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  • RECINTOS DEL MOURO Y VALBONA

    Es curioso observar, a medida que sigues los pasos del ejército romano en su conquista por el Norte de Hispania, que sus pautas seguían un esquema básico a la par que efectivo. Ya nos lo encontramos en Cantabria hace décadas, incluso en nuestros días la aparición de nuevas estructuras campamentales no hacen más que reafirmar el paso ordenado de las legiones tanto en la conquista como en la posterior apertura de vías de comunicación: En Cantabria, los campamentos de El Cincho, Cildá, La Espina del Gallego y el Campo de Las Cercas en la conocida vía del Escudo o los campamentos de La Poza y Sierracastro en la aún por determinar vía del Besaya hacia Portus Blendium. En Asturias, las diferentes vías de acceso desde la Meseta que se aproximan a la costa cumplen un patrón similar: Los campamentos de L.lagüezos y Curriel.los en la famosa vía Carisa o, más al Noroeste y en otro frente, A Granda das Xarras o A Recacha. Nos encontramos ante estructuras militares "custodiando" el paso de importantes y atípicos viales (de montaña) con un incalculable valor para el control del territorio.

    Hoy abrimos un nuevo frente de comunicación junto a la (desconocida para muchos) vía de La Mesa, uno de los principales accesos al territorio astur trasmontano en época romana. Discurre desde la "Asturia cismontana" hasta la desembocadura del río Nalón, ubicación de la antigua Flavionavia citada en las fuentes clásicas. Tanto la vía de La Mesa como La Carisa responden en teoría a un mismo patrón direccional Sur-Norte en el avance de las tropas romanas, algo muy similar a lo que hemos expuesto anteriormente con el acceso por la cuenca del Besaya o por la Sierra del Escudo hacia la costa.

    Siguiendo el trazado de estas vías, se produjo el hallazgo del recinto del Mouro en el año 2010. Se realizó gracias a los vuelos de prospección llevados a cabo por el Instituto Ausonius de Burdeos, dirigidos por F. Didierjean, cuyo objetivo era definir los principales corredores de entrada del conflicto del Bellum Cantabricum et Asturicum. Un año después el mismo equipo, gracias a la prospección insitu y a las diferentes ortofotos, identificaron el recinto de Valbona, completando así un nuevo hallazgo que no hacía más que reafirmar la importancia del enclave. Tras la correspondiente notificación a la Consejería de Cultura del Principado de Asturias (Exp. 605/10), se han llevado a cabo diferentes intervenciones para definir con exactitud el alcance del yacimiento, si bien es cierto que no se ha realizado ningún trabajo exhaustivo como los que conocemos en los campamentos de la "vecina" Carisa. No obstante, todo apunta a que nos encontramos ante un conjunto arqueológico que dará que hablar a corto plazo. Un enclave que a buen seguro irá ganando importancia dentro del mapa militar romano en la conquista del territorio astur.

    Bibliografía: "El Mouro. Castrametacíon en la vía de La Mesa" Autora: Esperanza Martín Hernández (Las Guerras Astur-Cántabras - KRK Ediciones)
    Agradecimientos: Dolabra Arqueología y Patrimonio / Jorge Camino Mayor
  • ESTELA FUNERARIA DE DOVIDERO

    La verdad es que leyendo el título sin ahondar más en la temática que nos concierne, todos podríamos pensar que estamos ante una personalidad importante dentro de la sociedad cántabra. Alguien cuya capacidad de liderazgo tanto en lo social como en lo político, incluso en lo bélico, destacaba por encima de la del resto. El último de una estirpe de realengo respetada por todos los pueblos a los que representaba..nada más alejado de la realidad. La "corocottización" y exaltación de la figura de los antiguos cántabros, de los que desconocemos aún más de lo que creemos saber, nos ha llevado (a mi incluido) a pensar que estábamos ante un heroico príncipe contemporáneo. Como iremos viendo más adelante, los "prínceps" en época romana no eran ni mucho menos así. Podían incluso representar la propia traición ante su pueblo, circunstancia por la cual adquirían el "titulo".

    En la Cantabria actual esta figura siempre ha sido atribuida aún sin "titulo" (al menos en cuanto a las funciones desarrolladas e importancia histórica) a Corocotta, no por su realengo sino por lo que de un modo acertado o no ha representado según la interpretación de las fuentes clásicas..la cantabrización de un mito hecha historia. Ahora bien, si alguien preguntase quien fue el primer príncipe cántabro conocido, la respuesta nos traslada fuera de nuestra región, a territorio vadiniense. Y no, no parece que el mero hecho de serlo en este caso fuese positivo. ¿Su nombre? Dovidero. ¿Cómo sabemos de su estatus?, Por la siguiente e increíble estela funeraria encontrada en las inmediaciones de la ladera sur de Peñacorada (Valmartino, León).

    A diferencia de otras muchas estelas vadinienes realizadas de un modo exquisito sobre cantos de rio, la estela de Dovidero está creada sobre piedra caliza. La superficie fue bastante igualada por quien la modeló, por el contrario al resto del monumento no se le prestó especial atención. Posee unas medidas de unos 1,03 metros de alto por 48 cm de ancho, con un grosor de unos 23 cm aprox. Tanto por estas características como por las que veremos a continuación, se cree que estamos ante una estela funeraria de entre los siglos I-III d.C. sin poder determinarse una cronología más exacta.

    Bibliografía: "Princeps Cantabrorum en una nueva inscripción". Julio Mangas y David Martino, Universidad Complutense de Madrid
    Agradecimientos: Fernando Muñoz Villarejo.
  • LA PUNTA DEL CASTIELLO DE PODES

    Como todos sabemos, una de las grandes maravillas de la costa cantábrica reside en su quebrado litoral: Grandes plataformas, increíbles espigones y abruptos acantilados modelados por la fuerza del mar. A diferencia de lo que se pueda pensar, muchos de estos enclaves costeros eran el lugar idóneo para el hábitat, ya el bravío Cantábrico ha sido, es y será fuente inagotable de alimento. Esto, unido a las defensas naturales que muchas de las citadas plataformas proporcionaban, convirtieron a la costa de Asturias y Cantabria en un floreciente espacio de hábitat entre Prehistoria y la Edad del Hierro. En nuestra región, tenemos claros ejemplos de castros o poblados costeros en el Castillo de Prellezo (Val de San Vicente), en el malogrado recinto defensivo de Cotolino-Arcisero o en el parking de playa / yacimiento de Punta Pilota, ambos en el municipio de Castro Urdiales.

