albergando secretos y misterios aún por descubrir.

    Situado junto a la localidad de Villaren de Valdivia (al norte de de Palencia), se eleva majestuosos a unos 1.170 metros de altitud, dominando una gran llanura donde en la actualidad se pueden contemplar desde su cima mas de 40 pueblos de las provincias de Burgos Palencia y Cantabria. Creo que con esto podemos entender el valor estratégico y militar de este enclave. Fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1992 y desgraciadamente, más que por su valor arqueológico, fue noticia no hace mucho por ser incluido como ubicación de un futuro parque eólico de 24 aerogeneradores..así nos va...

  • CASTRO DE LA ULAÑA

    El castro de la Ulaña (Humada/Burgos) se encuentra situado en una increíble atalaya natural entre las localidades de San Martín de Humada, Los Ordejones y Humada, dando esta última nombre al municipio donde se situa. El cerro donde se ubica posee una altitud de entre 1.120 y 1.226 metros, ocupando una extensión aproximada de 285 hectáreas. La primera referencia sobre su existencia la cita J.A. Abásolo en la "Carta arqueológica de la provincia de Burgos. Partidos judiciales de Castrojeria y Villadiego", publicada en el año 1978. Concretamente escribe sobre un castro que ocupa una extensión aproximada de 1,5 km, con murallas que alcanzan hasta 2,5 metros de alto y que proporcionaron fragmentos cerámicos. Del mismo modo, en esa misma carta arqueológica, publica la existencia de otro castro que estaría ubicado un nivel inferior, con muralla y puerta de acceso.

    El yacimiento de La Ulaña tiene una extensión aproximada de 586 hectáreas, ocupando 285 la plataforma superior caliza donde se ubicaba el castro. Sobre este dato nos vemos en la obligación de hacer un alto en el camino. No, no existe un error de transcripción en los datos. Por hacer una comparación con el mayor castro prerromano encontrado en Cantabria en cuanto a su extensión, debemos de señalar al castro de Monte Ornedo (Valdeolea) posee 19 hectáreas . La comparación es odiosa por las diferentes características de cada uno de ellos, pero la diferencia ahí queda. Esto lo convierte en el mayor castro de la II Edad del Hierro de la Península Ibérica y uno de los más extensos de Europa. Respecto a las estructuras "habitables", se han encontrado un total de 267, de las cuales hay gran parte que responden a un espacio cronológico más cercano al nuestro, aun siendo antiguas. De todos modos, muchas de ellas son prerromanas, existiendo una gran variedad en cuanto a su forma: ovaladas, rectangulares, circulares, en forma de la letra griega "pi" y un largo etc.

    Su ubicación, como en la gran mayoría de los castros de la zona, no es algo casual. Se sitúa sobre un cerro natural de orografía muy escarpada, siendo muy complicado su acceso debido al fuerte desnivel que posee. El lado más "accesible" (aún sin serlo realmente) se encuentra al Norte del Castro, situándose en este punto casi la totalidad de sus accesos. Por el contrario desde el Sur resultaba prácticamente imposible alcanzar la plataforma superior, al menos a lo largo de 3 kilómetros, ya que existen una serie de farallones naturales que en muchos casos alcanzan los 60 metros de altitud (de ahí que no exista muralla en esa vertiente). Veamos a continuación su estructura defensiva y características más destacables.

  • PEÑA AMAYA

    Amaya es uno de los baluartes de la antigua Cantabria, elevándose esplendorosa sobre la llanura burgalesa. Esta enorme atalaya (1377 metros de altitud) ha sido habitada desde la Prehistoria, alcanzando gran auge en cuanto a presencia humana se refiere a finales del siglo X a.C. Es a partir de este punto donde Amaya comienza a tener una importancia destacable, convirtiéndose en uno de los principales castros cántabros en la Edad del Hierro. La raíz del topónimo "Amaya" quiere decir "am(ma)" o "madre", implicando que su nombre Amaya o Amaia es referido a "ciudad madre", implicando que su nombre Amaya o Amaia es referido a “ciudad madre” o como se denominaría más adelante "capital". No se sabe a ciencia cierta si Amaya fue en esencia capital de los cántabros prerromanos, ya que ninguna fuente clásica así lo recoge. Además no se han obtenido evidencias arqueológicas que así lo reflejasen, teniendo mucho más peso (por ejemplo) los hallazgos de Celada Marlantes, La Ulaña o Monte Bernorio. La misma idea de "capitalidad" no parece muy acertada para unas gentes organizadas en clanes, habitantes de poblados elevados sobre montes interconectados visualmente. De todos modos apoyados en la toponimia y ese aire místico y legendario, muchos creen que si fue la antigua capital de los cántabros.

