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Ubicaciones
Mogrovejo es una de las localidades más turísticas y bellas de la comarca de Liébana: Paisajes espectaculares, una gastronomía increíble, una arquitectura tradicional digna de ser observada y una historia envidiable. Uno de los iconos de la citada localidad es la conocida como Torre de Mogrovejo, espectacular complejo señorial de finales del siglo XII que, según rezan muchos datos bibliográficos "domina la localidad a media ladera". Pero si de dominio e historia se tratase, sin desmerecer ni mucho menos al citado monumento, en lo alto de los montes y con una milenaria historia nos encontramos con un enclave apenas conocido que nos habla de los albores de una sociedad que, al igual que hoy en día, tenía su ganado pastando en el entorno de La Calvera. Estamos hablando de unos de los máximos exponentes en cuanto a estructuras tumulares y megalíticas de Cantabria: El yacimiento de Peña Oviedo. Con el añadido de que, además, a diferencia de otras espectaculares estaciones megalíticas (Sejos, las necrópolis de Combranda, Palmedian o Las Llaves) existen dos zonas perfectamente delimitadas y con usos más allá de lo funerario: Un uso doméstico. Circunstancia que lo convierte en un enclave poco habitual.
Las primeras noticias sobre las estructuras de Peña Oviedo datan del año 1948, cuando Benjamín Bada remite una carta al Museo Provincial de Prehistoria y Arqueología de Santander (actual MUPAC) informando de su existencia. Décadas más tarde, en el año 1982, Jose María de La Lama, Francisco Soberón y Eutimio Martino elaboraron un informe que harían llegar al Museo. Este documento sería el preámbulo de las excavaciones arqueológicas realizadas entre los años 1989 y 1995 bajo la dirección de Agustín Diez Castillo. Del mismo modo, sería revisado y topografiado por miembros del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistórica de la Universidad de Cantabria en 2007.
Y desde entonces hasta nuestros días…nada de nada. Curioso que uno de los conjuntos megalíticos mejor documentados de Cantabria (además de uno de los más bonitos paisajísticamente hablando) no tenga la relevancia que merece. Tampoco es de extrañar dado que desde el Gobierno de Cantabria están mucho más interesados en "encerrar" la cultura en las cuevas (bueno, en las cuevas no que no se puede entrar…salvo que des 500.000 de €..que te ponen hasta moqueta) en vez de incluirla en arqueo rutas de montaña, itinerarios culturales más allá del MUPAC (cuando esté..) y diferentes propuestas que no pasan por "vender" que interesa la cultura cada cuatro años..Cantabria Infinita lo llaman.
En el escarpado camino hacia la cueva de El Esquilleu (o El Estilléu como se la conoce en Liébana) no paro de pensar que entre estas rocosas cimas vivieron el ocaso de su existencia los últimos neandertales del norte peninsular. Aislados, lejos de las enormes llanuras litorales, en un clima extremo al que supieron adaptarse o al que no les quedó más remedio que conformarse. Con todo, un lugar donde supieron hacer su vida y sobrevivir, hasta que el último de ellos desapareció. Miles y miles de años de convivencia que han hecho de esta cavidad uno de los yacimientos musterienses más importantes de la Península Ibérica.
El yacimiento fue descubierto por el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica CAEAP(como no podría ser de otra manera) a mediado de la década de los 80, si bien el estudio a fondo de la cavidad corre a cargo del equipo dirigido por Javier Baena Preysler, de la Universidad Autónoma de Madrid. Entre los años 1997 hasta 2006, se producen los hallazgos más espectaculares, no solo a nivel material como veremos posteriormente, sino a nivel habitacional y cultural. En El Esquilleu
Cada vez que se habla de la Edad del Hierro ,nuestro subconsciente viaja prácticamente de un modo instantáneo a los grandes oppida de la Cantabria histórica: Monte Bernorio, castro de las Rabas, Monte Ornedo o La Loma. Todo ello inmersos en un clima bélico/heróico de las Guerras Astur-cántabras donde gusta enaltecer la bravura de nuestro pueblo, con el que compartimos territorio..y poco más. Pero lejos de esta imagen icónica, la Edad del Hierro en Cantabria es mucho (muchísimo) más. Cada día el conocimiento sobre este periodo va en aumento gracias a las cavidades. Y del mismo modo, no todos los yacimientos de esta época en nuestras cuevas tienen que ser espectaculares como El Aspio, Cofresnedo o el Abrigo del Puyo.
Hay otras como la cueva de Covara (o Covarada) que, desde su humildad, dan fé de que los antiguos cántabros ya las usaron de un modo u otro.La citada cueva se encuentra al norte de la localidad de Allende (Cillorigo de Liébana), en la misma base de un gran farallón rocoso denominado Cueto Agero. El valor arqueológico de la misma fue descubierto por miembros del Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica CAEAP a mediados de la década de los 80, quienes encontraron ya por aquel entonces diferentes materiales arqueológicos en superficie que la contextualizaban indudablemente. Posteriormente, sería documentada más en detalle en la Tesis Doctoral "La cultura material de la Edad de Hierro en Cantabria" de Rafael Bolado del Castillo.
Y a partir de aquí..poco más se puede decir sobre la misma. Si se puede decir que su vestíbulo fue vaciado prácticamente en su totalidad para acondicionarlo como "cuadra" (en las imágenes se puede ver el cierre ganadero). ¿Cuestionable?. En mi opinión, no. Uno de los mayores problemas de Cantabria es el total desconocimiento de este tipo de enclaves, ya que poco o nada importan sino tienen monumentales pinturas o descubrimientos que valgan para poner algún titular en el periodo de turno. Aun así, con el tiempo, acabaría abandonado igual. Cantabria infinita lo llaman.
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