    En el caso concreto de Asturias, la monumentalidad de este tipo de enclaves siempre ha sido mayor que la de Cantabria, observándose aún en nuestros días los restos estructurales en la mayor parte de ellos. Pero en el caso que nos ocupa, acudimos atónitos a uno de los grandes problemas de conservación de este tipo de yacimientos: Los procesos de erosión natural. Esto unido a la desidia institucional, nos lleva a un escenario de destrucción y perdida con demasiados precedentes en cualquiera de las citadas regiones. En Cantabria por ejemplo tenemos claros ejemplos de este tipo de procesos erosivos: Uno de los mayores y más importantes yacimientos del Paleolítico Superior en la cornisa Cantábrica, la cueva de Covalejos, sufre procesos de escorrentía natural incrementados por el desplazamiento de tierras (y materiales prehistóricos) que las cabras que la habitan precipitan hacia un sumidero de kilómetros de profundidad. Más hacia la costa, concretamente en la zona de Rostrio – Santander - nos encontramos nuevamente con la exposición de materiales e industria lítica (en cantidades ingentes) ante la fuerza de las mareas y el mar Cantábrico, que arrastran hacia sus profundidades todo lo que encuentra a su paso.

    Esta introducción sobre los procesos de erosión natural, inevitables todo sea dicho, nos ayuda a comprender el grave problema en uno de los castros costeros más maravillosos de nuestro litoral: La Punta del Castiello de Podes (Gozón, Asturias). Este enclave, conocido en los últimos meses por los tira y afloja con la administración, no se libra desgraciadamente de la irrecuperable perdida de materiales arqueológicos en el fondo del mar. Lo más preocupante de todo es que, independientemente de la gravedad del problema, las instituciones hacen oídos sordos a los diferentes llamamientos al respecto. En Septiembre de 2015, el arqueólogo Alfonso Fanjul presentó ante la Consejería de Cultura del Principado un proyecto de prospección del castro cuyo objetivo era evaluar los restos existentes antes de que la erosión del mar pudiera arrastrarlos sin vuelta atrás. En este mismo yacimiento, los precedentes no eran halagüeños, ya que elementos de gran interés arqueológico como un conchero de la Edad del Hierro (con restos cerámicos) habían desaparecido por la fuerza del Cantábrico. Resultado del expediente: Denegado. Fue rechazado argumentado "otras prioridades en la protección del yacimiento" o que "no existía tal emergencia". Una auténtica pena atendiendo a los resultados que podrían obtenerse en un enclave de tal potencial arqueológico.

    Bibliografía: ALVAREZ PEÑA, A. (2002): "El castru de `La Punta ´ L Castiello´, Podes (Gozón)”. Asturies, 13, Oviedo: 20-25.
    CAMINO MAYOR, J. (1995): "Los castros marítimos en Asturias."
    FANJUL PERAZA, A. (2005): "Los castros de Asturias. Una revisión territorial y funcional." Oviedo.
    Agradecimientos: Alfonso Fanjul Peraza.
  • EL CALDERO DE CABARCENO

    Al igual que ocurre con las estelas cántabras, el caldero de Cabárceno rebosa un aire de misterio y misticismo que plantea aun en nuestros días más interrogantes que respuestas. Tal vez no sea tan conocido como las monumentales estelas de Barros, Piélagos o Toranzo, incluso me atrevería a decir que jamás veremos un camiseta con los motivos decorativos o la forma de esta increíble pieza. Pero no lo olvidemos: Estamos ante uno de los iconos con letras mayúsculas de la historia de Cantabria, mucho más antiguo y sin apenas paralelos en la Península Ibérica. Y con todo, la información disponible cara al público sigue siendo mínima lejos del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria. Al igual que con alguna que otra estela, publicada incluso en Wikipedia "señalando la tumba de un antiguo guerrero", sobre el caldero de Cabárceno hay demasiada mitología publicada en la red y poco rigor a la hora de acceder a información veraz. Se ha llegado a escribir que cántabros lo arrojaron al profundo agujero para que los romanos no se hicieran con él (cuando llegaron como mínimo 600 años después a Cantabria), o que fueron estos últimos los que lo trajeron por mar.

    Sea lo que fuere, estamos ante una pieza de una tecnología excepcional y abrumadora para la época. Además, una de las pocas que ha llegado completa hasta nuestros días junto con el conocido y próximo caldero de Lois (Crémenes, León). Para que nos hagamos una idea, un "Ipad" contemporáneo a finales de la década de los 90 donde lo más extendido eran los conocidos como "móvil ladrillo". Su cronología aproximada, en torno al 900-650 a.C., nos transporta a un momento donde tanto la metalurgia (y por lo tanto la minería) como los novedosos procesos de fundición y manufactura implicaban amplios conocimientos. Y no olvidemos, en Cantabria tales herramientas no estaban aún al alcance de su mano. Los yacimientos relacionados con la Edad del Bronce Final en nuestra región como el castro de La Garma, el castro de Castilnegro o Peñarrubia, no han podido aportar demasiada información en torno a procesos o herramientas elaboradas a través del metal.

    Volviendo al caldero, fue encontrado el 9 de Diciembre de 1912 en un pozo de la mina Crespa, situada en la vertiente meridional de Peña Cabarga. Hoy en día el lugar es conocido por albergar el increíble Parque de La Naturaleza de Cabárceno, donde podemos observar las rocas dolomíticas y los espacios creados entre las mismas. Fue en uno de estos "espacios", anteriormente depósitos ricos en mineral y arcillas, donde se encontró. La primera descripción del hallazgo la realizaría Francisco Fernández Montes, ayudante facultativo de minas en Cabárceno, quien destacaría que el caldero fue "hallado a una profundidad de 6 metros entre dos grandes rocas y debajo de una masa de tierras mineralizadas". El primer informe meramente arqueológico sería publicado por García y Bellido en el año 1941, basando su primer esquema/dibujo de la ubicación en una fotografía que le aportara años antes H. Obermaier. Eso sí, situando su hallazgo a 15 metros de profundidad. Por aquel entonces ya se hablaba de una gran cavidad de sección en V abierta en la roca madre y colmatada de sedimentos. Esta teoría, bastante aceptada, nos aleja de la imagen "idílica" de muchas publicaciones que nos hablan de cántabros arrojando al fondo de ese pozo en V el conocido caldero como ofrenda. El esquema que podemos ver más abajo nos habla de la posición del caldero entre los dos lapiaces, pero ni mucho menos del "llenado" de sedimentos posterior. El mero hecho de pensar que en apenas 3.000 años se hubiese producido un relleno de depósitos arcillosos queda bastante alejado de la realidad, incluso con la actividad minera del imperio romano en la zona. Es por ello por lo que se cree que el caldero de Cabárceno no fue depositado en la "V" que hoy vemos, más bien que estaba en el interior de una cavidad o galeria que se hundió, o incluso que pudo caer deslizarse por alguna de las posibles grietas en el terreno.