    Este bastión estratégico que domina el acceso de la meseta a territorio cántabro fue conquistado por los romanos en el transcurso de las guerras cántabras (29-19 a.C.) quienes fundaron entonces la cuidad de Amaya Patricia. La cita más antigua de Amaya la encontramos en el Itinerario de Barro, serie de cuatro placas/tablillas con las vias romanas del noroeste peninsular que data del siglo III d.C.. En la placa número I del citado Itinerario se señala el recorrido de la Vía Legione VII Gemina ad Portum Blendium que, partiendo de Legio VII Gemina (León), tiene su final en Portus Blendium (Suances):

    [VIA] L(EGIONE) VII GEMINA AD PORTVM

    BLE(N)DIVM

    RHAMA VII MIL(L)IAS

    AMAIA XVIII

    VILLEGIA V

    LEGIO I[III] V

    O[C]TA[V]IOLCA V

    IVLIOBRIGA X

    ARACILLVM V

    PORTVS BLEN[DIVM]

    [C(aius) LEP(idus) M(arci filius)] II. VIR

    Otro de los datos que nos indican su importancia estratégica y militar es que el mismísimo Cesar Augusto tuvo instalado un campamento en las proximidades de Amaya. Poco más se supo en los III siglos posteriores hasta la llegada de los visigodos. Es a partir de aquí donde su nombre vuelve a sonar con fuerza. De todos modos ahora nos ocupa hablar de sus orígenes y su desarrollo en la época romana, habrá tiempo más delante de centrarnos en Amaya y su esplendor en la época visigodaducado de Cantabria.

  • MONTE CILDA

    El monte Cildá (Olleros de Pisuerga, Palencia) es otro de los baluartes de los antiguos cántabros. Se cree que albergo la cuidad cántabra de Vellica, de hecho y a diferencia del Monte Bernorio, tambien citado como posible ubicación de la misma, importantes autores como Adolf Schulten, Iglesias Gil, García Guinea y Joaquín Gonzalez Echegaray así lo atestiguan. Fue habitada desde el siglo I a.C, siendo citada por primera vez por Claudio Ptolomeo entre los pueblos cántabros (“Vellika”). De todos modos sigue existiendo la duda de si Vellica y Bergida eran la misma ciudad pero con diferentes interpretaciones en las fuentes antiguas. Al igual que el Monte Bernorio, ocupa un lugar privilegiado en cuanto a su ubicación estratégica. Al Este del castro se encuentra el Cañon de la Horadada desde donde se puede observar una gran llanura donde se cree que se llevó a cabo la conocida batalla de Vellica.

    Las primeras prospecciones fueron llevadas a cabo en 1891 por mediación de Claudio Lopez Bru, segundo Marqués de Comillas y también mecenas de las excavaciones realizadas ese mismo año en el Monte Bernorio. En dichas excavaciones se encontraron una treintena de estelas funerarias correspondientes al siglo III d.C. Ya en el siglo XX la Diputación de Palencia financió estudios llevados a cabo por el arqueólogo Miguel Ángel García Guinea. En este sentido fue quien descubrió junto a su equipo las murallas defensivas y multitud de objetos (estelas sepulcrales, aras, inscripciones honorificas y un largo etc) que dieron la importancia inicial que hoy ya tiene el yacimiento del Monte Cildá. Cabe destacar también a Eduardo Peralta Labrador ya que fue él quien documento la primera tésera cántabra conocida hasta entonces. Se encontró en muy buen estado, conteniendo una inscripción de origen celta. A partir del año 2002 se reanudaron las excavaciones, financiadas por la Junta de Castilla y León. Aún así es un yacimiento prácticamente por descubrir, ya que las catas realizadas han sido escasas. Desgraciadamente el Monte Cildá está incluido en la Lista Roja de patrimonio en peligro, ya que su conservación corre peligro de deterioro.

  • CASTRO DE LAS RABAS

    El castro de Las Rabas (Cervatos, Campoo de Enmedio) ha sido desde hace décadas un referente en el conocimiento de la antigua Cantabria prerromana. Desde las primeras excavaciones realizadas por el equipo de Miguel Ángel García Guinea en 1968-69 (incluso antes) se sabe de la gran importancia del mismo, aportando hallazgos y materiales de incalculable valor arqueológico e histórico. Situado a unos 997 metros sobre el nivel del mar, al noroeste del pueblo de Celada Marlantes, el castro de Las Rabas tiene unas características muy peculiares. A diferencia del Monte Bernorio o del Monte Ornedo, no tiene una amplitud visual que permitiese poder tener controlada una vasta llanura. Su importancia fue más bien "estratégica" que "visual", ya que son dos términos que, aun pareciendo ligado siempre, pueden tener sus matices. La importancia del castro de Las Rabas estriba en el control de una de las vías de acceso naturales entre la Meseta (a través del puerto de Pozazal) a la cuenca de Reinosa y por lo tanto a las vías de acceso a la costa. Esta última circunstancia nos lleva pensar que en sus orígenes pudo estar concebido para tener una función meramente "comercial" más que militar.

