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  • CUEVA DE SOPEÑA

    Hasta Miera, donde "cielo y tierra se juntan", llegaron nuestros más remotos antepasados. Hombres y mujeres cazadores-recolectores ascendían hasta las escarpadas cimas del Valle del Miera entre hace 30.000 y 10.000 años. Las condiciones climáticas limitaban sus visitas al verano, donde la caza de cabras monteses y la pesca de salmones y truchas en el Río Miera, atrajeron a numerosos ancestros hasta nuestras incontables cuevas. Fruto de estas visitas son los importantes vestigios documentados en las Grutas de El Rascaño, El Puyo y especialmente El Salitre. Ésta última, además de servir de refugio, fue empleada como santuario rupestre en al menos, dos momentos, en el Solutrense (18.000 años) y en el Magdaleniense (15.000 años de antigüedad).

    La Cueva de Sopeña (Salitre II), una auténtica recreación de la Cueva de El Salitre durante el Paleolítico Superior, permite descubrir cómo era la vida en las cuevas del Alto Miera y cómo se pintaron las representaciones rupestres conservadas especialmente en Salitre. Sopeña es una cueva de gran belleza y naturalidad. Realizaremos un viaje al pasado más remoto y conoceremos cuáles son las labores cotidianas realizadas en el campamento. En este punto se abordan temas del día a día... las dificultades con las que habitualmente se encuentran y cómo se enfrentan a ellas, desde la preparación del fuego a la recolección de alimentos, la caza, la pesca, el trabajo del sílex o el trabajo de hueso y asta.

    No lejos del campamento, encontramos los fácsímiles de los paneles de las pinturas rojas de El Salitre. ¿Por qué pintan? ¿cuál es el sentido de las figuras? ¿cómo y con qué realizan sus dibujos? Son incógnitas que a día de hoy se desconocen en su mayoría, pero haremos un esfuerzo por ponernos en su piel y tratar de entender su mundo en una doble vertiente... “nosotros estamos mirando sus pinturas... pero sus pinturas nos observan también a nosotros”. En el interior de la cueva, donde la oscuridad es total, descubrimos el panel de las pinturas negras con las mismas incógnitas... ¿por qué entrar a lo desconocido a realizar estas representaciones artísticas?

    Nos adentramos en Sopeña bajo tierra... tras un estrecho pasillo, la gruta se convierte en una fantasía geológica donde caben todas las formaciones posibles. Comprenderemos y entenderemos los caprichos que forma el agua en conjunción con el tiempo. En lo más profundo de la cavidad encontramos a los primeros moradores de Sopeña... el gran oso de las cavernas. Varias oseras albergaron en su día durante los duros inviernos glaciares a esos grandes e imponentes animales. Adultos, y sobre todo crías que allí nacieron, nos han dejado sus huellas en la arcilla para que hoy las podamos disfrutar.

    Texto, documentación gráfica y agradecimientos: Paula Ríos Diaz




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