    Bibliografía: "LOS CALDEROS DE LOIS (LEÓN) Y CABÁRCENO (CANTABRIA) Y SU PARADERO SUBTERRÁNEO: ¿AZAR U OBLACIÓN A LA TIERRA?" - Miguel Ángel de Blas Cortina.
  • RECINTO DE SAN ISIDRO

    El recinto fortificado de San Isidro es una de las maravillas arqueológicas de Asturias. Tal vez no sea ni el más extenso ni el más prolífero en cuanto a materiales se refiere, pero su técnica constructiva y su más que posible utilización en la época del auge minero le convierten en un enclave especial. Incluso en nuestros días, las diferentes interpretaciones de su hábitat han dado un giro de 180º desde su uso meramente indígena (un castro como tal) a su más que probable utilización por parte del ejército romano. Es por esto mismo por lo que, siendo puristas, no podemos decir que estamos ante el "castro de San Isidro", dejémoslo en recinto fortificado hasta que futuras intervenciones o análisis nos puedan dar una cronología más exacta.

    Se localiza a unos 700 metros de altitud sobre un cordal que separa los concejos de Pesoz y San Martín de Oscos, muy cerca de la población de Bousoño. Al igual que el cercano Pico da Mina, a escasos 200 metros, fue excavado parcialmente a finales de los años 80 bajo la dirección de Elías Carrocera. En dichas intervenciones y diferentes sondeos del "Plan arqueológico del Navia" aparecieron interesantes materiales tanto cerámicos (siglo I d.C.) como numismáticos (¿Galieno del siglo IV d.C.?) que llevaron a Carrocera a interpretar el yacimiento en un contexto vinculado a la minería de oro en la zona. Incluso se afirmaba que la "importación" de la técnica constructiva de las defensas mediante piedras rocas puntiagudas probaría el origen meseteño de sus habitantes. Pero..¿en qué consiste esta técnica?. Los campos de piedras hincadas o "caballo de Frisia" son un tipo de estructuras defensivas muy típicas de la Protohistoria en Europa que consiste en clavar numerosas piedras con punta para dificultar el acceso de caballos o tropas hacia las murallas de un recinto. De este modo, cualquier guerrero tanto a pie como a caballo podrían lastimarse al intentar rebasarlas, incluso mermaría su movilidad mientras tanto y así se les podría atacar desde lo alto de la muralla. Curiosamente es una técnica defensiva ha sido utilizada durante siglos del mismo modo e incluso evolucionando hasta nuestros días. Por ejemplo, existen obras de finales del siglo XVIII donde se hace referencia directa a "un antiguo fuerte defendido por piedras puntiagudas", incluso las conocidas "X" anticarro (erizos checos) que todos conocemos de la batalla de Normandia son una evolución moderna de este tipo de defensa.

    En el caso del recinto de San Isidro, nos encontramos ante el primer y único ejemplo de estructuras defensivas con piedras hincadas de toda Asturias. En Cantabria tenemos ejemplos de esta tipología aprovechando la orografía natural, ya que podemos observar como los antiguos cántabros aprovecharon los puntiagudos lapiaces que afloraban tanto en el Cincho de Yuso o en el castro de las Lleras (por ejemplo).

    Volviendo a las interpretaciones y estudios, en 2007 el arqueólogo e investigador Ángel Villa Valdés defiende que debido a la cronología de los materiales hallados (siglo I d.C) es posible que nos encontremos ante un contexto militar romano ligado al control visual y explotación de las minas de oro cercanas. No olvidemos que en el vecino pueblo de Arruñada existe un increíble conjunto minero donde se conservan el canal de abastecimiento a la explotación, el depósito y un gran corte abierto en la montaña. Otras hipótesis (Fanjul 2015) apuntan a que nos encontramos ante un enclave perteneciente a la Segunda Edad del Hierro, ya que tanto los materiales como las estructuras defensivas podrían corresponderse perfectamente con dicha cronología. Se vá un poco más allá proponiendo que posiblemente se trate de un traslado o cambio de "ubicación" desde el Pico da Mina a San Isidro a partir de la conquista romana. Unas interpretaciónes que, al igual que el resto, deberán de tenerse en cuenta en futuras intervencionesde ambos recintos.

    Agradecimientos: Ángel Villa Valdés / Alfonso Fanjul. Fotografías: Castros de Asturias
    Bibliografía: CARROCERA FERNÁNDEZ, E. (1989): “El castro de San Isidro. Informe de las excavaciones arqueológicas 1986”. Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1, 1983-1986, 1989: 157-161.
    FANJUL PERAZA, A. (2015): "Social myths and landscape realities of the Asturian Iron Age Hill forts".
    VILLA VALDÉS, A. (2007c): "El Chao Samartín (Grandas de Salime, Asturias) y el paisaje fortificado en la Asturias protohistórica". Paisajes fortificados de la Edad del Hierro. Las murallas protohistóricas de la Meseta y la vertiente atlántica en su contexto europeo. Biblioteca Arqueológica Hispana, 28. Madrid: 191-212.

  • CASTRO DE PENDIA

    En muchas ocasiones asociamos de manera inconsciente la importancia de un castro por su extensión total. Evidentemente los hallazgos materiales también aportan un estatus mayor o menor, pero a veces parece que la superficie marca de manera inequívoca la posibilidad de albergar un gran número de casas y personas, por lo tanto de magnificar su simbología. Curiosamente, en el caso que nos ocupa, nos encontramos con un recinto de dimensiones reducidas, de ubicación y metodología constructiva un tanto extraña y enigmática. Es por esto (y por otros motivos que veremos a continuación) por lo que estamos ante uno de los enclaves castreños más importantes de Asturias. Tanto su emplazamiento, enclavado en un risco de topografía inusual, como la desproporción entre sus potentes murallas y el pequeño recinto que protege, nos dan a entender que era un lugar especial. Y no solo eso, en su interior además del número de cabañas que albergaba (tanto circulares como rectangulares), nos encontramos con dos saunas castreñas similares a las descubiertas en Coaña..algo tiene el castro de Pendia para albergar dos de estos edificios cuando en la totalidad de Cantabria solo se ha encontrado uno de ellos (Sauna de Monte Ornedo, Valdeolea).

    Las primeras noticias sobre el castro de Pendia se remontan al año 1898. Por aquel entonces Bernardo Acevedo y Huelves realiza una primera aproximación de yacimiento: "..una colina cercada en lo antiguo con muralla seca a pizarra, afectando la forma de anfiteatro..". Años más tarde, en 1929, Alejandro García Martínez ampliaría la primera descripción de un modo más detallado y conciso, comenzándose las excavaciones pocos años después (1934) por un vecino de Boal, José Artime. Serian Antonio García y Bellido y Juan Uría Ríu quienes a partir de 1940 excavarían de forma simultanea tanto en Pendia como en Coaña, dejando a la vista gran parte de la maravilla que conocemos en nuestros días. A partir del año 1999 se reactivarían las intervenciones dentro del Plan Arqueológico de la Cuenca del Navia con el objetivo final de consolidar las estructuras y seguir investigando las mismas. Desde 2003 y hasta la actualidad, habitualmente en periodo estival y no siempre de un modo continuo, se realizan diversos trabajos de excavación, restauración y conservación bajo la dirección de Ángel Villa Valdés y Fernando Rodríguez del Cueto. Destacar en este apartado que fue declarado Monumento el 26 de Enero de 1981.