    Según se cree, el castro se extiende sobre una superficie aproximada de 10 hectáreas, aunque no se sabe a ciencia cierta debido a que no existen “delimitaciones” claramente definidas. Respecto a su cronología, hasta hace no mucho tiempo había informaciones dispares. Se realizaron dataciones aproximadas en base a los objeto encontrados en las diversas excavaciones arqueológicas, creándose un amplio espectro temporal entre los siglos IV a.C y el I d.C. Por ejemplo, García Guinea y Rincón dataron el castro en el siglo III a.C, sobre todo basándose en los resultados de sus excavaciones y cotejándolos con los objetos similares aparecidos en Numancia. En otra vertiente se situaron otros arqueólogos como Moret, que lo enmarcaba no más allá del siglo II a.C, o Bolado del Castillo y Fernández Vega que en base a sus últimas actividades en el mismo lo sitúan entre el siglo IV/III a.C y el I a.C.

    Respecto al final del castro de Las Rabas existen varias teorías, ya que la datación realizada en varios materiales indica que incluso antes de la llegada de los romanos pudo ser asediado o destruido en alguna ocasión. Debemos que tener en cuenta que la antigua Cantabria era un lugar donde los problemas sociopolíticos entre las tribus del norte eran más que frecuentes. Otra de las teorías (de las más aceptadas) es que, el castro de Las Rabas fue tomado y destruido en el avance de las tropas romanas lideradas por Antistio durante el año 25 a.C. en el transcurso de las Guerras Cántabras. Resulta ineludible pensar en esta secuencia lineal (Monte Bernorio, Monte Cildá, Monte Ornedo y por último castro de Las Rabas) de destrucción hacia el interior de Cantabria.

    Es en definitiva, el castro de Las Rabas es una de las joyas de nuestra región y una fuente inagotable de objetos y hallazgos relacionados con la “Cantabria” prerromana. Desde Regio Cantabrorum queremos hacer también una mención especial a las arqueólogos Pedro Ángel Fernández Vega, Rafael Bolado Del Castillo, Joaquín Callejo Gomez y Lino Mantecón Callejo por su increíble trabajo de campo en los últimos años, los cuales nos ha permitido escribir esta humilde sección.

  • MONTE ORNEDO

    El yacimiento arqueológico de Monte Ornedo es, sin lugar a duda, una de las grandes incógnitas del pasado de Cantabria y sus pobladores. Muy poco a poco van saliendo interesantísimos vestigios a la luz que hacen tambalearse la actual perspectiva de lo que conocemos hoy como Regio Cantabrorum. No es ni mucho menos una afirmación banal y sin argumento, ya que según parece muchos arqueólogos e historiadores (y yo mismo) creen firmemente que "tal vez" la antigua Iuliobriga citada por Plinio se encontrase a sus pies y no en Retortillo. Argumentos publicados como el edificio de Los Trigales, las termas de La Cueva, el yacimiento de Camesa Rebolledo o la cantidad de terminos Augustales del entorno así lo atestiguan. Y de los no publicados ya ni hablamos. Pero antes de introducirnos plenamente en estas teorías, conozcamos un poco más del yacimiento en sí. Se encuentra en el municipio de Valdeolea, dominando el gran valle de Campoo a unos 1.170 metros sobre el nivel del mar. De hecho, posee dos cimas denominadas "Santa Marina" y "Ornedo II" a una altitud de 1.174 y 1.167 metros sobre el nivel del mar.

    La existencia del yacimiento está sobradamente documentada desde hace años, aunque no ha sido hasta la última década cuando los hallazgos han sido de gran relevancia. En el siglo XIX el historiador montañés A. de los Rios mantenía que en la cima del Monte Ornedo se localizaba el campamento de invierno de la conocidísima Legio IIII Macedonica, la cual tenía su campamento principal en la antigua Pisoraca (Herrera de Pisuerga). Posteriormente, el alemán Adolf Schulten verifico la presencia de estructuras defensivas castreñas, así como los restos de una cabaña circular, restos cerámicos y otros materiales. Por este motivo interpreto el yacimiento como un asentamiento castreño prerromano. A finales del siglo XX se produce una gran actividad arqueológica en la zona. En la década de los 60 los arqueólogos Miguel Ángel García Guinea, A. García y Bellido y Augusto Fernández de Aviles identificaron, al igual que Schulten, estructuras castreñas, además de restos de cerámica lista y pintada. Además, durante esta etapa, apareció un término augustal (concretamente en la localidad de Hormiguera) que marcaba el límite de los prata (prados/praderas) de la Legio III Macedonica y el agger de la ciudad romana de Juliobriga. La gran actividad arqueológica en esta década volvió a llevar en 1964 a Miguel Ángel García Guinea y Joaquín González Echegaray a la cumbre de “Santa Marina”. En este sector del yacimiento se encontraron gran parte de materiales arqueológicos de cronología medieval (siglos VII-XIII d.C), pero aun así siguieron apareciendo piezas de época romana. Concretamente un denario anónimo cuya acuñación data de los años 209-208 a.C y un fragmento de terra sigillata hispánica.