    No cabe duda que nos encontramos ante uno de los castros más espectaculares y prolíferos de toda la región. Es por ello por lo que las visitas y el atractivo turístico del mismo ha aumentado de manera significativa durante desde hace décadas, haciendo de Pendia un destino obligado si queremos conocer más sobre el antiguo territorio de Regio Cantabrorum. Todo un ejemplo para las instituciones cántabras, mucho más ocupadas en promocionar la prehistoria regional y dejando totalmente de lado los yacimientos relacionados con la Edad del Hierro.

    Agradecimientos: Ángel Villa Valdés. Fotografías: Castros de Asturias
    Bibliografía: VILLA VALDÉS, A. (2007): "Intervención en los edificios termales en el castro de Pendia (Boal): reexcavación, lectura y consolidación con Addenda Judicial", en Excavaciones Arqueológicas en Asturias 1999-2002. Oviedo, 283-294.
    VILLA VALDÉS, A.(2009): "Los yacimientos", en A. Villa (Ed): Castro de Chao Samartín. Oviedo, 69-81.
  • CASTRO DE SAN CHUIS

    El castro de San Chuis (San Martín de Beduledo, Allende) es sin lugar a dudas uno de los castros más importantes de Asturias. Décadas de intervenciones arqueológicas han sacado a la luz un increíble poblado fortificado con siglos y siglos de ocupación. Un enclave cuyo origen puede remontarse probablemente al Bronce Final (siglo VIII a.C.), que vivió una época de crecimiento constante durante la Edad del Hierro y que pudo consolidarse como centro administrativo tras la conquista romana (I-II d.C), quien sabe si como civitas. Se eleva sobre una colina que domina los valles formados en torno al rio Arganza, afluente del Narcea. Su ubicación no es ni mucho menos casual, ya que se alza por encima de zonas y enclaves estratégicamente importantes en diferentes momentos de su historia. Como hábitat indígena, tanto su tamaño como su línea visual sobre los otros recintos castreños de las inmediaciones nos hablan de su relevancia, esto sin mencionar aún de su tipología constructiva. Del mismo modo, ya en época romana, nos encontramos ante un asentamiento que controla alguno de los principales itinerarios de la época, principalmente las denominadas como "rutas del oro". Por un lado, las vías que llegaban desde Astorga (capital del convento jurídico) hasta territorio trasmontano. Y por el otro, todos los ramales que recorrían las sierras del Valledor, Los Lagos y Río del Oro relacionadas con explotaciones auríferas y que llegaban hasta la costa. Llama poderosamente la atención que en un radio no superior a 10 kilómetros nos encontremos con varias explotaciones, algunas de ellas de las más ricas y extensas del Noroeste Peninsular.

    Fue descubierto por un vecino de Allende, D. José Lombardía Zardaín, a mediados de la década de los 90. Curiosamente, su fijación durante años por aquel pico de morfología escalonada y perfil cuanto menos llamativo le llevó a intentar atraer a diferentes investigadores hasta que finalmente, fruto del tesón de su descubridor, Francisco Jordá Cerdá y Elías Domínguez codirigieron las primeras excavaciones en el año 1962. Inicialmente se prolongaron durante el verano del citado año pero no sería hasta 1979, ya tan solo con el Dr. Jordá como director, cuando se sucediesen de un modo continuado en pequeñas campañas estivales hasta 1986. Durante todo este periodo, las excavaciones de San Chuis tomaban una dimensión arqueológica de lo más interesante por diversos motivos. El principal, el descubrimiento de más de una veintena de construcciones que, si bien es cierto que no fueron excavadas completamente, arrojaron un amplio abanico de materiales de origen muy variado. Desgraciadamente, aun adquiriendo esta relevancia científica, la difusión y apoyo de las instituciones no fue acorde con la importancia de los resultados. Siendo este castro por aquel entonces un referente en la investigación de la arquitectura castreña y su paso hacia la contextualización romana en todos los sentidos (destacando el ámbito doméstico), no tuvo mucha repercusión a nivel nacional.

    No cabe duda de que San Chuis es un yacimiento especial. Sus diferentes etapas de hábitat, sus estructuras defensivas, los materiales encontrados y las diferentes teorías sobre la militarización (no masificado, sino de flujo constante) del enclave tras la conquista romana, hacen de este castro un destino de lo más atractivo desde la vertiente arqueológica e incluso turística. Esto, unido a la belleza natural que lo rodea y a su estado de conservación, nos invita a revivir la historia de la romanización del Norte de Hispania de un modo sin igual. En Cantabria, tendremos que seguir esperando...

    Agradecimientos: Ángel Villa Valdés. Fotografías: Castros de Asturias
    Bibliografía: "El Pico San Chuis: reseña de un yacimiento pionero en la investigación castreña en Asturias". Ángel Villa Valdés, Sautuola / XII. Instituto de Prehistoria y Arqueología Sautuola - Santander (2006).
  • CASTRELO DE PELOU

    El yacimiento del Monte Castrelo de Pelóu (Grandas de Salime, Asturias) fue una auténtica incógnita hasta hace no muchos años. De hecho su ubicación (inmerso en una de las mayores zonas auríferas que explotó el imperio), sus técnicas constructivas (utilizando la fuerza hidráulica en la excavación de su foso), la magnitud de su aparato defensivo y los diferentes hallazgos materiales en el interior del mismo llevaron a pensar que su periodo fundacional se remontaba a la época romana, bien como pequeño núcleo administrativo sobre las explotaciones de Valabilleiro o Pedras Apañadas (por ejemplo) o bien a modo de control militar sobre las mismas. Pero nada más alejado de la realidad. Las excavaciones realizadas durante los primeros años del presente siglo nos abrieron un horizonte temporal mucho más amplio, trasladándonos directamente a épocas previas a la romanización del territorio.

    El asentamiento fue catalogado por José Manuel González en 1973 como La Pica el Castro (González, 1976: 139), si bien es cierto que entre los vecinos y conocedores del territorio se han utilizado topónimos como Monte Castrelo y Prida del Castro. A partir de su primera cita pocas han sido las referencias bibliográficas sobre el yacimiento, denominándose principalmente como El Castro de Pelóu (Carrocera, 1990: 125; Sánchez-Palencia; 1995: 148). No sería hasta el año 2003 cuando se comenzasen una serie de intervenciones arqueológicas, dirigidas por Rubén Montes López, Susana Hevia González, Alfonso Menéndez Granda y Ángel Villa Valdés, que se prolongarían en el tiempo durante 4 años (en breves intervalos, cierto es). Los resultados de las mismas, que sobrepasaron las expectativas iniciales según sus directores, han sido fundamentales para realizar un mapa cronológico de ocupación del castro como veremos posteriormente.

    Estamos sin duda ante uno de los yacimientos más espectaculares de Asturias, no solo por sus técnicas constructivas, sino por el increíble valor de los elementos y materiales allí encontrados. Un enclave que tal vez no destaque por su majestuosidad y tamaño como otros castros del entorno, pero que tiene un nombre con mayúsculas dentro de la arqueología en el antiguo territorio galaico.

    Agradecimientos: Ángel Villa Valdés. Fotografías: Castros de Asturias
    Bibliografía: "MONTE CASTRELO DE PELÓU (GRANDAS DE SALIME). AVANCE SOBRE SU SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA E INTERPRETACIÓN HISTÓRICA". Rubén Montes López, Susana Hevia González, Ángel Villa Valdés y Alfonso Menéndez Granda, EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN ASTURIAS 2003-2006.
  • CUEVA DE EL JUYO

    La cueva de El Juyo es uno de los grandes tesoros ocultos de nuestra región. Siempre ha permanecido a la sombra de otras grandes cavidades con evidencias coetáneas a su periodo de ocupación, quedando su nombre y relevancia social lejos de lo que realmente merece. Pero no nos equivoquemos: Estamos casi con toda certeza ante el yacimiento del Magdaleniense Inferior más importante de la Península Ibérica. La excelente conservación del mismo permitió acceder a un espacio prácticamente virgen donde todas las evidencias arqueológicas habían permanecido intactas durante milenios.

    Se sitúa en el barrio que la da nombre, en el fondo de una dolina a la cual se accede a través de un camino asfaltado que termina en una explanada (ver mapa). La entrada actual es de pequeñas dimensiones, actuando además a modo de sumidero parcialmente activo por donde transcurre un pequeño riachuelo que ha formado en la roca un nivel subterráneo. A diferencia de sumideros activos como el de la Cueva de Covalejos, donde el agua sigue arrastrando evidencias prehistóricas sin que nadie ponga remedio, en El Juyo tenemos la inmensa suerte de que el agua ha creado su "camino" inmediatamente por debajo del nivel habitado. Quiere decir esto que su estratigrafía se ha conservado a la perfección, quedando el "cauce" muy por debajo del nivel fértil del yacimiento. Si nos situamos en su entrada actual y miramos hacia la izquierda, podríamos ubicarnos virtualmente en lo que fue el acceso primitivo. Al acceder a su interior por dicha boca (de un modo figurado) llegaríamos vestíbulo, el cual se encuentra parcialmente colmatado por desprendimientos y coladas estalagmíticas. Adentrándonos en sus entrañas nos encontraremos con galerías de proporciones considerables que zigzagean hasta reducirse en su tramo final. Habremos recorrido un total de 300 metros aproximadamente.

    Como veremos a continuación más en detalle, nos encontramos ante una cueva con evidencias que abarcan desde los periodos Magdaleniense Inferior y Medio (17.000-14.000 años) hasta la época Altomedieval (siglos VIII-X), pasando por la Edad del Bronce (3.500 años) y por épocas visigodas (siglo VII).

    Destacar por último, que el Museo Altamira presentó una monografía sobre el increíble trabajo de investigación de Echegaray y Freeman que tituló "Excavando la cueva de El Juyo. Un santuario de hace 14.000 años", que podéis encontrar adjunto en el artículo. ¿Alguien da más?

    Agradecimientos: GAEM Arqueólogos
  • ESTELA DE SALCEDO

    La estatua-estela de Salcedo (Valderredible, Cantabria) es una de las últimas incorporaciones a la iconografía arqueológica de nuestra región. A diferencia de las enormes estelas discoideas como las de Barros, Lombera o Piélagos, esta increíble pieza dista de la monumentalidad y tamaño de las anteriores. Pero no pensemos por ello que su valor histórico es menor, todo lo contrario. Su hallazgo marca un antes y un después en la investigación del área de Monte Hijedo, ya que no hace más que reafirmar la importancia de esta área en época protohistórica. Si a esta arenisca le unimos las diferentes representaciones antropomorfas de La Serna (a pocos kilómetros) y los últimos hallazgos correspondientes a varios petroglifos (espirales, cruces, etc), no cabe duda de que estamos ante lo que parece ser un núcleo poblacional de relevancia en los albores de la Edad del Bronce.

    Y todo ello gracias a un vecino de la localidad de Salcedo que, fruto de su pasión creciente por la historia, ha ido recopilando información y enclaves que permitirán a futuras generaciones (y al él mismo) recomponer un rompecabezas sobre un pasado más que apasionante en el área de Valderredible. No olvidemos que entre según qué élites de nuestra región, intentar aportar por cuenta propia sobre diferentes puntos de vista o criterios arqueológicos está mal visto, incluso actuando con la corrección que la ley marca. Curiosamente a lado de la grandeza de sus hallazgos pocas veces encontramos su nombre, tal vez solapado por aquellos que buscan publicitar su figura individual y su trabajo más allá de quien realmente tiene el mérito no solamente de hallar, sino de actuar correctamente pese a las trabas institucionales. Solo hace falta leer las notas de prensa al respecto, donde "el vecino de Salcedo" no tiene el espacio que merece. Su nombre para el portal de Regio Cantabrorum está marcado con letras en negrita, ya que nos ha hecho partícipe de su trabajo desde hace tiempo: Ernesto Rodrigo Gutierrez.

    Sería en el año 2007 cuando, buscando en una escombrera cercana a su casa un hito o bolardo de piedra para marcar una finca, encontrase esta maravilla. Se cree que no era la ubicación inicial de la estela, ya que posiblemente fuese trasladada a dicha escombrera en el pasado tras haber sido utilizada en alguna construcción o vivienda de las inmediaciones. Nada más encontrarla, la puso a disposición del Ayuntamiento de Valderredible (en depósito) a la espera de más noticias en torno a su hallazgo. Sería almacenada en el Museo Etnográfico de Valderredible hasta que años después, fruto de la insistencia y tesón de su propietario, se traslada la noticia del hallazgo al MUPAC en el año 2014 a través de Julio López Postigo. Es decir, 7 años tras notificar la presencia de lo que hoy es un icono de la arqueología en Cantabria y por el camino una desidia institucional de libro, bravo. Algún día, con permiso de su descubridor como no, contaré otro de los sainetes regionales que engrandecen a esta región.

    En marzo de 2015, MUPAC la presentó en sociedad a a través de una exposición temporal titulada "La estatua-estela de Salcedo y el conjunto rupestre de Monte Hijedo", un pequeño espacio donde se pudo contemplar por primera vez. Un año después, tras una larga espera, la estela de Salcedo se gana un lugar en la exposición permanente del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, concretamente entre las dos reproducciones de los ídolos de Sejos. Notas de prensa, Consejeros de Cultura, Directores, y un largo etc de personalidades acuden a la presentación en sociedad de la misma. Mientras tanto, como muchos de vosotros, los ídolos de Sejos originales siguen en el monte a la espera de que algún desalmado, o simplemente algún animal, los pisotee y destroce. Equidad y mesura, como siempre en Cantabria..