    Debido al amplio abanico cronológico del Monte Ornedo, abarcando época prerromana, romana, medieval e incluso moderna (en la guerra civil fue reutilizado como punto estratégico de vital importancia), es complicada la interpretación de todos los materiales hallados desde un punto de vista arqueológico. De todos modos, las últimas campañas (que veremos a continuación) han vuelto a recuperar la importancia del yacimiento de un modo exponencial, aclarando muchos de los aspectos hasta ahora conocidos…y abriendo nuevas teorías que por mucho que parezcan descabelladas..a lo mejor son acertadas.

  • PEÑA DEL CASTRO

    El recinto prerromano de Peña del Castro (La Ercina, León) fue uno de los bastiones vadinienses de la antigua “Regio Cantabrorum”. Se encuentra en la parte más occidental de la antigua Cantabria y en la actualidad las actuaciones arqueológicas allí realizadas han hecho que este yacimiento haya vuelto a la primera línea de las noticias culturales y arqueológicas.

    El castro como tal presenta dos cinturones de muralla bien definidos y a la vista como se puede apreciar en la imagen principal. Entre dichas murallas existen tres espacios claramente separados. El primero de ellos, en la parte inferior del castro, tiene una extensión de 1,22 hectáreas aproximadamente, pudiéndose observar un gran derrumbe hacia el oeste. Desgraciadamente se pueden observar también en este espacio grandes huecos realizados por expoliadores ocasionales..una auténtica pena. Es en este sector donde se puede apreciar indicios de reutilización en época Alto Medieval, exactamente igual que en otros castros situados en el entorno del Macizo de Peñacorada. En el segundo de los recintos, situado a unos 50 metros por encima del primero, tiene unos 4.500 metros cuadrados aproximadamente. Por último, justo a continuación de este recinto, se encuentra el tercero y último. Ocupa una extensión aproximada de 6.085 metros cuadrados y al ser la parte más alta del castro hace las labores de acrópolis.

    Las murallas que lo protegen por la vertiente “más débil” tienen un grosor que oscila entre los 2,30 y los 2,70, siendo estas estructuras similares a las que se puede observar cualquiera de las estructuras defensivas observadas en el área cántabra de la Montaña Oriental. En el lado Norte y Sur del castro no fue necesaria la construcción de grandes muros, ya que las grandes estructuras calizas (farallones) existentes actual de protección natural. No se observan restos de fosos, a no ser que hayan sido colmatados por el derrumbe de la enorme muralla. Eso sí, esta última aparece completamente arrasada (“Castrum Tamen captum deruit est”).

    Por último, cabe destacar que existe un camino próximo al castro con un paso en peña que llama verdaderamente la atención denominado como paso de “La Gobia”. Posiblemente este corte y otro que existe en las cercanías en dirección a la Devesa, son los que dieron el nombre a la Acisa, término que toponímicamente hablando es bastante común en otros lugares del imperio romano: castra intercisa, intorcisa que deriva del verbo latino "intercido" separar por corte.

  • PEÑA DE SAMANO

    Descubierto por Félix González Cuadra en 1972, el castro de la Peña de Sámano (Castro Urdiales) es uno de los poblamientos prerromanos más imponentes de la costa oriental cántabra. Esta increíble atalaya natural albergo hace siglos un recinto castreño de aproximadamente 10 hectáreas, el cual se cree que fue poblado por el pueblo de los autrigones. Esta tribu prerromana fue situada por Ptolomeo entre los ríos Asón (Cantabria) y Nervión (País Vasco), indicando que su territorio limitaba con el de los caristos por el este y los cántabros por el oeste. Otros historiadores como Plinio el viejo citaba "entre las diez ciudades de los autrigones" Tritum (Monasterio de Rodilla) y Virovesca (Briviesca), ambas en Burgos, lo que nos da a entender el amplio territorio que ocupaba esta tribu de norte a sur entre los territorios de cántabros y caristos.