    Bibliografía: "Después de Altamira - Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria" (Editorial ACANTO)
    Agradecimientos: Ernesto Rodrigo Gutiérrez
  • CUEVAS DEL PEÑAJORAO

    Cerremos por un instante los ojos y viajemos miles de años en el tiempo, concretamente al periodo Calcolítico en lo que hoy conocemos como municipio de Camargo. En esta época existe un claro incremento en la complejidad social, tomando más importancia si cabe los rituales funerarios y el viaje al más allá..estamos en tiempos de cambio en la antigua Cantabria, dejando atrás la Prehistoria poco a poco. Situémonos en las inmediaciones del barrio del Churi y hagamos el ejercicio de posicionarnos mirando hacia el norte. A nuestra izquierda, en el vecino municipio de Piélagos y muy cerca de aquí, viajaremos hasta la cueva de Covalejos, un auténtico tesoro y referente del Paleolítico Medio además de hogar de un rebaño de cabras..y no es broma. Si desde ahí nos vamos acercando hasta nuestra posición actual nos toparemos casi de frente (aun en Piélagos) con la cueva del Portillo del Arenal, cuya función sepulcral es vital para el conocimiento del mundo visigodo y los enterramientos en nuestra región. Y como no, ya en Camargo y a poca distancia, nos topamos con uno de los tesoros de nuestra región y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: El Pendo. Como bien sabéis, sus entrañas albergan restos que abarcan desde el Paleolítico Medio hasta la Edad Media, con hallazgos materiales que evocan ritos funerarios incluidos. No podemos olvidar, justo en frente de nosotros y a pocos kilómetros, la cueva de El Juyo, posiblemente el yacimiento del Magdaleniense Inferior más importante de la Península Ibérica.

    Independientemente del valor arqueológico de cada uno de los yacimientos citados y de su grado de protección y/o conservación, si no citásemos las cuevas sepulcrales del Peñajorao estaríamos quitando del mapa de Camargo uno de los mayores exponentes en cuanto a necrópolis de la Prehistoria Reciente en el Norte Peninsular..ahí es nada. Un conjunto de pequeñas cavidades totalmente desconocido para la gente de a pié, encima sin apenas protección y sin la importancia socio-cultural que realmente merece. Todo ello a sabiendas de que su potencial arqueológico es realmente impresionante, ya que han llegado a nuestros días apenas alteradas por la presencia de pequeños carnívoros (tejones, zorros y demás) que las han utilizado a modo de madriguera. Se localizan en un reducido espacio de terreno en la ladera meridional del monte del Peñajorao, el cual las da nombre en conjunto.

    Gran parte de ellas han sido estudiadas por el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica o CAEAP en un proyecto dirigido por los arqueólogos Emilio Muñoz y Jose Manuel Morlote. Durante décadas, este colectivo ha recopilado valiosísima información de cerca de 27 cavidades, de las cuales 11 presentan signos evidentes de albergar yacimientos sepulcrales. Estamos sin lugar a dudas ante un conjunto de pequeñas cuevas que darán más de una sorpresa una vez puedan ser investigadas a fondo. Tanto el propio ayuntamiento de Camargo como el CAEAP estudian realizar el diseño de una ruta turística en torno a las mismas, ya que no podemos olvidar que nos encontramos ante el lugar de descanso eterno de los primeros pobladores del valle. Otro gran yacimiento desconocido en Regio Cantabrorum, totalmente olvidado por parte de las administraciones y que, aún a día de hoy, se encuentra a merced de cualquier despropósito..o incluso de algún otro rebaño de cabras.

    Bibliografía: "Catálogo de monumentos propuestos para su declaración como Bien de Interés Local en el Municipio de Camargo" - CAEAP.
    Agradecimientos: GAEM Arqueólogos
  • LA CUEVA DEL RUSO

    Durante un instante he cerrado los ojos y he viajado en silencio miles de años en el tiempo. Mientras retrocedía siglos y siglos me he dado cuenta de que hoy en día, para desgracia de nuestra especie, la caza está infravalorada. Y no por el mero hecho de cuestionar a quien le guste, todo lo contrario. Si realizo esta reflexión es porque en cuanto he abierto los ojos tras mi viaje imaginario hacia el Paleolítico Superior, he sido consciente del salto evolutivo realizado por el Homo Sapiens en cuanto a tácticas de caza. Una auténtica revolución que hoy en día la gente de a pie no tenemos en cuenta. La definición inicial de "cazadores-recolectores" de los albores del Paleolítico dista mucho de lo que nos encontramos a finales de este periodo. En las primeras etapas, la recogida de vegetales y frutos, el "carroñeo" de animales muertos de forma natural o la captura de animales pequeños (roedores, reptiles, etc) era la tónica predominante. Por el contrario, el desarrollo de nuevas formas de enmangue y la novedosa utilización de diferentes útiles y armas en el Solutrense, permitieron a sus pobladores la utilización de las tácticas de caza y así revolucionar su mundo. Los abrigos rocosos situados en pasos estratégicos con amplia visibilidad fueron ocupados como apostaderos de caza, convirtiéndose así en lugares frecuentados por nuestros antepasados.

    Y al levantarme de mi rocosa atalaya me doy cuenta de que la cantera que tengo a mis pies pudo acabar con uno de estos "puestos" de caza en Cantabria, uno de los más importantes y a la vez más desconocidos de nuestra región: La Cueva del Ruso. Descubierta a mediados del siglo pasado, ha sido objeto de diferentes actuaciones arqueológicas de las que destaca la intervención de urgencia (provocada por la actividad de la cantera) dirigida por Emilio Muñoz Fernandez en el año 1984. El riesgo de pérdida en el registro arqueológico del entorno de su boca, borrado por la cantera, más los desprendimientos y daños internos a consecuencia de la citada explotación, produjo la paralización de la actividad minera. Durante las excavaciones de finales de siglo XX, fue posible documentar las diferentes fases de ocupación de la pequeña sala central de la cueva, encontrándose 5 grandes estratos paleolíticos que aportaron una valiosísima información. El Nivel I proporcionó un depósito sepulcral de la Edad del Bronce Antiguo. El segundo de ellos era una gruesa costra calcítica donde aparecieron restos de un hogar y escasa industria lítica, atribuibles más posiblemente a la época Mesolítica. Uno de los niveles más interesantes es el III (y el IV que veremos a continuación), donde se extrajo una muestra de Carbono 14 que proporcionó una fecha de 16.120 ( 210) años antes del presente. El IV proporcionó igualmente industria lítica del Solutrense Superior, ofreciendo además restos del Auriñaciense evolucionado. Destacar que en este nivel también se realizó una datación por C14 que nos llevó a unos 27.620 ( 180) años antes del presente. El último nivel fértil, el quinto, contiene industria Musteriense. Cabe destacar que en el vestíbulo se hallaron además algunas cerámicas medievales.