    Volviendo al castro en sí, combina a la perfección la fortificación mediante grandes murallas de más de 2 metros de alto con el aprovechamiento de los accidentes naturales de la peña. En lo alto del mismo han podido distinguirse vestigios de una pequeña organización urbana, observándose resto de edificaciones de planta rectangular (con las esquinas redondeadas eso sí) y pequeñas estructuras de planta ovalada. Destacar que justo en el centro del área de hábitat del poblado se ubica la conocida como Cueva de Ziguste. En las excavaciones y posteriores investigaciones realizadas por el equipo de R. Bohigas y por M. Unzueta se menciona también la posible existencia de una organización estructural del poblado, atisbándose cierto "urbanismo" en la ejecución y construcción del mismo por parte de sus moradores. Presenta dos accesos principales. Uno denominado la "Puerta de Sangaza" (al norte) y otro denominado como "Puerta del Vallegón" (al oeste), ambas combinando ensanchamientos de muralla y pasillos estrechos para regular y controlar el paso al interior del recinto.

  • CASTRO DE LAS LLERAS

    El castro de Las Lleras (San Felices de Buelna) se encuentra enmarcado en la vertiente Sur de la Sierra del Dobra, donde existen un buen número de vestigios y otras localizaciones castreñas. En este sentido debemos destacar que Las Lleras es uno de recintos menos elevados de la zona (alrededor de 465 metros), ya que el resto superan los 500 metros de altitud. Fue identificado de un modo fortuito por el investigador y espeleólogo J. F. Arozamena Vizcaya en el año 1977. Su presencia por la zona se debía al rescate del cadáver de un espeleólogo accidentado en la sima de La Arenosa, la cual dista unos 400 metros del castro y que está ubicada en el crestón calizo que apreciamos en la imagen. Desde su descubrimiento, el castro de Las Lleras ha sido citado por lo mejor del panorama arqueológico regional: Bohigas (1978 y 1986-87), por Muñoz et alii (1991), Reigadas Velarde (1995), González Echegaray (1997), Pumarejo et alii (2000), Peralta (2002 y 2003) y Peralta y Serna (2006)..aunque desgraciadamente nunca ha habido una campaña de prospección o excavación como tal.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)
  • CAMPO CIUDAD

    El castro de Campo Ciudad (Cistierna - León) sigue siendo al día de hoy una autentica incógnita. Desde su descubrimiento el 23 de Marzo de 2012 poco o nada se sabe del mismo, ya que a parte del estudio visual y estructural sobre el terreno, no se ha llevado a cabo ningún tipo de prospección arqueológica hasta el momento. De hecho, hasta la puesta en escena del mismo ha sido un tema de controversia, ya que sus descubridores, los historiadores Siro Sanz y Eutimio Martino, ni siquiera fueron citados en la carta arqueológica del Servicio Territorial de Cultura. Todo esto basando dicha publicación en un estudio redactado por ellos mismos unos meses después de su descubrimiento..en fin.

    El castro se esta ubicado en la cara sur del macizo de Peñacorada unos 1.481 metros de altitud y se encuentra rodeado por el Pico Corberto (1.679 m) al Norte, por Peñacorada (1.831 m) al Este y por el pico Valdelagua (1.551 m) al Oeste. Esta ubicación es conocida desde hace cientos de años, pudiendo observarse en las fuentes escritas citas directas sobre este lugar. La referencia más antigua se encuentra en un documento de 1182, donde Fernando II concede a la iglesia de Santo Tomas (Santiago de Compostela) el realengo de Quintana de la Peña. En dicho escrito se citan numerosos términos de Peñacorada, entre los que se distingue “Civitatem” - ciudad en latín. Otro claro ejemplo es un pleito entre el concejo Valle de las Casas y Almanza (año 1542), donde ya se hace referencia directa a Campo Ciudad en la forma actual.

  • CASTRO DE LAS VARIZAS

    El castro de Las Varizas (San Felices de Buelna) es otra de las joyas ocultas de la Sierra del Dobra. Como ocurriese con otros recintos fortificados de esta formación montañosa como por ejemplo el castro de Las Lleras, fue protegido de la acción minera de la zona (cantera MITOSA-SOLVAY) gracias a su declaración de Bien de Interés Cultural como figura de Zona Arqueológica. Aún así debemos destacar que en el entorno inmediato al yacimiento, al norte, la actividad de la cantera sigue en marcha, de modo que tal vez sigamos perdiendo parte de nuestra historia sin saberlo..en fin..Situado sobre la localidad de Sovilla a unos 515-530 metros de altura, esta atalaya natural se alza imponente sobre el valle de Buelna, justo en el epicentro del antiguo pueblo de los Blendios. El nombre del castro bien podría relacionarse con las estructuras que remataban el vallado de la muralla existente, de ahí que derive del latín "vara" (madero largo y delgado). De todos modos, existen otras teorías igual de válidas que lo asocian a la avellaneda de la cara norte del yacimiento.

    La primera cita de este yacimiento se publica en la prensa en el año 2000, concretamente por Federico Crespo García Barcena. Nativo del valle y concejal de Cultura del Ayuntamiento de San Felices de Buelna, es también conocido por ser quien identifico en primer término el campamento romano del Campo de Las Cercas. Cierto es que lo hizo erróneamente (como castro cántabro) y que fue Eduardo Peralta quien lo asocio correctamente a su origen, pero su nombre ahí queda. Volviendo al castro de Las Varizas, tenemos que destacar que otros arqueólogos como Ramón Bohigas o Pedro Miguel Sarabia tenían conocimiento de las estructuras del recinto incluso antes de su publicación en el año 2000, pero la difusión del mismo públicamente no se produjo, dato que no tiene por qué determinar que no se conociese anteriormente.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)
  • CASTILLO DE PRELLEZO

    El castro de Castillo (Prellezo, Val de San Vicente) es un yacimiento único en Cantabria. Muchos podrán pensar que no es ni el más espectacular, ni en el que más materiales se han podido obtener, ni siquiera el más vistoso. Pero eso si, no existe en la región otro castro similar, ya que las estructuras defensivas de este enclave castreño corresponden a fortificaciones características de los castros marítimos, abundantes en Asturias y Galicia pero sinigual en Cantabria. Se ubica en la rasa litoral occidental de Cantabria, sobre un promontorio marino en forma de península del que toma el nombre. Dicha península tiene una extensión aproximada de tres hectáreas, internándose en el mar por un punto denominado como "Punta de la Garita" y siendo el lugar ideal para este tipo de fortificaciones marítimas.

    La identificación del castro de Castillo como tal es relativamente reciente (Eduardo Peralta, F. Fernández y R. Ayllón en 2003), aunque la zona ha tenido interés arqueológico desde finales del siglo pasado, concretamente desde la década de los años 80. Fue por aquél entonces cuando el CAEAP, tras prospectar la cueva de Castillo, encontró diversos materiales del Paleolítico Superior y de la Prehistoria reciente. No confundamos esta pequeña cavidad con las cuevas del Monte Castillo. Los restos encontrados, además de algunos concheros mesolíticos en pequeñas cavidades próximas, pusieron ya este enclave en el mapa arqueológico de la región. No sería hasta Febrero de 2003 cuando, tras realizar un corte por la construcción de una pista de la concentración parcelaria, se identificó y notificó el hallazgo de la estructura castreña. Es a partir de este momento cuando Eduardo Peralta solicita el permiso para realizar una prospección visual, además del levantamiento topográfico y limpieza del corte citado, dando estos trabajos como resultado los datos que podemos citar en esta sección.

    Agradecimientos: Lino Mantecón Callejo

  • CASTRO DE LA LOMA

    El castro de La Loma (Santibañez de la Peña, Palencia) es el mayor exponente en cuanto al conocimiento sobre las guerras cántabras se refiere. Hasta el momento es el castro más importante aparecido en la comarca del Alto Carrión, y se sabe que estuvo ocupado durante la IIª Edad del Hierro por una comunidad de cierta importancia. La gran cantidad de vestigios aquí encontrados además del valor arqueológico del conjunto del yacimiento, no solo del castro sino de los campamentos romanos que lo rodean, hacen de este lugar un enclave único. Fue hallado por el conocido investigador reinosano Miguel Ángel Fraile en el año 2003, siendo posteriormente excavado por una de las eminencias en el mundo de la arqueología en nuestra región: Eduardo Perarlta Labrador. En este sentido debemos destacar que muchos de los yacimientos relacionados con las guerras cántabras, como el castro de La Loma, "salen a la luz" a principios de este milenio, siendo además excepcionales escenarios en la investigación de la época prerromana y romana en el territorio de los antiguos cántabros.

    Situado a unos 1.124 metros de altitud, el castro de La Loma posee una extensión aproximada de unas 10,18 hectáreas, superficie que denota su importancia como "oppidum". De hecho, muchas de las teorías existentes hasta este momento apuntan a que el castro de La Loma pudiese haber sido la capital del pueblo cántabro de los Camáricos (o Tamáricos según la fuente). El geógrafo romano Ptolomeo ya ubicó en el siglo II d.C. la capital de este pueblo, Camárica, en la zona meridional de la antigua Cantabria. Este dato, junto con la aparición de varias inscripciones romanas en localidades palentinas relativamente cercanas (Ruesga y Dehesa de Montejo) referente a la ciudad de Camárica y alimentado por la fuerte presencia militar y datos de asedio del castro, hacen pensar que La Loma pudiese ser la capital de este conocido "populus cántabro". De todos modos, hasta que no existan datos arqueológicos concluyentes, esta afirmación no deja de ser una teoría con muchos fundamentos a favor y otros en contra. No olvidemos que Ptolomeo la cita en el siglo II d.C., momento en el cual es más que probable que el castro de La Loma estuviese totalmente arrasado y extinto tras las diferentes campañas de las guerras cántabras.