    Muchos de los materiales hallados entre los niveles III y IV nos dan a entender la importancia de la Cueva de El Ruso en las labores de caza. Por los restos encontrados, se sabe que en este lugar se realizaron además trabajos de fabricación de puntas de sílex con un sistema avanzado de enmangue, muy propio del Solutrense. Destacan dos puntas de tamaño medio que presentan rotura en su parte mesial, probablemente debido a que se fragmentaron al penetrar en el cuerpo de la presa e impactar con el hueso de la misma. Una de ellas tiene la particularidad de tener la base en forma cóncava, algo exclusivo en la región cantábrica.

    No podemos olvidar el pequeño abrigo cercano denominado "Cueva del Ruso III" ni la surgencia fosil de la "Cueva del Ruso III" (ubicada junto a la cueva principal). En la primera de ellas se realizó un sondeo en el año 1984 que proporciono algunas conchas asociadas a restos de una pequeña ocupación del Mesolítico. De lo que no cabe duda respecto a todo el conjunto es que estamos ante otro gran desconocido de la arqueología regional. Un "cueto" que a finales del siglo pasado tuvo la inmensa suerte de no perecer ante la emergente actividad minera de la zona. Una puesto de caza donde, en los albores de la humanidad, se escribió otro capítulo más que engrandece la prehistoria de Cantabria..esperemos no volver a acordarnos de él cuando sea tarde.

    Agradecimientos: GAEM Arqueólogos
  • LA CUEVA DE URDIALES

    Si por un momento alguien nos dice que cerremos los ojos y pensemos en un bisonte prehistórico, la gran mayoría visualizará la imagen de la omnipotente cueva de Altamira. Incluso yendo un poco más allá, tendremos la visión que nos ha proporcionado tanto la tecnología como la magia de la televisión/cine y no necesitaremos estar en la capilla sixtina del arte rupestre para apreciar con todo lujo de detalles la maravilla que Marcelino Sanz de Sautola y su hija contemplaron la primera que se adentraron en sus entrañas.

    Luego estamos un reducido grupo que vamos más allá pensando en el gran yacimiento del Monte Castillo. Allí podemos observar algunas de estas increíbles figuras, mucho menos monumentales que las de la archiconocida cueva pero en definitiva una maravilla Patrimonio de la Humanidad. No quiero olvidar en estas líneas a todos aquellos que lejos de imaginar un bisonte, se pasan por el gran parque de la Naturaleza de Cabárceno para admirarlos en vivo y en directo. Y tras esta inmensa lista de "visionarios" o "bisontarios" (permitidme el juego de palabras, para eso estoy en mi blog), está el 0,01% de personas que ha pensado en un increíble conjunto de arte rupestre totalmente alejado de los focos turísticos o culturales: Los bisontes de la Cueva de Urdiales.

    La cavidad se encuentra en el jardín de una finca denominada "Villa Aurelia", en la ladera sudeste del Alto de San Andrés (Castro Urdiales, Cantabria). Sus propietarios conocían su existencia desde antaño, pero su valor arqueológico salió a la luz en el año 1999. Por aquel entonces, se desarrollaba la primera fase de construcción de apartamentos y viviendas en los terrenos cercanos a la citada finca, apareciendo en la primera fase de excavación y cimentación parte de las galerías. Sería una denuncia de la Asociación Ecologísta ARCA quien pusiese en aviso a las autoridades pertinentes. En un primer momento no se detectó la presencia de manifestaciones rupestres por parte de la Policía Judicial, si bien es cierto que al día siguiente durante la inspección de los arqueólogos Emilio Muñoz y Ramón Montes (Gabinete Arqueológico GAEM) apareció la maravilla que hoy conocemos.

    Estamos sin duda ante una de las grandes desconocidas del arte rupestre en Cantabria, más aun cuando las manifestaciones de gran envergadura prevalecen en el sector centro de nuestra región. Una cavidad que estuvo a punto de desaparecer, fruto de la vorágine constructiva a la que ha sido sometido el entorno de la antigua Flaviobriga, llevándose por delante conocidos enclaves arqueológicos como el recinto defensivo de Cotolino-Arcisero, el yacimiento de Rebanal-Urdiales-Encinar de Allendelagua o el castro de El Cueto. Grandes desconocidos que, de haber sido de otra manera, tendrían nombre propio dentro de la arqueología regional más allá de su destrucción…

    Agradecimientos: GAEM Arqueólogos
    Bibliografía: "La Cueva de Urdiales. Una nueva estación de arte rupestre paleolítico en la Región Cantábrica". Montes, R.; Morlote, J.M.; Muñoz, E. 2000. International Newsletter on Rock Art. I.N.O.R.A. Foix
  • PEÑA LOSTROSO

    Viajemos miles de años a lo que hoy en día conocemos como la cabecera del rio Ebro, concretamente al Monte Hijedo. Tanto el paisaje, estructuras, arbolado, carreteras, y el mismísimo pantano desaparecen. Nos encontramos ante una época de cambio importantísimo, no solo en lo social sino en lo tecnológico. Dejamos atrás una cultura que, si bien es cierto ya había comenzado un cambio en su modo de vida y había perfeccionado la talla y confección de herramientas en piedra (Neolítico), pasa a utilizar técnicas más modernas y a trabajar los metales: Arranca el Calcolítico y por lo tanto la Edad del Metales.

    Y es aquí, en la citada cabecera del río Ebro y los municipios del Sur de Cantabria que la conforman, donde una sociedad comienza a plasmar en la fría roca sus inquietudes y tal vez creencias. Vestigios arqueológicos que nuevamente están posicionando el Monte Hijedo y su entorno donde siempre mereció. Grabados, estelas, ídolos y un largo etc que aun conociéndose desde hace décadas, es ahora cuando están adquiriendo la importancia que merecen. Una sociedad cubierta desde hace siglos por un frondoso bosque, lleno de vegetación que ha conservado en muchos casos su milenario encanto.

    El conjunto de Peña Lostroso ha sido uno de esos tesoros que hasta no hace mucho tiempo estaba camuflado por una plantación de pino. Tallado sobre dos paredes verticales contiguas, orientadas ambas al Sur (Oeste y Este), a día de hoy se encuentra parcialmente despejado lo que hace fácil su observación. La primera documentación al respecto fue redactada (que no publicada) por el entonces médico y aficionado a la arqueología D. Ricardo García Diaz. Se trata de un documento redactado en Junio de 1935 que incluye una escueta descripción del lugar y un croquis con anotaciones e interpretaciones compartidas con Jesús Carballo (antiguo director del Museo de Prehistoria de Santander). Años más tarde, concretamente el 6 de Agosto de 1943, el lugar fue publicado en el periódico Alerta por Adolfo G. Fernández Castañeda, donde se incluía una foto general de las rocas y un dibujo con el motivo central del panel. Desde entonces hasta el año 1993 fue un conjunto del que prácticamente no se tuvo constancia, ni en lo arqueológico ni en lo social. Serían los miembros del dpto de Ciencias Históricas de la UNICAN, Luis Teira y Roberto Ontañon quienes basándose en informaciones del investigador Ramón Bohigas y Julian Macho (vecino de Reinosa) comenzarían un primer proyecto de documentación de los paneles, además de planear un primer proyecto de prospección arqueológica de toda la zona. En estos últimos años el descubridor de la estela de Salcedo y aficionado la arqueología, Ernesto Rodrigo, y el grupo al que pertenece (Petroglífos en Valderredible), están realizando una increíble labor tanto en el descubrimiento de nuevos vestigios como en reactivación del interés arqueológico en la zona. Ejemplo claro de que tanto profesionales como grupos sociales tienen un peso importantísimo en la puesta en valor del patrimonio regional.