    Independientemente de que fuese o no Camárica, de lo que no cabe la menor duda es de la importancia de este "oppidum". Su punto más accesible se encuentra en el sector nordeste y norte, siendo el suroeste y sureste su sección mejor "protegida" por los accidentes geográficos, ya que se encuentra parcialmente acantilado hacia el estrechamiento de la Hoz donde se unen los ríos Valdivia y Las Heras y el arroyo de San Roman. Es en el primero de los sectores (nordeste/norte) donde se encuentra uno de los puntos más impresionantes de todo el yacimiento: el derrumbe la muralla. Por la cara externa de la misma alcanza más de doce metros de altura desde la cima hasta la base del terraplén, completándose la misma con un foso exterior en V de cuatro metros de anchura por otros tantos de altura tallados en el subsuelo rocoso. Hasta el momento, esta obra de gran envergadura no ha sido documentada en ningún otro castro del antiguo territorio cántabro. Ya no solo nos da a entender que el castro de la Loma fuese un gran poblamiento indígena, sobre todo por la gran cantidad de mano de obra necesaria para su construcción, sino que para arrasarlo completamente fuese necesario un contingente romano de enormes proporciones.

    Fuente: "La conquista romana de la Montaña Palentina: el asedio de La Loma" (Santibáñez de la Peña). Autor: Eduardo Peralta Labrador
  • FONTIBRE-ARGÜESO

    El castro de Fontibre-Argüeso (Campoo de Suso, Cantabria) se sitúa en un cerro entre las localidades que le dan nombre. De hecho, por este motivo y por su ubicación entre el Alto de La Campana y el Alto del Hornero, el yacimiento ha recibido y recibe diferentes nombres derivados de todos estos componentes toponímicos: "Castro de Fontibre", "Castro de Argüeso", "Pico de La Hoz", "Pico del Castro", "Pico La Campaña", "Peña Campana" etc. Varios de ellos fueron descartados o reasignados hace años, ya que por ejemplo en las cercanías tanto de Fontibre como de Argüeso fueron encontrados otros poblamientos prerromanos, "adoptando" ambos el nombre de la localidad a la que estaban ligados.

    Su posición estratégica, dominando el valle del Hijar y las vías de comunicación, junto con lo abrupto de sus accesos, hicieron de este lugar un paraje de lo más atractivo para sus antiguos pobladores. No olvidemos tampoco la cercanía de amplias extensiones de terrenos llanos y de suave pendiente, aspectos vitales en la vida cotidiana de aquel tiempo ya que eran ideales para la agricultura y pastoreo. El cerro donde se ubica tiene una altitud máxima de 1059 metros, aunque la zona más propensa para un hábitat confortable (es decir, más llano) se encuentra unos 100 metros por debajo de la cumbre. De forma alargada, el recinto posee en su eje mayor una distancia de 350 metros entre "pared y pared", reduciéndose a tan solo 50-75 en su punto más estrecho.

    El castro fue descubierto por A. Arredondo en la década delos 70. Los estudios iniciales sobre el mismo fueron realizados por Bohigas y Marcos en el año 1985, pero no sería hasta el año 1990 cuando se comenzase ainvestigar a fondo y citar en diferentes publicaciones. Serían Miguel ÁngelGarcía Guinea y E. Van den Eynde, en colaboración con R.Rincón y dirigiendo lostrabajos desde el Instituto Sautuola, quienes iniciasen las excavacionesarqueológicas. Pero antes de nada, veamos un poquito más de su estructura defensiva.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)
  • CASTRO PICO DEL ORO

    El castro de Pico del Oro (San Felices de Buelna, Cantabria) es el típico ejemplo de estructura castreña de pequeñas dimensiones. No todos los castros cántabros cuentan con el esplendor del castro de Las Rabas o Monte Ornedo, sino que muchos de ellos eran pequeños recintos con las características básicas para su habitabilidad. Se sitúa a unos escasos 600 metros en línea recta del castro de Las Varizas y fue descubierto e identificado por R.Bohigas Roldan en el año 1977. Ha sido estudiado en diferentes épocas y contextos por arqueólogos e investigadores de renombre como Muñoz et alii (1991), González Echegaray (1997), Reigadas Velarde (1996), Pumarejo et alii (2002), Serna (2002) y Peralta Labrador en dos ocasiones (2002-2007). Se encuentra en el extremo occidental de la Sierra del Dobra, acechado por la conocida cantera de Mitosa-Solvay y situado sobre un pequeño pico de pronunciadas laderas.Es prácticamente inaccesible desde todos sus flancos excepto por el Este y el Norte, en donde la pequeña cumbre conecta con el resto de abruptas cimas de la sierra. Sus estructuras defensivas, bastante simple en cuanto a su morfología y complejidad, se encuentran situadas en cotas de entre 400 y 410 metros de alto, dominando el paso natural entre el valle de Buelna y la costa Cantábrica.

    Se pueden identificar diversas fases constructivas que se solapan, siendo difícil su interpretación por esta circunstancia. De todos modos, existen elementos visibles como derrumbamientos de muralla que no dan lugar a dudas. El más importante es un gran derrumbe separado en dos "brazos" que forman un algo casi recto. El más largo de ellos mide unos 37 metros de longitud, mientras que el otro tiene unos 26 metros aproximadamente. En el nexo de unión entre ambos, donde se forma el ángulo, se presupone lo que podría ser una puerta de acceso, basándose sobre todo en una pequeña depresión de la muralla en este punto. Según diversas interpretaciones aportadas por los diferentes autores, se cree que el perímetro total (basándose en las distancias obtenidas en esos dos "brazos") rondase unos 70 metros aproximadamente. De todos modos no todos piensan lo mismo, ya que por ejemplo Reigadas Velarde propone un recinto bastante mayor y de planta diferente (115 metros). Es este mismo autor quien identifica (Reigadas Velarde, 1995:37) una pequeña construcción cerca del recinto principal como un puesto de vigilancia, concretamente en el flanco Oeste y "colgada" sobre los abruptos acantilados de la sierra (ver imagen más abajo).

    Respecto al nombre o topónimo del castro de Pico del Oro, existen otras acepciones también válidas como "Peña`l Oro" o "Pico Toro". Muchos creen que el nombre de Peña del Oro viene dado por la presencia imponente de las ruinas y la "leyenda" de que en el lugar había escondido un tesoro..creible o no, ahí está la interpretación. Lo que está claro es que topónimos como "Peña Toro" están más bien ligados a una mala interpretación o mala transcripción del nombre original. Aún asi, existen otros topónimos menos utilizados como "Peña Castillo", utilizado sobre manera en la cartografía minera (siglo XX) y también ligado a las ruinas allí presentes.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)
  • CEJA DE LAS LOMBAS

    El yacimiento de La Ceja de Las Lombas (Arenas de Iguña) se encuentra en pleno corazón del valle del Besaya, tierra de Blendios. Inicialmente fue conocido como castro de Cueto del Agua, pero años más tarde se corregiría esta denominación por no ser del todo adecuada. Se encuentra ubicado en un cordal/sierra que delimita los valles de Cieza e Iguña, justo en un espacio de suaves pendientes que hacen de este enclave un lugar idóneo para el hábitat castreño. Fue A. Arredondo quien coloco este yacimiento en el panorama arqueológico regional en la década de los 70. Como apuntamos previamente, fue citado como castro de "Cueto del Agua" en los orígenes (Arredondo, 1976-77:551-552). Tendrían que pasar 20 años hasta que el yacimiento volviese a saltar la palestra informativa, ya que E. Peralta y A. Ocejo dieron a conocer una fíbula de torrecilla de tipo celtibérico allí encontrada, complementando este increíble hallazgo con la interpretación de una posible necrópolis de túmulos y la aportación de la documentación fotográfica del lugar (Peralta y Ocejo, 1996:32-34). Gracias a sus investigaciones La Ceja de las Lombas fue identificado cronológicamente como castro de la II Edad del Hierro. Como último apunte, destacar que sería el propio Peralta Labrador quien aportaría el topónimo actual del yacimiento pocos años después (Peralta Labrador, 2003:73-75).

    La estructura principal encierra un espacio rectangular de unas 5.4 hectáreas aproximadamente, aunque con algún que otro matiz que veremos más adelante. Posee unos 170 metros de anchura máxima por unos 470 metros de largo, aunque en muchos de los puntos del mismo resulta bastante complicado "cerrar" el recinto rectangular, pudiendo albergar otras pequeñas estructuras por las cuales no se puede afirmar rotundamente su área sea la citada previamente. Si esperamos encontrar un muro de grandes dimensiones como en otras fortificaciones, este no es el castro indicado, ya que las dimensiones del mismo son bastante discretas en cuanto a alzado se refiere. Concretamente, el cierre del flanco Este es el mejor conservado y visible, pudiéndose apreciar un muro consistente con grandes areniscas y alrededor de un metro de alzado conservado que parece contener una terraza o escalón "excavado" en la ladera. No parece haber derrumbe de muralla a sus pies, algo bastante característico en otros recintos fortificados y que en La Ceja de Las Lombas brilla por su ausencia en muchos sectores. En el sector Sur-Este existe un espacio abierto en el cierre de aproximadamente 60 metros, el cual parece aterrizado en pequeños escalones y que puede interpretarse como el acceso original al castro.

    Bibliografía: Castros y castra en Cantabria.(Edita ACANTO)




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