    Como veremos a continuación, el conjunto de Peña Lostroso es uno de los mejores exponentes arqueológicos de la región. Un yacimiento que sin contener ningún otro vestigio material más allá de sus figuras, escribió hace miles de años su nombre con letras mayúsculas para todos nosotros.

    Bibliografía: "Después de Altamira - Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria" (Editorial ACANTO)
    Agradecimientos: Ernesto Rodrigo Gutierrez / Palmira Incera
  • COMPOSICION DE LA SERNA

    Es curioso como aun transcurriendo miles y miles de años entre los antiguos habitantes de Cantabria y nosotros mismos, en lo más profundo de nuestro ser, tenemos la necesidad de plasmar nuestro día a día, nuestras creencias, nuestros anhelos y todo lo que nos rodea en los muros. Cierto es que es la aparición de la escritura, pasando por la lengua celtibérica, el latín y otros tantos idiomas derivados (o no), fue el motor que nos permitió dejar de interpretar para pasar a entender. Miles y miles de años para pasar de las oscuras cuevas, a la fría piedra, al papel, a los muros…y ahora los del Facebook o Twitter. Pero esa necesidad de plasmar en un muro o soporte solido/virtual sigue existiendo, sentimiento que nos une y nos transporta al tiempo de nuestros ancestros. A media que voy escribiendo sobre los grabados, antropomorfos, figuras esquemáticas y otro tipo de representaciones en piedra del Monte Hiijedo, no puedo dejar de pensar en este vínculo. Escribiendo en un muro virtual sobre quienes lo hicieron sobre uno natural, herramientas de diferente época pero con ganas de dejar huella.

    Hoy nos trasladamos nuevamente a Valderredible, concretamente a las inmediaciones de la localidad de La Serna. Allí, a unos 600 metros al Sureste del núcleo urbano, se encuentra composición antropomorfa geminada de La Serna. Otro de los exponentes arqueológicos de la comarca que pasa prácticamente desapercibido. A diferencia de otros grabados como el de Peña Lostroso o Redular, el de La Serna fue conocido por los investigadores no hace muchos años, si bien es cierto que los vecinos de la localidad saben de su existencia desde hace tiempo, siendo ellos los que hablaron a los estudiosos de las "peñas escritas". La única referencia del conjunto en el pasado es relativamente cercana en el tiempo, concretamente en un artículo de 2006 (Bohigas et allí, 2006) donde se realiza además una exhaustiva relación entre los grabados de todo Valderredible. En estos últimos años, diferentes colectivos sociales conformados tanto por investigadores como por aficionados a la arqueología, están reactivando el interés por los grabados. Uno de los más activos del momento es el denominado como Petroglifos en Valderredible, con quienes viajamos a través de las redes sociales a este tipo de yacimientos.

    Estamos sin duda ante un momento en el que parece que el entorno del Monte Hijedo en general, está volviendo al panorama arqueológico con letras mayúsculas. Esperemos que tanto las investigaciones y los estudios nos lleven a descubrir un poco más de yacimientos como este, pudiendo obtener sobre este tipo de conjuntos antropomorfos algo más que hipótesis con mayor o menor acierto.

    Bibliografía: "Después de Altamira - Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria" (Editorial ACANTO)
    Agradecimientos: Ernesto Rodrigo Gutiérrez / Julio López Postigo
  • EL IDOLO DE RUANALES

    El entorno del Monte Hijedo ha sido, es y será durante siglos y siglos, un lugar lleno de misterios e incógnitas a desvelar. Está claro que en los albores de la Edad de los metales un grupo social importante habitó en esta maravilla natural milenios atrás y hoy referente arqueológico de nuestra región. En un radio de pocos kilómetros a la redonda nos encontramos con la composición antropomorfa de La Serna, el conjunto de Peña Lostroso, y hoy con el conocido como "ídolo de Ruanales" . Todas ellas con sus diferencias, como no, pero compartiendo un estilo muy similar e intentando trasmitirnos la importancia de una jerarquía donde los primeros objetos de metal en las sociedades post-paleolíticas eran motivo más que suficiente para ser labrados y representados en la fría piedra.

    Nos encontramos en el paraje de El Redular, atalaya natural que domina gran parte del robledal que conforma el Monte Hijedo. Y, casualidades del destino (o no), a unos dos kilómetros en dirección Suroeste justo enfrente del antropomorfo de La Serna. Ambos yacimientos han sido desde tiempos inmemoriales, fruto de leyendas e historias sobre "señores moros", circunstancia por la cual se tenía la creencia que bajo los impresionantes grabados habría siempre un tesoro. El "ídolo de Ruanales" no iba a ser menos, es por ello por lo que nuevamente nos encontramos el suelo bajo sus pies rebajado cerca de un metro, básicamente por la continua rebusca de los mismos.

    Los vecinos de los pueblos colindantes serían quienes hace ya décadas indicasen a los investigadores la localización del conjunto. Los recogería en primera instancia, en una escueta nota en una guía regional, el antiguo Director del Museo Provincial de Prehistoria y Arqueología de Santander, Miguel Ángel García Guinea (García Guinea, 1988: 210). En esa misma década, prácticamente a la par, los investigadores R- Bohigas y P.Sarabia publicarían datos sobre una de sus visitas al lugar (Sarabia y Bohigas, 1988: 63), incluyendo esta vez una descripción más detallada sobre los grabados de la pared, así como un primer acercamiento a su cronología. Desde entonces diferentes estudios y autores (con diferentes metodologías) abordan la temática de El Redular de modo dispar, agregando eso si valiosa información sobre el conjunto (Bueno y Balbín 1992, Díaz Casado 1993, Teira y Ontañón 1996, 1997, 2000).

    Estamos sin duda, ante otro de los grandes desconocidos de la arqueología regional. Componente ineludible de la tipología "Monte Hijedo", sus trazos son bellos a la par que desconcertantes. ¿Que representan realmente? ¿Por qué no aparecen restos estructurales y/o materiales que ayuden a saber que significan realmente o a quien hacían referencia? ¡Por eso nos gusta la arqueología! :)

    Bibliografía: "Después de Altamira - Arte y grafismo rupestre post-paleolítico en Cantabria" (Editorial ACANTO)
    Agradecimientos: Ernesto Rodrigo Gutiérrez




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